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Bastilla



La Bastilla (pronunciación en francés: /bastij/) era una fortaleza que protegía el costado oriental izquierdo de la ciudad de París conocida formalmente como la Bastilla Saint-Antoine o Bastida de Saint-Antoine.[1]​ Desempeñó un papel importante en los conflictos internos de Francia y por la mayor parte de su historia fue usada como una prisión estatal por los reyes de Francia. Fue tomada por una multitud el 14 de julio de 1789 durante la Revolución francesa, convirtiéndose en un símbolo importante del movimiento republicano francés. Tiempo después fue demolida y reemplazada por la Place de la Bastille (Plaza de la Bastilla).

La Bastilla fue construida para defender el acceso oriental de la ciudad de París de la amenaza inglesa en la Guerra de los Cien Años. Sobre un primer edificio existente en 1356 como bastión de entrada en las murallas de París, la construcción principal ocurrió a partir de 1370 creando así una fortaleza sólida con ocho torres que protegían la entrada estratégica de la Porte Saint-Antoine en el borde oriental de París.[1]​ El diseño innovador fue influencia tanto en Francia como en Inglaterra y fue ampliamente copiado. La Bastilla tuvo una destacada participación en los conflictos domésticos de Francia incluyendo la lucha entre las facciones rivales del Ducado de Borgoña y la Casa de Armagnac en el siglo XV, además de las Guerras de religión en el siglo XVI. La fortaleza fue declarada una prisión estatal en 1417; este papel fue expandido primero debido a los ocupantes ingleses de las décadas de 1420 y 1430 y después por Luis XI en la década de 1460. Las defensas de La Bastilla fueron fortificadas en respuesta a las amenazas Inglesa e Imperial durante la década de 1550 con un bastión construido al este de la fortaleza. La Bastilla desempeñó un papel clave en la rebelión de la Fronda y la batalla del arrabal de Saint-Antoine, que se peleó debajo de sus muros en 1652.

Luis XIV usó la Bastilla como una prisión para miembros de clase alta francesa que se oponían a él o que lo hacían enfadar incluyendo, después de la revocación del Edicto de Nantes, a los protestantes franceses. A partir de 1659 y en adelante, la Bastilla funcionó principalmente como una penitenciaría estatal; para 1789, 5279 prisioneros habían pasado por sus puertas. Bajo el mando de Luis XV y XVI, la Bastilla fue usada para la detención de prisioneros de diversos orígenes, además para apoyar las operaciones de la policía parisina, especialmente para aplicar la censura del gobierno hacia la imprenta. Aunque los reclusos vivían en relativamente buenas condiciones de vida, la crítica hacia la Bastilla creció durante el siglo XVIII, exacerbada por las autobiografías de antiguos prisioneros. Se implementaron reformas y los números de prisioneros se redujeron considerablemente. En 1789, la crisis financiera gubernamental y la formación de la Asamblea Nacional dieron lugar al aumento de sentimientos republicanos entre los ciudadanos. El 14 de julio, la Bastilla fue tomada por una multitud revolucionaria, principalmente formada por residentes del Faubourg Saint-Antoine, que buscaba apropiarse de la valiosa pólvora mantenida dentro de la fortaleza. Se encontraron siete prisioneros restantes que fueron liberados. Además, el gobernador de la Bastilla, Bernard-René de Launay, fue asesinado por la multitud. La Bastilla fue demolida por orden del Comité del Hôtel de Ville. Recuerdos de la fortaleza fueron transportados alrededor de Francia y fueron desplegados como íconos del despotismo derrocado. En el transcurso del siguiente siglo, el sitio y legado histórico de la Bastilla destacaron notablemente en la revolución francesa de 1830 y la de 1848, protestas políticas y ficción popular, además de mantenerse como un símbolo importante del movimiento republicano francés.

Casi nada se mantiene de la Bastilla excepto por algunos restos de sus cimientos de piedra que fueron reubicados al Boulevard Henri IV. Algunos historiadores criticaron a la Bastilla al inicio del siglo XIX y creían que la fortaleza fue una institución relativamente bien administrada, pero demasiado implicada en el sistema francés policial y de control político durante el siglo XVIII.

La Bastilla fue construida en respuesta a una amenaza a París durante la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia.[2]​ Antes de la Bastilla, el castillo real principal en París era el Louvre, en el oeste de la capital, pero la ciudad se expandió para mitad del siglo XIV y el lado este se veía expuesto a un ataque inglés.[2]​ La situación empeoró después del encarcelamiento de Juan II en Inglaterra después de la derrota francesa en la Batalla de Poitiers, y en su ausencia el Preboste (rector) de París, Étienne Marcel, tomó medidas para mejorar las defensas de la capital.[3]​ En 1357, Marcel expandió las murallas de la ciudad y protegió la Puerta Saint-Antoine con dos altas torres de piedra y con una zanja de 78 pies de ancho.[4][A]​ Una entrada fortificada de este tipo era llamada "bastille", y era una de dos creadas en París; la otra siendo construida fuera de la Porte Saint-Denis.[6]​ Marcel llegaría a ser removido de su puesto y ejecutado en 1358.[7]

En 1369, Carlos V se preocupó por la debilidad que podría tener el lado este de la ciudad contra ataques ingleses y redadas de mercenarios.[8]​ Carlos le ordenó a Hugh Aubriot, el nuevo preboste, construir una fortificación más grande en el mismo sitio de la "bastille" de Marcel.[7]​ Los trabajos comenzaron en 1370 con otro par de torres siendo construidas detrás de la primera bastille, seguidas por dos torres al norte y finalmente dos torres al sur.[9]​ La fortaleza probablemente no fue terminada para cuando muere Carlos en 1380, pero fue completada por su hijo, Carlos VI.[9]​ La estructura restante se conoció simplemente como "la Bastilla" con ocho torres construidas irregularmente que ligaban cortinas de paredes formando una estructura de 223 pies (67,9704 m) de ancho y 121 pies (36,8808 m) de profundidad con las paredes y torres de 78 pies (23,7744 m) de altura y 10 pies (3,048 m) de grosor en sus bases.[10]​ Construidos a la misma altura, los techos de las torres y las cumbres de las paredes formaban un pasillo amplio con parapetos alrededor de toda la fortaleza.[11]​ Cada una de las seis nuevas torres tenían "cachots" subterráneos, o mazmorras, en su base, y "calottes" (literalmente caparazón) o cuartos curvos en sus techos.[12]

Defendida por un capitán, un caballero, ocho escuderos y diez ballesteros; la Bastilla estaba rodeada de zanjas alimentadas por el Río Sena.[13]​ La fortaleza tenía cuatro juegos de puentes levadizos, los cuales permitían a la Rue Saint-Antoine pasar hacia el este a través de las puertas de la Bastilla mientras que daban fácil acceso a las murallas de la ciudad en lado norte y sur.[14]​ La Bastilla estaba cerca de la entrada Saint-Antoine, la cual para 1380 era un fuerte edificio cuadrado con torrecillas y protegido por dos puentes levadizos propios.[15]​ Carlos V escogió vivir cerca de la Bastilla por su propia seguridad y creó un complejo real al sur de la fortaleza llamado el Hôtel St. Paul, el cual abarcaba desde la Puerta Saint-Paul hasta la Rue Saint-Antoine.[16][B]

La historiadora Sidney Toy ha descrito a la Bastilla como "una de las fortificaciones más poderosas" del periodo, además de ser la más importante del medievo tardío de París.[17]​ El diseño de la Bastilla era muy innovador: rechazaba tanto la tradición del siglo XIII de tener castillos cuadrangulares menos fortificados, así como la moda contemporánea hecha en Vincennes, donde las torres altas eran posicionadas alrededor de una pared más pequeña con vista a un torreón incluso más alto en el centro.[11]​ En particular, construir las torres y las paredes de la Bastilla de la misma altura permitió el movimiento rápido de las tropas alrededor del castillo, además de proveer un amplio espacio para mover y posicionar los cañones en los pasillos más anchos.[18]​ El diseño de la Bastilla fue copiado en Pierrefonds y Tarascon en Francia, mientras que su influencia arquitectónica se extendió hasta el Castillo Nunney en el sureste de Inglaterra.[19]


Durante el siglo XV, los reyes franceses continuaron enfrentando las amenazas tanto de los ingleses como de las facciones rivales de los borgoñeses y los Armagnac.[20]​ La Bastilla fue vital estratégicamente durante el periodo, tanto por su papel como fortaleza real, así como de un refugio dentro de la capital, además de controlar una ruta crítica para salir y entrar a París.[21]​ En 1418, por ejemplo, el futuro Carlos VII se refugió en la Bastilla durante la "Masacre de los Armagnac" por parte de los borgoñeses en París, antes de escapar exitosamente de la ciudad a través de la Puerta Saint-Antoine.[22]​ La Bastilla era usada ocasionalmente para mantener prisioneros, incluyendo a su creador, Hugues Aubriot, quien fue la primera persona encarcelada ahí. En 1417, además de ser una fortaleza real, se convirtió formalmente en una prisión estatal.[23][C]

A pesar de la defensas parisinas mejoradas, Enrique V de Inglaterra ocupó París en 1420 y la Bastilla fue capturada y protegida por los ingleses durante los siguientes 16 años.[23]​ Enrique V nombró a Tomás Beaufort, Duque de Exeter, como el nuevo capitán de la Bastilla.[23]​ Los ingleses dieron más uso a la Bastilla como una prisión; en 1430 hubo una pequeña rebelión cuando los prisioneros abrumaron a un guardia dormido e intentaron tomar control de la fortaleza; este incidente incluye la primera referencia a una pequeña cárcel dedicada dentro de la misma Bastilla.[25]

París finalmente fue reconquistada por Carlos VII en 1436. Cuando el rey francés reingresó a la ciudad, sus enemigos en París se resguardaron en la Bastilla; después de un asedio, eventualmente se les acabó la comida, se rindieron y les fue permitido salir de la ciudad después de un pago por rescate.[26]​ El castillo se mantuvo como una fortaleza parisina clave, pero fue exitosamente tomada por los borgoñeses en 1464, cuando convencieron a las tropas reales de rendirse; una vez tomada, permitió a su facción lograr un ataque sorpresa en París, casi resultando en la captura del rey.[27]

La Bastilla se usó para mantener prisioneros una vez más por el rey Luis XI, quien comenzó a usarla excesivamente como una penitenciaría estatal.[28]​ Un fugitivo de la Bastilla durante este periodo fue Antoine de Chabannes, Conde de Dammartin y miembro de la Liga del Bien Público, quien fue encarcelado por Luis y escapó por bote en 1465.[29]​ Los capitanes de la Bastilla durante este periodo eran principalmente oficiales y funcionarios reales; Philippe de Melun fue el primer capitán que recibió un salario en 1462 siendo otorgado 1,200 libras al año.[30][D]​ A pesar de ser una prisión estatal, la Bastilla retuvo otras de las funciones de un castillo real, además de ser usada para alojar a dignatarios visitantes, así como para albergar algunos entretenimientos lujosos dados por Luis XI y Francisco I.[32]

Durante el siglo XVI, el área alrededor de la Bastilla continuó su desarrollo. El antiguo París moderno continuó su crecimiento y para el fin de siglo ya tenía alrededor de 250,000 habitantes siendo una de las ciudades más pobladas de Europa, aunque en su mayoría aún contenida dentro de sus murallas; el campo abierto se mantenía más allá de la Bastilla.[33]​ El Arsenal, un gran complejo industrial y militar, encargado de producir cañones y otras armas para los ejércitos reales, fue establecido al sur de la Bastilla por Francisco I, y sustancialmente expandida por Carlos IX.[34]​ Un depósito de armas fue construido tiempo después encima de la Puerta Saint-Antoine haciendo así de la Bastilla parte de un gran centro militar.[35]

Durante la década de 1550, Enrique II se preocupó por la amenaza de los ingleses y del Sacro Imperio Romano Germánico ya que podían atacar París, por lo que decide reforzar las defensas de la Bastilla.[36]​ La puerta sur de la Bastilla se convirtió en la entrada principal al castillo en 1553; las otras tres puertas se cerraron.[23]​ Un bastión, un gran terraplén que se proyectaba hacia el este desde la Bastilla, fue construido para proveer de un fuego protector adicional a la Bastilla y al Arsenal; se llegaba al bastión por la fortaleza a través de un estribo de piedra usando un puente levadizo como conexión que fue instalado en la torre Comté dentro de la misma.[37]​ En 1553. la Puerta Saint-Antoine también fue alterada; los puentes levadizos fueron reemplazados con un puente fijo, además la garita medieval fue reemplazada por un arco de triunfo.[38]

La Bastilla participó en numerosas guerras de religión peleadas entre facciones protestantes y católicas con apoyo de aliados extranjeros durante la segunda mitad del siglo XVI. Las tensiones religiosas y políticas en París inicialmente explotaron en el Día de la Barricadas el 12 de mayo de 1588, cuando extremistas católicos se levantaron en contra del relativamente mesurado Enrique III. Después de un día de pelea en toda la capital, Enrique III huyó y la Bastilla se rindió ante Enrique, el Duque de Guisa y líder de la Liga Católica, quien nombró a Bussy-Leclerc como su nuevo capitán.[39]​ Enrique III respondió asesinando al Duque y a su hermano más tarde ese año, a raíz de lo cual Bussy-Leclerc usó la Bastilla como base para montar una redada sobre el Parlement de Paris arrestando al presidente y otros magistrados, quienes él sospechaba tenían simpatía con la realeza, y los detuvo en la Bastilla.[40]​ No fueron liberados hasta la nueva intervención de Carlos, el Duque de Mayenne, además de un pago sustancial de rescate.[41]​ Bussy-Leclerc permaneció en control de la Bastilla hasta diciembre de 1592, cuando, después de más inestabilidad política, se vio forzado a entregar el castillo a Carlos y a huir de la ciudad.[42]

Le tomó a Enrique IV varios años el retomar París. Para cuando tuvo éxito en 1594, el área alrededor de la Bastilla formaba el principal baluarte de la Liga Católica y sus aliados extranjeros incluyendo a tropas españolas y flamencas.[43]​ La Bastilla misma era controlada por un capitán de la Liga llamado du Bourg.[44]​ Enrique entró a París temprano por la mañana del 23 de marzo a través de la Porte-Neuve en lugar de la Saint-Antoine y logró tomar la capital, incluyendo el complejo del Arsenal que estaba cercano a la Bastilla.[45]​ La Bastilla era ahora un baluarte aislado de la Liga, con sus miembros y sus aliados restantes agrupándose a su alrededor por protección.[46]​ Después de varios días de tensión, finalmente se llegó a un acuerdo para que estos restos se fueran de forma segura, de tal forma que el 27 de marzo du Bourg entregó la Bastilla y se fue de la ciudad por su propia cuenta.[47]

La Bastilla continuó siendo usada como una prisión y como una fortaleza real bajo el mando de tanto Enrique IV como de su hijo, Luis XIII. Cuando Enrique frenó una conspiración, respaldada por los españoles, de la nobleza mayor francesa en 1602, por ejemplo, arrestó y detuvo al cabecilla Carlos Gontaut (el Duque de Biron) en la Bastilla y lo ejecutó en el patio.[48]​ El ministro principal de Luis XIII, el Cardenal Richelieu, es acreditado con el inicio de la transformación moderna de la Bastilla hacia un órgano más formal del estado francés incrementando así su uso estructurado como una prisión estatal.[49]​ Richelieu rompió con la tradición de Enrique IV de que el capitán de la Bastilla fuera un miembro de la aristocracia francesa, típicamente un Mariscal de Francia, como François de Bassompierre, Charles de Luynes o Nicolas de L'Hospital, y en su lugar nombró al hermano de Père Joseph para administrar la instalación.[50][E]​ El primer documento que sobrevivió de los prisioneros de la Bastilla también data de este periodo.[52]

En 1648, la insurrección Fronda estalló en París incitada por los altos impuestos, precios de alimentos incrementados y enfermedades.[53]​ El Parlamento de París, el gobierno de Regencia de Ana de Austria y las facciones nobles rebeldes pelearon por varios años para tomar control de la ciudad y obtener más poder. El 26 de agosto, durante este periodo conocido como la Primera Fronda, Ana ordenó el arresto de algunos líderes del Parlamento de París; la violencia se intensificó como resultado y el 27 de agosto se conoció como otro Día de las Barricadas.[54]​ El gobernador de la Bastilla cargó y preparó sus armas para disparar contra el Hôtel de Ville, controlado por el parlamento, aunque la decisión fue eventualmente la de no disparar.[55]​ Se levantaron barricadas en toda la ciudad y el gobierno real huyó en septiembre dejando una guardia de 22 hombres detrás en la Bastilla.[56]​ El 11 de enero de 1649, la Fronda decidió tomar la Bastilla dando la tarea a Elbeuf, uno de sus líderes.[57]​ El ataque de Elbeuf requería solamente de un esfuerzo simbólico: se disparó cinco o seis veces a la Bastilla, antes de que se rindiera sin demora el 13 de enero.[58]​ Pierre Broussel, uno de los líderes de la Fronda, nombró a su hijo gobernador y la Fronda la mantuvo incluso después del cese al fuego de ese marzo.[59]

Durante la segunda Fronda, entre 1650 y 1653, Luis, el Príncipe de Condé, controlaba una gran parte de París junto con el Parlamento, mientras que Broussel, a través de su hijo, continuaba con su control sobre la Bastilla. En julio de 1652, la batalla de Faubourg St. Antoine tuvo lugar al exterior de la Bastilla. Condé salió de París para prevenir el avance de las fuerzas monárquicas bajo el comando de Turenne.[60]​ Las fuerzas de Condé fueron acorraladas contra las murallas de la ciudad y la Puerta Saint-Antoine, la cual el Parlamento rehusaba abrir; pues venía bajo fuego enemigo cada vez más fuerte por parte de la artillería monárquica, por lo que la situación parecía sombría.[61]​ En un famoso incidente, La Grande Mademoiselle, la hija de Gastón, el Duque de Orléans, convenció a su padre de dar la orden para que las fuerzas parisinas actuaran, antes de que entrara en la Bastilla y personalmente se asegurara de que el comandante volcara el cañón de la fortaleza sobre el ejército de Turenne, causando bajas considerables y permitiendo la retirada segura del ejército de Condé.[62]​ Más tarde en 1652, Condé finalmente fue obligado a rendir París a las fuerzas monárquicas en octubre causando el fin de la Fronda; la Bastilla regresó a estar bajo el control real.[53]

El área alrededor de la Bastilla fue transformada en el reinado de Luis XIV. La población creciente de París alcanzó los 400,000 durante este periodo, causando que la ciudad se saliera incluso de la zona de la Bastilla y la vieja ciudad, hasta llegar a las lejanas tierras agrícolas arables, formando suburbios con menor población.[63]​ Influenciado por los eventos de la Fronda, Luis XIV reconstruyó el área alrededor de la Bastilla, levantando un nuevo arco en la Porte Saint-Antoine en 1660, para que diez años después tirara las murallas de la ciudad junto con sus soportes fortificados para reemplazarlas con una avenida de árboles, después llamado "boulevard de Luis XIV", que pasaba alrededor de la Bastilla.[64]​ El bastión de la Bastilla sobrevivió la remodelación, convirtiéndose en un jardín para el uso de los prisioneros.[65]

Luis XIV dio un uso excesivo de la Bastilla como prisión, con 2,320 individuos siendo detenidos ahí durante su reinado, aproximadamente 43 al año.[66]​ Luis usó la Bastilla para retener no solo a los supuestos rebeldes o conspiradores sino también a los que simplemente lo habían irritado de alguna forma, así como los que discrepaban con él en materia de religión.[67]​ Las ofensas típicas por las que los reclusos eran acusados eran espionaje, falsificación y estafa contra el estado; un número de oficiales financieros fueron detenidos de esta forma bajo el reinado de Luis, el más famoso siendo Nicolas Fouquet y sus partidarios Jeannin y Lorenzo de Tonti.[68]​ En 1685 Luis revocó el Edicto de Nantes, el cual había otorgado varios derechos a los protestantes franceses; el rompimiento real posterior fue derivado de las fuertes vistas anti protestantes del rey.[69]​ La Bastilla fue usada para investigar y romper redes protestantes al encarcelar e interrogar a los miembros más recalcitrantes de la comunidad, en particular los Calvinistas de alta sociedad; alrededor de 254 protestantes fueron encarcelados en la Bastilla durante el reinado de Luis.[70]

Para el reinado de Luis, los prisioneros de la Bastilla eran detenidos usando una "lettre de cachet", "una carta con sello real", emitida por el rey y refrendada por un ministro, ordenando que se detuviese a determinada persona.[71]​ Luis, muy involucrado en este aspecto del gobierno, personalmente decidía quién debía ser detenido en la Bastilla.[66]​ El arresto mismo involucraba un elemento de ceremonia: el individuo debía ser tocado en el hombro con un bastón y sería detenido formalmente en el nombre del rey.[72]​ La detención en la Bastilla era impuesta típicamente por un periodo indefinido y existían secretos referentes al quién y por qué de la detención: la leyenda del "Hombre de la máscara de hierro", un misterioso prisionero que murió en 1703, era un símbolo de este periodo para la Bastilla.[73]​ Aunque en la práctica varios prisioneros eran detenidos en la Bastilla como una forma de castigo, legalmente un prisionero de la Bastilla era detenido únicamente por razones de prevención e investigación: oficialmente la prisión no debía ser una medida de castigo por derecho propio.[74]​ El periodo de encarcelamiento promedio en la Bastilla bajo el reinado de Luis XIV era de aproximadamente tres años.[75]

Bajo el reinado de Luis, usualmente únicamente entre 20 y 50 prisioneros eran detenidos en la Bastilla en un solo periodo de tiempo, aunque hasta 11 fueron detenidos por un periodo corto en 1703.[71]​ Estos prisioneros eran principalmente pertenecientes a la alta sociedad, y otros aquellos que podían pagar por lujos adicionales vivían en buenas condiciones, usando su propia ropa, viviendo en cuartos decorados con tejidos y alfombras o ejercitándose alrededor del jardín del castillo y de las murallas.[74]​ Para el fin del siglo XVII, hubo una librería desorganizada para el uso de los reclusos en la Bastilla, aunque su origen permaneció poco claro.[76][F]

Luis reformó la estructura administrativa de la Bastilla, creando el puesto de gobernador, aunque este puesto era a menudo referido como capitán-gobernador.[78]​ Durante el reinado de Luis la vigilancia policial sobre los grupos marginales en París se incrementó bastante: un sistema de justicia penal más grande fue reformado, con controles extendidos sobre la imprenta y otras publicaciones, con nuevos códigos criminales emitidos y con el puesto de teniente general de la policía parisina creado en 1667; todo esto permitiría más tarde a la Bastilla desempeñar su papel de apoyo a la policía parisina durante el siglo XVIII.[79]​ Para 1711, una guardia de 60 militares franceses fue establecida en la Bastilla.[80]​ Continuaba siendo una institución muy cara de mantener, particularmente cuando la prisión estaba llena, como durante el año 1691 cuando se incrementaron los números debido a la campaña contra los protestantes franceses y el costo anual de mantener la Bastilla se elevó a las 232,818 libras.[81][G]

Entre 1715 -el año de la muerte de Luis- y 1723, el poder fue transferido a la Regencia; el regente, Philippe d'Orléans mantuvo la prisión, pero el rigor absolutista del sistema de Luis XIV comenzó a debilitarse[83]​ Aunque los protestantes ya no eran detenidos en la Bastilla, las incertidumbres políticas y las conspiraciones del periodo mantuvieron ocupada a la prisión y 1,459 fueron detenidos ahí bajo el reinado de la Regencia, con un promedio de 182 al año.[84]​ Durante la Conspiración de Cellamare, los supuestos enemigos de la Regencia fueron detenidos en la Bastilla, incluyendo a Marguerite de Launay.[85]​ Estando en la Bastilla, de Launay se enamoró de un compañero prisionero, el Chevalier de Ménil; ella también recibe la infame invitación de matrimonio por parte del Chevalier de Maisonrouge, el adjunto del gobernador, quien por su parte se enamoró de ella.[85]

Para el fin del siglo XVIII, la Bastilla había logrado separar el cuarto más aristocrático del barrio Le Marais en la vieja ciudad, del distrito de clase obrera del suburbio Saint-Antoine que se encontraba más allá del boulevard Luis XIV.[66]​ El Marais era un área de moda, frecuentada por visitantes extranjeros y turistas, pero muy pocos pasaban la Bastilla para entrar al suburbio.[86]​ El suburbio se caracterizaba por sus áreas urbanizadas, densamente pobladas, particularmente en el norte, además de sus numerosos talleres que producían mobiliario ligero.[87]​ París como un todo continuaba su crecimiento, alcanzando un poco menos de 800,000 habitantes para el reinado de Luis XVI; además muchos de sus residentes alrededor del suburbio migraron hacia París desde el campo recientemente.[88]​ La Bastilla tenía su propia dirección postal, siendo oficialmente conocida como el No. 232, de la rue Saint-Antoine.[89]

Estructuralmente, la Bastilla de fines del siglo XVIII no cambió mucho con respecto a su predecesora del siglo XIV.[90]​ Las ocho torres de piedra adquirieron nombres individuales gradualmente: desde el lado noreste de la puerta externa, eran La Chapelle, Trésor, Comté, Bazinière, Bertaudière, Liberté, Puits y Coin.[91]​ La Chapelle contenía la capilla de la Bastilla, decorada con una pintura de San Pedro en cadenas.[92]​ Trésor fue nombrada en el reinado de Enrique IV, cuando había contenido el tesoro real.[93]​ Los orígenes del nombre de la torre Comté son poco claros; una teoría es que el nombre se refiere al Condado de París.[94]​ Bazinière tiene su nombre por Bertrand de La Bazinière, un tesorero real quien fue detenido ahí en el año 1663.[93]​ Bertaudière obtuvo su nombre por un albañil medieval que murió construyendo la estructura en el siglo XIV.[95]​ Liberté (libertad) tomó su nombre ya sea de una protesta en 1380, cuando los parisinos gritaron la frase fuera del castillo, o de cuando fue usada para mantener a prisioneros que tenían más libertad para caminar por el castillo que los prisioneros típicos.[96]​ La torre Puits contenía bien al castillo, mientras que Coin formaba la esquina de la Rue Saint-Antoine.[95]

El patio principal del castillo, accesible a través de la puerta sur, tenía 120 pies de largo por 72 pies de ancho (37 m. por 22 m.), y estaba dividido desde el pequeño jardín del norte por una oficina de tres alas, construida alrededor de 1716 y renovada en 1761 con un estilo moderno, del siglo XVIII.[97]​ El ala de oficinas contenía la sala de consejo que era usada para interrogar a los prisioneros, la librería de la Bastilla y la residencia de los sirvientes.[98]​ Los pisos superiores incluían cuartos para el personal superior y habitaciones para prisioneros distinguidos.[99]​ Un edificio elevado a u costado del patio contenía los archivos de la Bastilla.[100]​ Se instaló un reloj por Antoine de Sartine, el teniente general de la policía entre 1759 y 1774, en el lado del ala de oficinas, mostrando a dos prisioneros encadenados.[101]

Nuevas cocinas y baños fueron construidos fuera de la puerta principal de la Bastilla en 1786.[91]​ La zanja alrededor de la Bastilla, ahora básicamente seca, soportaba una pared de piedra de 36 pies (11 m.) de alto con una pasarela de madera para uso de los guardias, conocida como "la ronde", o la ronda.[102]​ Un patio externo había crecido cerca del lado suroeste de la Bastilla, adyacente al Arsenal. Este estaba abierto al público y tenía pequeñas tiendas rentadas por el gobernador por casi 10,000 libras al año, además tenía una cabaña para el portero de la Bastilla; estaba iluminada de noche para dar luz a la calle adyacente.[103]

Las Bastilla era administrada por el gobernador, a veces llamado capitán gobernador, quien vivía en una casa del siglo XVII junto a la fortaleza.[104]​ El gobernador era apoyado por varios oficiales, en particular su adjunto, el teniente du roi (o teniente del rey), quien era responsable de la seguridad en general y de la protección de los secretos del estado; el mayor, responsable de gestionar los asuntos financieros de la Bastilla y los archivos policiales; y el capitaine de portes (capitán de puertas), quien controlaba la entrada a la Bastilla.[104]​ Cuatro guardias se dividían vigilancia de las ocho torres.[105]​ Desde una perspectiva administrativa, la prisión fue manejada generalmente de buena manera durante este periodo.[104]​ Este personal también incluía a un oficial cirujano, un capellán, y se podía en ocasiones llamar a la comadrona local para asistir a las prisioneras embarazadas.[106][H]​ Una pequeña guardia de Invalides (inválidos) fue asignada en 1749 para proteger el interior y exterior de la fortaleza; estos eran soldados retirados y eran considerados por los locales, descrito por Simon Schama, como "vagos amigables" en lugar de soldados profesionales.[108]

El papel de la Bastilla como una prisión cambió considerablemente durante los reinados de Luis XV y XVI. Una tendencia fue la disminución en el número de prisioneros enviados a la Bastilla, con solo 1,194 detenidos ahí durante el reinado de Luis XV y solo 306 bajo Luis XVI hasta la Revolución, con promedios anuales de 23 y 20 respectivamente.[66][I]​ Una segunda tendencia fue un lento alejamiento del papel de la Bastilla del siglo XVII de detener principalmente a prisioneros de clase alta, llegando a la situación en la que la Bastilla era esencialmente un lugar para apresar a individuos indeseados socialmente de todos los orígenes -incluyendo aristócratas que rompían con las convenciones sociales, criminales, pornógrafos, maleantes- y fue usada para apoyar las operaciones de la policía, particularmente aquellas que involucraban censura, a través de todo París.[109]​ A pesar de estos cambios, la Bastilla se mantuvo como una prisión estatal, a las órdenes de autoridades especiales, obedeciendo al monarca en turno y rodeada de una reputación amenazante.[110]

Bajo el reinado de Luis XV, alrededor de 250 convulsionarios católicos, con frecuencia llamados Jansenistas, fueron detenidos en la Bastilla por sus creencias religiosas.[111]​ Muchos de estos prisioneros eran mujeres y provenían de una gama más amplia de orígenes sociales que los calvinistas de la alta sociedad detenidos bajo el reinado de Luis XIV; la historiadora Monique Cottret explica que la disminución de la "mística" social de la Bastilla se origina en esta fase de detenciones.[112]​ Para el reinado de Luis XVI, los orígenes de aquellos que entraban a la Bastilla y el tipo de ofensas por las que fueron detenidos habían cambiado notablemente. Entre 1774 y 1789, las detenciones incluían a 54 personas acusadas de robo; 32 por estar involucrados en la Revuelta de Hambruna en 1775; 11 detenidos por agresión, 62 editores ilegales, impresores y escritores -pero relativamente pocos detenidos por grandes ofensas al estado.[75]

Muchos de los prisioneros aún eran de la alta sociedad, particularmente en los casos de desórdenes de familia. Estos casos involucraban típicamente a miembros de la aristocracia que habían, como apunta el historiador Richard Andrews, "rechazado la autoridad parental, avergonzado a la familia, manifestado trastornos mentales, derrochado capital o violado códigos profesionales."[113]​ Sus familias -a menudo sus padres, pero a veces esposos y esposas actuando en contra de sus cónyuges- podían pedir que se detuvieran a estos individuos en una de las prisiones reales, resultando en un encarcelamiento promedio de entre seis meses y cuatro años.[114]​ Tal detención podría ser preferida en lugar de enfrentar un juicio público sobre sus faltas, además de que la confidencialidad que rodeaba la detención en la Bastilla permitía que las reputaciones personales y familiares se protegieran.[115]​ La Bastilla fue considerada una de las mejores prisiones para que un prisionero de clase alta fuera detenido, debido a la calidad de las instalaciones para los ricos.[116]​ En la secuela del famoso "Asunto del collar" de 1786, implicando a la Reina en acusaciones de fraude, todos los once sospechosos fueron detenidos en la Bastilla, creando así un aumento en la notoriedad de la institución.[117]

Sin embargo, cada vez más, la Bastilla se anexó a un más grande sistema de policía de París. Aunque designado por el rey, el gobernador le reportaba al teniente general de la policía: el primero de estos, Gabriel Nicolas de la Reynie, visitaba solo ocasionalmente la Bastilla, pero su sucesor, Marquis d'Argenson, y los siguientes oficiales usaron la instalación ampliamente además de tomar mayor interés por inspeccionar la prisión.[118]​ El teniente general reportaba a su vez al secretario de la Maison du Roi (casa del rey), la cual era responsable del orden en la capital; y juntos en la práctica controlaban la emisión de las lettres (cartas de detención) en el nombre de rey.[119]​ La Bastilla era inusual comparada con otras prisiones en París en el hecho de que actuaba en nombre del rey -y por lo tanto los prisioneros podían ser detenidos en secreto, por más tiempo, y sin seguir ninguna norma judicial, haciendo de esta una instalación muy útil para las autoridades policiales.[120]​ La Bastilla era la ubicación preferida para detener a prisioneros que requerían de interrogaciones más extensas o un caso en el que se requería de un análisis extensivo de documentos.[121]​ La Bastilla también era usada para guardar los archivos de la policía de París; equipo de orden público como cadenas y banderas; y bienes ilegales, confiscados por orden de la corona usando una versión de la "lettre de cachet", como libros prohibidos e imprenta ilícita[122]

A través de este periodo, pero particularmente en la mitad del siglo XVIII, la Bastilla fue usada por la policía para reprimir el comercio de libros sediciosos e ilegales en Francia.[123]​ En la década de 1750, 40% de los que eran enviados a la Bastilla eran arrestados por su papel en la fabricación o negocio con material prohibido; en la década de 1760, la cifra equivalente fue de 35%.[123][J]​ A menudo los autores sediciosos también eran detenidos en la Bastilla, aunque varios de los más famosos escritores detenidos ahí durante este periodo fueron detenidos formalmente por ofensas antisociales, más que por ofensas políticas.[125]​ En particular, muchos de estos escritores detenidos bajo el reinado de Luis XVI fueron detenidos por su papel en la producción de pornografía ilegal, más que por la críticas políticas del régimen.[75]​ El escritor Laurent Angliviel de la Beaumelle, el filósofo André Morellet y el historiador Jean-François Marmontel, por ejemplo, fueron formalmente detenidos no por sus obvios escritos políticos, sino por observaciones de difamación o los insultos personales en contra de los altos dirigentes de la sociedad parisina.[126]

Contrario a lo que fue su última imagen, la Bastilla durante el siglo XVIII tenía condiciones benévolas para sus prisioneros, particularmente comparada con los estándares de otras prisiones de la época.[127]​ El prisionero común era mantenido en una de las habitaciones octagonales de los niveles medios de las torres.[128]​ Los calottes, los cuartos justo debajo del techo que formaban la planta superior de la Bastilla, eran considerados como los cuartos menos agradables, al estar más expuestos a los elementos y eran usualmente o muy calientes o muy fríos para ser cómodos.[129]​ Las cachots, las mazmorras subterráneas, no habían sido usadas por varios años, excepto para la detención de los prófugos recapturados.[129]​ Cada una de las habitaciones de los prisioneros tenía un horno o chimenea, muebles básicos, cortinas y en la mayoría de los casos una ventana; una crítica típica hacia los cuartos era que eran miserables y muy básicos más que incómodos[130][K]​ Como los calottes, el patio principal, usado para el ejercicio, era muy criticado por los prisioneros por ser desagradable en las épocas críticas del verano o invierno, aunque el jardín en el bastión y las murallas del castillo también era usadas para la recreación.[132]

El gobernador recibía dinero de la Corona para mantener a los prisioneros, con la cantidad variando con el rango: el gobernador recibía 19 libras al día para cada prisionero político -con los nobles de grado de consejero estatal recibiendo 15 libras- y, al otro lado de la situación, tres libras al día para cada plebeyo.[133]​ Incluso para los plebeyos, esta suma era alrededor del doble del salario diario de un trabajador y les proveía de una dieta adecuada, mientras que las clases altas comían muy bien: hasta los críticos de la Bastilla señalan que había comidas excelentes, a menudo junto al gobernador mismo.[134][L]​ Sin embargo, los prisioneros que eran castigado por mal comportamiento, podían tener una dieta restringida como castigo[136]​ El tratamiento médico provisto por la Bastilla para los prisioneros era excelente para los estándares del siglo XVIII; la prisión también contenía un número de reclusos que sufrían de enfermedades mentales y debían tomar, dictado por los estándares de la época, una actitud muy progresiva con su cuidado.[137]

Aunque se confiscaba dinero y objetos potencialmente peligrosos, después almacenados, cuando un prisionero entraba a la Bastilla, los prisioneros más ricos continuaban ingresando lujos adicionales, incluyendo mascotas (perros y gatos) para controlar a las alimañas locales.[138]​ El Marqués de Sade, por ejemplo, llegó con un vestuario extenso, tapicería, perfumes, pinturas y una colección de 133 libros.[133]​ Los juegos de cartas y el billar eran jugados por los prisioneros, y el alcohol y el tabaco estaban permitidos.[139]​ Los sirvientes a veces podían acompañar a sus maestros a la Bastilla, como es el caso de la detención en 1746 de la familia del Lord Morton y su hogar entero por ser espías de los británicos: la vida doméstica de la familia continuó dentro de la prisión relativamente normal.[140]​ La librería de los prisioneros había crecido durante el siglo XVIII, principalmente a través de ventas ad hoc y varias colecciones confiscadas por la corona; hacia 1787 llegó a tener hasta 389 volúmenes.[141]

La longitud de tiempo por la que un prisionero típico era mantenido en la Bastilla continuaba disminuyendo, y para el reinado de Luis XVI el tiempo de detención promedio eran solo dos meses.[75]​ Aún se esperaba que los prisioneros firmaran un documento al ser liberados, prometiendo que no hablarían acerca de la Bastilla o su tiempo dentro de ella, pero para la década de 1780 este acuerdo no se rompía raramente[104]​ A los prisioneros que dejaban la Bastilla se les podía otorgar pensiones, al ser liberados, por la corona, ya sea por compensación o como una forma de asegurar su buen comportamiento en el futuro -A Voltaire le fueron otorgadas 1,200 libras al año, por ejemplo, mientras que Latude recibió una pensión anual de 400 libras.[142][M]

Durante el siglo XVIII, la Bastilla fue muy criticada por los escritores franceses, siendo denominada como símbolo para el despotismo ministerial; esta crítica resultaría en reformas y planes para su abolición.[144]​ La primera crítica mayor vino por parte de Constantin de Renneville, quien fue prisionero de la Bastilla por 11 años y publicó sus vivencias en 1715 en su libro L'Inquisition françois.[145]​ Rennevelle presentó un relato dramático de su detención, explicando que a pesar de ser inocente sufrió abusos y fue dejado para morir en una de las mazmorras de la Bastilla, siendo encadenado junto a un cadáver.[146]​ Más críticas siguieron en 1719 cuando el abad Jean de Bucquoy, quien escapó de la Bastilla diez años antes, publicó un recuento de sus aventuras desde la seguridad de Hanover; dando un recuento similar al de Renneville y señalando a la Bastilla como un "infierno para los vivientes".[147]​ Voltaire añadió a la reputación notoria de la Bastilla cuando escribió acerca del caso del "Hombre de la máscara de hierro" en 1751, para después criticar la forma en que fue tratado él mismo mientras estaba detenido en la Bastilla, en la que señaló a la fortaleza como un "lugar de venganza".[148][N]

En 1780 las reformas penitenciarias se convirtieron en tema popular para los escritores franceses y la Bastilla fue especial blanco de las críticas y señalamientos como símbolo del despotismo arbitrario.[150]​ Dos autores fueron particularmente influencia durante este periodo. El primero fue Simon-Nicolas Linguet, quien fue arrestado y detenido en la Bastilla en 1780, después de publicar una crítica a Maréchal Duras.[151]​ Al ser liberado, él publica sus memorias "Mémoires sur la Bastille" en 1783, una crítica abrumadora hacia la institución.[152]​ Linguet criticó las condiciones físicas en las que se mantenía, a veces erróneamente, pero capturó en detalle los efectos psicológicos del régimen de la prisión sobre el recluso.[153][O]​ Linguet también alentó a Luis XVI a destruir la Bastilla, publicando un grabado representando al rey anunciando a los prisioneros, "¡que sean libres y vivan!", una frase que tomó prestada de Voltaire.[144]

La obra de Linguet fue seguida por otra autobiografía prominente, Henri Latude con Le despotisme dévoilé.[154]​ Latude era un soldado que fue detenido en la Bastilla después de una serie de infortunios, incluyendo el envío de una carta bomba a Madame de Pompadour, la amante del rey.[154]​ Latude se hizo famoso por ingeniar un escape de la Bastilla, al escalar por la chimenea de su celda y bajando las murallas con una escalera de cuerda de calidad hecha en casa, antes de ser recapturado en Ámsterdam por agentes franceses.[155]​ Latude fue liberado en 1777, pero fue arrestado de nuevo por la publicación de su libro titulado Memoirs of Vengeance.[156]​ Folletos y revistas divulgaron el caso de Latude hasta que finalmente fue liberado nuevamente en 1784.[157]​ Latude se convirtió en una figura popular en la Académie française, o Academia francesa, y su autobiografía, aunque inexacta a veces, logró reforzar la percepción pública de la Bastilla como un institución déspota.[158][P]

Historiadores contemporáneos, como Hans-Jürgen Lüsebrink, Simon Schama y Monique Cottret, concuerdan en que el trato a los prisioneros de la Bastilla era mucho mejor que lo que el público sabía gracias a estos escritos.[160]​ A pesar de ello, alimentado por los secretos que rodeaban a la Bastilla, tanto el interés público como el oficial sobre la prisión y el sistema que la mantenía, comenzaron a juntarse para impulsar reformas.[161]​ Hacia 1775, el ministro de Luis XVI, Malesherbes había autorizado que a todos los prisioneros les dieran periódicos para leer, además que les permitieran escribir y recibir correspondencia de su familia y amigos.[162]​ En la década de 1780 Breteuil, el Secretario de Estado de la Maison du Roi, comenzó una reforma sustancial del sistema de lettres de cachet que enviaban a las personas como prisioneros a la Bastilla: las lettres ahora requerían de una lista específica del tiempo de detención de un prisionero, además de la ofensa por la cual eran detenidos.[163]

Mientras tanto, en 1784, el arquitecto Alexandre Brogniard propuso que la Bastilla fuera demolida y convertida en una plaza pública circular con columnatas.[157]​ El Director General de Finanzas Jacques Necker, al haber examinado el costo de mantener la Bastilla, siendo un total arriba de las 127.000 libras en 1774, por ejemplo, propuso cerrar la institución por el simple hecho de la situación económica.[164][Q]​ De la misma manera, el teniente del rey de la Bastilla, envió reportes en 1788 sugiriendo que las autoridades cerraran la prisión, demolieran la fortaleza y vendieran el terreno.[165]​ En junio de 1789, la Academia real de arquitectura propuso un esquema similar al de Brogniard, en el que la Bastilla sería transformada en un área pública abierta, con una columna alta en el centro y rodeada por fuentes, dedicada a Luis XVI por ser el "restaurador de la libertad pública".[157]​ El número de prisioneros detenidos en la Bastilla a la vez disminuyó para el fin del reinado de Luis; la prisión contenía a diez prisioneros en septiembre de 1782 y, a pesar de un pequeño crecimiento al inicio de 1788, para julio de 1788 solo siete prisioneros quedaban en custodia.[166]​ Sin embargo, antes de que cualquier esquema oficial para cerrar la prisión entrara en vigor, disturbios a través de París llevaron a un fin más violento de la Bastilla.[157]

Para julio de 1789, el sentimiento revolucionario se alzaba en París. Los Estados Generales fueron convocados en mayo y los miembros del Tercer Estado proclamaron el Juramento del Juego de Pelota en junio, exigiendo al rey que otorgara una constitución escrita. La violencia entre las fuerzas reales leales, números dignos de un motín de la Guardia Francesa real y multitudes locales, estalló en Vendôme el 12 de julio, causando la lucha generalizada y el retiro de las fuerzas reales del centro de París.[167]​ Las multitudes revolucionarias comenzaron a armarse el 13 de julio, saqueando almacenes reales y tiendas de armeros para obtener armas y pólvora.[167]

El comandante de la Bastilla en ese momento era Bernard-René de Launay, un concienzudo pero insignificante oficial militar.[168]​ Las tensiones alrededor de la Bastilla habían estado creciendo por varias semanas. Solo ocho prisioneros quedaban en la fortaleza, pero uno de ellos, el Marqués de Sade, había alimentado los fuegos de la revolución, en contra de la Bastilla, cuando se dirigía al público durante sus caminatas por las murallas en la cima de las torres y, una vez que le fue prohibido esto, gritando desde la ventana de su celda.[169]​ Sade comenzó a afirmar que las autoridades planeaban masacrar a los prisioneros dentro del castillo, lo que causó que el gobernador lo moviera a otra ubicación a principios de julio.[168]

A petición de Launay, una fuerza adicional de 32 soldados del regimiento Swiss Salis-Samade habían sido asignados a la Bastilla el 7 de julio, sumándose a los 82 ya existentes que formaban la guardia.[168]​ De Launay había tomado varias precauciones, levantando el puente levadizo en la torre Comté y destruyendo el estribo que ligaba a la Bastilla con su bastión, para prevenir que cualquiera tuviera acceso desde ese lado de la fortaleza.[170]​ Las tiendas cerca de la entrada a la Bastilla habían sido cerradas y las puertas de la Bastilla aseguradas. La Bastilla era defendida por 30 pequeñas piezas de artillería, pero para el 14 de julio de Launay estaba muy preocupado por la situación de su fortaleza.[168]​ La Bastilla, ya muy poco popular con las multitudes revolucionarias, era el único baluarte real que quedaba en el centro de París, además de que protegía una reciente entrega de reservas que contenía 250 barriles de valiosa pólvora.[168]​ Para empeorar las cosas, la Bastilla solo tenía suministros para dos días de comida y ninguna fuente de agua, haciendo imposible que aguantaran un asedio prolongado.[168][R]

En la mañana del 14 de julio alrededor de 900 personas se juntaron en el exterior de la Bastilla, principalmente miembros de la clase obrera del suburbio cercano de Saint-Antoine, pero también incluían a algunos soldados amotinados y comerciantes locales.[171]​ La multitud se había juntado con la intención de comandar las reservas de pólvora que se sabía estaban en la Bastilla, y a las 10:00 a. m. de Launay dejó entrar a dos de sus líderes para negociar con él.[172]​ Después del mediodía, otro negociador entró para discutir la situación, pero no se llegó a un acuerdo: los representativos revolucionarios ahora querían que se les entregaran tanto las armas como la pólvora que estaba en la Bastilla, pero de Launay rehusó hacerlo a menos que recibiera autorización de sus dirigentes en Versalles.[173]​ En ese momento se volvió claro que el gobernador carecía de la experiencia o de las habilidades para calmar la situación.[174]

Justo cuando las negociaciones iban a reanudarse alrededor de la 1:30 p. m., el caos estalló cuando la multitud impaciente y enfadada asaltó el patio exterior de la Bastilla, con dirección a la puerta principal.[175]​ Disparos de confusión se vieron en el espacio confinado y una seria pelea caótica comenzó entre las fuerzas de Launay y la multitud revolucionaria, con ambos lados intercambiando fuego enemigo.[176]​ Alrededor de las 3:30 p. m., más fuerzas reales amotinadas llegaron como refuerzos para la multitud, siendo estos oficiales de infantería entrenados y varios cañones.[177]​ Después de darse cuenta de que sus armas eran demasiado ligeras para dañar las murallas principales de la fortaleza, la multitud revolucionaria comenzó a disparar sus cañones a la puerta de madera de la Bastilla.[178]​ Para ese entonces, 83 de la multitud habían muerto y otros 15 habían sido heridos gravemente; en cambio solo uno de los guardias (Invalides) había muerto.[179]

De Launay tenía pocas opciones: si dejaba que los Revolucionarios destruyeran su puerta principal, tendría que usar su cañón directamente dentro del patio de la Bastilla en contra de la multitud, causando grandes pérdidas de vida y de esa forma evitando que se llegase a una resolución pacífica del evento.[178]​ De Launay no podía aguantar un sitio prolongado, y sus oficiales lo convencieron de que no cometiera suicidio en masa al detonar sus reservas de pólvora.[180]​ En cambio, de Launay intentó negociar una rendición, amenazando con explotar la Bastilla si sus demandas no eran cumplidas.[179]​ En medio del intento, sin embargo, el puente levadizo de la Bastilla bajó de repente y la multitud revolucionaria irrumpió en la fortaleza.[181]​ De Launay fue llevado afuera, asesinado y su cadáver humillado por la multitud, mientras que tres oficiales y tres soldados más fueron asesinados en el transcurso de la tarde.[182]​ Sin embargo, los soldados del Regimiento Swiss Salis-Samade no usaban sus uniformes y fueron confundidos por prisioneros de la Bastilla; no fueron lastimados por las multitudes hasta que fueron llevados al exterior por Guardias Franceses y otros soldados comunes de entre los atacantes.[183]​ La valiosa pólvora y las armas fueron tomadas y comenzó una búsqueda por los demás prisioneros en la Bastilla.[179]

A pocas horas de su captura, la Bastilla comenzó a ser un poderoso símbolo que daba legitimidad al movimiento revolucionario en Francia.[184]​ La reputación revolucionaria del suburbio de Saint-Antoine fue establecida firmemente al tomar la Bastilla. Una lista formal de los "vainqueurs" o vencedores, quienes habían sido parte del evento, para honrar tanto a los caídos como a los supervivientes, fue organizada.[185]​ Aunque la multitud había ido a la Bastilla inicialmente por la pólvora, el historiador Simon Schama señala como la prisión capturada "le dio una imagen y vida a los ideales en los que se basaba la Revolución".[186]​ En efecto, entre más se representara a la Bastilla como déspota y malvada, por parte de la prensa que estaba a favor de la revolución, más necesarias y justificadas eran las acciones de ésta.[186]​ A raíz de esto, el gobernador fallecido, de Launay, fue rápidamente marcado como un déspota brutal.[187]​ La fortaleza en sí fue descrita por la prensa revolucionaria como un "lugar de esclavitud y horror", que contenía "máquinas de muerte", "sombrías mazmorras subterráneas" y "cuevas repugnantes" donde los prisioneros eran dejados para pudrirse hasta por 50 años.[188]

Como resultado, en los días después del 14 de julio la fortaleza fue registrada para buscar evidencia de tortura. Viejas piezas de armadura y pequeños elementos de una imprenta fueron sacados y mostrados como evidencia de un equipo para tortura minuciosa.[189]​ Latude regresó a la Bastilla, donde le fueron otorgados la escalera de cuerda y el equipo que usó para escapar de la prisión muchos años atrás.[189]​ Los antiguos guardias de la prisión escoltaban a los visitantes alrededor de la Bastilla en las semanas después de su captura, dando recuentos pintorescos de los eventos del castillo.[190]​ Historias e imágenes acerca del rescate del ficticio Conde de Lorges -supuestamente un prisionero muy mal tratado de la Bastilla, encarcelado por Luis XV- y el similar descubrimiento imaginario del esqueleto del "Hombre de la Máscara de Hierro" en las mazmorras, fueron ampliamente circuladas como hechos a través de París.[191]​ Durante los próximos meses, más de 150 publicaciones usaron la toma de la Bastilla como tema, mientras que los eventos formaron la base de un buen número de obras de teatro.[192]

A pesar de una búsqueda exhaustiva, los revolucionarios descubrieron únicamente siete prisioneros en la Bastilla, mucho menos de los que habían anticipado.[193]​ De estos, solo uno -Whyte de Malleville, un hombre viejo con barba blanca- se parecía a la imagen pública de un prisionero de la Bastilla; a pesar de ser un enfermo mental, fue desfilado por las calles, mientras saludaba con felicidad a las multitudes.[189]​ De los seis prisioneros liberados restantes, cuatro eran falsificadores condenados que desaparecieron rápidamente en las calles de París; uno era el Conde de Solages, quien había sido detenido por solicitud de su familia por malas conductas sexuales; el sexto era Tavernier, quien también resultó ser un enfermo mental y, junto con Whyte, volvió a ser detenido en el Manicomio Charenton.[194][S]

En un principio el movimiento revolucionario no estaba seguro si debían destruir la prisión, volver a ocuparla como una fortaleza con miembros de la milicia como guardias voluntarios, o si mantenerla intacta para que fuera un monumento revolucionario permanente.[195]​ El líder revolucionario Mirabeau eventualmente resolvió el asunto al comenzar, simbólicamente, con las destrucción de las almenas él mismo, para que después un panel de cinco expertos fuera apuntado por el Comité Permanente del Hôtel de Ville para administrar la demolición del castillo.[190][T]​ Uno de estos expertos era Pierre-François Palloy, un empresario burgués quien clamaba recibir un estado de vencedor por su papel durante la toma de la Bastilla, y rápidamente asumió el control sobre el proceso entero.[197]​ El equipo de Palloy trabajó rápidamente y para noviembre la mayoría de la fortaleza ya había sido destruida.[198]

Las ruinas de la Bastilla rápidamente se convirtieron en un ícono a través de Francia.[189]​ Palloy hizo que se colocara un altar en el sitio en febrero de 1790, formado de cadenas y restricciones de metal de la prisión.[198]​ Viejos huesos, probablemente de soldados del siglo XV, fueron descubiertos durante el trabajo de limpieza en abril y, al ser presentados como esqueletos de antiguos prisioneros, fueron exhumados y enterrados ceremonialmente en el cementerio de Saint-Paul.[199]​ En el verano, Palloy llevó a cabo un gran baile en el sitio para la Guardia Nacional que visitaba París para las celebraciones del 14 de julio.[199]​ Una industria de recuerdos que trataba con la caída de la Bastilla estaba floreciendo y mientras terminaba el trabajo de demolición, Palloy comenzó a producir y vender recuerdos de la Bastilla.[200][U]​ Los productos de Palloy, los cuales llamaba "reliquias de libertad", celebraban la unión nacional que los eventos de julio de 1789 habían generado a través de todas las clases de la ciudadanía de Francia, e incluía un gran rango de artículos[202][V]​ Palloy también mandó modelos de la Bastilla, tallados desde las piedras de la fortaleza, como regalos para las provincias francesas para propagar el mensaje revolucionario.[203]​ En 1793 una gran fuente revolucionaria presentando una estatua de Isis fue construida sobre el antiguo sitio de la fortaleza, la cual se convirtió en la Place de la Bastille.[204]

La Bastilla se mantuvo como un poderoso y evocativo símbolo para los republicanos franceses durante todo el siglo XIX.[206]Napoleón Bonaparte derrocó a la Primera República Francesa que surgió de la Revolución en 1799, y que posteriormente intentó marginar a la Bastilla como un símbolo.[207]​ Napoleón no estaba contento con las connotaciones revolucionarias de la Plaza de la Bastilla, por lo que inicialmente consideró construir su Arco del Triunfo en ese sitio.[208]​ Esto resultó ser una opción poco popular, por lo que cambia su plan por la construcción de una estatua de bronce de un elefante imperial enorme.[208]​ El proyecto se retrasó, eventualmente de manera indefinida, y todo lo que fue construido fue una versión no completa de la estatua de bronce, que se colocó en el antiguo sitio de la Bastilla entre 1814 y 1846, cuando la estructura débil finalmente fue retirada.[208]​ Después de la Restauración borbónica en Francia en 1815, la Bastilla se convirtió en un símbolo subterráneo para los Republicanos.[207]​ La Revolución de julio en 1830 usó imágenes como la de la Bastilla para legitimar su nuevo régimen y en 1833, el antiguo sitio de la Bastilla fue usado para construir la Columna de Julio para conmemorar la revolución.[209]​ La efímera Segunda República fue declarada simbólicamente en 1848 en el antiguo sitio revolucionario.[210]

La Toma de la Bastilla del 14 de julio de 1789 se había estado celebrando anualmente desde 1790, inicialmente con rituales casi religiosos, pero después durante la Revolución con eventos espectaculares, incluyendo la quema de réplicas de la Bastilla.[211]​ Bajo el poder de Napoleón los eventos se tornaron menos revolucionarios, en cambio enfocados en desfiles militares y la unión nacional en vista de las amenazas extranjeras.[212]​ Durante la década de 1870, las celebraciones del 14 de julio se convirtieron en un punto de encuentro para los republicanos opuestos al liderazgo monárquico temprano de la Tercera República; cuando el republicano mesurado Jules Grévy se convirtió en presidente en 1879, y su nuevo gobierno hizo que el aniversario de la caída de la Bastilla fuera un día feriado nacional.[213]​ El aniversario se mantuvo como algo polémico, con los republicanos extremistas continuaron usando la ocasión para protestar en contra del nuevo orden político y los conservadores de derecha protestaban en contra de la imposición del día feriado.[214]​ La Columna de Julio se mantuvo polémica y los republicanos radicales intentaron explotarla, fracasando en su intento en 1871.[215]

Mientras tanto, el legado de la Bastilla se hizo un tema popular para los novelistas franceses. Alejandro Dumas, por ejemplo, usó la Bastilla y la leyenda del "Hombre de la Máscara de Hierro" extensivamente en su obra Las novelas de D'Artagnan; en estas novelas la Bastilla fue presentada tanto como pintoresca así como trágica, además de un buen entorno para la acción heroica.[216]​ En contraste, en muchas otras obras de Dumas, como lo fue Ange Pitou, la Bastilla toma una apariencia más oscura, siendo descrita como un lugar en el que un prisionero es "olvidado, arruinado, enterrado, destruido".[217]​ En Inglaterra, Charles Dickens tomó una perspectiva similar cuando tomó material de las historias populares de la Bastilla en su obra Historia de dos ciudades, en la que el Doctor Manette es "enterrado vivo" en la prisión por 18 años; muchas figuras históricas asociadas a la Bastilla fueron reinventadas como personajes ficticios en la novela, como lo fue Claude Cholat, reproducido por Dickens como "Ernest Defarge".[218]​ La novela de 1862 de Victor Hugo, Les Miserables, tomando lugar justo después de la Revolución, le dio un lugar al elefante de Napoleón de la Bastilla un lugar fijo en la historia literaria. En 1889 la popularidad constante de la Bastilla con el público fue ilustrada por la decisión de construir una réplica en piedra y madera para la feria mundial "Exposición Universal" en París, llenada por actores con atuendos de la época.[219]

Debido en parte a la difusión de las ideas nacionales y republicanas a través de Francia durante la segunda mitad de la Tercera República, la Bastilla perdió un elemento de su importancia como símbolo para el siglo XX.[220]​ Sin embargo, la Plaza de la Bastilla continuó siendo el lugar tradicional para las reuniones de izquierda, particularmente en las década de 1930, el símbolo de la Bastilla fue ampliamente usado por la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial y hasta el Día de la Bastilla en la década de 1950 continuó siendo el día feriado francés más importante.[221]

Debido a su destrucción después de 1789, queda muy poco de la Bastilla en el siglo XXI.[104]​ Durante las excavaciones para el metro (Métro) en 1899, se descubrieron los cimientos de la torre Liberté y se recolocaron en la esquina del Boulevard Enrique IV y el Quai de Celestins, donde se pueden ver hoy en día.[222]​ El Puente de la Concordia contiene piedras reutilizadas de la Bastilla.[223]

Algunas reliquias de la Bastilla sobreviven: el Museo Carnavalet posee objetos, incluyendo uno de los modelos de piedra de la Bastilla hecho por Palloy y la escalera de cuerda usada por Latude para escapar por el techo de la prisión en el siglo XVIII, mientras que el mecanismo y campanas del reloj de la prisión están exhibidos en el Museo Europeo de Arte Contemporáneo en L'Isle-Jourdain.[224]Lafayette le entregó la llave de la Bastilla a George Washington en 1799, y se encuentra en el museo histórico de Mount Vernon.[225]​ Los archivos de la Bastilla se mantienen en la Biblioteca Nacional de Francia.[226]

La Plaza de la Bastilla aún ocupa mucho del sitio de la Bastilla, y la Ópera de la Bastilla fue construida en la plaza en 1989 para conmemorar el bicentenario de la toma de la prisión.[215]​ El área alrededor se ha desarrollado desde su pasado industrial del siglo XIX. La zanja que originalmente unía las defensas de la fortaleza con el Río Sena había sido desenterrada al inicio del siglo XIX para formar el Puerto del Arsenal, unido al Canal Saint Martin, pero ahora es un muelle para barcos privados, mientras que el jardín Promenade Plantée une la plaza con los parques renovados al este.[227]

Un número de historias de la Bastilla fueron publicadas inmediatamente después de julio de 1789, usualmente con títulos dramáticos que prometían descubrir los secretos de la prisión.[228]​ Para las décadas de 1830 y 1840, las historias populares escritas por Pierre Joigneaux y por el trío de Auguste Maquet, A.Arnold y Jules-Édouard Alboize Du Pujol presentaron los años de la Bastilla entre 1358 y 1789 como un largo periodo de tiranía y opresión real, personificada por la fortaleza; sus obras presentaban. reconstrucciones imaginativas del siglo XIX de la tortura de prisioneros.[229]​ Al morir las memorias vivas de la Revolución, la destrucción de la Bastilla significó que los historiadores del futuro debieran confiar principalmente en las memorias y otros materiales documentales que analizaban la fortaleza y los 5,279 prisioneros que pasaron por la Bastilla entre 1659 y 1789.[230]​ Los archivos de la Bastilla, que mantenían registro de la operación de la prisión, habían sido dispersos en la confusión después de la toma; pero con un poco de esfuerzo, la Asamblea de París reunió 600,000 de ellos durante las siguientes semanas, lo cual formó las bases del archivo moderno.[231]​ Después de ser aseguradas e ignoradas por muchos años, estos archivos fueron descubiertos por el historiador francés François Ravaisson, quien los catalogó y los usó para su investigación entre 1866 y 1904.[232]

Para fines del siglo XIX el historiador Frantz Funck-Brentano usó los archivos para emprender la tarea de investigar detalladamente las operaciones de la Bastilla, con un enfoque en los prisioneros de clase alta de la Bastilla, para desmentir muchos de los mitos del siglo XVIII acerca de la institución y para darle una imagen favorable a la prisión.[233]​ Los historiadores modernos consideran que el trabajo de Fuck-Bretano fue un tanto influenciado por sus puntos de vista anti-republicanos, pero sus historias de la Bastilla fueron una gran influencia y tuvieron gran responsabilidad en el establecimiento de la idea de que la Bastilla era una institución bien administrada y relativamente benigna.[234]​ El historiador Fernand Bournon usó el mismo material de archivos para producir su obra Histoire de la Bastille en 1893, considerada como una de las mejores y bien balanceadas historias del siglo XIX de la Bastilla, por historiadores modernos.[235]​ Estas obras inspiraron la escritura de una secuencia de historias más populares de la Bastilla a fines del siglo XIX y a principio del siglo XX, incluyendo la historia del aniversario de la Bastilla de Auguste Coeuret, las cuales se enfocaban en un grupo de temas e historias que trataban acerca de los prisioneros más glamorosos de las clases altas de la sociedad francesa.[236]

Una de las discusiones más comunes al hablar de la Bastilla en 1789 ha sido la naturaleza de las multitudes que atacaron el edificio. Hippolyte Taine argumentaba que a fines del siglo XIX la multitud estaba compuesta por vagabundos desempleados, quienes actuaron sin ningún razonamiento alguno; pero en contraste, el intelectual de izquierda de la post guerra, George Rudé, señalaba que la multitud era dominada por artesanos relativamente prósperos.[237]​ El asunto fue revaluado por Jacques Godechot en los años tras la guerra; Godechot mostraba convencido que, además de algunos artesanos y comerciantes locales, al menos la mitad de la multitud que se reunió ahí ese día eran, como los habitantes del suburbio aledaño, inmigrantes recientes que llegaron a París de las provincias.[238]​ Godechot usó esto para caracterizar la toma de la Bastilla como un genuino evento nacional de mayor importancia para la sociedad francesa.[239]

En la década de 1970 los sociólogos franceses, particularmente aquellos que se interesaron en la Teoría crítica, revaluaron su legado histórico.[228]​ La Escuela de los Annales condujo una investigación extensa acerca de cómo se mantenía el orden en la Francia pre-revolucionaria, enfocándose en la operación de la policía, conceptos de desviación y religión.[228]​ Las historias de la Bastilla desde ese entonces se han enfocado en el papel de la prisión en la vigilancia policial, censura y cultura popular, en particular cómo esto impactó a las clases obreras.[228]​ Investigaciones en Alemania Occidental durante la década de 1980 examinaron la interpretación cultural de la Bastilla en contraste con el contexto más amplio de la Revolución Francesa; el trabajo de Hanse Lüsebrink y Rolf Reichardt, que explica cómo la Bastilla llegó a ser considerada un símbolo de despotismo, estaba entre las más destacadas.[240]​ Este cúmulo de trabajo tuvo influencia sobre el libro de 1989 del historiador Simon Schama acerca de la Revolución, el cual incorporaba la interpretación cultural de la Bastilla con una crítica controversial hacia la violencia que rodeó a la toma de la Bastilla.[241]​ La Biblioteca Nacional de Francia organizó una gran exhibición del legado de la Bastilla entre 2010 y 2011, resultando en un sustancial volumen editado que resumía las perspectivas académicas actuales sobre la fortaleza.[242]



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