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Colonia (Chile)



El Chile colonial es el nombre dado al período de la historia de Chile comprendido entre 1598 y 1810. El período abarca el desarrollo de la Capitanía General de Chile, territorio bajo soberanía del Imperio español, después de la batalla de Curalaba, que marcó el fin del período de la Conquista de Chile, hasta 1810, con la instalación de la Primera Junta de Gobierno de Chile, presidida por Mateo de Toro y Zambrano, dando paso al proceso de independencia de Chile.

En este periodo se formó un gran sincretismo racial y cultural que se originó en la convivencia de españoles e indígenas, dando origen a la sociedad chilena como tal, y se caracterizó por la creación de una organización institucional compleja.

Desde España el máximo soberano de las provincias y Reinos en América era el Monarca Rey, la cabeza de una monarquía absoluta, bajo su mando había dos formas administrativas: el Consejo de Indias y la Casa de Contratación. El Consejo de Indias era un organismo ubicado en Sevilla, creado en 1524. Su función era asesorar al rey en el nombramiento de funcionarios destinados a América y en la creación de leyes; vigilar la aplicación del derecho a patronato (derechos de la Iglesia Católica para el nombramiento de autoridades eclesiásticas, definir lugares para construir templos, monasterios, etc. y realizar juicios de residencia (evaluación al terminar su mandato). La Casa de Contratación fue creada el año 1503 en Sevilla. Se encargaba de supervisar el monopolio comercial que España tenía sobre Chile y sus otras provincias imperiales de Ultramar, además de vigilar la llegada de colonos a América.

En América el máximo representante del rey era el virrey, quien tenía atribuciones judiciales y administrativas. Bajo su mandato, en su caso, estaban los gobernadores y capitanes generales. La Capitanía General de Chile estaba dirigida por el Gobernador Real de Chile gobernador y capitán general, quien se mantuvo durante gran parte del periodo bajo súper vigilancia del virrey del Perú, tenía funciones gubernativas, militares y económicas. Su deber era velar por la seguridad del territorio y ejercer el vice patronado (ejercía el Real Patronato Indiano real patronato en situaciones más cotidianas).

También se encargaba de presidir la Real Audiencia, máximo tribunal de justicia en territorio chileno, integrado por cuatro jueces u oidores, que actuaba como órgano asesor del gobernador, y que asimismo ejerció su cargo en caso de vacancia. Además, por la división del territorio en provincias, había un número plural de corregidores, que tenían similares atribuciones que el gobernador pero en un territorio más reducido, actuando como teniente de gobernador y capitán a guerra. Y por último estaba el cabildo, organismo que representaba y defendía los intereses de los vecinos

En el siglo XVIII España cambió de casa dinástica, siendo los Habsburgos reinantes, reemplazados por los Borbones. Ellos hicieron muchos cambios para intentar mejorar el sistema colonial, basados en el despotismo ilustrado, los cuales se pueden clasificar en:

En el siglo XVIII Chile tuvo importantes gobernadores, muchos de los cuales llegaron a ser virreyes de Perú. Por ejemplo, el irlandés Ambrosio O'Higgins. Padre de Bernardo O'Higgins Riquelme,Libertador de Chile y considerado "Padre de la Patria".


En la cúspide de la pirámide social estaban los españoles, grupo minoritario de la sociedad colonial, pero dominante en la aristocracia. Ellos ocupaban importantes cargos públicos y militares.

En segundo lugar estaban los criollos quienes eran los descendientes en estado puro o casi puro (y generalmente legítimos) de los españoles. Gran parte de ellos pertenecía a la aristocracia. Estos eran los dueños de las tierras y dominaban la mayoría de las actividades productivas. Algunos integrantes de este grupo tenían un fuerte poder socioeconómico, pero no político, lograban ocupar cargos públicos, pero de mediana o poca importancia.

Al terminar el período de la Colonia, la mayor parte de este grupo era de origen septentrional (castellano y vasco mayoritariamente). Debajo de esta aristocracia (de origen español septentrional) se encontraba una incipiente "clase media-alta" y media de origen español meridional (andaluz y extremeño mayoritariamente).

En tercer lugar tenemos a los mestizos quienes eran el grueso de la población colonial. Estos eran los nacidos de relaciones español-indígena o criollo-indígena, aunque al avanzar el período colonial, y con la extinción de los indígenas en las áreas bajo dominio español, sigue su curso el proceso de mestizaje, esta vez entre blancos y mestizos (aumentando así el porcentaje de sangre española en la población que habitaba estas áreas).

Los mestizos trabajaban en diversas labores, como artesanos, militares de bajo rango, pequeños comerciantes, etc., aunque principalmente en la agricultura (como mano de obra, a través del "inquilinaje", institución que a su vez reemplazó a las "encomiendas" debido a la extinción de los indios en las áreas bajo dominio español). Por la inexistencia de una legislación que los protegiera, a pesar de ser libres, eran fuertemente discriminados, por lo que no participaban en actividades políticas ni administrativas.

En cuarto lugar en la pirámide social estaban los indígenas, mal denominados como "indios" (y también llamados "naturales"), eran considerados menores de edad, por lo que existía una legislación que, a diferencia del grupo anterior, los protegía. Pero a pesar de eso no fueron muy respetados ni tuvieron derecho a participación política. Al llegar el siglo XVIII se produjo su extinción en las áreas bajo dominio español.

Por último, en la base de la pirámide social y en quinto lugar se encontraban los esclavos negros los cuales tenían una presencia muy reducida en número. Ellos se encargaban de los trabajos domésticos

El matrimonio en Chile durante esta época era restrictivo socialmente a personas de una misma casta colonial, donde el matrimonio interracial era mal visto en las clases sociales más altas, siendo finalmente prohibido en 1776, con la Pragmática Sanción dictada ese año por Carlos III de España. Asimismo, el matrimonio católico era el único que tenía validez legal, al no existir el matrimonio civil durante todo este periodo. También en esta época comenzó la diferenciación entre hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, siendo estos últimos considerados como «ilegítimos» o «naturales».

En los inicios de la colonia, en el siglo XVI la economía se basaba en la encomienda. Este sistema consistía en que a un encomendero se le asignaban un grupo de indígenas que trabajaban para él y defendían el territorio de la Corona. A cambio, el encomendero les daba protección, evangelización, vestuario y alimento. Por la progresiva disminución de indígenas este sistema ya no era sustentable, por lo que la Hacienda, en el siglo XVIII, se transforma en la base de la economía rural.

Estos grandes terrenos, en que se realizaban actividades agropecuarias, tenían talleres para la fabricación de los elementos que necesitaban, por lo que la hacienda era capaz de autoabastecerse. El hacendado, generalmente criollo, estaba a cargo de su hacienda. Él se encargaba de contratar inquilinos y peones como mano de obra. Los primeros trabajaban en faenas productivas y protegían los límites del territorio, a cambio, recibían una tierra para vivir, cultivar y criar ganado. Los segundos, solían vagabundear por los campos, buscando trabajo en las haciendas durante los tiempos de pasto.

En el siglo XVI el mercantilismo, sistema económico optado por la Corona, fomentó la minería, específicamente, la obtención de metales, para poder enriquecer a la Metrópolis. Se encontraron numerosos lavaderos de oro para fabricar monedas, vajillas, joyas, cañones, campanas y utensilios domésticos. Además de oro, se explotaban minerales de plata, cobre y plomo y en la agricultura se inició la sembrada de trigo y cebada.

Durante la colonia, la educación fue una tarea encabezada prioritariamente por congregaciones religiosas y, en menor medida, por los cabildos. En ellos se enseñó a leer y a escribir, más algunos rudimentos de aritmética y catecismo. Pero la real educación era más enfocada a las áreas aristocráticas del país como lo eran los españoles e hijos o descendientes de españoles en Chile, aunque existen registros de escuelas hechas para formar mano de obra, y a las mujeres enseñar prácticas de costuras, todas estas dirigidas por órdenes religiosas como los jesuitas y dominicos entre otros.

Los sacerdotes eran las personas más cultas de la época; por eso, la enseñanza tuvo una sólida base religiosa. Ellos impartían la educación, destinada a los niños de las familias adineradas. También en este periodo las órdenes de los mercedarios y franciscanos formaron escuelas en Concepción, Osorno, La Imperial y Valdivia.

casi todas de las grandes ciudades llegaban a tener colegios que impartían la educación secundaria con el auspicio eclesiástico, estos ingresos provenían de donaciones, su objetivo era formar gente letrada en el área sacerdotal (seminarios). Para la corona, toda comuna debía sostener una o más escuelas primarias, pero las rentas municipales resultaban por lo común escasas, y en las postrimerías del régimen colonial el número de escuelas públicas normalmente era nulo.

En Chile los ingresos para una educación de calidad no existían. Los criollos recibían instrucción primaria en conventos o escuelas mantenidas por el clero secular o por patrones privados. Obviamente solo para las necesidades del momento, España poco desarrollo mantuvo en su propia región, por ende la preocupación de la colonias sobre la educación no existió; más que nada la educación se limitaba a formar a dominicos como jesuitas entre otros, para el desarrollo de la fe.

Cada orden religiosa mantuvo estudios para la formación de los sacerdotes. La corona exigió que en todo pueblo indígena se mantuviera una escuela para enseñar el castellano. Debido a la necesidad de convertir a los indígenas a la fe católica, se abrió en Penco un curso de lengua araucana, pero no duró por la escasez de alumnos. También se mandó a hacer una escuela donde los mapuches aprendiesen castellano, el Colegio de Naturales de Chillán (1697). Pero no siempre se cumplió esta medida. En los pueblos más alejados solo los jefes o “principales” entendían el castellano y sabían leer y escribir. Los niños indígenas eran reunidos en los atrios y patios de las iglesias, monasterios principalmente para la instrucción religiosa, formaban centenares de alumnos y la principal enseñanza se enfocaba en que aprendieran a leer y escribir.

Al comienzo de la colonia la formación de escuelas a indígenas superó a la de criollos o de aristócratas ya que era la manera más fácil de formar mano de obra semi especializada y enfocada al trabajo. También las escuelas fueron enfocadas a las futuras madres de familia. En estas instituciones probablemente no se les enseñase a leer y escribir, sino más bien se enfocaban a la vida cristiana y las artes domésticas, catecismo, costura y bordado. Las niñas permanecían en estas escuelas desde los cinco o seis años hasta la pubertad, normalmente esas niñas que entraban en la pubertad se las casaba con los pupilos de los misioneros, con ello según se creía, la cristianización de la sociedad indígena sería más fácil. Este hecho produjo un incremento de población mestiza rechazada tanto del lado español como indígena, gran parte de estos niños creció sin educación y se transformó en la lacra de la sociedad (vagos, prostitutas, criminales), con ello la formación de escuelas dedicadas a la salvación de estas personas incrementó en Chile.

En las colonias americanas la necesidad de los aristócratas por una educación a su nivel para sus hijos, obligó a la corona a producir las dos primeras universidades mayores de América, ambas “reales” y “pontificias”, fueron las de México y Perú creadas por decretos imperiales en 1551. Además evitaba el peligroso viaje de los hijos aristócratas a España para obtener educación. Así los mayores centros de educación que fueron formados por jesuitas “gozaron de la facultad de conferir el grado de Doctor en teología, que daba en la previsión de cargos eclesiásticos” (Campos Harriet, p 44).

Los Jesuitas fundaron un internado para jóvenes aristócratas: el Convictorio de San Francisco Javier. Allí hizo sus primeros estudios Alonso de Ovalle y también el abate don Juan Ignacio Molina. Tras la expulsión de esa orden religiosa del país, en 1767, el internado, mantenido por el Estado, se transformó en el Convictorio Carolino. Hay constancia de que en el siglo XVII funcionaron en Chile tres centros de enseñanza superior con categoría de universidades pontificias, que tenían un carácter eminentemente eclesiástico: el Colegio Máximo San Miguel de los jesuitas y la Universidad de Santo Tomás de Aquino de los dominicos, ambas en Santiago; mientras que en Concepción funcionó durante 43 años la Universidad Pencopolitana dirigida por los jesuitas. Ofrecían grados de filosofía y teología como preparación para el sacerdocio.

En 1738 se obtuvo la autorización de Felipe V para la fundación de la Universidad de San Felipe que podía otorgar los grados de bachiller y doctor, gracias a las gestiones del cabildo de Santiago. Con esto se dio un realce a la educación y clase social chilena.

Hacia fines de la colonia se fundó la Academia de San Luis, donde se enseñaba matemática, geometría, química, dibujo, etc. Tuvo el mérito de ser el primer Instituto de Enseñanza Técnica de América.




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