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Babilonia (ciudad)



Babilonia fue una antigua ciudad de la Baja Mesopotamia situada cerca de la actual ciudad de Hilla (Irak). Fue la capital del Imperio babilónico y del Imperio neobabilónico. Ganó su independencia después del período del imperial, aunque hay menciones a su existencia desde tan temprano como Sargón de Akkad. Después de mucho tiempo presenciando las luchas entre los estados regionales de Isin, Larsa y Ešnunna, Babilonia fue convirtiéndose poco a poco en una potencia regional, primero sustituyendo el papel que habían tenido Akkad o Kiš para muy posteriormente convertirse en capital de un vasto imperio bajo el mandato de Hammurabi (siglo XVIII a. C.). Desde entonces se convirtió en un gran centro político, religioso y cultural. Aún en época helenística, ya despojada de su segundo imperio y caída en desgracia frente a otras grandes ciudades como Persépolis, Alejandro Magno quiso convertirla en su capital.[2]​ En el año 312 a. C. Seleuco I Nicátor trasladó la capitalidad del Imperio seléucida a Seleucia, aposentada sobre el río Tigris y no sobre el Éufrates por rapidez de las nuevas vías comerciales. Los babilonios fueron invitados a mudar sus residencias. Para entonces la ciudad había entrado en franca decadencia, siendo abandonada por la mayoría de sus habitantes poco después.[3]​ A pesar de ello se les permitió quedarse a los sacerdotes de Bēl —relacionados con el templo de Año Nuevo—, y la ciudad funcionó como residencia real durante la ocupación parta.[4]

Hasta cerca del año 500 d.C fue un centro religioso de los Amoraim, sabios judíos que comentaron la Torá Oral tomando como base la Mishná.

Actualmente sus ruinas, parcialmente reconstruidas por Saddam Hussein a finales del siglo XX, se encuentran en la provincia iraquí de Babil, adyacente a la ciudad de Hilla, y 110 km al sur de Bagdad.[5]

Originalmente esta ciudad se llamaba Ka2.dingir, transcripción romanizada de la escritura cuneiforme del sumerio Ka-dingirra(k), ocasionalmente escrito también Ka2.dingir.ra y K2.dingir.ma, que significa 'Puerta de los dioses' o 'Puerta del dios'. Algunos autores han relacionado este topónimo con Bãbil, también escrito Ba(b)bal, formas preacadias. Posteriormente Ká.dingir fue traducido al acadio, resultando la forma Bãb-ilim, que evolucionó en sus dialectos asirio y babilonio, a partir de la dinastía casita, en una gran variedad de formas, como Bab-ilu y Bab-ilani, de las cuales deriva la forma en antiguo griego Βαβυλών (Bab-ilu-on o Bab-il-on, según textos), génesis de las actuales formas occidentales, como Babilonia (en español), Babylon (en inglés) y Babylone (en francés).[6]

La ciudad más antigua fue destruida por Senaquerib, por lo que no conocemos su forma. Aunque es singularmente difícil estudiar la ciudad anterior a Hammurabi debido a que está por debajo del nivel freático del terreno,[11]​ parece que fue una ciudad de provincias sin originalidad arquitectónica ni urbanística.[12]​ Se sabe que ya en la primera dinastía babilónica se dotó a la ciudad de murallas.[13]

En el siglo VII a. C., con una extensión cercana a las 850 hectáreas (unas 400 de ellas protegidas por el perímetro interior de murallas), Babilonia se convirtió en la mayor ciudad de Mesopotamia, superando a la capital asiria Nínive, que ocupaba unas 750 hectáreas.[14]

La arqueología nos ha permitido conocer la ciudad tal y como fue diseñada en tiempos de Nabucodonosor II.[nota 1]​ Entonces fue reconstruida sobre su forma casi rectangular (unos 2400 x 1600 m[14]​)[15]​ posiblemente influenciada por la ortogonalidad con la que los sumerios habían construido sus canales para ampliar el territorio cultivable.[16]​ Fuertemente amurallada y dividida en dos zonas de área desigual por el río Éufrates, esta planimetría data del año 2000 a. C.[15]​ El recinto descrito, a su vez, Nabucodonosor lo protegió[4]​ con un segundo cinturón amurallado, mucho más amplio y de geometría tendente al triángulo,[14]​ a lo que Nabónido añadió una muralla interior entre la ciudad y el río, creando una nueva puerta para el paso por el puente al lado oeste de la ciudad;[4]​ esto había sido intentado ya por Nabopolasar y Nabucodonosor, quienes protegieron ese flanco con murallas menores.[17]​ En esencia, Babilonia era una sucesión de recintos amurallados, unos dentro de otros, regulados geométricamente mediante ángulos rectos y en los que incluso las viviendas reproducían en pequeño, con sus muros escalonados y sus patios interiores, las forma de los templos y los palacios.[15]​ Cabe decir que este afán constructivo, que permitió a Babilonia albergar unos 500 000 habitantes en el siglo VII a. C., se centró casi exclusivamente en la capital, mientras que el resto del imperio estaba sumido en un proceso de desurbanización.[18]

La muralla del recinto interior consistía en un doble cinturón defensivo de 7 m de anchura, al que se le añadía un foso conectado con el río que la rodeaba. El espacio entre los dos muros, de unos 12 m, estaba rellenado con tierra en toda su altura. Había una torre cada más o menos 50 m, con lo que se calcula que hubo cerca de 350.[15]​ La defensa se completaba con rejas de hierro sumergidas en el Éufrates, allí donde terminaban las murallas, para evitar que el enemigo pudiera vadear el río por sus zonas menos profundas. Las murallas, en ese punto, se protegían del efecto del agua untándose con brea.[14]

El río Éufrates tenía un papel importante en la defensa ya que, además de la utilización de sus aguas para crear los fosos, constituía una barrera natural para el recinto exterior, bordeando uno de sus lados.[14]

La ciudad estaba cruzada por canales y una trama viaria en la que destacaba la avenida de las Procesiones, una vía paralela al río que dejaba entre este y ella misma los principales espacios militares, palaciegos y religiosos de la ciudad, incluyendo los jardines colgantes, el recinto dedicado a Marduk y el palacio real. Al norte, en torno a la Puerta de Ishtar, se levantaba un abigarrado complejo defensivo y palaciego que incluía la propia puerta, en realidad más una fortificación en sí que una simple puerta, los palacios del Norte y del Sur y las fortalezas del Este y del Oeste. Las demás calles del recinto interior tomaban direcciones paralelas u ortogonales al río, creando una malla regular extraña en la baja Mesopotamia. Varias de ellas recibían el nombre de divinidades, y algunas se acompañaban de leyendas o eslóganes.[14]

Las viviendas eran típicamente mesopotámicas. De dos o tres plantas, estaban focalizadas hacia patios interiores, con pocas ventanas al exterior y cubiertas planas. Al igual que toda la ciudad el material más utilizado en su construcción era el adobe pintado para los muros, con pilares interiores de madera de palmera. Son excepcionales las grandes dimensiones de muchas de ellas, lo que da una idea de la prosperidad de la ciudad neobabilónica, aunque su arquitectura no tiene especial relevancia.[14][19]

La ciudad interior estaba dividida en diez grandes manzanas, barrios o cuartos que recibían nombres propios. Cinco de ellos aparecen en las fuentes helenas: Shuanna, Eridu y Te.e (o Te.eki) al este del Éufrates y Tuba y Komar (o Kumar) al oeste. Los otros son Kadingira (o Kadingirra), Kuliab y la Ciudad Nueva al este, y Bãb-Lugalirra y Nu[...][nota 2]​ al oeste. El recinto exterior estaba dividido en distritos, de los cuales se han distinguido cuatro.[4][20]​ Había además suburbios situados dentro y fuera de la muralla exterior. La necrópolis se situaba al oeste de la ciudad, fuera de ella.[21]

Las puertas del perímetro amurallado interior de la época de Nabucodonosor II, con una sola excepción, recibían nombres de dioses. Las entradas eran llamadas de Ishtar, de Marduk, de Shamash, de Adad, de Enlil, de Zababa, de Urash y real. En época de Nabónido, con la construcción de la muralla del río, se añadió la Puerta del Puente.[4]

De acuerdo con los textos existieron 43 santuarios en Babilonia.[4]​ Nabopolasar tímidamente y Nabucodonosor II a gran escala emprendieron una ambiciosa reconstrucción y un embellecimiento de los templos, labor continuada en algunos edificios por Nabónido.[17]​ Los más importantes fueron los siguientes:

En la antigua Mesopotamia había dos grandes poderes institucionales, la realeza y la religión, reflejados en sendos complejos edificatorios, el palacio y el templo. Mientras que el templo ocupaba el lugar más elevado, el palacio solía situarse cercano al centro de la ciudad, y funcionaba tanto de residencia como de salón del trono y administración. Normalmente se protegía fuertemente, haciéndose difícil la distinción entre palacio y fortaleza.[28]

En las últimas décadas del siglo XX, desde 1978[36]​ hasta la guerra de Irak, el gobernante iraquí Saddam Hussein comenzó la reconstrucción de la antigua Babilonia sobre sus mismos cimientos. Las opiniones al respecto son encontradas. Hay quien dice que se trata de un trabajo meritorio, aunque no preciso, mientras otros hablan de circo turístico y parque temático.[37][nota 3]​ Independientemente de las opiniones, y con el paréntesis temporal de la guerra de Irak, Babilonia, parte de un plan gubernamental similar al de Nínive durante el mandato de Saddam Hussein, se convirtió en un centro turístico. La reconstrucción también logró que los iraquíes comenzaran a tener una idea de su inmenso patrimonio preislámico.[38]

En general, suele basarse la reconstrucción de la ciudad en un deseo de Saddam de legitimar su gobierno en la historia del territorio ocupado por Irak, utilizando la arquitectura como medio de poder y propaganda, al igual que habían intentado otros antes que él en gobiernos tendentes a la autarquía.[39][40]​ En este sentido son especialmente conocidos los planos para Berlín mandados elaborar por Hitler y el Moscú de Stalin. Por ello no solo reconstruyó Babilonia, también hizo lo propio con otros asentamientos, tales como Nínive y Ur, con materiales más bien propios de la modernidad y destruyendo o modificando en el proceso las ruinas originales.[39]

Babilonia fue recuperada como lugar no solo en su arquitectura. En 1987 se celebró allí el primer Festival Internacional de Babilonia, repetido en septiembre de 1988.[41]

Hasta que alemanes comenzaron a excavar Babilonia en el inicio del siglo XX, ésta era una ciudad brumosa, casi mitológica, que en la cultura occidental servía de alegoría de la lujuria por influencia de algunos historiadores griegos y romanos, y aun de la maldad por influencia de la Biblia. En el Nuevo Testamento la huella de Babilonia es tan fuerte que su nombre se utiliza para nominar a cualquier ciudad grande y poderosa.[43]

Babilonia es una leyenda que aún resuena en nuestro tiempo, a pesar de que en el año 539 a. C. ya había perdido su imperio, y que hace muchos siglos que fue abandonada. Largamente mencionada en el Libro de Isaías y en el Apocalipsis, Babilonia fue identificada como fuente de lascivia y soberbia, llegando a ser descrita como «La Gran Ramera».[44]​ No obstante, Babilonia brilló mucho tiempo por su alto nivel cultural, que se mantuvo vivo mientras fue parte de Asiria. El mito de su belleza y de su poder, labrado desde Hammurabi, llegó a oídos de Alejandro Magno, donde residió durante un tiempo y donde murió.

Históricamente el nombre de Babilonia ha servido de inspiración para múltiples escritos y también para otras ciudades y proyectos de ciudades, como la conocida Nueva Babilonia, y para la provincia iraquí de Babil. El mismo Miguel de Cervantes se refirió a Babilonia en el sentido bíblico de caos.[45]

También algunos de sus edificios han sido mitificados por la religión, la literatura, la pintura y la historiografía occidentales; así, tanto la Torre de Babel como los Jardines Colgantes han sido objeto de innumerables conjeturas, y en menor medida el palacio Sur de Nabucodonosor II. El propio rey de la ciudad inspiró la ópera Nabucco de Giuseppe Verdi.

Existen distintas opiniones acerca de la fundación de Babilonia; las principales interpretaciones establecen que, o bien fue fundada por Sargón de Acad o reconstruida por este sobre una pequeña ciudad anterior, previamente conquistada. La fuente más antigua conocida que menciona la ciudad es datada en tiempos del Imperio acadio formado por Sargón de Acad en el siglo XXIV a. C. La Crónica Weidner establece que fue el propio Sargón quien construyó Babilonia "frente a Agadé".[46]​ Otra crónica establece, en el mismo sentido, que "Sargón excavó el polvo del pozo de Babilonia, e hizo una contraparte de Babilonia cerca de Agadé" (ABC 20:18-19).[46]​ Más recientemente, algunos investigadores han sostenido que dichas fuentes pueden referirse a Sargón II (siglo VIII a.C.) y no a Sargón de Acad.[47]

Algunos eruditos, incluyendo al lingüista Ignace Gelb, han sugerido que el nombre Babilon refleja el de una ciudad anterior. Según Ranajites Pallmin, esta ciudad estaba ubicada hacia el este.[48]​ Herzfeld ha escrito sobre Baver en Irán, cuya fundación se atribuye a Jamshid: el nombre Babil podría ser un eco de Baver. David Rohl sostiene que la Babilonia original debe ser identificada con Eridu. Según la Biblia, Babilonia fue fundada por Nemrod (Génesis, 10).

Ya comenzada la segunda mitad del siglo XXI a. C., nómadas semitas procedentes del desierto de Arabia (amorreos y tidnum) expropiaron a Amar-Sin, rey de Sumer y Acad, parte de los territorios del centro de Mesopotamia (Acad), queriendo penetrar en Kish; pero fueron expulsados de esta última ciudad, quedando limitados a las orillas del Éufrates, es decir, a Babilonia. Por ser su única posesión importante por mucho tiempo, los martu, se encargaron de engrandecerla y embellecerla. En el año 2004 a. C. el imperio de Ur, conocido como el periodo Ur III, cayó ante una coalición de pueblos nómadas procedentes de los montes Zagros: elamitas, la ciudad de Isin, y los amorreos o martu. Estos últimos se asentaron en la Media y Baja Mesopotamia, apoderándose de las ciudades y fundando dinastías amorritas en ellas.

Una de las ciudades bajo gobierno Amorreo, fue Babilonia, que, si bien hacía ya mucho tiempo que estaba bajo dominio amorreo, no tenía dinastía propia. La Primera Dinastía Babilónica, fue fundada en 1894 a. C. por el amorrita Sumu-Abum. Se convirtió así, en una ciudad-Estado independiente regida por esta dinastía, cuyo sexto rey, Hammurabi (que reinó desde 1792 a. C. hasta 1750 a. C. según la cronología media), engrandecería colosalmente y extendería sus dominios, transformándola en la capital del Imperio amorreo, que dominó toda la Mesopotamia. Desde entonces, y en adelante, adquirió gran relevancia como la verdadera metrópoli de todo el sur de Mesopotamia. Aun así, el imperio no duró mucho. Tras la muerte de Hammurabi, comenzaron las revueltas:

El imperio no era sólido, y tras la muerte de Hammurabí tuvo que enfrentarse a distintos problemas: principalmente el nacionalismo sumerio al sur, el avance de los casitas al este y el poder creciente de los hurritas al norte, que en aquella época crearon un imperio llamado Mitanni.[49]​ Finalmente, en 1595 a. C., sin poder resistir las presiones de los casitas del sur, Samsu-Ditana, último rey del Primer Imperio Babilónico, fue depuesto por el caudillo casita, Agum II. En el 1531 a. C. el rey hitita Mursili II destruyó la ciudad de Babilonia y sobre sus ruinas se establecieron los casitas.[49]

El gobierno asirio de la ciudad de Babilonia estuvo marcado por las rebeliones de la nobleza local, fuertemente nacionalista. La ciudad de Babilonia era entonces una provincia menor, aunque culturalmente fuerte, que mantenía sus propios reyes dependientes de los monarcas asirios. El rey asirio Assurubalit intentó mejorar las relaciones con la ciudad casando a una de sus hijas con su rey Karakardash y colocando a su nieto como rey de los casitas. Sin embargo, el asesinato de este último marcó una represalia militar que encendió el nacionalismo babilonio, ya arraigado hasta la nueva independencia de la ciudad.

Con Salmanasar III (859-824 a.C.) Babilonia, como otras provincias, aprovechó las revueltas internas asirias para tratar de obtener la independencia. Para entonces ya estaban instalados en ella los caldeos, que habían llegado uno o dos siglos antes. Babilonia volvió a estar bien controlada por los asirios durante el reinado del usurpador asirio Tiglatpileser III (745-727 a. C.), que aprovechó el fin de la dinastía babilónica para hacer valer su poder allí con más fuerza. Volvieron a producirse nuevas rebeliones en Babilonia durante el reinado de Senaquerib, que se vio obligado a intervenir militarmente en la ciudad y a deportar a parte de su población. Más tarde, ante la continuidad de las rebeliones, destruye completamente la ciudad. Asarhaddon (681-669 a. C.), hijo de Senaquerib que accedió al trono tras una guerra civil, casó con una babilonia y fundó una doble monarquía en el imperio, una en Nínive, la capital de su padre, y otra en Babilonia. A su muerte reparte el imperio entre dos hijos, dándole a uno Asiria y a otro Babilonia, pero Asurbanipal, el heredero de Asiria, no tarda en volver a controlar Babilonia, esta vez mediante un pacto pacífico, firmado solamente después de una larga serie de incidentes bélicos que siguió a la división del imperio. Este pacto sólo duró unos pocos años; después, Babilonia y Asiria nuevamente en guerra, el rey babilonio acabó suicidándose en el año 648 a. C. y Asurbanipal conquistó la ciudad, ordenando asesinar a sus habitantes.[49]

Fue bajo el gobierno del rey Nabucodonosor II (605-562 a. C.) cuando Babilonia llegó a ser una de las ciudades más espléndidas del mundo antiguo. Nabucodonosor ordenó la completa reconstrucción de las tierras imperiales, incluyendo la reconstrucción de los Jardines Colgantes de Babilonia (una de las siete maravillas del mundo), de los cuales se dice haber sido construidos para su nostálgica esposa Amytis. La existencia de los jardines es un tema de disputa: a pesar de que las excavaciones del arqueólogo alemán Robert Koldewey parecen confirmar su existencia, muchos historiadores están en desacuerdo sobre la localización, y algunos creen que pueden haber sido confundidos con los jardines de Nínive.

Después de pasar varias vicisitudes, la ciudad cayó en el 539 a. C. bajo el mando de Ciro el Grande, rey de Persia. Bajo Ciro y su heredero, Darío I el Grande, Babilonia se convirtió en un centro de aprendizaje y avance científico. Los eruditos babilonios completaron mapas de constelaciones, y crearon los fundamentos de la astronomía y las matemáticas modernas. Sin embargo, bajo el reinado de Darío III Codomano, Babilonia empezó a estancarse progresivamente.

La ciudad helénica básicamente fue la misma que la neobabilónica y la aqueménida. Los edificios más altos seguían siendo el zigurat Etemenanki y el Palacio real del Sur. Ni siquiera variaron significativamente las viviendas. La única huella indudablemente griega en la urbe fue la construcción de un teatro en la zona interior oriental. Alejandro Magno intentó una restauración de la urbe que se vio truncada por su muerte y cuyo mayor efecto fue el derribo del zigurat para construir uno nuevo que nunca llegó a realizarse. A partir de entonces la decadencia de la urbe se aceleró hasta abandonarse.

En el año 312 a. C. Seleuco I Nicátor trasladó la capitalidad del Imperio seléucida a Seleucia, aposentada sobre el río Tigris y no sobre el Éufrates por rapidez de las nuevas vías comerciales. Los babilonios fueron invitados a mudar su residencia a la nueva capital. Para entonces la ciudad había entrado en franca decadencia, siendo abandonada por la mayoría de sus habitantes poco después.[3]​ A pesar de ello se les permitió quedarse a los sacerdotes de Bēl —relacionados con el templo de Año Nuevo— y la ciudad, ya reducida a un pequeño pueblo, funcionó como residencia real durante la ocupación parta.[4]

Hasta cerca del año 500 d.C fue un centro religioso de los Amoraim (Arameo: אמוראים; singular אמורא, Amorá; "Aquellos que dicen" o "Aquellos que comentan"), que fueron los sabios judíos que comentaron y trasmitieron las enseñanzas de la Torá Oral (Torá she baal pé) tomando como base la Mishná. Su período se extiende aproximadamente desde el año 220 d.C hasta el año 350 d.C en Israel y el año 500 en Babilonia.

En 2003, durante la guerra de Irak, los estadounidenses establecieron un campamento militar en las ruinas de Babilonia.[50]​ Su presencia ocasionó numerosos destrozos; vertidos, paso de vehículos pesados y helicópteros, destrucción de la avenida de las Procesiones por el paso de tanques, extracción de ladrillos de la Puerta de Ishtar reconstruida por Saddam Husein, cementerio de vehículos, cava de zanjas en torno al Etemenanki, grafitis, contaminación de suelos, etc., que además han podido destruir ruinas aún no excavadas.[51][52]​ Incluso, varios artefactos encontrados en la ciudad y expuestos en los museos de Bagdad fueron sustraídos y vendidos en la página web de subastas eBay.[51]

El conocimiento histórico de la topografía de Babilonia ha derivado de los escritores clásicos, las inscripciones de Nabucodonosor II y las excavaciones del Deutsche Orientgesellschaft (Sociedad Oriental Alemana), comenzadas en 1899. La topografía se corresponde prácticamente con la Babilonia del citado monarca, ya que la ciudad más antigua fue destruida por Senaquerib sin dejar apenas rastro. Las citadas excavaciones alemanas fueron las que verdaderamente comenzaron a descubrir la ciudad, si bien la británica Indian Company había dado pie a las excavaciones de Layard en 1850, Rawlinson en 1854 y Rassam en 1880; sin embargo, estas incursiones sirvieron más para expoliar objetos hoy expuestos en el Museo Británico que para descubrir y comprender verdaderamente la ciudad.[53]​ Los alemanes encontraron en Kasar, nombre de uno de los montículos que crecieron sobre las ruinas, los restos de los palacios y fortalezas y reales, y en Amram, otro de los montículos, los cimientos del zigurat.[54]​ Los equipos de las excavaciones de la Sociedad Oriental Alemana estaban formados íntegramente por arquitectos desde la expedición de Robert Koldewey, cuyo interés primordial era localizar edificios y levantar planos precisos, para lo cual habían desarrollado un método que permitía encontrar con mayor facilidad muros de barro. A pesar de que les debemos el conocimiento de la Babilonia de Nabucodonosor II, su interés por la arquitectura de la ciudad les hizo prestar poca atención a inscripciones, cerámicas, huesos y otro tipo de restos.[11]

Para 1900, Robert Koldewey ya había encontrado la Puerta de Ishtar y despejado parte de la Avenida de las Procesiones e inspeccionado someramente toda el área, que incluía, además de los montículos de Amram y Kasar (o Kasr), los de Babil, Merkez y Homera, en total unos 18 km².[11]​ Los tres últimos se corresponden con las zonas del palacio de Verano,[17]​ el área residencial de grandes casas en torno al templo de Ishtar de Agadé, y la zona del anfiteatro griego.[33]​ Centrado en los dos primeros y con visos a trasladar tablillas y otros restos a Alemania, Koldewey solicitó la construcción de una vía férrea y contrató entre 200 y 250 hombres. Ayudado por otros arquitectos, comenzó un estudio sistemático del yacimiento que le llevó a diseccionar las distintas capas históricas hasta la del segundo milenio antes de Cristo; aunque su intención era continuar, no fue posible debido al nivel freático del lugar.[11]​ En 1924 Koldewey revisó los informes de las excavaciones, recientemente publicados. Murió en 1925.[11]

Otras excavaciones importantes, aunque no tan reveladoras, fueron las también alemanas de 1970 y las iraquíes de 1978-1989, realizadas por la Organización Estatal de Antigüedades y Patrimonio de Irak, cuyo mayor interés era la reconstrucción de diversos monumentos arquitectónicos.[11]

Además de las propias ruinas y de las reconstrucciones efectuadas en el siglo XX, hay una serie de restos arqueológicos que fueron trasladados de su lugar de origen y se encuentran actualmente expuestos en diferentes lugares del mundo.



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