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Ainu



Los ainus (palabra que significa ‘humano’ en idioma ainu) o ainos son un grupo étnico indígena de Hokkaidō y el norte de Honshu, en la parte septentrional de Japón, así como de las islas Kuriles y la mitad meridional de la isla de Sajalín en Rusia. Son también conocidos como ezo o yezo (蝦夷?) en japonés antiguo, y como utari (palabra que significa ‘camarada’ en ainu), que es como hoy en día prefieren ser llamados.[1]​ En la actualidad, hay unos 15 000 (quince mil) japoneses con alguno de sus padres o ambos pertenecientes a este grupo.

Los ainus tienen orígenes muy antiguos y se les han atribuido ancestros de tipo caucasoide; sin embargo, hoy se los relaciona con la expansión de los primeros pobladores de Asia y con los pueblos actuales de Siberia, en especial con los nivjis de Sajalín y los koriakos o koryak de Kamchatka, que hablan lenguas paleosiberianas, aunque los ainus tienen características genéticas propias que demuestran su antigua diferenciación de las demás poblaciones contemporáneas de la región.[2]​ Estos resultados concuerdan con los hallazgos geológicos y arqueológicos: los primeros pobladores de Hokkaidô arribaron durante la última glaciación hace más de 18 000 años.[3]​ Se diferencian del grupo étnico mayoritario en Japón, los Yamato, en que poseen mucho más vello corporal y su pelo, si bien es casi siempre negro, a veces es castaño.

Las figuras geométricas que decoran la ropa, similares a las que aún hoy usan los ainus, se han encontrado en restos muy antiguos. Desde entonces los ainus ya habitaban Hokkaidô, en el 5000 antes de Cristo, según hallazgos arqueológicos, pero también vivían en la mayor parte de Honshu y quizás algunas zonas de China, incluso documentos chinos ya hablan de su existencia con el nombre de Tung I (bárbaros orientales). La cultura Ojotsk que floreció del siglo V al siglo VII en Hokkaido, las islas Kuriles, la isla de Sajalín y la cuenca del Amur, parece estar relacionada con los ainus y sus rituales espirituales con osos sacrificados.[4]​ Entre el siglo VIII y el siglo XI floreció en la región la cultura Satsumon, procedente del sur, y produjo cambios culturales en la vida ainu.[4]

A partir del siglo XVII, los japoneses ya llegaron a tener presencia en los territorios ainus. En un principio fueron intercambios comerciales hasta el inicio de la era Meiji, cuando el gobierno liquidó el poder del clan Matsumae, que se dedicaban al comercio e inició una campaña de aculturación de la población ainu, que no estuvo exenta de problemas en cuanto a calidad de vida, por lo que parte de la población nativa se desplazó a la península de Kamchatka. Las clases guerreras del Japón (bushi), tuvieron su nacimiento en el Norte del país, donde los daimyos luchaban por evitar el ataque y la invasión de sus tierras por los ainus.

Se tienen noticias de algunas visitas por parte de los europeos, primero por la Compañía de Jesús y luego por el viajero neerlandés Maarten Gerritsz Vries, quien los describió en 1643. Posteriormente, los rusos anexionaron algunas regiones del territorio ainu en su imperio hasta 1875, cuando la mitad sur de Sajalín fue cedida a Japón.

Las relaciones con los japoneses fueron en cierto grado tirantes desde que los integraron al país en el siglo XIX. Durante el siglo XX, su cultura empezó a decaer no solo por la influencia de los japoneses sino de la cultura estadounidense, que desde 1945 impulsó una mayor vinculación socio-económica. En 1973, los ainus se reunieron por vez primera en una asamblea para reivindicar los derechos de este pueblo en la nación japonesa. Actualmente cuentan con una participación en el parlamento japonés.

El viernes 6 de junio de 2008, el parlamento japonés aprobó por unanimidad una resolución en la que se reconoció a los ainus como "un pueblo indígena con su propia lengua, religión y cultura"[5]​ Este reconocimiento, si bien tiene un valor más simbólico que práctico, permitirá al Gobierno japonés destinar ayudas en materia de educación y empleo a los miembros de esta etnia.

Los ainus tienen creencias animistas, según las cuales todo en la naturaleza tiene un "kamuy" (espíritu divino) en su interior. Hay una jerarquía de "kamuys". El "kamuy" más importante es la abuela tierra (el fuego), luego están los "kamuis" de las montañas (animales terrestres) y los del mar (animales marinos) y luego todo lo demás. No tienen sacerdotes o chamanes con dedicación exclusiva. El jefe de la aldea dirige las ceremonias religiosas que sean precisas; ceremonias que se reducen a la libación del vino, rezos en voz baja y la ofrenda de palillos de sauce con virutas de madera pegadas. Estos palillos se llaman "inau" (singular) y "nusa" (plural), y se colocan en un altar que se utiliza para ofrendar las cabezas de los animales sacrificados. El pueblo de los ainus agradece a los dioses antes de comer y reza a la deidad del fuego ("Huchi") cuando acaece una enfermedad. Creen que sus espíritus son inmortales y que serán recompensados después de la muerte con el ascenso a Kamui mosir (La tierra de los Dioses) o castigados en el infierno.

Algunos ainus del norte son miembros de la Iglesia ortodoxa rusa.[6]

La cultura tradicional ainu es muy diferente de la japonesa. Al alcanzar determinada edad dejan de afeitarse, así que los hombres más viejos tienen enormes barbas y bigotes. Hombres y mujeres por igual se cortan el pelo de los lados de la cabeza a nivel de los hombros, pero en la parte posterior el corte es semicircular. Al comenzar la pubertad, las mujeres se tatúan la boca, brazos, los órganos genitales externos y, en ocasiones, la frente, utilizando como colorante ceniza de corteza de abedul que se deposita en un tarro que cuelga sobre el fuego.

Su vestimenta tradicional es una capa tejida con hilo extraído de la corteza del olmo. Tiene mangas largas, casi llegan hasta los pies y están enrolladas alrededor del cuerpo y atadas con un fajín o faja del mismo material. Las mujeres también llevan ropa interior de paño japonés. En invierno llevan pieles de animal con perneras de piel de ciervo y botas de piel de perro o de salmón. A ambos sexos les gusta llevar pendientes, que en el pasado se decía que hacían con las parras de la uva, y también portan collares llamados "tamasay", que las mujeres valoran mucho.

Cazan con arco y flechas envenenadas. Su alimentación consiste básicamente en carne de venado, oso, zorro, lobo, tejón, buey y caballo, así como pescado, cangrejos, ostras, aves, mijo, frutas, verduras, hierbas y raíces. Nunca comen la carne cruda, sino que siempre cuecen o asan dichos alimentos. Al contrario de los pescados, los cuales además de asar eran consumidos crudos. En los fríos inviernos aprovechan la nieve para conservar distintas especies como salmones y ostras los cuales posteriormente eran consumidos inmediatamente luego de descongelarse.

Habitan en chozas techadas con cañas, las más grandes alcanzan casi los 7 m (metros), sin habitaciones y con un lugar para el fuego en el centro; no tienen chimenea, sólo un agujero en el techo; sólo tienen una ventana en el lado oriental y dos puertas. La casa del jefe de la aldea se usa como lugar de encuentro comunal cuando es necesario. En vez de utilizar muebles, los ainus se sientan en el suelo, que está cubierto con dos capas de alfombra, una de junco y otra de tela; y en vez de camas extienden planchas, las rodean con un acolchado y emplean pieles como cobertores. Cuando comen, los hombres usan palillos y unos utensilios que les sirven para apartar el bigote y las mujeres utilizan cucharas de madera.



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