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Barrabrava



Una barra brava es el término que se le da en Hispanoamérica a un grupo organizado de fanáticos dentro de una hinchada de fútbol, encargado de alentar durante los partidos a los jugadores del club con el que simpatiza y de amedrentar a los jugadores y aficionados rivales mediante el despliegue de banderas, la entonación de cánticos y, ocasionalmente, el ataque a los simpatizantes de los clubes rivales, además de defenderse y defender al resto de la propia afición de posibles ataques de hinchadas rivales o de la represión policial.

La expresión barra brava se originó en Argentina en la década de 1960, aunque dichos grupos surgieron a fines de la década anterior y luego se extendieron por toda Hispanoamérica y, en menor medida, Brasil. Son similares a otros grupos aparecidos posteriormente como ultras, hooligans y torcidas organizadas.

Algunas barras bravas logran ser muy oganizadas, teniendo un nombre propio característico (por ejemplo, "La Banda del Parque" en Nacional de Uruguay, en alusión a su terreno de juego). En otros casos, las barras del club son varias y se disputan la "soberanía" de la tribuna, tanto dentro como fuera del estadio.

En la década de 1920, las hinchadas de los clubes argentinos comenzaron a tener grupos con algunas similitudes a las posteriores barras bravas. Los mismos eran conformados por hinchas que destacaban entre el público por su fervor, pero sin una gran organización ni número de personas, además de que no recibían financiación. Desde un comienzo, la prensa denominó a estos grupos como barras[1]​ (ya que es un término que en Argentina se usa para denominar a los grupos de personas que se reúnen frecuentemente bajo un interés común -equivalente a uno de los significados del término pandilla-, generalmente amigos). Un ejemplo de ello fue "La barra de la goma" (formada en 1927), seguidora del Club Atlético San Lorenzo de Almagro y denominada así porque, en los partidos jugados de local, sus miembros utilizaban la goma de las ruedas de bicicletas (rellena de arena y atada en los extremos con alambres) para atacar a los hinchas rivales que, en algunos partidos, arrojaban pequeños proyectiles al arquero de San Lorenzo de Almagro para molestarle cuando debía intervenir en el juego.

El accionar de estos grupos se limitaba a los estadios en los días de partido, y no solían organizarse frecuentemente para acompañar al equipo de visitante ni tenían como objetivo provocar violencia, ya que la misma solía surgir de forma espontánea y generalmente en partidos que estaban resultando difíciles para su club, de modo de intentar influir en el resultado al amedrentar al equipo rival y la terna arbitral mediante insultos y el lanzamiento de proyectiles, aunque ocasionalmente invadían el campo de juego y llegaban a recurrir a los golpes. También se encargaban de amedrentar o atacar a los hinchas rivales que intentaran perjudicar a los jugadores de su club mediante los mismos métodos. Debido a su comportamiento, ya a fines de dicha década, algunos periódicos llegaron a describir a estas barras como bravas, por lo que aparece la conjunción barra brava por primera vez, pero no utilizada como una denominación.[1]

Durante la década de 1980 el fenómeno llegó a Chile, Paraguay, Ecuador y Perú, y posteriormente su uso se fue extendiendo por otros países de Hispanoamérica, como Costa Rica, Guatemala, México y Colombia (donde los miembros de las barras bravas son denominados barristas). Allí han adquirido progresivamente notoriedad, en especial desde comienzos de la década de 1990.

Además, en Brasil surgieron en los últimos años grupos que se autodenominan barras bravas y se diferencian de las torcidas organizadas, emulando en todos los aspectos a sus pares argentinas, habiendo clubes que poseen tanto una torcida organizada como una barra brava, especialmente en el sur del país.

Generalmente las barras bravas utilizan banderas, lienzos y diferentes instrumentos musicales con los que acompañan sus cánticos. También se caracterizan por ubicarse en las tribunas populares, que frecuentemente carecen de asientos y donde los espectadores deben ver el partido de pie.

Excepto en Argentina y Uruguay, suelen tener su origen en parte de la juventud urbana que busca la pertenencia a un grupo con el que sentirse identificado (misma razón por la que surgen las pandillas juveniles). Si bien existe una amplia variedad, las barras bravas tienden a presentar ciertos rasgos comunes: exaltación de la fuerza, sentido del honor asociado con la capacidad de pelear y necesidad de reafirmación. Tradicionalmente, se ha asociado a estos grupos con jóvenes urbanos marginales acostumbrados al consumo de alcohol y drogas,[2]​ aunque en Argentina y Uruguay los integrantes suelen ser de mayor edad, pues en estos países el fenómeno está más arraigado (al igual que sucede con los grupos similares de Europa).

Norbert Elias y E. Dunning han demostrado que los deportes, entre ellos el fútbol y el baloncesto, concentran y controlan las emociones humanas que no se muestran en la vida pública. En vista de ello, la violencia queda regulada por medio de ciertos controles que apuntan a la competencia agonal y a la caballería. Si bien la práctica de deportes en la modernidad es menos violenta en comparación con otras épocas, las hinchadas parecen tomar mayor protagonismo, reconfigurando el monopolio de la violencia en estos espacios.[3]

El hooliganismo es una fiel expresión de cómo funcionan las sociedades industriales. Se puede entender como una negación al conformismo mediático basado en experiencias hedonistas y cortoplacistas, cuya reificación se corresponde con el deseo de consumo. El mundo del deporte permite una temporal liberación en donde el consumo de estupefacientes, la adrenalina y el alcohol van condicionando la estructura de la mentalidad y el cerebro. A diferencia de otros ciudadanos, los "barras" desarrollan una mayor dependencia a las experiencias hedonistas y nuevas. Esta tendencia, particularmente, los predispone al consumo de drogas, al desarrollo de prácticas violentas y a la impulsividad.[4]

Las teorías psicológicas apuntan al hooligan como un individuo con serios problemas de relación y sometido a una constante frustración psicológica. La violencia, como el abuso de sustancias, descomprimen y nivelan la autoestima para evitar la fragmentación de la personalidad.[5]​ Existen cuestiones de configuración de estatus y prestigio del hooligan respecto de sus pares que explica el proceso de retaliación propio del deporte:[6]​ este proceso consiste en dirigir un acto hacia un objeto que no es el estímulo inicial de la respuesta; incluso la misma presencia coactiva del Estado en los espectáculos a través de la policía despierta hechos vinculados a la agresión. La violencia, en ocasiones, se ejerce sobre quienes no están a la altura de las circunstancias.

Para explicar este fenómeno, el antropólogo argentino José Antonio Garriga-Zucal afirma que la violencia adquiere una función particular: fija y mantiene los límites territoriales de los grupos humanos. Los "Barras" mantienen un fuerte lazo con su espacio físico, su club, el barrio. Por lo tanto, el problema de la violencia no viene asociado al lazo social, sino a una forma de intercambio que resignifica el mundo del fútbol. La “hombría, la masculinidad y el aguante” son elementos culturales esenciales en la forma de vincularse con otros.[7]

Javier Bundio sugiere que las amistades y enemistades pueden explicarse por medio de la construcción del enemigo común: la idea de que el enemigo de mi amigo es mi enemigo crea una tensión entre los grupos imposible de sostener en el tiempo. Por el contrario, el equilibrio se adquiere cuando se invierte la fórmula: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. La tesis del equilibrio es por demás interesante para comprender las formas de cómo se tejen las alianzas entre las hinchadas. Bundio confirma que las hinchadas se comparan entre sí mediante el discurso. La alianza fortalece el vínculo entre los grupos, similar al intercambio de dones que implica una suspensión temporal de la hostilidad. Partiendo de la base de que el conflicto es la norma impuesta, entre quienes mantienen similitud de bordes la amistad es vista como algo peyorativo pero imperiosamente necesario para evitar la derrota en inferioridad numérica. No obstante, en ciertas circunstancias, el modelo de Haider no puede explicar cómo se pasa de un estado festivo de camaradería a otro de agresión.[8]

En el período que va desde 1924 a 1957 se produjeron doce muertes relacionadas con el fútbol.[9]​ Sin embargo, a partir del final de la década de 1950 el fenómeno sufrió importantes cambios: tras la muerte de un hincha (Alberto Mario Linker) ocurrida en octubre de 1958 debido a la represión policial, en el fútbol argentino se inicia una etapa de "acostumbramiento" a la violencia, apareciendo, a comienzos de la década de 1960, el uso de la denominación barras bravas para referirse a los grupos organizados de hinchas violentos (aunque el término se popularizó en la década de 1980) que ya existían desde la década anterior. Desde ese momento empieza a incrementarse el número de muertes; de acuerdo con el periodista Amílcar Romero, entre 1958 y 1985 se produjeron en Argentina 103 muertes relacionadas con violencia en el fútbol; es decir, en promedio una cada 3 meses.[10]

En este período, además, progresivamente se fueron institucionalizando los grupos de hinchas violentos, financiados por los dirigentes de los respectivos clubes. La violencia ha aumentado desde entonces, y los barrabravas comenzaron a ser utilizados también por los políticos y por la policía.[11]

Se registran amplios niveles de conflictividad entre ellas y han generado numerosos actos de violencia, llegando a causar diez muertes en total. Las dos barras bravas más conocidas de Uruguay son "La Banda del Parque", del Club Nacional de Football, y "La Barra Ámsterdam", del Club Atlético Peñarol.[12]​ También otra barra brava que ha llegado a causar problemas es la del Club Atlético Cerro, denominada "Los Villeros", dicha barra no es tan grande pero tiene rivalidad fuerte con las dos mencionadas anteriormente y también con la hinchada de Rampla Juniors Fútbol Club.

Las 4 barras bravas más conocidas en Ecuador son "Marea Roja", del Club Deportivo El Nacional , "Muerte Blanca", de Liga de Quito, “Sur Oscura”, de Barcelona S.C. y "Boca del Pozo" Club Sport 7ElEEc.[13]​ La Muerte Blanca es la barra brava del Ecuador siendo fundada en el año de 1989

Los primeros grupos de hinchas organizados hicieron su aparición pública en la década de 1980. En 1988 con ocasión de un partido entre Colo-Colo y la Universidad de Chile, se registraron graves incidentes protagonizados por la Garra Blanca, grupo formado en 1986.[14]​Tras uno de los enfrentamientos de Los de Abajo y la Garra Blanca — que terminó con setenta detenidos y graves destrozos en el estadio y en sus alrededores— se comenzó a discutir la necesidad de crear una Ley de Violencia en los Estadios que castigara específicamente este tipo de hechos.[15]

El primer muerto por violencia en el fútbol chileno ocurrió en octubre de 1990, cuando miembros de la Garra Blanca golpearon a Danilo Rodríguez, simpatizante de Unión Española de 17 años, quién agonizó por 6 días antes de fallecer. Uno de los casos más significativos fue un pleito entre dos miembros de la Garra Blanca dentro del Estadio Monumental, el 6 de diciembre de 2000: "El Barti", uno de los líderes de la barra, apuñaló a "El Huinca", lo que fue captado por las cámaras de televisión. Dos años después, los tribunales chilenos aplicarían por primera vez la ley de violencia en los estadios condenando a "El Barti" a cinco años de prisión por homicidio frustrado y a "El Huinca" a 541 días.

El 10 de marzo de 2012, finalizado el partido entre Audax Italiano y Universidad de Chile, hubo a las afueras del Estadio Bicentenario Municipal de La Florida una disputa entre distintas facciones de Los de Abajo, que terminó con una persona herida tras recibir un escopetazo en el rostro.

Otro acontecimiento importante, fue en el año 2015, en el medio tiempo del partido entre Rangers de Talca y Universidad de Chile, donde los hinchas de ambos equipos comenzaron a insultarse, generando que un fanático de la universidad de Chile se subiera al techo de galería Andes en el Estadio Fiscal de Talca a provocar a la hinchada del Rangers, lo que trajo como consecuencia que un hincha rrojinegro subiera a enfrentarlo. Mientras esto ocurría, otro hincha del equipo talquino subió al techo y robó un lienzo a integrantes de la barra "los de abajo", lo que generó el enojo de esta hinchada quienes, en su afán de recuperar el lienzo (o trapo), provocaron daños en gran parte de las butacas del sector y se enfrentaron con carabineros quienes buscaban detener dichos actos.

En 2015, durante el partido entre Colo-Colo y Santiago Wanderers, ingresaron a la cancha las barras de ambos equipos, Garra Blanca de Colo-Colo y Los Panzers de Santiago Wanderers protagonizando una brutal batalla campal al interior de la cancha entre cientos de personas, este hecho fue catalogado como el gran fracaso del Plan Estadio Seguro impulsado por el gobierno, Plan que se ha encargado de disminuir la asistencia a los estadios y matar la fiesta de los hinchas prohibiendo bombos, banderas y bengalas.

Actualmente la gran mayoría de los equipos del fútbol chileno cuentan con una hinchada, estas hinchadas en general no consideran los resultados futbolísticos del equipo, sin embargo esto influye en su actitud a la hora de alentar,pudiendo ser de apoyo al equipo o de crítica (esto último puede ir dirigido a jugadores, administración del club, entrenador, etc.)

Algunas de estas hinchadas son:

Algo que ha destacado a las hinchadas de Chile es el carácter social que tienen, participando constantemente de algunas causas sociales que han surgido últimamente. Demostrándose eso en la activa participación que estas tuvieron en el Estallido social de Chile de 2019, donde las hinchadas contaron con una importante actividad organizando cabildos, participando de las manifestaciones sociales, etc.[cita requerida]

Las primeras barras bravas en Colombia se crearon en Bogotá, Medellín y Cali a principios de los años 90, en los años 2000 la mayoría de equipos de Colombia de primera y segunda división ya tenían una barra, y con la constante violencia y enfrentamiento entre estos grupos, se organiza legalmente el barrismo social en Colombia con la promulgación de la Ley 1270 de 2009[16]​. Además se han adoptado políticas públicas como el programa "Goles en Paz" en Bogotá, entre otros. Las barras en Colombia son reconocidas por sus salidas, viajes masivos dentro y fuera del país, elaboración de cantos, instrumentales, banderas y murales y por sus proyectos sociales y su participación política recientemente[17]​. En los últimos años han sido objeto de investigación por varias Universidades y entidades, y se han realizado documentales, largometrajes y programas de televisión sobre estos grupos en Colombia.[18][19][20]

Las principales barras bravas de Colombia son:

Barón Rojo Sur

Frente Radical Verdiblanco

Blue Rain

La Guardia Albi-Roja Sur

Los Del Sur

El fenómeno de las barras bravas es un serio problema social en el país desde hace aproximadamente dos décadas. En los últimos años el problema parece desbordar a la población y al propio Estado.

Las barras bravas más conocidas en Perú son la "Trinchera Norte" de Universitario, "Comando Sur" de Alianza Lima , “Extremo Celeste” de Sporting Cristal y "Juventud Rosada" de Sport Boys.

Las hinchadas de Alianza Lima y de Universitario de Deportes son las más grandes del país, y presentan constantes enfrentamientos causando daños materiales e incluso muertes.

Uno de los varios enfrentamientos entre estos dos equipos que terminaron en tragedia fue en Chimbote: un clásico del fútbol peruano entre Alianza Lima y Universitario en 2007, trasladado hacia dicha ciudad con el fin de evitar enfrentamientos de consideración, dejó heridos y un hincha del Alianza Lima muerto por un accidente.[21]

El accidente más fatal fue la Tragedia del Estadio Nacional del Perú fue un suceso ocurrido el 24 de mayo de 1964 en un enfrentamiento entre Argentina y Perú en el Estadio Nacional de Lima, Perú, que provocó la muerte de 328 hinchas peruanos y 500 resultaron heridos. Es considerada como la mayor tragedia en un estadio de fútbol de todos los tiempos.[22]

Se considera a la Avalancha Sur del Deportivo Táchira como una de las mayores barras del país. Una de las principales características de la Avalancha Sur es que ha sido protagonista de diversos actos de violencia, como el del Estadio La Carolina de la ciudad de Barinas, en el que dejó como resultado el deterioro de más de 600 sillas,[23]​ o el que tuvo lugar en el Estadio José Antonio Páez, donde se enfrentaron a un grupo de hinchas del Portuguesa Fútbol Club y Zamora, provocando dos muertes.[23]​ Sin embargo, el mayor hecho de violencia hasta el momento ocurrió el 17 de diciembre de 2000, luego de que el exfutbolista del Caracas Fútbol Club, Alexander Rondón, golpeara a un aficionado tachirense, lo que provocó que los integrantes de la barra ingresaran al terreno de juego y protagonizaran disturbios que finalizaron con la quema del autobús de los caraqueños, también se han enfrentado a la temida barra "La Petrolera" del Zulia Fútbol Club en diversas ocasiones.[24]

La cultura de apoyo se encuentra vigente en el país norteamericano desde la existencia del fútbol americano colegial en los 50, donde se recurrieron a las célebres "porras", un ejemplo claro es el llamado Clásico universitario, rivalidad entre las dos máximas casas de estudio, el Instituto Politécnico Nacional (I.P.N.) y la Universidad Nacional Autónoma de México (U.N.A.M.), en ese acontecimiento, se reunían los estudiantes y apasionados al deporte, que vestían los colores de su institución, entonando el "Huellum", vistiendo guinda y blanco los del "Poli", entonando el "Goya", vistiendo azul marino y dorado los de la "Universidad", sumado a la porra, composición rítmica a veces poética, dedicada a mostrar respaldo a los conjuntos amados, así como para apaciguar el apoyo del contrario o "rival"[25]​ Tal concepto fue conocido como "porra". En el ámbito futbolístico, estaba presentes el típico "Chiquitibum" y la "Ola", característico de los mexicanos como uso deportivo. Años posteriores, sería reemplazado por lambadas y cánticos sudamericanos de origen para dar pie a las barras bravas.[26]



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