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Arte de la Antigua Grecia



El arte de la Antigua Grecia es el estilo elaborado por los antiguos artistas griegos, caracterizado por la búsqueda de la «belleza ideal», recreando el "mundo ideal" del modelo platónico, o mediante la "imitación de la naturaleza" en el sentido de la mímesis aristotélica.

La cultura desarrollada por los antiguos griegos establece los fundamentos de la cultura occidental. De este, surgieron los conceptos y principios del arte, la filosofía y el saber posterior. El arte griego se inicia de manera autónoma al final de la civilización micénica, cerca del 1100 a. C.[1]

Los historiadores del arte definen, en general, el arte griego antiguo como el arte producido en la región de lengua griega entre el siglo X a. C. y el siglo I d. C. y excluyen, en general, el arte de las civilizaciones minoica y micénica, que existía entre el siglo XV y el siglo XII a. C. aunque se haya tratado de culturas que hablaban el griego, no existe continuidad —o existe muy poca— entre el arte de estas civilizaciones y el arte griego posterior. En lugar de las representaciones vegetales naturalistas de la época micénica, aparecen los diseños con líneas geométricas y solo más tarde se vuelve a la representación de animales y personas con formas esquemáticas. Se pasó por varios periodos, inspirándose en anteriores civilizaciones como Egipto y Mesopotamia, pero siempre con creaciones nuevas.[2]

El arte más antiguo de los griegos es generalmente excluido del arte de la Antigua Grecia, y en su lugar se conoce como arte griego neolítico seguido por el arte egeo; este último incluye el arte cicládico y el arte de las culturas minoica y micénica de la Edad del Bronce griega.[3][4]​ El arte de la antigua Grecia se divide generalmente estilísticamente en cuatro períodos: el geométrico, el arcaico, el clásico y el helenístico. La edad Geométrica suele datarse alrededor del 1000 AC, aunque en realidad se sabe poco sobre el arte en Grecia durante los 200 años anteriores, tradicionalmente conocido como la Edad Oscura . El siglo VII a. C. fue testigo del lento desarrollo del estilo arcaico, como lo ejemplifica el estilo de figuras negras de la cerámica griega. Alrededor del 500 a. C., poco antes del inicio de las Guerras médicas (480 a 448 a. C.), se suele tomar como línea divisoria entre los períodos arcaico y clásico, y se considera que el reinado de Alejandro Magno (336a 323 a. C.) separa los períodos clásico y helenístico. A partir del siglo I a. C. se utiliza el término grecorromano, o más localmente para el mundo griego oriental.[5]

En realidad, no hubo una transición brusca de un período a otro. Las formas de arte se desarrollaron a diferentes velocidades en diferentes partes del mundo griego, y como en cualquier época algunos artistas trabajaron en estilos más innovadores que otros. Las fuertes tradiciones locales y los requisitos de los cultos locales permiten a los historiadores localizar los orígenes incluso de las obras de arte que se encuentran lejos de su lugar de origen. El arte griego de varios tipos fue ampliamente exportado. Durante todo el período se produjo un aumento general y constante de la prosperidad y de los vínculos comerciales dentro del mundo griego y con las culturas vecinas.

La tasa de supervivencia del arte griego difiere notablemente. Tenemos grandes cantidades de cerámica y monedas, mucha escultura en piedra, aunque aún más copias romanas, y unas pocas esculturas grandes de bronce. Casi todas las piezas que faltan son pinturas, vasijas de metal fino, y cualquier cosa en materiales perecederos, incluyendo la madera. La cáscara de piedra de varios templos y teatros ha sobrevivido, pero poco de su extensa decoración.[6]

Los pintores y los escultores griegos adquirieron su técnica mediante el aprendizaje, a menudo iniciados por su padre y protegidos por ricos mecenas. Aunque algunos fueron célebres y admirados, no tenían el mismo estatus social que los poetas o los dramaturgos de la misma época. Fue desde el período helenístico, después del 320 a. C., cuando los artistas empezaron a ser reconocidos como una categoría social de pleno derecho.[7]

La historiografía del arte ha identificado varios estilos que periodizan el arte de la Antigua Grecia:

El periodo arcaico se inicia a finales del siglo VIII a. C. y abarca hasta comienzos del siglo V a. C. En este periodo se produce una expansión de la polis griega, instaurándose un nuevo orden ciudadano, con la tiranía como marco político principal, sistema que pronto desaparecerá frente al ideal igualitario de ciudadanía del siglo V a. C. La legitimación de este tipo de mandato ciudadano supone la promoción de grandes obras públicas, representativas del prestigio del tirano, quien apoya la creación de edificios civiles y religiosos en las ciudades donde gobierna, para lo cual manda remodelar su entramado urbano. Esta actuación tuvo como objeto otorgar a cada urbe una identidad propia, al tiempo que mostrar su preponderancia sobre el resto de ellas. Consecuentemente, el arte desempeña en esta etapa un nuevo papel propagandístico de la tiranía, cuyos gobernantes lo utilizan para justificar su poder escasamente legitimado. A partir del siglo VI a. C. el centro político de la polis se convierte en un lugar de gran relevancia artística, convirtiéndose la plaza pública o ágora en el corazón de las actividades cívicas de la sociedad. Entre todas ellas sobresale la de la ciudad de Atenas, impulsada por el legislador Solón y monumentalizada en la época de los Pisistrátidas.

El culto religioso desempeñó también un papel fundamental en la sociedad griega de este periodo, de manera que todas aquellas ciudades que dispusieron de medios económicos suficientes promovieron la construcción de edificios religiosos en piedra, los cuales cumplieron un importante papel a la hora de cohesionar las diferentes clases de la nueva sociedad, menos igualitaria que la de siglos anteriores. Se crean ahora santuarios panhelénicos, como Delfos y Olimpia, donde los distintos tiranos realizan grandes ofrendas votivas para exhibir su poder, y se fomentan nuevos cultos populares, al tiempo que surgen mitos relacionados con dioses y héroes locales, lo que incrementa las identidades políticas de las distintas polis que necesitan sentirse independientes y destacar sobre el resto.

La arquitectura griega fijó las formas del templo, que se fue desarrollando en las acrópolis (ακρόπολις) o ciudadelas elevadas de cada ciudad; así como en los santuarios panhelénicos. Los propiamente panhellénikós (πανελληνικός -"de todos los griegos"-), celebraban juegos (agónes αγώνες -"contienda", "desafío", "disputa"-), donde competían atletas y aurigas en representación de sus polis, en una sublimación de la violencia en lo sagrado que convertía a los vencedores en héroes o semidioses, por lo que adquirían el derecho a ser representados en estatuas; y acumulaban riquísimas ofrendas, guardadas en lujosos edificios, levantados a costa de cada polis (los thesaurós θησαυρός). Aunque había muchos otros juegos en honor de otras divinidades o en otras polis (como los Panatenaicos de Atenas), se destacaban cuatro, no por el premio ofrecido (unas olivas, o una corona de hojas de laurel), sino por el prestigio que daba la concurrencia periódica (cada dos o cuatro años) de gentes de toda la Hélade: el de Apolo en Delfos (donde se celebraban los oráculo de Dodona), el de Zeus en Olimpia (del que solo quedan ruinas, donde se celebraban los Juegos Olímpicos), el de Poseidón[9]​ en Istmia (del que solo quedan los cimientos, donde se celebraban los Juegos Ístmicos) y el de Zeus[10]​ en Nemea (del que quedan unos restos de época helenística, donde se celebraban los Juegos Nemeos). Sin ser estrictamente panhelénicos, también alcanzaron un enorme prestigio en toda la Hélade otros santuarios: el de Hera en Samos (Ἥραιον, Heraion, el primer gran ejemplo de orden jónico -Reco y Teodoro de Samos-, donde se celebraba la eclesiástica hierogamia ἱερός γάμος) o el de Artemisa en Éfeso (Ἀρτεμίσιον, Artemision, el segundo gran ejemplo del orden jónico, que entró en el catálogo de las siete maravillas del mundo).[11]

La lista de los templos importantes sería inacabable (templo de las Musas en Helicón -de hecho, todo el monte Helicón estaba dedicado a ellas, al igual que el monte Parnaso, pero de un modo más tangible a la forma en que el monte Olimpo lo estaba a los principales dioses-, templo de Démeter en Eleusis, templo de Apolo en Dídima, templos de Poseidón -en Halicarnaso, en Ege, en Calauria, en Atenas-, templo de Artemisa -en Carje, en Esparta-, templos de Afrodita -en Cnido, en Lindos, en Citerea-, templos de Hermes -en Imbros, en Samotracia, en Lemnos-, templos de Hera -en Micenas, en Argos, en Figalia, en Esparta-, templo de Ares en Esparta, templos de Dionisos -en Naxos, en Chios, en Atenas-, templos de Asclepio -en Cos, en Epidauro, que alcanzarían mucho mayor prestigio en épocas posteriores-),[13]​ algunos de ellos formando una relación espacial definida, como el "Triángulo Sagrado" entre el Parthenón (Παρθενών -templo "de la virgen", es decir, de Atenea-, en la Acrópolis de Atenas), el Soúnion (Σούνιονy, en el promontorio desde el que Egeo se arrojó al mar) y el templo de Afaia en Egina.[14]

La forma del templo griego derivaba del megaron (μέγαρον) micénico: esencialmente una planta rectangular cubierta con tejado a dos aguas, con los elementos estructurales de madera. Con la misma estructura se han encontrado restos de un templo de la Época Oscura en Lefkandi (Eubea), y los primeros restos encontrados del Heraion de Samos (mediados del siglo VIII a. C.) son similares. La "petrificación" de los elementos del templo se fue produciendo paulatinamente (columnas -cuyo fuste mantiene el recuerdo vegetal con las estrías o el acanalamiento-, vigas -que producen los remates exteriores de triglifos y metopas-, arquitrabes, cornisas, etc.), siendo el ejemplo más evidente el Heraion de Olimpia (hacia el 600 a. C.).[15]​ Una de las razones que impulsaron el cambio fue la generalización de las tejas de cerámica en sustitución de la cubierta de paja y ramas, y que se produjo en Corinto en el siglo VII a. C. Uno de los primeros fue el Thermón (Θερμον, templo de Apolo en Thermos, Etolia, hacia el 630 a. C.). El peso, muy superior, obligaba a disminuir la pendiente del tejado, y terminó por definir las proporciones definitivas del frontón que resultan tan armónicas. En las distintas zonas de la Hélade se definieron los estilos dórico (más sobrio y macizo) y jónico (más esbelto y decorativo).[16]

Reconstrucción de la policromía del frontón occidental del templo de Afaia en Egina. Hacia 500 a. C.

Dama de Auxerre. Hacia 640 a. C.

Placa votiva de terracota hecha a molde. Creta, hacia 640 a. C.

Figura de terracota de Atenea, tipo Palládion (Παλλάδιον). Gortina, siglo VII a. C.

Cleobis y Bitón, del escultor Polimedes de Argos. Hacia 600 a. C.

Reconstrucción de la policromía de la Estela de Aristión, del escultor Aristocles.[17]​ Hacia 510 a. C.<ref>Catálogo, op. cit. Robin Lane Fox

La escultura griega de época arcaica, influenciada notablemente por la egipcia, se caracterizó por rasgos originales, como la sonrisa eginética o arcaica (llamada así por exhibirse en la figura de un famoso guerrero moribundo del Templo de Afaia en Egina); que se fueron transformando, al final del periodo (últimas décadas del siglo VI y primeras del V a. C.), en un estilo de transición al clasicismo denominado estilo severo, estimulado finalmente por la necesidad de renovar la decoración escultórica de los templos destruida durante la invasión persa.

Las figuras masculinas (kuroi, en singular kuros κοῦρος) y femeninas (korai, en singular kore κόρη) podían representar tanto a seres humanos como a dioses, muestra de la antropomorfización de estos y de la elevación al rango semidivino o heroico de aquellos (particularmente, del prestigio que alcanzaban los vencedores en los juegos panhelénicos).

Las primeras esculturas eran las xoana (ξόανα, en singular xoanon ξόανον), de madera, representaciones muy simplificadas del cuerpo humano adaptadas a la forma cilíndrica del tronco de un árbol. Fueron sustituyéndose por figuras talladas en mármol (especialmente prestigiosa fue la cantera del Pentélico) y las fundiciones de bronce. Dada la posibilidad de reutilizar este material tan caro, han sido muy pocas las que se han conservado. De mucho menor coste eran las figurillas de terracota, que se producían a escala industrial, mediante moldes.

Además de las posibilidades texturales que ofrecen los distintos materiales y técnicas de acabado, aprovechadas de forma limitada en la época arcaica, fue la policromía aplicada sobre las esculturas la que las dotó de luminosidad y sensación de vida. Los antiguos griegos no hubieran concebido que una escultura se dejase sin pintar, la considerarían imperfecta o inconclusa. Incluso la inevitable pérdida de los colores por el paso del tiempo, que el gusto romántico considera un incremento del interés estético, era considerada como un deterioro esencial.[18]

αἴσχιον εἶδος ἔλαβον ἀντὶ τοῦ καλοῦ

¡Ójala pudiera, borrada como en una estatua,

desaparecer mi belleza y tener un desagradable aspecto!

Tras un inicial periodo geométrico (siglos IX y VIII a. C.), al que siguió un período orientalizante (siglos VII y primera mitad del VI a. C.) en el que se detecta la influencia asiria y de otras civilizaciones del Antiguo Oriente (por la importancia y difusión que alcanzaron en esta época los talleres de Corinto se habla de estilo protocorintio); la cerámica griega fue evolucionando sus formas, que hacia el final del siglo VI a. C. alcanzaron un alto grado de refinamiento expresivo, respondiendo a un amplio conjunto de necesidades refinadas de la vida cotidiana de las clases altas, y a la demanda de productos de lujo fácilmente exportables a todo el espacio mediterráneo, e incluso a lejanos lugares en el centro de Europa.

La producción en muchas de las colonias fundadas en esos siglos fue tan importante como la de las metrópolis. Además, la influencia de la cerámica griega se dejó notar en la producción local de los pueblos indígenas, especialmente en la cerámica etrusca (que tiene tipologías verdaderamente sincréticas, como es el caso de la hidria ceretana o hidria de Caere)[21]​ o en la cerámica ibérica.

Se aprovecharon extensamente las posibilidades que las distintas tipologías de vasos daban en ciertas partes de su superficie (fondos de las copas, vientres y cuellos de las ánforas, etc.) para ejercer como soporte para la pintura griega, que se expresó sucesivamente en dos estilos principales, denominados "cerámica de figuras negras" y "cerámica de figuras rojas".

[22]

Cada escuela local de ceramistas se distinguió por un estilo local característico, aunque se influyeron mutuamente.

Vaso Mikonos, un pithos (πίθος -para almacenar grano y, en su caso, fermentarlo-) decorado al relieve, que presenta la primera representación conocida del caballo de Troya. Mikonos, hacia 670 a. C.[23]

Vaso Chigi, un olpe (ολπη -jarra, más pequeña que el oinokhoe-) protocorintio (hacia 650 a. C.) hallado en una tumba etrusca.[24]

Ánfora epónima del Pintor de Neso (el primer ático en adoptar el estilo corintio, en el que introduce innovaciones). Hacia 620 a. C. En el vientre se representa a Perseo y las Gorgonas y en el cuello a Heracles con el centauro Neso.

Vaso François, una crátera ática (del ceramista Ergótimos, pintada por Clitias, hacia 570 a. C.) con distintas escenas mitológicas y decoración orientalizante. Hallada en una tumba etrusca.

Comenzó a ser común que los ceramistas y, menos frecuentemente, los pintores[25]​ firmaran sus obras (Clitias, Exequias, Psiax, Eufronio), lo que se interpreta como una valoración social de su trabajo, implicando un concepto muy moderno de la función del arte y del artista, en un momento en que el trabajo manual estaba degradándose en su consideración, vinculada a la de los esclavos. Es habitual que solo se conozca el nombre del ceramista, con lo que el pintor se denomina por este (Pintor de Andócides, Pintor de Amasis, Pintor de Antimenes,[26]Pintor de Taleides[27]​). En otras ocasiones solo se ha podido establecer la identidad común de un maestro por sus obras (Pintor de Príamo,[28]Pintor de Neso,[29]Pintor de las cabezas de caballo,[30]Pintor de Aqueloo[31]​) o por los lugares donde se han encontrado (Maestro del Dípilon) o los museos y colecciones particulares donde se conservan (Maestro o Pintor de Madrid,[32]Maestro o Pintor de Princeton,[33]Maestro o Pintor de Edimburgo,[34]Maestro o Pintor de Rycroft,[35]Maestro o Pintor de Castellani[36]​). A algunos se les agrupa por sus características comunes[37]​ (Pequeños maestros,[38]Grupo de Leagro,[39]Grupo Perizoma,[40]Grupo de las tres líneas,[41]Grupo pionero -este último ya a comienzos del siglo V a. C.-).

Aquiles y Áyax jugando a los dados, en un ánfora de cerámica de figuras negras de Exequias. Hacia 540 a. C.[42]

Lekythos (λήκυθος, envase para aceite perfumado usado como cosmético y en rituales funerarios) del Pintor de Aqueloo. Hacia 525 a. C. Entre las figuras representadas hay un atleta en el momento de darse impulso con los halteres (ἁλτῆρες -pesas-), y un tañedor de aulós (αὐλός -doble flauta-).

Crátera de Eufronio (cerámica de figuras rojas de Eufronio, hacia 515 a. C.). La escena representa al cuerpo de Sarpedón sostenido por Eros y Tánatos, ante Hermes.[43]

Ánfora de cerámica de figuras negras, que representa la disputa entre Apolo y Heracles por el trípode de Delfos. Relacionada con el denominado Grupo de Toronto 305. Hacia 510 a. C.[44]

También hubo pintura sobre paneles y muros, que no se ha conservado a excepción de muy pocos restos, como los Paneles de Pitsa (descubiertos en una cueva de Sición, la localidad al norte del Peloponeso, cerca del Golfo de Corinto, donde la tradición consideraba que se había inventado la pintura sobre paneles -pinax πίναξ, plural pinakes πίνακες; de donde viene la palabra "pinacoteca"-).[45]​ o los frescos de la Tumba del nadador, en Posidonia (Magna Grecia). La influencia etrusca de esta tumba es evidente; aunque a su vez la pintura etrusca había recibido una notable influencia griega durante los siglos VII y VI a. C..

De ojos azules y rubios: así ven a sus dioses los tracios.

Pero si los bueyes y los caballos y leones tuvieran manos,

manos como las personas, para dibujar, para pintar, para crear una obra de arte,

entonces los caballos pintarían a los dioses semejantes a los caballos, los bueyes

semejantes a bueyes, y a partir de sus figuras crearían

las formas de los cuerpos divinos según su propia imagen: cada uno según la suya.


El arte antiguo griego ha perdurado en la forma de esculturas y arquitectura; también en artes menores como el diseño de monedas, el grabado de alfarería y gemas.

Los griegos, como la mayoría de las culturas europeas, consideraban la pintura como una de las formas más altas de arte. Las obras de Polignoto de Tasos,[47]​ que trabajó en el siglo V a. C., seguían siendo admiradas incluso 600 años después de su muerte, como después ocurrió con las de Leonardo da Vinci o Miguel Ángel, sin embargo en este caso no solo no se han conservado ninguna de sus obras sino tampoco ninguna reproducción.

Los pintores griegos trabajaron generalmente sobre paneles de madera, que se estropeaban rápidamente (a partir del siglo IV a. C.), cuando no eran bien protegidas. Hoy en día no queda casi ninguna pieza de pintura griega, excepto algunos restos de pinturas en terracota y de algunas pinturas en las paredes de tumbas, sobre todo en Macedonia e Italia. De las obras maestras de la pintura griega tenemos solamente algunas copias realizadas en las épocas romanas, la mayoría de ellas son de una calidad inferior.

Con anterioridad a la formación del arte griego en sí hubo en territorios de la antigua Grecia un arte que se ha llamado prehelénico, conservadas tan solo en ruinas de edificios de la época y sobre estuco, representando paisajes, acciones guerreras y ceremonias cortesanas o religiosas cuyas figuras aunque imperfectas revelan notable expresión y vida. En las decoraciones de vasijas se presenta raras veces la figura humana y siempre estilizada y de escasos detalles.

En cuanto a la pintura griega, el conocimiento de sus artistas se debe casi por entero a los antiguos historiadores, pues no se conserva de ella ni un solo cuadro ni se conoce obra alguna de los famosos Zeuxis, Parrasio y Apeles, considerados desde la antigüedad los pintores por antonomasia. Las obras pictóricas griegas que al presente se conocen y conservan consisten únicamente en decoraciones de ánforas y de otras elegantes vasijas salvo algunos mosaicos de pavimento y placas de arcilla pintadas y sin contar las obras de pintura romana en que intervino mano griega. Consta, no obstante, que los griegos pintaron cuadros excelentes, por lo menos murales (cuyas copias pueden ser algunas decoraciones de las grandes ánforas de lujo) y que emplearon los procedimientos al fresco, al encausto, al temple y quizás al óleo. Los asuntos representados en tales pinturas, a juzgar por lo que se observa en las mencionadas vasijas, fueron escenas de la vida humana y tradiciones o leyendas mitológicas y heroicas.

La gran mayoría de edificios griegos no han perdurado, debido a varias razones: fueron destruidos en guerras, saqueados para obtener materiales de construcción o abatidos por terremotos. Solamente un puñado de templos, tales como el Partenón y el templo de Hefesto en Atenas. De las cuatro maravillas del mundo creadas por los griegos las cuales ninguna de ellas han perdurado:

La Antigua Grecia destacaba en la arquitectura. Son los templos la construcción más representativa de la arquitectura griega, ya que su principal era brindarle protección o albergue a una deidad o dios. En la parte de adentro se encontraba el efigie de la deidad mientras tanto en la parte exterior se le rendía culto. Los griegos utilizaban el pretexto religioso para justificar con esto sus grandes creaciones de esta forma podían desatar su imaginación y crear maravillosas estructuras. Considerado como una arquitectura sublime esto sirvió de ejemplo para la construcción de otras estructuras griegas; por esto los edificios griegos comparten similares características.

La diferencia principal del templo arcaico al templo pre-helénico es que se hace el alma de la ciudad, es decir, antes los palacios eran, a su vez, refugios para los ciudadanos en caso de guerra, en la época arcaica son los conjuntos de templos, es decir la acrópolis, es la casa del dios y el refugio de los ciudadanos, ya que estaban situados en una colina y además estaban fortificados, probablemente para las utilidades de antes.

Las ceremonias, cualquiera pese a su importancia, se realizan fuera del templo para que el olor de los sacrificios llegase a la estatua divina para que esta se lo agradeciese y les diese buenas cosechas, etc.

Al principio los templos son muy pequeños y apenas se diferencian de una casa, pero con el tiempo, además de la sustitución de elementos blandos por rocas o sillares, se establecen los órdenes: el dórico, el jónico y el corintio son los tres órdenes, los dos primeros surgen al principio de la época mientras que el corintio se origina después derivando del jónico. Además la arquitectura griega es adintelada o arquitrabada por la viga que se pone en el pórtico llamada dintel. Ignora los arcos y otros tipos de arquitectura.

Si el templo está rodeado de columnas, se le llama períptero y si las columnas se limitan al pórtico, se llama próstilo, según las columnas que tenga el pórtico, será dístilo (dos columnas), tetrástilo (cuatro), y así sucesivamente siempre siendo pares.

El arquitrabe pasa a tener tres bandas horizontales que se llaman fasciae y que rebasan cada una a su inmediata inferior. El friso es un espacio liso dedicado a realizar esculturas en él. Los demás elementos son iguales que el dórico.

Todas las esculturas y obras de arquitectura que han perdurado, solo son una pequeña muestra de la inmensa colección de obras griegas. Muchas esculturas de dioses paganos fueron destruidas durante la era cristiana. Desgraciadamente, cuando se calcina el mármol se produce la cal, y ese era el destino de muchas obras de mármol griegas durante la Edad Media.[48]​ Durante ese mismo período, debido a la escasez de metales, la mayoría de las estatuas de bronce eran fundidas.[49]​Actualmente muchas de las obras que hoy tenemos son copias romanas.

La escultura de la Antigua Grecia alcanzó el ideal de la belleza artística hasta donde pudo llegar por sí solo el ingenio humano. Aunque Grecia floreció en todas las Bellas Artes, ninguna le distingue tanto como la escultura.

Cultivó el arte de la Antigua Grecia todos los géneros de escultura, adoptando con predilección el mármol y el bronce como material escultórico y tomando como asuntos principales los mitológicos y los guerreros a los cuales añadió en su última época el retrato de personajes históricos.

Forman su característica en los mejores tiempos del Arte (los de Fidias) la expresión de la realidad idealizada, la regular proporción orgánica, el alejamiento de lo vago y monstruoso, la precisión en los contornos y detalles, la armonía y belleza en las formas y la finura en la ejecución.

Suele dividirse la escultura griega en cuatro periodos históricos bien delimitados a los cuales precede el protohistórico[50]​ o minoico[51]​ y micénico.[52]​ En este, se desarrolló por espacio de unos veinte siglos (desde el año 3000 al 1100 a. C. aproximadamente) un arte rudimentario pero lleno de vida y movimiento que modeló el barro y trabajó la piedra, el marfil, el hueso e incluso el oro, el plomo y el bronce, produciendo relieve, grabados, entalles mitológicos en piedras finas y pequeñas estatuas e idolillos. Aunque labrados con cierta tosquedad, se presentan a veces con admirable corrección en el dibujo que parece recordar el arte de los cazadores del reno los cuales pudieron tener con la civilización egea algún lazo histórico.

Los cuatro períodos arqueológicos que tras un prolongado silencio artístico siguieron al micénico se distinguen del siguiente modo:

A partir del período arcaico del arte griego, las cerámicas pintadas y las esculturas son casi las únicas formas de arte que han perdurado. La pintura estaba en sus inicios durante aquel período, y ningún ejemplo ha perdurado. Aunque las monedas fueron inventadas en el siglo VII a. C., no eran comunes en la mayor parte de Grecia hasta el siglo V a. C.

De este período destaca la elaboración de cerámicas para uso cotidiano, o de carácter fúnebre, donde se emplearon grandes jarrones.[53]​ Estos jarrones estaban ornamentados con representaciones lineales, y motivos relacionados con la muerte, como batallas marítimas o terrestres. La mayor parte de la alfarería está compuesta por piezas domésticas, de las que perduraron recipientes tales como las ánforas,[54]​ pequeñas cráteras[55]​ e hidrias.[56]​ Por otra parte, de la cerámica funeraria se han encontrado varias urnas. También se fabricaron figurillas en barro cocido, principalmente para ser depositadas como ofrenda en los templos. Durante el período helenístico, fue elaborada una gran variedad de objetos de alfarería, aunque solo algunas poseen valor artístico.

Durante los períodos más antiguos, hasta las pequeñas ciudades griegas producían objetos de alfarería para el mercado local, siendo sus estilos y modelos muy variados. Entre los años 550 y 480 a. C. el arte en cerámica sufrió una gran transformación; además, los autores incluyeron sus nombres, el nombre del alfarero o del pintor que decoraba aquellas piezas (también existían algunos artistas que practicaban ambos labores). La cerámica ática y cerámica corintia destacaron por sobre las demás. Atenas creó las primeras representaciones del estilo bello: recipientes con figuras rojas sobre fondo negro.

La historia de la cerámica griega antigua está subdividida en los siguientes períodos:

La gama de colores que podía ser utilizada sobre la alfarería fue restringida por las técnicas de cocción: negro, blanco, rojo y color amarillo eran los colores más comunes. Durante los tres primeros períodos, las cerámicas guardaban su color natural claro con algunos motivos negros.

Uno de los signos más fácilmente reconocibles de los logros artísticos griegos es su agraciada arquitectura, caracterizada por las elegantes columnas de piedra y los frontones triangulares esculpidos de los tres estilos arquitectónicos que se desarrollaron entre el 600 y el 300 a. C.

Estos estilos fueron creados para construir más templos a los dioses que eran muy importantes para ellos. Esculpidos en mármol, ellos imitaron las técnicas de corte de la madera de los edificios hechos originalmente en este material.

El estilo dórico es el más antiguo y el más simple, con columnas firmes y frentes cubiertos con esculturas que, al mismo tiempo, podían pintarse de rojo o azul para generar impacto; cabe destacar que no tiene base comparado con otros estilos. El mejor ejemplo superviviente de un templo dórico es el Partenón (438 a. C.) en la Acrópolis de Atenas.

El estilo jónico apareció alrededor del mismo tiempo en las ciudades más ricas de Asia Menor. Produce la sensación de más ligereza y es más decorativo, con columnas esbeltas destacando volutas ensortijadas en cada esquina del capitel. El estilo alcanzó su apogeo en el desaparecido Templo de Artemisa en Éfeso, una de las Siete Maravillas del Mundo. Se puede admirar la arquitectura jónica en el Templo de Atenea Niké en la Acrópolis.

Hacia el año 400 a. C. surgió una nueva versión, más elaborada, de la arquitectura jónica: la corintia. Se caracterizaba por intrincadas hojas espinosas de acanto esculpidas en los capiteles de las columnas, que puede reflejar la influencia del Oriente Medio. La prestancia del estilo corintio lo convirtió en el estilo arquitectónico favorito de la arquitectura del Imperio romano. Los templos se pueden clasificar por el número de columnas que tienen:

-In antis, si solo tienen dos en su fachada y muros de la cella.

-Tetrástilo: cuatro.

-Hexástilo: seis.

-Octástilo: ocho.

-Decástilo: diez.

-Próstilo: si solo tiene un pórtico en la parte delantera.

-Anfipróstilo: si lo tiene también en la parte posterior

-Períptero: cuando las columnas exentas rodean la cella.

-Díptero: cuando son dos las filas de columnas.

-Pseudoperíptero: cuando está dispuesto con columnas adosadas a los lados.

-Áptero: si no tiene columnas.

-Hípetro: si no tiene techo.



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