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Corrupción en España



Se entiende por corrupción la acción o inacción de una o varias personas que manipulan los medios públicos en beneficio propio o ajeno, tergiversando los fines del mismo en perjuicio del conjunto de la ciudadanía a la que debían servir y beneficiar. La corrupción ha ocupado la atención de la sociedad española, contribuyendo incluso a derribar a gobiernos como los de Alejandro Lerroux con el escándalo del estraperlo y el asunto Nombela (1935), o los de Felipe González por el caso Filesa o el caso Roldán.[1]​ No obstante, la corrupción política ha sido una constante desde la aprobación de la Constitución española de 1978 hasta nuestros días, pervirtiéndose el sistema democrático y debilitándose la confianza de la Sociedad en sus representantes públicos.[2]

Desde 1995, Transparencia Internacional publica anualmente un índice sobre la percepción de la corrupción en todos los países del mundo. La estadística muestra cómo la población evalúa la corrupción en su país de 0 a 100, donde 0 indica máxima corrupción y 100 máxima transparencia, aunque entre 1995 y 2011 el rango era entre 0 y 10. En 2008 España obtuvo una nota de 6,5 sobre 10, seis décimas menos que el máximo obtenido en 2004, y que corresponde al puesto 28 en una lista de 180 países, ocupando el 14º entre los 25 miembros de la Unión Europea.[3]​ Para 2015, el índice de España se había deteriorado a 58 sobre 100.[4]

Encontramos los primeros vestigios históricos de corrupción en el Siglo de Oro por medio de la literatura picaresca castellana. El período en que el duque de Lerma ejerció el gobierno de España en nombre de Felipe III fue uno de los más notoriamente corruptos. Se destacaron los casos de Pedro Franqueza, Rodrigo Calderón y el propio duque de Lerma.

La reina regente María Cristina de Borbón se hizo célebre por su participación en negocios turbios que favorecieron el rechazo entre el pueblo y los políticos. Participó en operaciones de especulación con la sal, con los ferrocarriles e, incluso, con la ilegal trata de esclavos, en los que participaba también Narváez. Se llegó a afirmar que no había proyecto industrial en el que la Reina madre no tuviera intereses. Su fortuna se estimaba en 300 millones de reales.[5][cita requerida]

El 5 de octubre de 1931, Joaquín del Moral[cita requerida], posteriormente Inspector de Presidios y Prisioneros durante la Dictadura de Franco, implicado en el golpe militar de 1932 e íntimo amigo de Sanjurjo;[6]​ dio una conferencia titulada Inmoralidad Política en el Ateneo de Madrid (posteriormente recogida en su obra Oligarquía y enchufismo) dando las sumas acumuladas por las minorías del Gobierno: en total, el PRR, el PSOE, PRS, AR y ERC se repartían 24 millones de pesetas (41 millones de euros de 2006) anuales.

Los gastos de coches oficiales importaban 11.295.000 pts. en el presupuesto aprobado el 28 de diciembre de 1932. Se habían comprado 31 coches Chrysler, con un coste total de 950.000 pts, de ellos 8 del modelo Imperial, con motor de ocho cilindros y, lujo inaudito, radio incorporada, a 70.000 pts. (120.000 €) cada uno. A preguntas de Gil-Robles reconocía el Ministro que, cuando los republicanos llegaron al poder, había 58 coches oficiales en Madrid, y ahora serían 741, con una plantilla de 760 conductores. El gasto de gasolina era de 3.000 litros diarios. En palabras de Julio Camba, (Haciendo de República; Madrid, 1934), periodista del diario ABC opuesto a la Segunda República Española y que se sumó al bando franquista en la Guerra Civil Española:

El escándalo del estraperlo y el asunto Nombela (1935), supusieron el derrumbe del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux[7]

Durante esta, el gobierno republicano, enfrentado al embargo de armas impuesto por el Comité de No Intervención, tuvo que recurrir a dudosos canales de compra, lo que hizo que sus agentes hubieran de gastar enormes sumas de dinero, parte del cual se desvió de forma irregular, en la compra de armas y suministros en el extranjero, siendo los casos de corrupción más sonados los de la Comisión de Compras de París y la CAMPSA Gentibus. Indalecio Prieto, Juan Negrín y varios de sus hijos habrían estado presuntamente implicados en estos casos de corrupción.[8]​ Según el anarquista Diego Abad de Santillán: "Si el Gobierno Negrín hubiese tenido que responder de su gestión política, económica y financiera habría tenido que terminar ante el pelotón de fusilamiento". Según don Francisco Largo Caballero: "El señor Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuenta de su gestión, (…) de hecho, el Estado se ha convertido en monedero falso. ¿Será por esto y por otras cosas por lo que Negrín se niega a enterar a nadie de la situación económica (...) Desgraciado país, que se ve gobernado por quienes carecen de toda clase de escrúpulos. (...) con una política insensata y criminal han llevado al pueblo español al desastre más grande que conoce la Historia de España. Todo el odio y el deseo de imponer castigo ejemplar para los responsables de tan gran derrota serán poco."[9]

Diversos autores califican también de corrupción el episodio del Tesoro del yate Vita, contado por el socialista Amaro del Rosal, exdirector de Caja General de Reparaciones.

Durante la guerra, España sufrió un hundimiento de la producción agrícola e industrial, adquiriendo una gran importancia el mercado negro, llamado estraperlo en recuerdo de aquel famoso escándalo. La corrupción económica, el clasismo y el nepotismo fueron un rasgo básico de la dictadura franquista, y estuvo muy extendida y la implicación política en la misma, hasta los máximos niveles, fue absoluta.[cita requerida] En algunos casos por la propia participación directa de altos cargos, en otros, por la protección que los estraperlistas recibieron desde el poder.[cita requerida] Todo ello en medio de una total impunidad.[cita requerida] Las repercusiones de la corrupción fueron socialmente muy graves. Para los corruptos y su clientela supuso un rápido enriquecimiento, mientras que para la mayor parte de la población implicó privaciones de todo tipo: carestía, ignorancia, hambre, ruina y miseria.[cita requerida]

Ya cuando llegó al poder, Felipe González anuncio unas auditorías polémicas, refiriéndose a casos de corrupción en el Gobierno de la UCD. Durante los últimos años de su gobierno (especialmente en la IV y V Legislaturas de España), se sucedieron diversos y famosos escándalos de corrupción:

Durante el gobierno de José María Aznar (VI y VII Legislatura de España) trascendieron los siguientes:

Durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (VIII y IX Legislatura de España) han trascendido los siguientes:

Durante el gobierno de Mariano Rajoy (X Legislatura de España) han trascendido los siguientes:

Francisco Ibáñez se hizo eco de estos sucesos en tebeos de Mortadelo y Filemón como El atasco de influencias (1991), Corrupción a mogollón (1994), El Señor de los Ladrillos (2005) y Marrullería en la alcaldía (2010).

En el cine español también pueden encontrarse ejemplos de películas que giran alrededor de la corrupción o la incluyen como elemento importante en sus tramas. Un par de ejemplos son El diputado (1978), de Eloy de la Iglesia, en la que la ultraderecha de la Transición lanza una trama para acabar con la carrera política de un brillante candidato de la izquierda; La escopeta nacional (1978), de Luis García Berlanga, sobre un empresario catalán de porteros electrónicos que decide organizar una cacería en Madrid para hacer contactos dentro de una corte franquista de lo más surrealista. Dicha película tuvo dos secuelas, Patrimonio nacional (1981) y Nacional III (1982); o Todos a la cárcel (1993), también de Berlanga, donde la celebración del Día Internacional del Preso de Conciencia en la cárcel modelo de Valencia sirve de único escenario para que varios personajes busquen crear beneficios personales de tal fiesta.

En el siglo XXI, especialmente a raíz de la crisis de 2008 (aunque también hay producciones anteriores a esta), varias películas centraron su trama principal alrededor de la corrupción. Buen ejemplo es La caja 507 (2002), en la que un director de banco, tras ser secuestrado, descubre la verdadera razón de la muerte de su hija en un incendio, lo que lleva a buscar venganza de los responsables; El desconocido (2015) es un thriller de acción donde otro director de banco se ve atrapado con sus hijos dentro de su propio coche cuando tras subirse recibe una llamada avisando que si bajan de él el coche estallará a menos que pague una importante suma de dinero; B, la película (2015) es un drama basado en hechos reales sobre el juicio a Luis Bárcenas, extesorero general del Partido Popular, sobre una presunta contabilidad paralela o "Caja B" del partido; El hombre de las mil caras (2016), también basada en hechos reales, recrea las artimañas del exagente del Servicio Secreto español Francisco Paesa y el exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán; Selfie (2017), comedia sobre el ególatra y vanidoso hijo de un ministro cuya vida cambia cuando su padre es imputado y él pierde sus privilegios de clase alta, llegando a pedir trabajo en la sede de Podemos; y El reino (2018), drama con tintes de intriga sobre la mano derecha del presidente de una comunidad autónoma que al verse implicado en un escándalo de corrupción intenta tirar de la manta y delatar a sus compañeros al verse traicionado por ellos.

En otra carta a Negrín, “C” cita a un individuo llamado Rementería, autor de "uno de los hechos más desvergonzados que se han llevado a cabo desde que empezó la lucha que estamos sosteniendo. (…) Antes de julio de 1936, Rementería había sido secretario de la patronal de Madrid (…) su placer era reventar las huelgas". Se hizo socialista en los últimos días de julio y, bajo la protección del propio Negrín, se le nombró comandante de carabineros. Rápidamente fue nombrado jefe del servicio de transportes de carabineros y se le envió a Marsella con objeto de adquirir camiones para el cuerpo. Se hizo abonar sustanciosas comisiones, que fueron cargadas sobre el precio final. "Pero aún sucedió más: las casas, todas dispusieron entregar los camiones vendidos, el repuesto de las piezas de recambio usual. Pero como esto era contrario a sus intereses, Rementería los rechazó, con lo que, al menor accidente, los camiones tenían que ser abandonados y había que comprar más, lo que le permitió seguir embolsándose su tanto por ciento elevado de comisión".

Una vez cumplida su misión, Rementería regresó a España "después de este viaje de negocios sin incidentes, y nada le sucedió", a pesar de que Negrín había sido informado previa y reiteradamente. "Ahora, acaba de regresar a Marsella, como delegado general del Gobierno para el abastecimiento de las zonas Levante y Centro (…) todos los fascistas que viven en aquella zona de Francia están de enhorabuena (…), porque no comprará más que géneros averiados, que cargará a cuenta del Estado como buenos, exigirá fuertes comisiones y luego avisará a los fascistas de la salida de los barcos, de modo que ni los géneros averiados llegarán a su destino (…) Se da sin embargo una explicación de todo y en ello suena el nombre de usted. Creo que tengo el deber de decírselo. Se asegura que la buena fortuna de Rementería, desde que alcanzó el puesto de jefe de transporte del cuerpo de carabineros, se debe, más que a su listeza para maniobrar, a su mujer; a que su mujer es joven y guapa y tiene un amante influyente. El amante influyente de la mujer de Rementería se asegura, asimismo, con datos casi indiscutibles, que es uno de los hijos de usted, querido D.J.: su hijo Juanito…" (Olaya Morales 2004: p. 199).



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