Asesinato de José Rucci cumple los años el 15 de marzo.
Asesinato de José Rucci nació el día 15 de marzo de 1924.
La edad actual es 100 años. Asesinato de José Rucci cumplió 100 años el 15 de marzo de este año.
Asesinato de José Rucci es del signo de Piscis.
Asesinato de José Rucci nació en Alcorta.
José Ignacio Rucci (Alcorta, Santa Fe, 15 de marzo de 1924 – Buenos Aires, 25 de septiembre de 1973) fue un dirigente sindical argentino perteneciente a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), muy cercano a Juan Domingo Perón.
En 1946 comenzó a formarse en la tarea sindical y pasó a cobrar relevancia luego de la dictadura militar autodenominada Revolución Libertadora que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, como miembro activo de la llamada Resistencia Peronista. Tras el nacimiento de las 62 organizaciones, rama política de la CGT, Rucci comenzó a escalar posiciones rápidamente junto al dirigente Augusto Timoteo Vandor dentro de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) a la que pertenecían y del movimiento sindical en general. Vandor fue luego asesinado en 1969.
Fue dirigente gremial en la importante fábrica siderúrgica Somisa (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina, actual Ternium), de San Nicolás de los Arroyos-Ramallo; en 1960 asumió la Secretaría de Prensa de la Unión Obrero Metalúrgica, acompañando a Vandor, Paulino Niembro, Avelino Fernández y Lorenzo Miguel, y en 1964 fue designado interventor en la seccional San Nicolás, donde luego fue secretario general.
Mantuvo una fuerte polémica, incluso con solicitadas en los diarios, con el sindicalista de la provincia de Córdoba, Agustín Tosco, que representaba una posición más combativa y de izquierda que la de Rucci.
Tosco afirmaba que "Rucci y sus discípulos son prisioneros por sus compromisos con los detentadores del poder". Por su parte Rucci sintetizaba la figura de Tosco, como el de un dirigente que aborrecía todo lo que fuera peronismo. Tosco y Rucci tuvieron varios cruces mediáticos
En 1970 fue designado secretario general de la CGT y desde allí fue uno de los impulsores del regreso de Juan Domingo Perón al país, enfrentándose al sector colaboracionista de Rogelio Coria, que en ese momento presidía las 62 organizaciones sindicales peronistas. Rucci se mostraba así alineado con "la derecha peronista", el grupo de dirigentes encolumnados ciegamente detrás del líder, sórdidamente enfrentado al poder creciente de las facciones más "de izquierda" como ERP, Montoneros, FAR, FAP y PRT.
Según José Amorín, uno de los miembros fundadores de Montoneros:
Cuando se produce el primer regreso de Perón al país, el 17 de noviembre de 1972, Rucci y Juan Manuel Abal Medina lo recibieron en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza; cuando Perón se detuvo a saludar a sus simpatizantes caía una fuerte lluvia, y allí se produjeron las fotos más famosas de Rucci, en la que este sostenía el paraguas para proteger a Perón.
Perón permaneció durante casi un mes en una residencia de la calle Gaspar Campos de la localidad de Vicente López y regresó luego a España. Proscripto Perón por los militares, Rucci y Lorenzo Miguel (de la Unión Obrera Metalúrgica) propiciaban la candidatura a presidente de Antonio Cafiero para las próximas elecciones. Sin embargo, el candidato elegido por Perón fue Héctor J. Cámpora.
Juan Manuel Abal Medina, secretario general del peronismo en esa época, se refiere a Rucci como:
Durante la campaña electoral, en febrero de 1973, mientras Rucci participaba como orador en un acto público en la ciudad bonaerense de Chivilcoy, se produjeron incidentes e intercambios de disparos con armas de fuego, perdiendo la vida Osvaldo Bianculli, secretario privado de Rucci.
Perón vivió en España hasta su retorno definitivo, producido el 20 de junio de 1973, durante el gobierno de Héctor J. Cámpora. Tras los hechos ocurridos en Ezeiza, donde la derecha peronista y la izquierda dirimieron sus diferencias en una batalla armada, se aceleró la renuncia de Cámpora y se convocó a nuevas elecciones. Rucci anunciaba públicamente: "Se acabó la joda".
La investigación oficial sobre el asesinato de Rucci, realizada durante la presidencia de Perón, nunca pudo revelar quienes fueron los autores. La causa fue reabierta en 2009, sin que pudieran reunirse evidencias para ser llevada a juicio. El juez que tuvo a cargo la investigación sostuvo que se había descartado la eventual autoría de la Triple A y que las pruebas no permitían descartar la participación de Montoneros, manteniendo la posibilidad de que la autoría recayera en esa organización. Algunas declaraciones (dentro y fuera de la causa) resultan políticamente relevantes.
A las 12:11 del 25 de septiembre de 1973, un grupo comando asesinó a Rucci cuando este salía de la casa de calle Avellaneda 2953 en el barrio de Flores. El cadáver del dirigente obrero peronista tenía 23 impactos de bala. El asesinato fue cometido en pleno día, frente a gran cantidad de testigos, incluyendo las personas que acompañaban al líder sindical.
La muerte de Rucci se produjo dos días después de las elecciones presidenciales de septiembre de 1973, en las que Perón se impuso por más de un 62% de los votos. Fue asesinado por un comando pero ninguna organización se atribuyó el asesinato en ese momento y Montoneros, puntualmente, mantuvo silencio sobre el hecho, mientras que el ERP declaró expresamente que no lo habían hecho. Dos años después Montoneros se atribuyó explícitamente el crimen en la página 18 de su órgano oficial de prensa, la revista Evita Montonera No. 5, donde en un artículo referido a la Masacre de Ezeiza y titulado "Justicia popular", incluye una lista de personas "ajusticiadas". La primera de ellas, textualmente dice:
Roberto Perdía contó que, después de la masacre de Ezeiza, se reunió con Lorenzo Miguel: “Lorenzo explicó que el sindicalismo no había tenido nada que ver con la masacre: de hecho, sus militantes al igual que los nuestros, acudieron a recibir al General armados con palos, cadenas y algunos «fierros» cortos, sin otro ánimo de enfrentamiento más allá de los tumultos ocasionales que pudieran producirse debido al indeseado pero estrecho contacto al cual nos obligaba la movilización. A partir de este encuentro, entre montoneros y sindicalistas, se integró una comisión no solo destinada a prevenir potenciales enfrentamientos sino, además, para llegar a acuerdos políticos entre ambos sectores.
No obstante, a partir de los hechos de Ezeiza del 20 de junio existían en la organización dos enfoques políticos que decantaron en dos sectores internos: "movimientistas" y "militaristas"
Según testimonio de José Amorín, uno de los fundadores de Montoneros:
Luego del asesinato de Rucci se consolidó el predominio político del sector militarista dentro de la conducción montonera, que sería integrada por ocho miembros. De ellos, cuatro (Mario Firmenich, Hobert, Perdía y Yager) provenían de Montoneros. Tres (Quieto, Roqué y Osatinsky), de Fuerzas Armadas Revolucionarias y, por último, Horacio Mendizábal, de Descamisados.
No existe confirmación de que “orgánicamente" la totalidad de la conducción haya autorizado la ejecución. Alicia Pierini, exmilitante de Montoneros y luego funcionaria, afirmó que la fusión de FAR y Montoneros (que se hizo pública el 12 de octubre, día de la asunción de Perón a la presidencia) no estaba concluida y no había una dirección conjunta para la fecha del asesinato: «Probablemente un comando ad hoc por la libre, dada la desorganización de la etapa, fue responsable del atentado. Sin embargo, una vez producido la Orga lo bancó por omisión y con costo político.» Pierini también afirma que la investigación del periodista Ceferino Reato, carece de rigor, y es una "atractiva novela".
En su libro, Militancia sin tiempo. Mi vida en el peronismo (Buenos Aires, Planeta, 2011, pág. 288); Antonio Cafiero recoge lo que escribió esos días de setiembre de 1973, a dos días del triunfo electoral de Perón a la presidencia: "Martes 25 al mediodía: José Ignacio Rucci asesinado. Un manto de tragedia y catástrofe oculta la alegría de la víspera. Y llegó el paro general, las amenazas de venganza, el cortejo fúnebre (...). Pienso en lo que Rucci me dijera una tarde en la CGT: ´Mi error fue no irme inmediatamente después del retorno´ (de Perón)".
De acuerdo a una investigación publicada por Ceferino Reato, periodista y asesor del exembajador argentino ante la Santa Sede Esteban Caselli durante el gobierno de Menem, Roqué se habría instalado en un departamento de barrio de Floresta, Juan B. Justo 5781, a diez cuadras del domicilio de Rucci y habría mandado a traer al departamento las armas necesarias para el operativo: las habría llevado Gustavo Laffleur, camufladas como máquinas de coser Knittax y en un auto oficial del gobierno de la provincia de Buenos Aires, aunque esto no implica que dicho gobierno participara o estuviera en conocimiento de la acción o del uso del automóvil. Ha sido señalado que en Juan B. Justo 5781 no existía ni existe actualmente ningún edificio y en la nueva edición del libro Reato da su explicación al respecto
Según Reato, Roqué convocó al equipo operativo, nueve combatientes, la mayoría provenientes de las FAR, si bien no había acuerdo general sobre la oportunidad ni la necesidad política del operativo. El "gordo" Fernando Saavedra habría sido designado inicialmente como jefe del mismo, las versiones mencionan que se oponía por razones políticas y una semana antes durante un entrenamiento se rompió un tobillo (supuestamente adrede para no participar).
Según otras fuentes, el atentado fue ejecutado por siete "oficiales" de la organización armada, entre los que se encontraban Eduardo Tomás Miguel Molinete (alias el “Gallego Guillermo”), Horacio Antonio Arrúe (“Pablo Cristiano”), hijo de un legislador justicialista, y Marcelo Daniel Kurlat, (“Monra”).
Entre los participantes se encontraría también Mario Lorenzo Koncurat, casado con una hija de Paco Urondo, que más adelante participaría en la toma del Regimiento 29 de infantería en la provincia de Formosa. En los años siguientes, Roqué y Molinete murieron en enfrentamientos y Arrúe (que llegó a ser uno de los principales dirigentes montoneros en el país, hacia fines de 1976), Kurlat y Koncurat continúan desaparecidos.En dos libros publicados en fecha reciente, los principales dirigentes de Montoneros vuelven a negar la autoría del hecho.
Todavía en 1997, Roberto Cirilo Perdía escribió:
Escribió Oscar Anzorena:
Según el escritor Juan Gelman, que pertenecía a la organización Montoneros, no se pensó en la clase obrera sino en presionar a Perón:
En 2013, en su libro "Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona" (Editorial Planeta, Buenos Aires), Roberto Perdía afirma: "Desde todos los puntos de vista la muerte de Rucci favoreció el avance de las políticas opuestas a nosotros" (pág. 318).
En el artículo de Rostica, Julieta: "Apuntes sobre la “Triple A”. Argentina, 1973-1976." (Desafíos, Bogotá, (23-2), semestre II de 2011, Pág. 43) se afirma: "La competencia entre Rucci y López Rega por liderar la derecha peronista terminó el 25 de septiembre de 1973, cuando Rucci fue asesinado. La acreditación del asesinato por Montoneros fue utilizada en beneficio de López Rega porque legitimó la propuesta para la creación de los “escuadrones de la muerte”."
El asesinato de Rucci no puede entenderse sin considerar lo relatado por Juan Manuel Abal Medina, una figura política clave del peronismo en esa época:
. El mismo Juan Manuel Abal Medina afirma:
En testimonio de Miguel Bonasso, en su libro "El presidente que no fue" (Ed. Planeta, Buenos Aires, 1997, pág. 594): "Aunque la operación no fue firmada, la autoría montonera del atentado (...) nos fue confirmada, en una reunión del equipo que preparaba el matutino Noticias, por el propio Firmenich.".
El ex montonero Héctor Ricardo Leis afirma: "Cuando vino la conducción regional a la conducción de columna nos dijo: “Fuimos nosotros” (...) Dejá que te cuento la operación... o sea los fierros siempre vinieron primero". Después del relato de la acción detalla que hubo una aceptación tácita de los presentes ("Menos uno").
Según Pablo Giussani ("Montoneros. La Soberbia Armada", Buenos Aires, Sudamericana/Planeta, 1984) el asesinato de Rucci fue utilizado por los Montoneros para resolver problemas internos: ""Era algo que necesitábamos", me dijo algún tiempo después un montonero. "Nuestra gente se estaba aburguesando en las oficinas. De tanto en tanto había que salvarla de ese peligro con un retorno a la acción militar."" (pág. 49).
Claudia Rucci, hija del dirigente asesinado, afirma que los Montoneros no aceptaban que Perón tuviera un proyecto propio, distinto al de ellos, y que el móvil del asesinato fue -según cita de un ex terrorista- "forzar ante el pueblo nuestras diferencias con Perón".
Aníbal Rucci, dirigente político, refiere que su padre tenía una amistad personal con Perón, además de un rol importante en sus proyectos políticos. Afirma que la convivencia de Rucci con el ala izquierda del peronismo "no era mala", por lo que acusa del crimen a grupos sumamente radicalizados que "no estaban en el proyecto de Perón", e hicieron el trabajo sucio para el golpe de estado.
El asesinato se produce en momentos en que "Firmenich aducía que Perón los ofrecía como “prenda de negociación” en su afán de lograr la unidad nacional y de acordar con el imperialismo para permanecer en el gobierno", según el análisis de Javier Salcedo
El Padre Mugica consideró que "la ejecución de Rucci fue un gravísimo error de la nueva burocracia montonera"
Graciela Fernández Meijide, quien fuera integrante de la Conadep, afirma:
En su libro: "Militancia sin tiempo. Mi vida en el peronismo" (Buenos Aires, Planeta, 2011, pág. 289), Antonio Cafiero escribe: "Perón sufrió un fuerte impacto por la muerte de Rucci. Algunos afirmamos que aquel hecho sangriento aceleró el proceso de su enfermedad y muerte".
El asesinato de Rucci fue visto como un hecho positivo por parte de muchos sectores de la izquierda, y parecía abrirse para los Montoneros la posibilidad de acrecentar su poder, nucleando a los sectores sindicales más clasistas. Esto marcaba una fuerte orientación de la organización hacia posturas marxistas, en consonancia con su fusión con las FAR. Pero dentro del peronismo se produjo un fuerte rechazo y comenzó a perder apoyos y fomentar enemistades. Antiguos miembros del peronismo revolucionario se distanciaron de la conducción montonera y surgió la JP Lealtad. Según el exdiputado nacional Julio Bárbaro: “Los «montos» entran al peronismo matando a Aramburu y se van del peronismo asesinando a Rucci”.
En perspectiva histórica, el asesinato de Rucci parece marcar un cierre de la etapa de mayor crecimiento de Montoneros.
En octubre de 2008 se reactivó la investigación del asesinato de Rucci. El periodista Ceferino Reato presentó su libro Operación Traviata en la que sostiene que el hecho fue realizado por la organización Montoneros. Afirmó que entre las fuentes que confirman esa hipótesis se contó la de una persona, cuya identidad mantiene en reserva, que había tenido un alto cargo en esa organización y que, según la misma fuente, todavía se encuentran vivas dos de las personas que intervinieron en el hecho. Luego de aparecer el libro dos personas que en su momento pertenecieron a Montoneros, Alejandro Peyrou que fue también funcionario del gobernador bonaerense Oscar Bidegain y Emiliano Costa, que perteneció a la organización llamada Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que luego se fusionó con Montoneros admitieron públicamente la responsabilidad de dicha organización en el hecho, en tanto que Dante Gullo, que fue diputado nacional por el partido Frente para la Victoria y que fue el máximo dirigente de la Juventud Peronista en la década del 70 y miembro de la Tendencia Revolucionaria, culpó a la CIA y a un complot contra las democracias latinoamericanas y vinculó el hecho al golpe militar contra Salvador Allende ocurrido en Chile el 11 de septiembre de 1973 o sea 14 días antes del asesinato de Rucci.
El 1 de noviembre de 1999 el Estado argentino dispuso por decreto 2511/99 que se abonara a la familia de Rucci un resarcimiento de 224 mil dólares en bonos del Estado, considerando el hecho encuadrado en la ley 24.411 que habilitó el pago de indemnizaciones justamente a víctimas de "cualquier grupo paramilitar", si bien usualmente este último término identifica más el accionar de la Triple A que el de Montoneros. En el dictamen en que se fundamentó el decreto se expresa que "se trató de un atentado llevado a cabo por una organización de tipo militar, que actuó con impunidad, con uniformes iguales a los de la fuerza policial no siendo los hechos debidamente investigados en el momento oportuno".
En junio de 2009, un hijo de desaparecidos inició una acción legal por estafas a la familia Rucci. Según la denuncia cobraron la indemnización alegando que Rucci había sido asesinado por la Triple A o la dictadura, no por grupos civiles como Montoneros.
La reapertura de la investigación permitió que la familia Rucci reabriera el debate sobre los alcances de los crímenes de "lesa humanidad", imprescriptibles, y si estos pueden involucrar también a los cometidos por la guerrilla y no solo a cometidos desde el Estado.
Para sostener que el delito no prescribió los hijos de Rucci argumentan que "algunos de los asesinos pertenecían a Montoneros, y muchos integrantes de estos tenían a su vez cargos de diputados" y que además “hay algunas versiones sobre que (el crimen) fue apoyado por el gobernador de la provincia de Buenos AiresOscar Bidegain (...) se dice que los automóviles con armas salieron de la gobernación”. Otro argumento adicional expresado por los Rucci son las versiones de que en la labor de inteligencia previa al hecho operarios pertenecientes a la empresa de teléfonos ENTel (que en ese momento era estatal) habrían intervenido en forma ilegal la línea de teléfono ubicada en el domicilio. Según Luis Moreno Ocampo, el asesinato de Rucci podría ser calificado como crimen de lesa humanidad. Ocampo agrega que "el Tratado de Roma no distingue quién cometió el crimen" y que "si se cometieron crímenes de lesa humanidad, no hay amnistía, indulto o prescripción que valga".
En una resolución difundida el 10 de agosto de 2012, el juez federal Ariel Lijo sostuvo lo contrario::
Según el mismo, los indicios de la participación de Montoneros en el ataque a Rucci no alcanzan para llamarlos a prestar declaración indagatoria.
El día de su asesinato Rucci iba a leer por canal 13 de televisión un mensaje.
Puede también escucharse una breve entrevista efectuada a Rucci ese mismo día. En la edición de la revista "El Descamisado" del 31 de julio de 1973, se vinculaba a un custodio personal de Rucci en el asesinato de un militante de la Juventud Peronista en la ciudad de San Nicolás. En la misma revista se hace una fuerte crítica a la trayectoria sindical de Rucci y se le asigna también responsabilidad en el asesinato de ese militante, Benito Spahn.
En el acto de Montoneros en la cancha de Atlanta, el 22 de agosto -a un año de la Masacre de Trelew-, se lanzaron duras consignas contra Rucci, acusándolo de "burócrata sindical", en un contexto donde se alentaba la conformación de la propia rama sindical; la "Juventud Trabajadora Peronista".
En el único acto público de la campaña a la presidencia de Perón, el 31 de agosto, se realizó un "desfile" de todo el activismo disponible, unas 400.000 personas que tardaron tres horas en pasar delante del balcón de la central obrera. Los organizadores del desfile consiguieron que la Tendencia —la mitad de los efectivos, en ese recuento— marchara al final, y convencieron a Perón de que se retirara "cansado" al llegar esa parte. Así que las estructuras de superficie de Montoneros desfilaron delante de un balcón ocupado solo por Isabel Perón, José López Rega, Raúl Lastiri, Otero, Lorenzo Miguel y Rucci, todos satisfechos con el desaire del general. Una de las consignas de la UES, con la música del jingle del dentífrico Odol, decía
Luego del asesinato, la militancia montonera coreaba
En el ámbito sindical, aparecieron consignas relacionando a Rucci con la llamada "patria peronista" (por oposición a la "patria socialista" que invocaban los sectores del peronismo revolucionario) y con la violencia política:
Rucci por otra parte fue inspirador de una de las consignas más representativas de las luchas políticas de comienzos de la década de 1970:
En su homenaje llevan su nombre un barrio de la ciudad de Rosario, un barrio en la ciudad de Bahía Blanca, un barrio en la ciudad de General Pico (La Pampa) y otro de la de Córdoba, calles en los barrios de Villa Lugano de la ciudad de Buenos Aires; calles en la localidad de Isidro Casanova (Buenos Aires), Ciudadela y en las localidades de Valentín Alsina y San Nicolás de los Arroyos, ambas de la provincia de Buenos Aires; calles en la localidad de Gualeguay y en la localidad de Gualeguaychú, en la provincia de Entre Ríos.
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