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Benimerín



Imperio (Sultanato)

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Benimerines, mariníes, meriníes o merínidas (1244-1465) es el nombre castellanizado que reciben los Banu Marin, miembros de un Imperio de origen bereber zenata[1]​ cuyo núcleo fundamental estaba en el norte del actual Marruecos. Durante los siglos XIII y XIV, los Benimerines también controlan, brevemente, algunas partes de Andalucía y de la zona este del Magreb. Surgieron tras la caída del Imperio almohade y fueron reemplazados por la dinastía wattásida.[2]​ Fueron fundadores del barrio Jdid en Fez, que convirtieron en su capital y donde también construyeron muchos monumentos.[3]

Los marínidas fueron una tribu nómada del este del Magreb (Ifrikiya,[4]Zibán[5]​) que, desde el Aurés a principios del siglo XIII, se fue desplazando por el altiplano del Oranesado hasta la cuenca del río Muluya en el sudeste marroquí.[6]​ En el 1213 se hallaban en la comarca de Guercif, desde la que prosiguieron su marcha hacia el oeste, fundamentalmente en busca de mejores pastos, pues eran pastores nómadas.[6]​ Pertenecían a la numerosa confederación bereber cenete.[7][8]​ Acuciados por el hambre, tras la derrota de Las Navas de Tolosa que debilitó a las autoridades almohades comenzaron a cruzar el río Muluya y a extenderse hacia el noroeste.[7]​ En el 1216 infligieron una grave derrota al gobernador almohade de Fez y en el 1217 vencieron también al de Taza.[7][9]​ Pese a su escaso número, consiguieron extenderse por las zonas rurales y empezar a cobrar tributo a algunas ciudades, como Fez, Mequinez y Rabat.[7][9]​ Los almohades fueron incapaces de vencerlos.[7]

En el 1245, conquistaron Mequinez; en el 1248, Taza y Fez; en el 1251, Rabat y Salé; en el 1257, Siyilmasa —que luego perdieron—; en el 1269, Marrakech; en el 1271, la región del río Draa; y por fin, en el 1274, Tánger, Ceuta y recuperaron Siyilmasa.[9]​ A mediados del siglo XIII, sin embargo, lo principal del territorio benimerín se hallaba ya en poder de la confederación tribal que se fue transformando progresivamente en un Estado sedentario y dinástico, interesado en expandirse tanto por el resto del Magreb como por la península ibérica para dominar las rutas comerciales de la región.[10]​ La capital del nuevo Estado se fijó en Fez.[11]

En el 1243 o el 1245, en tiempos de Abu Yahya ibn Abd al-Haqq, los benimerines reconocieron la autoridad de los sultanes hafsíes.[12]

Expulsados de su base sureña, los benimerines se movieron al norte guiados por Abu Yahya ibn Abd al-Haqq y tomaron Fez en 1244, convirtiéndola en su capital. Una vez instalados en Fez, declararon la guerra a los debilitados almohades con la ayuda de mercenarios cristianos. En 1269 Abu Yúsuf Yaqub (1259-1286) capturó Marrakech y se hizo con el control de gran parte del Magreb hacia el final de 1268, incluyendo el actual norte de Marruecos, el norte de Argelia y Túnez.

La primera expedición benimerín a la península ibérica se llevó a cabo en el 1275.[11]​ El sultán Abú Yúsuf partió de Fez el 30 de marzo a Tánger; encomendó la expedición a uno de sus hijos y se aseguró de que el señor de Ceuta aportase los navíos necesarios para cruzar el estrecho.[11]​ El 13 de mayo, las primeras fuerzas benimerines desembarcaron en Tarifa.[11]​ A mediados de agosto les siguió el propio sultán, con más tropas.[13]​ Este se reunió a continuación con Muhammad II de Granada y los arraeces de Málaga y Guadix, enemistados con el señor de Granada, para tratar de coordinar sus fuerzas.[14]​ El ejército benimerín comenzó la incursión en territorio castellano el 22 de agosto.[15]​ Fundamentalmente, fue una cabalgada en la que devastaron las tierras de Córdoba, Úbeda y Baeza.[16]​ Tras correr estas comarcas, se volvieron hacia Écija, donde vencieron a las huestes de Nuño González de Lara, adelantado de la frontera el 7 de septiembre; este, que había tratado de eludir el combate, pereció en el choque.[17]​ Los vencedores, no obstante, no lograron tomar Écija y volvieron a Algeciras a mediados de septiembre.[18]​ A finales de octubre, el ejército benimerín partió de nuevo, hacia las tierras sevillanas y luego a tratar en vano de tomar Jerez.[19]​ El 18 de noviembre estaba de vuelta en Algeciras, cargado de botín.[18]​ El sultán volvió al Magreb el 19 de enero del 1276, tras firmar probablemente una tregua de dos años con los castellanos.[20]

Abú Yúsuf hubo de sofocar ciertas rebeliones durante la primera mitad del 1276, que no le permitieron retornar a la península ibérica hasta el año siguiente.[21]​ Los preparativos se demoraron tanto, que la expedición se retrasó hasta junio del 1277.[22]

Una vez conseguido este objetivo, trataron de extender su control al tráfico comercial del Estrecho de Gibraltar. Los nazaríes de Granada cedieron Algeciras a los Benimerines y estos declararon la guerra santa a los estados cristianos, ocupando sucesivamente las ciudades de Rota, Algeciras y Gibraltar, sitiando Tarifa por primera vez en 1294. También influyeron fuertemente sobre la política del Reino de Granada, donde a partir de 1275 destacaron importantes contingentes de tropas. Por entonces reinaba en Castilla Alfonso X, aunque en el momento de la primera invasión, que arrasó los campos circundantes de poblaciones como Écija y Jerez de la Frontera, aquel se hallaba en tierras francesas para tratar de conseguir la corona del Sacro Imperio Romano Germánico. El sultán benimerín Abu al-Hasan y el rey de Granada entablan un acuerdo mutuo de alianza, predicando que "la tierra hispana será pronto conquistada y que habrá tierra para todos los musulmanes". En estas luchas muere el almirante Alonso Jofre Tenorio, que fue decapitado. Castilla lanzó varias incursiones en la parte occidental del imperio, saqueando Salé en 1260 e intentando una invasión general en 1267, que fue repelida por los Benimerines.

Las luchas internas del reino no impidieron que el sultán Abu Saíd Uthmán II (1310–1331) construyera numerosos edificios en Fez, entre los cuales se encontraban las madrasas que sirvieron para el reclutamiento de funcionarios como parte de un plan para centralizar el reino y reducir la influencia de los morabitos.

Bajo Abu al-Hasan, apodado el sultán negro, los Benimerines intentaron otra vez unificar el Magreb. Así, en 1337 el imperio de los Ziyánidas en Argelia fue conquistado, seguido en 1347 por la derrota del Imperio háfsida de Ifriqiya. Sin embargo en 1340 los Benimerines sufrieron una aplastante derrota a manos de una coalición castellano-portuguesa en la batalla del Salado, y finalmente tuvieron que retirarse de Andalucía. El descalabro puso fin a las campañas de la dinastía en la península ibérica.[23]​ Posteriormente, tras varias revueltas en los territorios conquistados, Abu al-Hasan fue depuesto por su hijo Abu Inán Faris (1348–1358), quien trató de reconquistar Argelia y Túnez. A pesar de los éxitos militares temporales, la dinastía comenzó su declive después del asesinato de Abu Inán Faris, quien fue estrangulado por su propio visir en 1358.

Varias tribus árabes fuera del control del gobierno extendieron la anarquía por Marruecos, acelerando la decadencia del imperio. Los morabitos cesaron su apoyo al sultán y el imperio benimerín terminó fracturándose en varios reinos minúsculos y ciudades-estado.

Después de 1420, los sultanes benimerines quedaron bajo el control de los Wattasíes, que como visires ejercían el poder real en el imperio. Los sultanes benimerines, que a menudo eran niños, se sucedieron rápidamente, asegurando el poder del visir. Sin embargo los Wattasíes fueron incapaces de consolidar el imperio, de modo que en 1415 Portugal fue capaz de ocupar la ciudad de Ceuta, y para 1513 había ganado el control sobre todos los puertos importantes de la costa atlántica de Marruecos. Después de que el sultán Abd al-Haqq II (1421–1465) tratara en vano de acabar con el poder de los Wattásidas, estos derrocaron finalmente a la dinastía benimerín.




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