Cristianismo: Católico Protestante Ortodoxo
Budismo: Theravada Mahāyāna Vajrayāna
Étnicas: Judaísmo Hinduismo China
Religión suele definirse como un sistema cultural de determinados comportamientos y prácticas, cosmovisiones, éticas, textos, lugares sagrados, profecías u organizaciones que relacionan la humanidad a elementos sobrenaturales, trascendentales o espirituales. Aunque no existe un consenso académico sobre qué constituye exactamente una religión, Bernard Lonergan se aproxima a la religión como un conjunto de experiencias, significados, convicciones, creencias y expresiones de un grupo, a través de las cuales sus participantes responden a sus dialécticas de autotrascendencia y relación con la divinidad.
Muchas religiones pueden haber organizado comportamientos, clero, una definición de lo que constituye la adhesión o pertenencia, lugares santos y escrituras.
La práctica de una religión puede incluir rituales, sermones, conmemoración o veneración (a una deidad, dioses o diosas), sacrificios, festivales, festines, trance, iniciaciones, oficios funerarios, oficios matrimoniales, meditación, oración, música, arte, danza, servicio comunitario u otros aspectos de la cultura humana.
Muchas religiones tienen narrativas, símbolos e historias sagradas que pretenden explicar el sentido de la vida o explicar el origen de la vida o el universo. A partir de estas creencias sobre el cosmos y la naturaleza humana, las personas pueden derivar una moral, ética o leyes religiosas o un estilo de vida.
Según algunas estimaciones existen alrededor de 4200 religiones vivas en el mundo e innumerables extintas.no religiosos.
Una encuesta mundial de 2020 reporta el 84.4% de la población mundial se considera a sí mismo como «religioso» y el 15.6% comoEn promedio, las mujeres son «más religiosas» que los hombres.sincretismo o no.
Algunas personas siguen múltiples religiones o varios principios religiosos al mismo tiempo, independientemente de si la tradición de los principios religiosos que siguen permite el
La etimología del término «religión» ha sido debatida durante siglos debido a las dos interpretaciones que se han sostenido que además de ofrecer una propuesta acerca del origen de la palabra, subrayan alguna actitud religiosa.
Antes de ser usada con un sentido relacionado con las divinidades, el término «religión» o «religioso» era utilizado para expresar un temor o un escrúpulo supersticioso. Así consta en textos de Julio César (De Bello Gallico VI 36) y Tito Livio (Historia de Roma desde su fundación IV 30).
La primera interpretación relacionada con el culto es la del orador latino Cicerón que en su obra De natura deorum ofrece la siguiente etimología: «Quienes se interesan en todas las cosas relacionadas con el culto, las retoman atentamente y como que las releen, son llamados «religiosos» a partir de la relectura». Esta etimología —filológicamente más correcta— subraya la fidelidad a los deberes que la persona religiosa contrae con la divinidad y por tanto está más relacionada con la justicia.
La otra etimología propuesta por Lactancio hace derivar la palabra «religión» del verbo latino religare: «Obligados por un vínculo de piedad a Dios estamos “religados”, de donde el mismo término “religión” tiene su origen, no —como fue propuesto por Cicerón— a partir de “releyendo”». Este segundo sentido resalta la relación de dependencia que «religa» al hombre con las potencias superiores de las cuales él se puede llegar a sentir dependiente y que le lleva a tributarles actos de culto.
En su ensayo Del imperio romano, José Ortega y Gasset escribe «Cuando el hombre cree en algo, cuando algo le es incuestionable realidad, se hace religioso de ello. Religio no viene, como suele decirse, de religare, de estar atado el hombre a Dios. Como tantas veces, es el adjetivo quien nos conserva la significación original del sustantivo, y religiosus quería decir ‘escrupuloso’; por tanto, el que no se comporta a la ligera, sino cuidadosamente. Lo contrario de religión es negligencia, descuido, desentenderse, abandonarse. Frente a relego está nec-lego; religente (religiosus) se opone a negligente».
Desde el establecimiento del concepto, definir qué es religión (del latín religare o re-legere) ha sido y es motivo de controversia entre especialistas y practicantes. Por ejemplo, según el sociólogo G. Lenski, es «un sistema compartido de creencias y prácticas asociadas, que se articulan en torno a la naturaleza de las fuerzas que configuran el destino de los seres humanos». Por su parte, el antropólogo Clifford Geertz propone una definición alternativa: «La religión es un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados anímicos y motivaciones en los hombres, formulando concepciones de un orden general de existencia y revistiendo estas concepciones con una aureola de efectividad tal que los estados anímicos y motivaciones parezcan de un realismo único».
Debido al amplio uso del término, resulta especialmente complejo ofrecer una definición exhaustiva de la religión o del fenómeno religioso. Sin embargo, se puede afirmar que como hecho antropológico engloba, entre otros, los siguientes elementos: tradiciones, culturas ancestrales, instituciones, escrituras, historia, mitología, fe y credos, experiencias personales, interpersonales, místicas, ritos, liturgias, oraciones y otras. Para un estudio detallado es útil señalar que la religión es uno de los objetos de estudio centrales de la teología y en ello Bernard Lonergan señala ocho especializaciones funcionales constitutivas que generan un marco amplio de análisis: 1) la investigación de datos, 2) la interpretación, 3) la historia, 4) la dialéctica, 5) la explicitación de fundamentos, 6) el establecimiento de doctrinas, 7) la sistematización y 8) la comunicación. Por ejemplo, el debate religioso ganará efectividad al centrarse en un tema puntual, como interpretar críticamente el mismo texto o comparar fundamentos interreligiosos, pero difícilmente avanzará al mezclar los ocho elementos sin método alguno.
Más aún, las contradicciones son a veces solo aparentes. Uno de los elementos de debate puede rastrearse al observar que la palabra «religión» en ocasiones se usa como sinónimo de «religión organizada», «organización religiosa», o "jerarquía religiosa" es decir, grupos de personas que respaldan el ejercicio o la actividad de ciertas creencias y ceremonias, frecuentemente bajo la forma de entidades legales. Es decir, el debate puede explicarse del siguiente modo: mientras los teístas suelen argumentar sobre los méritos de la autotrascendencia humana o la naturaleza de la divinidad, los no-teístas critican los efectos nocivos de una jerarquía religiosa que favorece la decadencia de un colectivo. Bajo una óptica dialéctica, es razonable notar elementos de razón en ambos argumentos.
Para elaborar sobre el origen del debate anterior, es útil seguir el análisis de especialización funcional, estratificación y jerarquía propuesto por Niklas Luhmann, donde las diversas actividades al interior de los colectivos ganan naturalmente detalle, prioridad y subordinación conforme los grupos se desarrollan. Así, diversas experiencias, significados, convicciones y expresiones son atendidas primero los individuos más capaces, para después generar roles religiosos y eventualmente jerarquías entre individuos. Puede así entenderse que con tiempo las jerarquías religiosas suelen subordinar el interés colectivo al propio, auto afirmar su autoridad y establecer marcos normativos que les beneficien, consolidando la clausura operativa de un grupo, descrita también por Luhmann. Sin embargo ese mismo hecho, activa la imposibilidad futura del acoplamiento estructural del sistema religioso con su entorno, iniciando un proceso de decadencia.
Es decir, el método de otras ciencias enriquece el debate religioso. Diversas ciencias humanas se han interesado por el fenómeno religioso desde sus respectivos puntos de vista como por ejemplo la antropología, la sociología, la psicología y la historia de las religiones. Por otro lado, disciplinas como la fenomenología de la religión estudian específicamente sus manifestaciones intentando dar con una definición exhaustiva del fenómeno y mostrar su relación con la índole propia del ser humano. En secciones subsecuentes se desarrollan más elementos para el análisis de la religión.
Filosóficamente, la religión puede ser un estilo de vida, un camino hacia la plenitud, una plenitud que inicia desde el mismo instante que se cobra conciencia de la misma.
En un sentido más amplio, también se utiliza para referirse a una obligación de conciencia que impele al cumplimiento de un deber.
La definición del amplio espectro de significados que refleja el concepto religión, en cuanto implica encontrar un elemento propio, distintivo y único, es una exigencia propia de las culturas occidentales, ya que son estas las que desde una postura más teísta distinguen entre divinidad y el resto del mundo. Especialmente, desde la Ilustración se han elaborado muchas y variadas definiciones intentando recoger los aspectos propios del fenómeno religioso. Aquí se mencionarán los más significativos. Es obvio que las definiciones que parten de un Ser Supremo o lo dan por supuesto se han de rechazar, pues no se aplican a muchas religiones de Asia oriental o a los pueblos primitivos.
Una posibilidad es intentar una definición desde el punto de vista de las personas que practican la religión. Así encontramos propuestas como las de Friedrich Schleiermacher: «sentimiento de dependencia absoluta» que luego distingue este sentimiento de los tipos de dependencia relativa. William James subraya más bien «el carácter entusiasta de la adhesión» de los miembros de las religiones. Desde este punto de vista se pueden considerar elementos como los sentimientos, los factores experienciales, emotivos o intuitivos, pero siempre desde una perspectiva más bien individualista.
Con el estudio que las ciencias humanas (sociología y antropología cultural especialmente) han realizado de la religión, se ha logrado formular otro conjunto de definiciones que consideran este fenómeno en su ámbito social y cultural. La conocida definición del sociólogo francés Durkheim entra en este grupo: «Una religión es un sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a las cosas sagradas. […] Toda sociedad posee todo lo necesario para suscitar en sus miembros la sensación de lo divino, simplemente a través del poder que ella ejerce sobre ellos».
Sin embargo, con la llegada de la fenomenología de la religión se intentó ir más allá de las formas que buscaban el núcleo propio del fenómeno en la sociedad o en los aspectos individuales. Y en ese ámbito se identificó como propio de la religión el hecho de la presencia o consciencia de lo sagrado. Rudolf Otto en su obra, Lo santo, publicada en 1917, indica como esencia de la consciencia religiosa el temor reverencial ante aquello que, siendo desconocido (mysterium), al mismo tiempo sobrecoge (tremendum) y atrae casi irresistiblemente (fascinans).
Sin embargo, estos elementos que Otto refiere como propios de la experiencia religiosa parecen estar ausentes en las religiones asiáticas. En Mircea Eliade se da una ampliación de la noción de «sagrado» que perfecciona la definición de Otto. Habla de espacios, cosas y tiempos sagrados en la medida en que estos se relacionan con simbolismos y rituales propios de las religiones. Así la religión es la configuración u organización de la existencia a partir de dimensiones profundas de la experiencia humana que relacionan al hombre con algo que se le presenta como último y trascendente. Tales dimensiones varían de acuerdo con las circunstancias y culturas.
A partir del siglo XVIII, con la irrupción del humanismo y el movimiento de los ilustrados en Europa, que se extenderá con rapidez a otras partes del mundo, se intenta separar la doctrina del Estado de la doctrina religiosa. Actualmente, estas ideas de separación de los poderes político y religioso todavía no ha concluido. En buena parte del planeta apenas ha empezado, y en los países occidentales, aunque observan la laicidad del Estado, todavía la religión puede actuar con una enorme influencia en sus legislaciones. Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, Polonia o Italia.
En los países asiáticos, la separación entre Estado y religión está más o menos implícita de cierto laicismo. China, Japón, Vietnam y otros países del sudeste asiático conllevan cierto laicismo estatal en su propia historia al ser países en donde coexisten distintas religiones. En el caso de Tailandia o Sri Lanka, con mayorías budistas en más de un 90 %, se mantienen debates sociales para afrontar el laicismo del Estado y diversos cambios legales.
En los países con mayorías musulmanas hay distintas aproximaciones a la laicidad del Estado. Países como Turquía o Siria son más laicos, mientras que otros como Irán o Arabia Saudí se definen como islámicos. El mundo islámico es variado y complejo, y existen movimientos tanto secularizadores como prorreligiosos.
Israel es un estado laico, si bien se proyecta como religioso. India es un caso parecido, también es un país laico, aunque su organización social y legislación están muy influidas por la religión. En estos casos están influidos, en buena medida, por el componente étnico de sus religiones mayoritarias.
Existen diferentes clasificaciones de las religiones, según el criterio que se elija, por ejemplo:
Otra división que se utiliza consiste en hablar de religiones reveladas o no reveladas.
Otra clasificación de las religiones es por origen o familia. Las religiones se agrupan en troncos de donde derivan, por ejemplo:
Usualmente se acepta que las principales familias de religiones son las siguientes:
Algunas religiones de reciente creación tienen un estatus complejo, ya que no son reconocidas como religiones de manera universal. Según la antropología y la sociología, una secta o nuevo movimiento religioso es un grupo de personas con afinidades comunes: culturales, religiosas, políticas, esotéricas, etc. Habitualmente es un término peyorativo, frente al cual ha surgido el eufemismo «nuevos movimientos religiosos».
Aunque el vocablo «secta» esté relacionado con grupos que posean una misma afinidad, con el paso de los años ha adquirido una connotación relacionada con grupos de carácter religioso, a los que se califica como «secta destructiva». Estos grupos pueden tener un historial judicial en uno o varios países, por manipulación mental o por ser grupos de carácter destructivo. En algunos países, algunas de estas no están reconocidas o autorizadas. A menudo una secta está centrada en el culto personal al profeta o líder del grupo. La palabra secta se ha concebido derivada, principalmente, del latín sequi, ‘seguir’.
Lista de las principales religiones actualmente practicadas en el mundo, por orden alfabético.
Los cuatro grandes grupos religiosos que representan 5.466 millones de personas y el 71.4% de la población mundial, son el cristianismo, el islam, el judaísmo, y el hinduismo. Sus números y proyecciones para los próximos años, según Pew Research Center, serían los siguientes:
El estudio de la religión suele implicar numerosos campos de investigación, entre ellos:
A lo largo de la Historia, la práctica de la religión se ha organizado de diferentes maneras en sociedad. El hombre primitivo depositaba en el chamán (curandero) el conocimiento y explicaciones sobre asuntos religiosos. Esta figura todavía existe en pueblos indígenas de América, África y Oceanía.
Las primeras civilizaciones agrícolas, con el desarrollo de las ciudades, verán surgir la figura del sacerdote, que se erige como mediador entre la sociedad y las divinidades. Esta figura cobrará una importancia enorme en Egipto, Grecia, Roma y América precolombina. A menudo con una doble función de médico y guía espiritual, supone una evolución del antiguo guía-chamán de la tribus primitivas.
El monacato surge en religiones como el cristianismo, el budismo o el taoísmo. El monacato allí donde está presente, personifica un esfuerzo más intenso en un camino religioso, y supondrá el esfuerzo por reunir o proteger a los eremitas dispersos. En religiones como la hebrea o el islamismo, son las personas con una notable capacidad de interpretación de las escrituras sagradas las que ostentan el papel de guía de una comunidad de seguidores. Así, la figura del imán o del rabino están presentes en estas religiones.
En el entorno hinduista, la casta de los brahmanes es la encargada de aclarar los asuntos religiosos.
En la Grecia Antigua, los filósofos ya intentaban explicar el origen de las creencias. Critias (filósofo y militar espartano, discípulo de Sócrates) pensaba que la religión (y el temor a los dioses) se determinó para imponer a cada uno el respeto a la sociedad: disciplina, moral, sentido del bien y del mal. Lucrecio en De natura rerum, emite la hipótesis de que los hombres inventaron a los dioses para explicar las maravillas y los misterios de la naturaleza: para explicar lo que no controlaban. Los antropólogos, psicólogos y sociólogos mantienen para la mayoría estas dos explicaciones.
Hasta el siglo XX, la perspectiva dominante sobre el origen de la experiencia religiosa la sitúa en el sentimiento de espanto o miedo ante lo desconocido o aquello que escapa a una explicación racional. Este punto de vista se hizo famoso por los trabajos de Rudolf Otto.hierofanía como percepción de lo sagrado, en donde el impulso o sentimiento religioso está caracterizado por un sentimiento de insuficiencia ante la explicación de la realidad que ofrecen los sentidos y la razón humanas. La idea de hierofanía que propone Eliade asienta una oposición entre lo sagrado y lo profano que desplaza la anterior entre razón y miedo irracional. Este enfoque será el germen de un nuevo tratamiento en los estudios sobre la religión, y posibilitará su expansión en las principales universidades de Europa
Más tarde, Mircea Eliade propone el término deEn las religiones más antiguas, algunos miembros de sociedades de cazadores-recolectores o agrícolas se aislaban, en un estado de privación sensorial para favorecer la aparición de visiones y sueños místicos. A menudo diversos métodos o productos alucinógenos eran empleados, como activadores de estos procesos. Estas prácticas todavía existen en las diversas formas del chamanismo. Del mismo modo, inciensos y plantas especiales como el opio y el cornezuelo del centeno, con propiedades alucinógenas, se desarrollaron en los oráculos de Grecia, Egipto y Roma. Esta utilización de sustancias externas podemos encontrarla en la historia en el origen de muchas de las grandes religiones; como por ejemplo ocurre con los primeros desarrollos visionarios de los pueblos indoeuropeos hace más de 10.000 años, y que posteriormente se asentarían en el valle del Indo hace más de 4000 años.
En su evolución histórica, algunas religiones se irán sofisticando para observar nociones de pureza de cuerpo y espíritu que irán desterrando la alteración de la psique mediante sustancias externas. Las sustituirán los rituales, oraciones, y técnicas contemplativas que se convertirán en los facilitadores de la experiencia religiosa. Esta evolución, unida al triunfo o colapso de las diferentes civilizaciones que las acogen, y a la presión del medio social en el que se desenvuelven, explicarán en buena medida el futuro de las distintas religiones.
La actitud de los primeros sociólogos ante la religión fue diversa a la de los filósofos de la Ilustración pues no consideraban este fenómeno como un momento pasajero lleno de supersticiones en la historia de la humanidad, sino como un aspecto casi imprescindible de la organización social. Así, Feuerbach en su obra La esencia del cristianismo trata la religión cristiana desde el punto de vista sociológico y afirma que se trata de una alienación de capacidades propiamente humanas. Se ocupa además de algunos aspectos de la religión como el dogma, la liturgia y la simbología. Por su parte, Alexis de Tocqueville, en La democracia en América, realiza un análisis del catolicismo y del protestantismo dentro de las sociedades democráticas y desde un punto de vista sociológico. A partir de estos primeros pasos de la sociología, otros autores de gran renombre como Max Weber, Émile Durkheim, Ferdinand Tönnies o Ernst Troeltsch dedicaron atentos estudios al fenómeno religioso dentro de la sociedad.
En el individuo, la religión existe como una tendencia que combina lo racional y lo irracional. A la hora de articularse, las religiones desarrollan doctrinas que intentan dar respuestas globales al individuo. Por este motivo, la mayoría de las grandes doctrinas religiosas han dado respuestas a preguntas relacionadas con la creación del universo, el propósito de la vida, la naturaleza humana, la definición de bien y mal, la moral, la escatología. Y del mismo modo elaboran diferentes códigos éticos, rituales y simbólicos. No obstante, toda religión intenta ofrecer una posición para vivir y entender la existencia del ser humano de una forma integral, incluyendo la dimensión espiritual, por lo que existen elementos comunes en todas ellas.
En las sociedades, a lo largo de la historia también han sido frecuentes las llamadas guerras de religión y las teocracias; es decir sociedades provistas de un gobierno cuya legitimidad descansa en un sistema de ideas religiosas. En ellas se atribuía un valor divino al soberano de la civilización, Mesopotamia, Egipto, Roma, Tíbet y el imperio Inca son significativos. En estos casos la ley es a la vez autoridad jurídica y religiosa. Un ejemplo contemporáneo que sobrevive es el Reino Unido, en donde la reina es «gobernadora suprema» de la Iglesia anglicana los territorios de Inglaterra y Gales, en donde aprueba el nombramiento de obispos dentro de dichos territorios.
En el siglo XX, Talcott Parsons deja constancia de la relación entre la religión y la sociedad, incluida la «cibernética»: genera valores, modifica las normas, influye en los roles sociales, y da una guía para los sistemas de la sociedad, de la personalidad y del comportamiento. Su sistema es considerado como una nueva aplicación de teorías evolucionistas a la religión. De ahí que uno de sus alumnos, Robert Bellah haya publicado Evolución religiosa.
La religión ha sido para algunas sociedades un símbolo de su identidad. Del mismo modo, la religión aparece como pieza fundamental en la ordenación moral de las sociedades y actuando de manera influyente en su orden legislativo. Esta relación puede ser vista como beneficiosa o perjudicial según como ha evolucionado esa acomodación.
Normalmente la antropología cultural ha dirigido su atención al estudio de las manifestaciones religiosas en las sociedades que no conocen la escritura fijándose sobre todo en sus creencias y prácticas. Esta disciplina parte de distintos fundamentos al afrontar la religión. Por un lado, la teoría de los «hechos sociales» de Durkheim; por otro, los «tipos ideales» de Max Weber pero también las investigaciones sea de freudianos sea del marxismo acerca de las expresiones de la religiosidad. Los aspectos más representativos del estudio antropológico son los que tienen por objeto dilucidar las relaciones de la religión con los demás aspectos de la vida cultural: las leyes, la política, la economía, la ética. Sin embargo, no se ha logrado un consenso en relación con el método: el problema resulta complejo ya que un método explicativo implica un cierto grado de objetividad, y se contesta la posibilidad de que un estudioso no tenga preconceptos en relación con la religión, y un método interpretativo permite diversos acercamientos y respuestas. De cualquier forma, el primer paso consiste en agrupar y enumerar los varios usos y prácticas religiosas para luego buscar semejanzas o posibles orígenes comunes. En el año 1980, James Peacock y Thomas Kirsch publican un libro que intenta una vía intermedia para explicar desde la antropología el desarrollo de roles distintos en las religiones.
Después de esta publicación, los estudios se han ido centrando en tratar de determinar el origen de la religión. Así, ya desde 1965 Evans-Pritchard publican el libro Teorías acerca de la religión primitiva, que es una suerte de recolección de las interpretaciones y teorías que se han dado acerca del origen de la religión en las culturas humanas desde una perspectiva evolucionista. Las variantes propuestas son muchas: la magia, el totemismo, el politeísmo, el fetichismo, el animismo, etc.: sin embargo, Evans-Pritchard subraya la dificultad de demostrar que algunas de estas manifestaciones —que se presentarían como origen de la religión o la «primera» religión— sea aislable e independiente de otras manifestaciones cronológicamente contemporáneas. Las críticas y disputas se dieron especialmente ante los esquemas darwinistas que sugerían el paso del mito a la magia y de esta a la religión. Este tema del origen de la religión y el problema de las diferencias entre las religiones es el objetivo temático de la antropología cultural en el siglo XXI ya que ha abandonado su interés inicial por elaborar una especie de catálogo de todas las religiones y sus manifestaciones y prácticas.
Según Anthony F. C. Wallace y Olivier Herrenschmidt,
la religión es una actividad social que pone de manifiesto la existencia de creencias en seres o realidades sobrenaturales, esta actividad se declara mediante prácticas rituales que tienen como objetivo establecer relaciones entre los participantes y esas fuerzas sagradas. Las creencias tienen como objeto de su fe potencias o seres divinos y trascendentes, y las prácticas rituales que sustantivan esta relación son radicalmente diferentes de otros comportamientos sociales: son estrictamente formales (estilizadas, repetitivas y estereotipadas), y a diferencia de una representación, los participantes se lo toman con la plena seriedad de tener la creencia de estar haciendo algo performativo. Bronislaw Malinowskimonoteísmo es el modelo o meta, siendo el politeísmo residual, y también sugieren alejarse, finalmente, de una cierta fenomenología de la religión, que pretende que las religiones no son sino el fenómeno de una esencia incognoscible.
advierte que no hay que confundir la religión con la magia. Desde la cultura del hombre primitivo, religión y magia ya tenían funciones diferentes: la magia es práctica, técnica, de creencia sencilla, primordial, medio para un fin, en manos de especialistas con oscuras iniciaciones y con resultados inmediatos, mientras que la religión no muestra una utilidad directa ni se aprehende con conjuros, el mundo sobrenatural a que hace referencia es complejo e integra la vida futura en una cosmogonía teleológica, es un fin moral en sí, es un asunto de todos y se concelebra en comunidad y su función última apunta a establecer, fijar e intensificar actitudes que cohesionen a la sociedad. Igualmente propone huir de ciertas trampas que una visión euro o cristianocéntrica puede provocar, renunciando a asignar a la religión ideas como: solo los hombres, y no los animales, tienen alma; existe una separación absoluta entre lo profano y lo sagrado, elDada la universalidad de su expresión, no se puede hablar de religión, sino de religiones, con una concreción histórica definida. Esta existencia históricamente definida permite hablar de diferentes roles de la religión: desde aquel que permitió al hombre primitivo adaptarse a la aterradora realidad reflexiva que le enfrentó a su propia muerte hasta el de ser herramienta de control social o de creación de comunidad social, o el de actuar como una herramienta de ecología, en tanto que adaptación cultural en un entorno rudo o cambiante, o un instrumento de cambio social, ya si es de progreso como si es de regresión.
Cada una de estas funciones viene enmarcada en un discurso religioso, un discurso que establece una relación entre el conocimiento incorporado al discurso y el poder de la posesión de dicho conocimiento. Este discurso mantiene una relación de dependencia con la organización social donde se desarrolla,axiológico y pedagógico, querrá instaurar intencionadamente un determinado sentido de la existencia y de la realidad.
de tal manera que determinados tipos de sociedad tenderán a generar un tipo de religión, el discurso de la cual, en su sentidoFinalmente hay que tener en cuenta la existencia de dos formas de entender la relación religiosa con el objeto de culto: la mediata y la inmediata. La relación inmediata, menos atractiva para el antropólogo, está basada en la unión mística del creyente con la divinidad. La relación mediata, que es la base de la práctica colectiva y ordinaria, está basada en la existencia de un intermediario.
Surge junto con el estudio de las religiones comparadas y con el psicoanálisis. Su método va desde la medida con instrumentos propios de las ciencias exactas -como por ejemplo los estudios de laboratorio propios del siglo XIX- hasta la introspección.
Uno de los pioneros de la psicología de la religión fue Wilhelm Wundt que consideraba cuatro etapas de la historia de la conciencia. El elemento unificador de ellas es el combate de la persona por afirmarse en el mundo físico. Se trata de las siguientes: el ritual primitivo, el totemismo, los mitos sobre los héroes y dioses y el humanismo. Por otro lado, Oswald Külpe introdujo otros métodos para estudiar la religión tales como las entrevistas y los cuestionarios de datos autobiográficos. Así las dos tendencias de la psicología del siglo XIX —el estudio introspectivo por un lado y el análisis objetivo por otro— se entrelazan también al aplicarse a la religión.
En Estados Unidos la psicología nació como disciplina independiente. Stanley Hall creó un equipo de investigación que introdujo métodos empíricos para el estudio de la religión. En 1881 dio cursos sobre la relación entre la pubertad y la conversión religiosa y en el año 1904 fundó una revista llamada The American Journal of Religious Psychology and Education. Algunos de sus alumnos como James Leuba se dedicaron de por vida al estudio de la psicología de la religión.
En 1899, otro de sus alumnos, E. D. Starbuck publicó el primer tratado de psicología de la religión -The Psychology of Religion- que trataba las coincidencias en la descripción de la pubertad, de la dementia precox y la conversión religiosa. Fue una obra controvertida.
En el año 1902, William James publicó The varieties of religious experience donde centra su estudio en la unicidad de las experiencias morales y religiosas a partir de métodos de análisis introspectivo. En ese mismo período, Pierre Janet y Sigmund Freud iniciaron sus estudios a partir del subconsciente.
Freud consideraba todos los ritos y creencias religiosas como proyecciones inconscientes de los conflictos internos a la familia que afirman la posición del yo en la sociedad: así en el ámbito propio de las creencias religiosas y partiendo de ellas, tales conflictos podrían resolverse. La religión habría nacido del sentimiento de culpa por el asesinato de la figura del padre, culpabilidad que sería liberada a través del sacrificio religioso. Incluso cuando reconocía ventajas en la religión, buscó promover un mayor realismo y resignación dado que la religión contendría muchas fijaciones infantiles.
Uno de los alumnos de Freud, Carl Gustav Jung se ocupó también del tema religioso. Consideraba la religión como una manifestación de un nivel más profundo de la conciencia o al menos más profundo que el ámbito sexual sostenido por su maestro. A partir de sus estudios sobre la Alquimia, llegó a la conclusión que la religión podía ser también una forma de unir consciente con inconsciente en un «yo individuado» y confirmar así su teoría de los arquetipos.
Siguiendo esos pasos, otro discípulo de Freud, Eric Erikson, desarrolló más la teoría evolutiva de la conciencia que partiría de la creencia religiosa para unificarse.
Incluso cuando las aproximaciones que dependen de Freud y de Jung sean las más influyentes también se dieron en Europa algunas otras interpretaciones, como por ejemplo la que intentó fundar una psicología de la religión a partir de los instrumentos de la teoría del conocimiento de Kant (véanse por ejemplo, los trabajos de Richard Müller-Freienfels.
Los modernos desarrollos afirman a la psicología de la religión como un ámbito demasiado reciente de estudio, en donde buena parte de lo que se considera experiencia religiosa no puede ser admitido bajo criterios empíricos a la vez que se contrastan efectos beneficiosos y duraderos para el individuo, por lo que es una disciplina de creciente interés y actividad.
En las principales religiones encontramos lo que se suelen llamar experiencias místicas o trascendentes como una base fundacional de la experiencia religiosa. La mística se refiere a conseguir de manera experiencial la identidad, comunión o consciencia plena de la última realidad que presentan las religiones; ya sea una verdad, un estado de consciencia, o una o varias deidades. Las experiencias místicas no se atienen al razonamiento lógico y la comprensión intelectual. A un seguidor religioso que esté desarrollando esta faceta de su religión se le llama místico. En la mística por tanto prima la introspección respecto a la extraversión, y en ella se establece una relación de carácter más directo y personal entre el individuo y su religión. Históricamente en algunas religiones determinadas, la mística es la primera fuente de autoridad en las diversas interpretaciones. En las principales religiones se suelen distinguir escuelas, tradiciones o movimientos místicos.
Aunque en principio la mayoría de religiones son doctrinalmente facilitadoras de estas experiencias místicas, también a menudo las organizaciones religiosas no las han tolerado, considerándolas un contrapoder a la hora de interpretar los significados religiosos en sociedad. En el cristianismo, la Inquisición católica o algunas reformas protestantes persiguieron diferentes variantes del misticismo clasificándolas como herejías. En el islamismo, el sufismo ha experimentado dificultades tras la gran Reforma. El clero del budismo tibetano o japonés arrinconó doctrinalmente algunos enfoques contemplativos que no eran de su agrado debido a sus consecuencias sociales.
Entre los intelectuales occidentales, el misticismo ha tenido defensores y detractores dentro y fuera de las religiones. A partir del siglo XIX, la observación de la religión proveniente del materialismo histórico la considerará de manera crítica. Émile Durkheim la atribuye a una 'efervescencia colectiva' en el contexto social en el que tales experiencias se producen.
William James encabezará una interpretación psicológica que enmarcará a la experiencia mística de las religiones como parte de algo mucho más amplio y no exclusivo de ellas. A partir del siglo XX, con autores como Mircea Eliade se abre una nueva etapa más sosegada y científica para el estudio de las religiones y para la consideración de la mística. Actualmente, interpretaciones como las de Csikszentmihalyi hablan de teorías de un «estado de flujo» que puede aparecer en la mente humana realizando diversas actividades que exijan concentración, provocando determinado estado de felicidad. La exploración científica más moderna de los ámbitos de contemplación, éxtasis y meditación común a la mística de las distintas religiones arrojan conclusiones tan espectaculares como abiertas a la especulación, siendo este un terreno tan interesante como inexplorado para la ciencia.
En muchos casos, en las religiones de Asia oriental, la mística y la especulación filosófica no han sufrido tantas dificultades históricas, estando integradas en la práctica religiosa de sus seguidores. En la actualidad los teólogos del cristianismo están divididos, unos apuestan por dar más énfasis a la mística,
mientras otros abogan por separar la mística de la ciencia, diferenciando la experiencia de la fe de los hechos históricos. En el islamismo, el sufismo gana adeptos con rapidez tanto en Europa como en los países islámicos. El conocimiento religioso, según los seguidores de las religiones, puede ser obtenido de líderes religiosos, textos sagrados y/o la propia revelación personal. Algunos puntos de vista de las religiones observan este conocimiento como ilimitado en alcance y capaz de resolver cualquier pregunta, otras le otorgan un rol más restringido o acompañando al conocimiento obtenido mediante la observación de los fenómenos físicos. Algunas religiones otorgan al conocimiento religioso la característica de ser infalible.
Muchos textos religiosos cuentan con muchos siglos de antigüedad: el Poema de Gilgamesh, el Libro de los Muertos, el Rig-veda, la Biblia, el Majábharata (con el Bhagavad-guita), el Ramaiana, los Puranás, el Corán. Estos textos no solo han sido de interés dentro de las propias religiones sino también especialmente para la filosofía en la disciplina de la Filosofía de la religión. Esta estudia las diferentes concepciones teístas o no teístas, la cosmología de las religiones así como sus argumentos de diseño, el misticismo, el problema del mal, la epistemología y así un amplio espectro de asuntos que son tratados desde el aparato intelectual filosófico.
En el ámbito hispano existen escritores, filósofos y teólogos de renombre que se han ocupado de la filosofía de la religión. Entre ellos Ciro Alegría, Leonardo Boff, Jorge Luis Borges, Lluis Busquets i Grabulosa, Pedro Laín Entralgo, Benjamín Forcano, David Flusser, José Ortega y Gasset, Octavio Paz, Xabier Picaza, Margarita Pinto, Miguel de Unamuno, Miguel Sarmiento.
En las religiones existen a menudo grandes desarrollos filosóficos cuya misión es aclarar o conciliar la doctrina religiosa con la razón humana. En las religiones teístas se conoce a este desarrollo como Teología. En Asia oriental, muchas veces, aunque los desarrollos filosóficos son grandes y variados, no existen como disciplina diferenciada dentro de la propia religión, filosofía y religión está entrelazada. En otras religiones no existe un aparato filosófico, en especial en las religiones tribales y chamánicas. Los desarrollos filosóficos de las religiones.recogen los distintos aspectos de la doctrina religiosa o la verdad o deidad que las sustenta, y que son históricamente la explicación a las distintos puntos de vista dentro de cada religión.
La mayoría de religiones suelen tener una parte de conocimiento exotérico y otra esotérico.
En casi todas las grandes religiones ambas facetas existen. Las religiones teístas suelen aludir al acceso al conocimiento esotérico como un don o bendición de la deidad hacia la persona. En el cristianismo por ejemplo, el concepto de Gracia se considera un don de Dios que entre otras cosas permite a la persona penetrar en significados más profundos. Similares ideas existen en la religión musulmana y judía.
En otras religiones, el conocimiento esotérico suele afirmarse como un mecanismo de transmisión oral, en ocasiones al margen de las escrituras sagradas o de aquellas que son públicas. El budismo tiene algunas variantes, especialmente aquellas provenientes del budismo tibetano, que son fuertemente esotéricas. El taoísmo tiene en su faceta contemplativa algunos complicados métodos psicofísicos con un fuerte componente esotérico y de iniciación.
Normalmente, en las propias religiones coexisten puntos de vista distintos que tienden a rechazar o afianzar el lado esotérico.
En ocasiones es importante distinguir entre «religión» y «postura religiosa». Siendo la religión un sistema de creencias, preceptos, prácticas y rituales, una postura religiosa se refiere a la forma como un individuo se identifica frente a una o varias religiones. Por otro lado, existe la postura de quienes niegan el valor o la utilidad de las religiones, las niegan o las adecúan a sus propios planteamientos personales o de grupo. También se observan diferentes posturas religiosas en los enfoques de aplicación a la sociedad en temas como el laicismo o el diálogo interreligioso.
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