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Cesar Borja



¿Qué día cumple años Cesar Borja?

Cesar Borja cumple los años el 13 de septiembre.


¿Qué día nació Cesar Borja?

Cesar Borja nació el día 13 de septiembre de 1475.


¿Cuántos años tiene Cesar Borja?

La edad actual es 549 años. Cesar Borja cumplió 549 años el 13 de septiembre de este año.


¿De qué signo es Cesar Borja?

Cesar Borja es del signo de Virgo.


¿Dónde nació Cesar Borja?

Cesar Borja nació en Roma.


César Borgia (Roma, 13 de septiembre de 1475-Viana, 12 de marzo de 1507), de nombre original español César de Borja (italianizó su nombre a Cesare Borgia), fue un noble, político y condotiero italiano de origen valenciano, que sirvió como capitán general de los ejércitos papales entre 1497 y 1503, al servicio de su padre y sumo pontífice de la Iglesia católica Alejandro VI. Desde 1498 fue duque de Valentinois y desde 1501 también ostentó el título de duque de Romaña, tras haber conquistado los territorios de la Romaña, Urbino y Camerino. Este último título conllevaba además varias otras dignidades y dominios nobiliarios entre los cuales figuraban los títulos de príncipe de Andria y Venafro, duque de Urbino y Camerino, conde de Dyois y señor de Imola, Forlì, Sassoferrato, Fermo, Fano, Cesena, Pésaro, Rímini, Faenza, Montefiore, Sant'Arcangelo, Verucchio, Catezza, Savignano, Meldola, Porto Cesenatico, Tossignano, Salaruolo, Monte Battaglia, Forlimpopoli y Bertinoro.

Inicialmente destinado a una carrera clerical, César fue nombrado obispo de Pamplona con dieciséis años, arzobispo de Valencia con diecinueve años y cardenal solo un año después. Tras la muerte de su hermano mayor Juan Borgia en 1497, le sucedió como Capitán General de la Iglesia y pasó a reforzar la política militar y diplomática de su padre, orientada a la consolidación de la Casa Borgia como una de las más poderosas familias de los estados italianos.

Se suele afirmar que su carrera política y militar fue una de las que sirvieron de modelo a Nicolás Maquiavelo para su imagen del gobernante desarrollada en El Príncipe, obra en la que es referido y citado como ejemplo en varias ocasiones. Su marcada presencia en el texto de Maquiavelo, su carrera política y militar, su mecenazgo y su pertenencia a la polémica Casa Borgia, lo han convertido en una de las figuras más reconocidas de la Italia Renacentista. Su divisa —AUT CÆSAR AUT NIHIL («O César o nada»)— se hizo célebre.

Segundo hijo natural del cardenal, de origen valenciano, Rodrigo Borja —futuro Papa Alejandro VI— y de Vannozza Cattanei, una patricia romana, tuvo tres hermanos Juan, Jofré y Lucrecia. Por parte de su padre tuvo también otros medio hermanos, entre ellos Pedro Luis de Borja.

En 1486 fue destinado, junto con Lucrecia, bajo la tutela de Adriana de Milá, prima lejana de su padre. De ojos castaños y pelirrojo, César fue un niño agraciado, que se convertiría en un hombre alto, fuerte y con gran ambición, más que su padre. Fue un muchacho atlético durante su adolescencia, capaz de romper una lanza con sus manos, cabalgar hasta la extenuación de los caballos y alancear toros. Su padre lo destinó a la carrera eclesiástica, como era tradicional para el «segundón» de las familias nobles, en tanto que su hermano Juan, nombrado duque de Gandía, ocuparía el cargo de capitán general de los ejércitos pontificios. Cargo que César ansiaba para sí, por el poder y por la incompetencia de su hermano en el mismo. Estudió teología y leyes en la universidad de Perugia y en la Universidad de Pisa, a los diecisiete años, César Borgia es consagrado protonotario del papado y nombrado obispo de Pamplona (1491). Antes de cumplir los veinte años ya era arzobispo de Valencia y poco después cardenal.

En 1495 fue preso por el rey francés Carlos VIII tras la invasión de Nápoles por parte del francés. Consiguió huir poco después.

En 1497 su hermano Juan apareció asesinado a orillas del río Tíber en Roma. Se especuló con que César estuviera relacionado con esta muerte dado que eran conocidos sus celos y que frecuentemente peleaban al surgir el tema. Sin embargo en plenas investigaciones, el papa Alejandro decidió suspenderlas y sustituir a Juan por César en el cargo de Capitán General del Vaticano. En 1498 abandona la carrera eclesiástica, por la que no sentía el menor interés, siendo la primera persona de la historia en renunciar al cardenalato, y se dedica a su nuevo quehacer militar, que desde siempre le atrajo más. Cumplió así su deseo de ser un hombre de acción.

En el verano de 1497, César expone sus planes de renunciar a la dignidad eclesiástica y retornar al estado secular renunciando al cardenalato, lo que le permitiría intentar obtener un principado mediante el matrimonio con alguna noble, siendo en primera instancia la pretendida Carlota de Aragón, princesa de Tarento, hija primogénita del rey Federico I de Nápoles. No obstante, el monarca no estaba dispuesto a casar a su hija legítima con un Borgia como su hermano Alfonso había desposado a sus bastardos con Jofre y Lucrecia.

En todo caso, a pesar de las reticencias de su padre, el 17 de agosto de 1498 César renuncia al púrpura con el consentimiento del colegio cardenalicio.

El recién ascendido al trono Luis XII de Francia estaba interesado en una liga con el Papa, por lo que procedió a congraciarse con este otorgando a su hijo un título nobiliario: el 25 de septiembre de 1498, el embajador francés en Roma entrega las patentes reales a César nombrándole duque de Valentinois, siendo a partir de entonces conocido como duca Valentino.

César marcha a Francia por vía marítima desembarcando en Marsella el 19 de octubre. Se dirige a Chinon para encontrarse con el rey, pasando por Aviñón y Lyon. Recibido por Luis XII, el rey expone a César su deseo de hacerse con el ducado de Milán, para lo cual le es conveniente una coalición con los estados pontificios.

Para estrechar aún más el pacto con los Borgia, el rey promueve el matrimonio de César con una noble, Carlota de Albret, hermana de Juan III de Albret, rey de Navarra, con la que se desposa el 10 de mayo en Blois, enlace que cuenta con la presencia de los reyes y la celebración de un torneo donde César rompe cuatro lanzas.

Poco después es nombrado administrador de las posesiones de los Borgia.

Mientras tanto, Luis había acordado una alianza con la Señoría de Venecia, cosa que facilitaba sus propósitos de adueñarse del Milanesado. Igualmente, se acordaba entre la corona francesa y el papado un plan de cooperación militar, que implicaba que César dirigiría un contingente para apoyar al ejército de invasión francés, y una vez realizada la conquista, el rey aportaría tropas que secundarían la labor del ejército papal en la conquista de los estados de la Romaña, los cuales Alejandro VI albergaba la esperanza de unificar, legando a sus descendientes un principado en Italia.

Así pues, en el verano de 1499, César acompañó al ejército francés, encabezado por el rey en persona dispuesto para la toma de Milán, con un grupo de cien lanzas.

Tras ser tomado Milán, César puede partir con su ejército en noviembre de 1499, secundado por 300 lanzas y 4000 suizos del ejército francés a cargo de Yves II d'Alègre, iniciando su campaña contra Imola, que cae a primeros de diciembre. La ciudad de Forli se rinde, pero la condesa Catalina Sforza defiende la ciudadela virilmente al mando de 700 hombres. Sin embargo, acaba siendo tomada el 12 de enero. Apresada Catalina, fue recluida en el castillo Sant'Angelo en Roma, hasta su liberación en junio de 1501.

Cuando estaba preparándose para marchar contra Cesena y Pésaro, Ludovico el Moro irrumpe en el Milanesado desde Como con un ejército de mercenarios suizos. Reclamado urgentemente en Lombardía, Yves d'Alègre, acude con sus tropas para servir a Luis XII en su pugna por el ducado de Milán. Sin ese apoyo, César opta por regresar a Roma, donde realiza una entrada triunfal el 26 de febrero de 1500.

El 1 de octubre de 1500 parte nuevamente de Roma al frente de un ejército de diez mil hombres, con importantes aportaciones de nobles italianos. Los señores de Pésaro y Rímini abandonan sus estados al ejército invasor. El señor de Faenza, no obstante, ofrece resistencia asistido por la República de Florencia, teniendo que desistir César de tomarla ese invierno.

Renueva la campaña en primavera, asediando la ciudad a partir del 7 de marzo de 1501, rindiéndose el 25 de abril.

A partir de ese momento, añadirá el título de señor de Romaña al de duque de Valentinois.

Mientras mantenía el asedio contra Faenza, envía parte de su ejército al territorio de Florencia. La señoría se aviene a pagar un subsidio de 36.000 ducados durante tres años y dejar paso libre a las tropas de ese cuerpo, que toman el principado de Piombino en agosto.

El 25 de junio de 1501, Alejandro VI emite una bula que autoriza a los soberanos de Francia y España a repartirse el reino de Nápoles, desposeyendo oficialmente a su señor, Federico I de Nápoles. César se une al ejército francés que acampado cerca de Roma inicia su marcha al sur el 27. En una breve campaña de la más prolongada guerra por el reino de Nápoles los franceses ocupan la parte que les corresponde según el tratado firmado.

El 17 de febrero de 1502, ya con el título de duque de Romaña, acude junto a su padre a visitar Piombino tomada unos meses antes. La ciudad se consideraba la puerta de la Toscana, ideal para partir a tomar la República de Pisa, la Señoría de Florencia o la República de Siena y unificar la Italia central en manos de la familia Borgia.

El 13 de junio de 1502 sale César de Roma a la cabeza de un nuevo ejército a proseguir con la toma de estados italianos. Une a sus títulos el de duque de Urbino y pronto ocupa el ducado de Camerino. Preparándose para tomar Bolonia, Luis XII de Francia advierte a Alejandro VI que no prosiga con la expansión territorial. De inmediato, César acude de incógnito a Milán para reunirse con el rey, con la promesa de ayudarle en Nápoles si daba su beneplácito a la empresa de Bolonia.

Viendo algunos de los condotieros que tenía a sueldo que el rey francés frenaba las aspiraciones de su señor, e interpretando que había perdido el favor de Luis XII, aprovecharon para repartirse entre ellos las recientes conquistas realizadas. El 9, los conjurados reunidos en Magione estipulan solemnemente las condiciones de su acuerdo. El 15 de octubre ocupan el ducado de Urbino.

El valenciano Micheletto, con las tropas que se mantenían fieles al duque, se dirigen a Fossombrone donde chocan contra los traidores. La derrota de los leales fue clara. El también valenciano Hugo de Moncada cae preso, mientras que don Michele consigue escapar, refugiándose en Pésaro al tiempo que César está en Imola.

Demandando socorro a los franceses, estos les envían un socorro a cargo de Charles d'Amboise. Demandando socorro también a la señoría de Florencia, les envían a Maquiavelo como emisario.[3]

Paolo Orsini, Vitellozzo Vitelli y otros de los principales líderes rebeldes, intentaron alcanzar un acuerdo con César, que se avino, al menos sobre el papel, a respetar el statu quo alcanzado. No obstante, el 29 de diciembre, César marcha de Pésaro a Senigallia donde llega el 31, y allí encuentra a Orsini, Vittelli, Oliverotto da Fermo y el duque de Gravina.

Allí fueron Vitellozzo Vitelli y Oliverotto da Fermo estrangulados ese mismo día en represalia por la conjura. Paolo Orsini y el Duque de Gravina fueron posteriormente estrangulados, el 18 de enero, en Castel de la Pieve, una vez que César Borgia tuvo certeza que por su parte, Alejandro VI había iniciado una acción punitiva contra los miembros de la familia Orsini en Roma, con encarcelamientos y expropiación de bienes.[4]

En Roma, el intento de Jofré Borgia de ocupar varias fortalezas de la familia Orsini se saldaba con una respuesta armada de estos, teniendo las tropas pontificias que rechazar un ataque de la ciudad en el Ponte Nomentano. Mientras tanto, César avanzaba contra plazas de la familia rival desde Umbría.

A primeros de abril de 1503, tras un bombardeo en el que seis mil balas de cañón cayeron sobre su fortaleza, caerá Cerveteri; y, poco después los Orsini piden un armisticio.

En agosto César ocupa Perugia.

El duque Valentino contó con el servicio de muchos soldados de fortuna españoles[5]​ entre otros:

El 5 o 6 de agosto de 1503, César y su padre, Alejandro VI, acuden a un convite del cardenal Adriano da Corneto. La mañana del sábado 12 de agosto, el Papa se siente indispuesto, y al tiempo César, que se hallaba a punto de partir a Perugia con su ejército, enfermó. En ese momento se habían producido muchas muertes por malaria en Roma —entre ellos su pariente, el cardenal Juan Borja que murió el día 1— y el mismo cardenal Adriano padeció dos episodios de severas fiebres.[6]

Tras varios días de tratamientos de sangrías, leves intervalos de mejoría alternados con fuertes episodios de fiebre, el sumo pontífice muere el 18 de agosto.

Con un ejército de doce mil hombres, César disponía de la capacidad de influir en una convulsa Roma para que del cónclave del colegio cardenalicio surgiera el candidato deseado, pero su papel no era decisivo. El 22 de agosto el colegio permitió a César retener el cargo de Capitán General del Vaticano hasta que el nuevo Papa fuera elegido, pero acto seguido iniciaron una serie de maniobras para presionar a que abandonara la ciudad durante la elección del nuevo sumo pontífice.

El día 1 de septiembre el ejército al mando del duque de Valentinois comienza su retirada de Roma. Ese mismo día, Borgia había llegado a un acuerdo con el rey de Francia: el duque aportaría sus tropas al rey y presionaría para que resultara elegido el candidato francés, el cardenal Georges d'Amboise y el monarca a cambio garantizaría las adquisiciones territoriales realizadas en años anteriores.

Finalmente, es elegido Pío III el 21 de septiembre.

Cuando César regresa a Roma el 3 de octubre lo hace acompañado tan solo de 650 hombres. El 15 de octubre, cuando los Orsini demandan al Papa que sea detenido solo le quedan 70 leales, pero envía a sus capitanes a realizar nuevas levas. No obstante el Papa estaba enfermo desde el 13 y nada ordenó a este respecto.

Tras la celebración del cónclave de octubre de 1503, es elegido Papa el cardenal Giuliano della Rovere que toma el nombre de Julio II.

Aprovechando la debilidad del duque, los venecianos se hicieron con varias plazas en la Romaña, como Rímini o Faenza. César retenía a finales de noviembre Cesena, Forli, Forlimpopolo y Bertinoro. El Papa anuncia su intención de que ninguna de las plazas conquistadas en las campañas de los Borgia queden en manos ni de venecianos, ni de César, sino que han de permanecer bajo la jurisdicción de Roma, conminando al duque para que le entregara esas ciudades en nombre de la Iglesia antes de que fueran ocupadas por la Señoría de Venecia y la Romaña acabara siendo una provincia más de la Terra Ferma.

El 24 de noviembre, Julio II ordena la detención de César. El duque es tratado cortésmente, siendo retenido en el palacio del Vaticano y no en las mazmorras de Sant'Angelo. Borgia envía a sus castellanos en la Romaña instrucciones públicas para que entreguen las plazas a Julio II, pero les transmite instrucciones privadas para que las mantengan en su nombre.

Enviado un nuncio a Cesena para la entrega formal de la plaza, es rechazado y su criado, asesinado. El suceso conmocionó a Julio II, que no esperaba tal maniobra. Se realizaron preparativos militares para asediar la plaza, pero el castellano, Diego de Quiñones, la defendió, vinculando la entrega de la misma a la liberación de César.

Finalmente, el duque alcanzó un acuerdo, y entregó Forlì, Cesena y Bertinoro a cambio de su liberación el 19 de abril de 1504. Forlimpopolo había sido tomada por los venecianos en enero, y por lo tanto, no pudo ser una baza en las negociaciones.

En septiembre de 1503, escribían los Reyes Católicos a su embajador en Roma, Francisco de Rojas, que tenían a bien recibir al duque a su servicio. Pero estando acampados cerca de Roma los ejércitos español y francés, César abandonó Roma y marchó a unirse a los franceses a cargo del marqués de Mantua Francisco II Gonzaga, cuando se esperaba que se uniera a las españolas a cargo de Próspero Colonna, aunque el cardenal Carvajal, líder de los cardenales españoles, ya había previsto una maniobra así.

Con la llegada al poder de Julio II y el conflicto por los estados de la Romaña, los Reyes Católicos le llegan a ofrecer tropas del reino de Nápoles para recobrar para la Iglesia, Imola, Forlì y Cesena que el Duque de Valentines tiene usurpado.

Cuando César es liberado de su prisión en Roma, acude a Nápoles con salvoconducto de Gonzalo Fernández de Córdoba, virrey de Nápoles, por lo que el Papa protesta ante Isabel y Fernando, entendiendo que se da apoyo a su rival, o que César ha de ponerse al servicio de los reyes de España.

No obstante, y sin conocimiento de sus soberanos, el Gran Capitán había procedido a su detención, encerrándolo en Castilnovo, ante lo cual, los monarcas aplaudieron la decisión y le ofrecieron a su lugarteniente en Italia varias opciones respecto a que hacer con tan incómodo prisionero, que implicaban en todo caso la expulsión del duque de Italia: a Francia, a Alemania o a España, siendo las instrucciones relativas a su traslado a sus reinos las más detalladas. El virrey optó por esta última y lo envió con galeras desembarcando en Cartagena en agosto a cargo de Antonio de Cardona.

Se le encarcela en Chinchilla siendo meses después trasladado al Castillo de La Mota en Medina del Campo.

Una noche de octubre de 1506 se descuelga de la torre con la ayuda de un criado, pero es descubierto y la soga cortada. El destino quiere que un magullado César consiga escapar a lomos de un caballo. La reina Juana I ordena prenderle y pone precio a su cabeza.

Con intención de embarcar para llegar a Navarra, César sale de Medina del Campo fingiendo ser un mercader de grano y de allí va a Santander, donde se disfraza y acompañado de unos comerciantes vascos embarca en un navío, pero el estado de la mar le impide continuar más allá de Castro Urdiales. En esta localidad alquila tres mulas al convento de Santa Clara y pasa por Bermeo, Vergara, Atallo y el puerto de Azpíroz, hasta llegar el 3 de diciembre a Pamplona, su antigua sede episcopal, donde es acogido por su cuñado el rey de Navarra, Juan de Albret.

Desde 1452, Navarra estaba en guerra civil entre dos facciones opuestas, los agramonteses, partidarios de los reyes Juan y Catalina, y los beaumonteses, partidarios del condestable del reino, Luis de Beaumont, II conde de Lerín. César se pone al servicio de su cuñado el rey Juan de Albret, quien lo nombra condestable y generalísimo o capitán de los ejércitos de Navarra.

Su primer objetivo militar es la conquista de la plaza beaumontesa de Larraga y, ante un fracasado intento, pasa a la villa de Viana en posesión del conde de Lerín. En marzo decide conquistar la villa y lo consigue, aunque no el castillo. En la noche del 11 de marzo de 1507, se desata una gran tormenta y César ordena retirar la vigilancia de la villa, lo que es aprovechado por sesenta jinetes del conde de Lerín, posiblemente con la colaboración de algunos vecinos, para evadir el cerco, entrar en la fortaleza a través de una poterna o pasadizo de las murallas, llamada tradicionalmente «Puerta del Socorro», y abastecer a sus defensores con víveres para un mes más.

Al amanecer, la guardia ve cómo los jinetes abandonan el castillo en dirección a Mendavia y dan cuenta a César Borgia. Este, encolerizado al sentirse burlado y humillado se pertrecha, toma las armas y un caballo y se lanza en su persecución por el Portal de la Solana. César no se percata que ha dejado atrás a su guardia y a sus soldados hasta que llega al término conocido como «La Barranca Salada».

César murió durante una emboscada a traición, en Viana, el 12 de marzo de 1507. Allí tres hombres del conde de Lerín le preparan una emboscada, Garcés de Ágreda, Pedro de Allo y un tercer hombre desconocido. Luego se apoderaron de sus ropas y bienes; dejando en el lugar su cadáver, completamente desnudo. Su cadáver fue encontrado al pie de La Barranca Salada, sin que se supiera exactamente quién era, hasta la llegada de Juanicot, paje de César, que se echó a llorar como un niño, abrazado a los despojos de su señor. El conde de Lerín, como buen caballero, hace duelo y permite a Juanicot trasladar el cadáver a Viana donde fue enterrado en la Iglesia de Santa María. Su epitafio rezaba:

Este sepulcro permaneció poco tiempo en la iglesia de Santa María, ya que a mediados del siglo XVI, un obispo de Calahorra, a cuya diócesis pertenecía la parroquia de Viana, consideró un sacrilegio la permanencia de los restos de este personaje en lugar sagrado. Mandó sacarlos y enterrarlos frente a la iglesia en plena Rúa Mayor, «para que en pago de sus culpas le pisotearan los hombres y las bestias». El resultado final fue la destrucción del mausoleo. En 1884 se localizaron lo que se suponen sus restos en la Rúa de Santa María o Calle Mayor, a los pies de la escalinata frente a la entrada principal de la iglesia, y se dejaron en el mismo lugar.

En 1945 se vuelven a exhumar los restos, se analizan y después se depositan en 1953 a los pies de la portada de la iglesia, en el exterior pero dentro del recinto de ésta, bajo una lápida de mármol blanco que reza así: «César Borgia generalísimo de los ejércitos de Navarra y pontificios muerto en campos de Viana el XI de marzo de MDVII».

Con motivo del 500º aniversario de su muerte, se solicitó al arzobispo de Pamplona el traslado de sus restos al interior de la iglesia, pero fue denegado alegando que actualmente no se entierran personas en el interior de las iglesias.[7]​ Si que se instaló una cruz de campo en la Barranca Salada para recordar el lugar donde se supone cayó muerto.

El 10 de mayo de 1499 César Borgia se casó con Carlota de Albret, hermana del rey consorte de Navarra, Juan III de Albret. De este matrimonio nació una niña a la que César nunca conocería:

César fue también padre de al menos tres hijos ilegítimos:

Personaje controvertido, gran estadista y militar.

Defensor, junto a su padre Alejandro VI y sus hermanos Juan y Lucrecia, del poder supremo de la Iglesia, así como de la independencia política y territorial del Vaticano, además de un hábil negociador en cuestiones políticas y militares.

Se ha especulado[cita requerida] que algunos retratos de Jesucristo pintados en épocas cercanas a los Borgia, estaban basados en César Borgia, lo que ha influido en las imágenes de Jesús creadas hasta el día de hoy. Alejandro Dumas (padre) apoyó esta teoría y, además, en El conde de Montecristo hizo muchas menciones de conspiraciones basadas en los Borgia.

Su actividad de mecenazgo, en unión de sus familiares, fue muy importante y alcanzó a artistas tan famosos como Miguel Ángel, Pinturicchio, Bartolommeo Veneto, Tiziano o el Bosco, que fueron protegidos en algún momento de su vida artística por los Borgia. A esta protección debemos algunas de sus obras más conocidas. Si bien esas obras fueron más bien comisionadas por otros miembros de su familia, César personalmente llamó a Leonardo da Vinci, nombrándolo «capitán e ingeniero general», y este diseñó numerosas máquinas de guerra para el ejército papal.[9]

César Borgia se ha inmortalizado como el prototipo del individuo cruel y ambicioso que no abrigó ningún sentimiento generoso y para satisfacer sus odios cometió innumerables asesinatos. En realidad no fue una excepción, pues semejante conducta siguieron la mayoría de los príncipes italianos del siglo XV.

En su novela Los Borgia, Mario Puzo presenta hipótesis diferentes respecto de su vida, aunque al ser una novela, se deberían tomar con cautela:

La visión que Puzo nos da del conjunto de la familia Borgia es un poco más humana de la que se expone normalmente, puesto que los trata desde un punto de vista más humano y lógico, fuera de los mitos comunes o justificándolos, en algunos casos. Sin embargo, el libro se inserta dentro de la sistemática de las obras de Puzo, que presentan un personaje virtuoso, hábil, en torno a cuya evolución se desarrolla la historia (César); a un sabio, calculador y apegado a la familia (Alejandro) y a un némesis del protagonista, generalmente de actitudes viles y características psicopáticas (Juan); por lo que podría, también, cuestionarse el valor histórico.

Recientemente, el libro de Geneviève Chastenet Lucrecia Borgia: ángel o demonio, una biografía documentada, demuestra la falsedad de las infamias (de crímenes e incesto) que contra ella tejieron los enemigos de los Borgia. Muestra a Lucrecia como una mujer culta, amante de las artes y las letras, de alta espiritualidad y, en cierto modo, víctima de las intrigas políticas de su padre y de su hermano César Borgia.

Para los artistas de finales del siglo XIX el nombre de César Borgia significó el mito del mecenas y hombre de la mayor nobleza de espíritu. Efrén Rebolledo le dedica unos versos elogiosos en su poema "Panoplia":






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