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Buenas villas



Buenas villas es la denominación que recibieron en el Reino de Navarra las villas que tenían asiento en las Cortes del Reino. Todas ellas, y algunas otras, aunque no tuvieron ese derecho, continúan disfrutando del título de villa.

Durante la Edad Media se denominaban villas las aldeas o comunidades campesinas cuyas casas se concentraban en un espacio con unos límites conocidos; habitualmente eran de titularidad señorial.[1]​ De hecho se denominaban villanos, particularmente en el siglo XIII, a los campesinos que dependían con su casa y los campos que labraban, del rey, un noble, o un establecimiento eclesiástico;[2]​ llamados también pecheros, por el impuesto que debían pagar a su señor.

La primera mención documentada de las buenas villas navarras se encuentra en la convocatoria de la Reina Blanca, el 27 de agosto de 1274, a los ricoshombres, caballeros y hombres de la buenas villas. La reunión, precedente de lo que serían las Cortes de Navarra, tenía como objeto resolver la situación producida por la menoría de edad de su hija Juana, a quien correspondía reinar en Navarraa la muerte de su padre el rey Enrique. En esa reunión, con acuerdo de todos los asistentes, se nombró un gobernador del Reino, que juró la obervancia de los fueros; asístieron a ese sesión representantes de Pamplona, Estella, Olite, Sangüesa, Puente la Reina, Losarcos, Viana, Laguardía, Roncesvalles,[a]San Juan Pie de Puerto y Tudela; a ellos se refiere también este documento como «buenos hombres de las villas»[3]

En realidad la muerte del rey recrudeció la crisis que atravesaba el reino de Navarra, puesto de manifiesto en las Juntas de Infanzones de Obanos, y que también daría lugar dio a la asociación de las buenas villas en una hermandad que, renovada sucesivamente, se combinó con las asambleas de ricoshombres, caballeros e infanzones que desempeñaron importante papel en las crisis dinásticas del periodo 1274-1328, y fue agrupando a otros centros francos como San Vicente, Villafranca, Monreal, Lumbier, Larrasoaña, Villava, Aguilar, Bernedo, Torralba, Espronceda, Lanz, al tiempo que orillaba a las villas pecheras realengo que habían intentado sumarse a las juntas políticas. Todas ellas más Tudela formaron el brazo de las universidades de las Cortes de Navarra.[4]

Tras el juramento como Rey de Felipe III, de Evreux, el 5 de marzo de 1329, los monarcas navarros encauzaron las juntas y reuniones que venían celebrándose entre ricoshombres, infanzones y representantes de las busnas villas, a través de la Cort general, articuladas en los Tres Estados la nobleza o brazo militar, el estado eclesiástico o de los prelados; y las universidades o buenas villas. En este último estado contaban representación las villas que disponían de franquicia: a ellas acudían los procuradores de la buenas villas: el burgo de San Cernin, la población de San Nicolás y la Navarrería, Estella, Tudela, Sangüesa, Olite, Puente la Reina, Los Arcos, Viana, Laguardia, San Vicente de la Sonsierra, San Juan de Pie de Puerto, Burguete, Monreal, Lumbier, Larrasoaña, Villava y, ocasionalmente, Aguilar, Bernedo, Torralba, Espronceda y Lanz.[4]

En la segunda mitad del siglo XIV, determinados documentos fiscales aplican la denominación de buenas villas a poblaciones que no tenían tal condición jurídica ni consta que fueran llamadas a las Cortes (Echarri-Aranaz, Huarte-Araquil, Lesaca, Lacunza, Vera, Maya, Azuelo, Zúñiga, Cabredo, Desojo, Labraza y Genevilla)[4]

En 1423, Carlos III concedió la categoría de buena villa a dos núcleos de señorío realengo: Tafalla y Artajona. Tanto Juan II como el príncipe Carlos de Viana otorgaron durante la guerra civil (1451-1464) a diferentes poblaciones el rango de buena villa con objeto de premiar fidelidades o atraer adhesiones. Así ocurrió con Torralba (1456), Huarte Araquil (1461) y Mendigorría (1463).[4]​ Pero durante esta guerra civil, en 1461 y 1463, Enrique IV de Castilla conquistó la Sonsierra de Navarra y Los Arcos; de este modo la Sonsierra de Navarra, y con ella las buenas villas de Bernedo, Laguardia y San Vicente de la Sonsierra, fueron perdidas definitivamente por Navarra, y en consecuencia esas villas dejaron de ser llamadas a Cortes. Lo mismo sucedió con Los Arcos,[5]​ hasta su reintegración al Reino de Navarra en 1753.

Concluida la guerra civil, Juan II otorgó la condición de buena villa a Cáseda (1468), Corella (1471) y Aoiz (1479); y los reyes Catalina y Juan III le concedieron ese mismo título a a algunas villas confiscadas al conde de Lerín: Lerín y Larraga (1507) y Miranda de Arga (1512).[4]

Tras la conquista de Navarra por las tropas de duque de Alba, se celebró una reunión de los tres brazos de las Cortes, el 23 de marzo de 1513, en los que se juró como rey de Navarra a Fernando el Católico. En los Anales del Reino[6]​ se transcribe el acta de este juramento; en ella, se relacionan los procuradores presentes y entre ellos los que juran por el brazo de las universidades, con los nombres de los que representan a las ciudades de Pamplona, Estella y Tudela, y de las villas de Sangüesa, Puente la Reina, Viana, Monreal, Tafalla, Villafranca, Corella, Mendigorría, Caseda, Urroz, Aoiz, Miranda, San Juan de Pie del Puerto, que está sentado en el brazo eclesiástico, y Lumbier, sentado en el brazo militar.

Muestra esta relación una de las constantes de las convocatorias a Cortes que fueron las disputas sobre las precedencias, que en este caso se pone de manifiesto en que los representantes de San Juan de Pie de Puerto y los de Lumbier, antes de aceptar el puesto que se le quiere asignar, prefieren sentarse junto a uno de los otros brazos, en los que por su carácter personal podían ser aceptados. Por otra parte la nómina de las villas llamadas a Cortes no se mantuvo constante a lo largo de la historia del Reino de Navarra, menos aún en los siglos que siguieron a la incorporación del reino a la Corona de Castilla. Así, entre 1513 y 1572, se incluyeron en el llamamiento a Cortes a algunas villas que alegaban haber tenido asiento en la Edad Media;[b]​ de este modo comenzaron a ser llamadas a Cortes Urroz, Santesteban, Echarri Aranaz, Lesaca, Zúñiga, Valtierra, Espronceda, Villava, Lacunza, Aibar y Cascante. Posteriormente, obtuvieron este privilegio Cintruénigo en 1572, Arguedas en 1608, Echalar en 1630 y Milagro en 1687. Tras su reintegración en Navarra en 1753 Los Arcos quedó de nuevo incorporada a las Cortes navarras.

Considerando estos cambios resuilta de interés la información que recoge Yanguas y Miranda en el Diccionario de Antigüedades del Reino de Navarra recoge, con referencia a documentos que se conservan en el Archivo General de Reino de Navarra. En concreto en este texto se puede consultar la relación de las personas y comunidaes que fueron llamados a Cortes en 1525[7]​ y en la últimas Cortes de Navarra, celebradas en 1829.[8]​ A continuación se transcriben las poblaciones que eran llamadas esos años en representación de las Universidades; como consta en la relación de 1525, algunas de esas poblaciones en esa fecha tenían el título de ciudad; Pamplona, siempre lo tuvo; Estella y Tudela lo habían adquirido ya para esa fecha.

En total 28 poblaciones tuvieron asientos en Cortes en esa llamada, algunas menos que en la últimas Cortes celebradas en Navarra (1828-29), en la que tomaron asiento representantes de diez poblaciones más, en total 38.

Desde el inicio de las Cortes de Navarra, varias de las buenas villas obtuvieron el título de ciudad. Sancho VI el Sabio había concedido ese título a la Navarrería en 1187. Concesión que se aplicó a Pamplona tras el Privilegio de la Unión concedido por Carlos III el Noble en 1423 a los tres burgos que la formaban: la Navarrería, el burgo de San Cernin, y la Población de San Nicolás. Tudela también había conseguido ese título en 1390 de Carlos III. Estella, de hecho o de derecho, gozaba del título hacia 1472-1484. Olite, Corella y Viana compraron ese título al rey Felipe IV en 1630; y años después, del mismo modo, lo adquirió Cascante (1633) y Tafalla (1636); finalmente Sangüesa lo recibió en 1665.[12]

Aunque el llamamiento a cortes de las buenas villas está relacionado con el hecho de ser sus vecinos hombres libres, no pecheros, no todas las poblaciones que tenían esta condición fueron llamadas a Cortes, y en la mayoría de los casos tampoco lo intentaron. Una buena muestra de esta situación lo proporcionan las poblaciones de los valles pirenaicos que había conseguidos de los reyes la condición de hidalguía para todos sus vecinos (Baztán, Aézcoa, Salazar y Roncal). Tanto en el valle del Roncal como en el de Salazar todas las poblaciones gozaban del título de villa, lo que exige muestra que no todas las villas del Reino tuvieron la consideración de buena villa. Otro ejemplo de villas de esta situación son las cuatro poblaciones del partido de Los Arcos (El Busto, Torres del Río, Sansolv y Armañanzas, que junto con los Arcos se reincorporaron a Navarra en 1753, aunque solo esta última villa fue llamada a Cortes, recuperando el derecho que tuvo antes de su conquista por Castilla. Por distintos motivos a otras poblaciones se le concedió el título de villa, o lo utilizaron pacificamente, sin unirlo a su llamamiento a Cortes.

El censo de Floridablanca (1787), señala para cada población si tiene la condición de ciudad, villa o simplemente de lugar, que son las mayoría de los núcleos de población wue se censa, aunque los más reducidos son calificados como caserios o granjas.[13]



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