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Autódromo de Sitges-Terramar



El Autódromo de Terramar, es un autódromo tipo oval inaugurado en octubre de 1923 y en desuso desde los años 50. Está situado en el término municipal de San Pedro de Ribas, en la provincia de Barcelona (España). El circuito tiene una longitud de unos 2 kilómetros, es ovalado y son notables sus peraltes de 60 o más grados.

En el momento de su construcción, Europa solo disponía de dos autódromos, el de Brooklands y el de Monza y en Estados Unidos solo existía el de Indianápolis. En este circuito se celebró el segundo Gran Premio de España de la historia, celebrado el mismo 1923 como parte de los actos inaugurales del circuito. Esta carrera la ganó Albert Divo al volante de un Sunbeam.

Diseñado por Jaume Mestres i Fossas el autódromo fue construido en solo 300 días con un coste de 4 millones de pesetas. La inauguración se efectuó el 28 de octubre de 1923 y asistieron a ella el infante Alfonso de Borbón y Battenberg,[1]​ en representación del monarca Alfonso XIII, y Miguel Primo de Rivera, fue encabezada por el sabadellense Francesc Armengol, promotor de la urbanización de Terramar de Sitges y uno de los principales inversores del circuito. Sin embargo, con el curso de los años la clase acomodada barcelonesa pronto dejó de asistir al autódromo, lo que marcaría definitivamente su futuro.

La elevada inversión para la construcción del circuito sumada al escaso público que asistía a las pruebas hizo que no pudieran otorgar premios monetarios a los pilotos por sus victorias. Esto afectó seriamente la reputación del circuito, y eso se añadió a las quejas de los pilotos por los elevados peraltes (de 60 a 90 grados), que afectaban la seguridad de la conducción. Así, en 1925 ya no se realizaban carreras, y en 1929 el Autódromo pasó a manos de Edgar Morawitz. Gracias a la inversión de Morawitz se volvieron a disputar carreras a partir del año 1932 con una prueba del Campeonato español de motociclismo. Morawitz se posicionó en contra de Francisco Franco y eso hizo que tuviera que abandonar la gestión del circuito por miedo a las represalias de la dictadura ya que había sido convertido en cuartel republicano durante la guerra civil. Después de la contienda Morawitz vende el Autódromo al financiero José-Emilio Ferrer Dalmau y su esposa Margarita de Udaeta, que mantienen la finca y los huertos aunque el circuito ya no es apto para los coches de la época debido a su gran peraltado. El 29 de mayo de 1955 corrieron los automóviles y las motos en el circuito por última vez. Un año después la Vuelta a Cataluña hizo un recorrido de 60 km que fue el último evento oficial que se disputó.

En la actualidad, pese a ser el autódromo un espacio privado, son muchos los aficionados que se trasladan al mismo para admirarlo o caminar por la antigua pista, cuyas curvas peraltadas se mantienen en buen estado. Las rectas estaban parcialmente cubiertas de vegetación hasta que a principios de 2009 se realizó una operación de limpieza, lo que permite en la actualidad dar vueltas de recreo completas al circuito con automóviles bajo permiso del propietario.[2]​ También se efectúan visitas guiadas por el circuito desde el año 2010.[3]

En el año 2012 Carlos Sainz y Miguel Molina, dos pilotos españoles, pusieron a prueba su habilidad conduciendo un Audi R8 LMS sobre el viejo hormigón de Terramar. Pese a las difíciles condiciones de la pista, con zonas agrietadas y algunos baches, Sainz estableció un récord oficioso del circuito en 42,6 segundos, a 170 km/h de media, mejorando la histórica marca de 45,8 segundos a 157,2 km/h, que poseía Louis Zborowski con su Miller desde 1923. Un reportaje de televisión documentó el acontecimiento.[4][5]



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