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Cultura Ychsma



Ichma, Ychma, Yschma, Ychsma, Ichmay, Irma, Izma, Ishmay o Ishma[1][2][3]​ (quechua antiguo para cinabrio, bermellón, color carmesí) fue un sistema de un señorío preinca que luego fue absorbido por el Imperio Inca y reorganizado como wanami (provincia). Para los incas se conocía como Pachakamaq (Pachacamac), en lugar de su nombre original de Ichma.

El Reino Ichma estaba ubicado al sur de Lima, Perú, en el valle del río Lurín; luego se extendió hacia el norte en el valle del río Rímac. La cultura Ichma se formó alrededor del 1100 d.C. luego de la desintegración del Imperio Wari. La autonomía Ichma duró hasta alrededor de 1469 cuando fueron absorbidos por el Imperio Inca.[4]

A pesar de ocupar un desierto, los habitantes de Ichma tenían un alto nivel de vida, gracias a su experiencia en idear múltiples canales de riego hasta donde alcanzaban las aguas del río, para dar vida a un extenso huerto y bosques.[5]

Ichma es una palabra perteneciente a una lengua extinta relacionada con la familia aymara,[6]​ utilizado para denotar el señorío Ichma, su ciudad capital y dios principal. Tras la conquista por los incas, la palabra Pachakamaq (Pachacamac), la traducción quechua de Ishma,[6]​ fue utilizado alternativamente, especialmente por pueblos que no eran Ishma. Los estados vecinos del Chinchaysuyu solían pronunciarlo como Ishma,[5]​pero fue pronunciado como Ichma por los pueblos de habla quechua cusqueño como el Inca.

Según una interpretación, la palabra ishma designaba también al colorante extraído del achiote (Bixa orellana), el cual da una tonalidad rojiza. Según Antonio de la Calancha, ishma era sinónimo de llimpi, nombre aplicado al azogue y a su color bermellón, utilizado como maquillaje en diversos rituales que el cronista califica de hechicerías. En cualquiera de los casos, es evidente que dicho color tenía un especial significado religioso para los ichmas. Las paredes de los templos de Pachacámac estaban pintadas de ese color. Los incas consideraban que el bermellón era prestigioso y rápidamente adoptó la palabra en su vocabulario, los incas (la nobleza) llamada el color bermellón "ichma", mientras que los plebeyos usaban la palabra "llimpi".[7][8]

El Señorío Ychma abarcó los valles medio y bajo de los ríos Lurín y Rímac, en la costa central de la actual provincia de Lima, en parte del territorio donde antaño floreció la cultura Lima. Efectivamente, las fuentes etnohistóricas hablan de una etnia ichma que dominó dichos valles hasta la época incaica; sin embargo, los datos arqueológicos disponibles muestran diversos estilos en la cerámica y variadas expresiones en la arquitectura, por lo que debemos asumir que el término ichma agrupó en realidad a varios curacazgos que tenían características distintas.

Hay quienes sostienen que por el sur, los ichmas llegaron hasta el valle de Mala. Sin embargo, aún no han sido definidos los límites del estado ichma.

Los Ishma controlaba los valles costeros de los ríos Rimac y Lurín en la actual Lima, desde la desembocadura del mar de los ríos hasta el valle medio o "Chaupi Yunga" (altitud media de Yunga, entre 500 y 1200 metros de altura).[9][10]​ El territorio Isma llegaba hasta el santuario de Mama ubicado en Rimac (actual Ricardo Palma) y los sitios de Chontay y Sisicaya en Lurín a 1.000 metros sobre el nivel del mar.[9][11]

Los Ishma se dividieron en dos divisiones administrativas de la mitad o saya, estas eran Anan (superior) Ichma saya y Lurin (inferior) Ichma saya. En la costa, a diferencia del altiplano andino, la fracción más importante a menudo era la de Lurin porque estaba vinculada al mar.[5]

Cada saya se dividió a su vez en subdivisiones unu o waranqa, que a su vez también se dividieron en las mitades Anan y Lurin,[12]​ Los dominios de Ishma de Lati, Surco (Sulco), Guatca, Rimac (Lima) y Maranga (Malanca) se ubicaron en el valle del Rimac, mientras que los dominios de Pachacamac (Ishma), Manchay, Quilcay (Quilcayuna) y Caringa se ubicaron en el valle de Lurin.[9]

La ciudad de Pachacamac, anteriormente conocida como Ishma antes de la conquista Inca, fue la capital del reino de Ishma y sede de sus gobernantes.[13]​ Se han descubierto muchas ruinas de Ishma a lo largo de la costa de Lima, sin embargo, aparte de Pachacamac y algunos otros sitios, no hay consenso sobre si la gran mayoría de los sitios podrían corresponder a cada dominio, ni se conoce su distribución física.[14]​ Se ha propuesto que el sitio arqueológico de Pampa de Flores podría ser la cabecera del dominio de Manchay y la residencia del ayllu de Manchay (una subdivisión de la waranka).[14]

Al igual que otros señoríos de la costa central peruana, la masa de la población estaría dividida de acuerdo a su especialización: pescadores, agricultores, comerciantes, artesanos. En la cúspide de la pirámide social estaban, obviamente, los señores o nobles que conformaban la clase dirigente

Las principales actividades económicas eran la agricultura, la pesca y el comercio de los productos excedentes. Aprovecharon y mejoraron la excelente red de canales o acequias heredada de la cultura Lima, con la que ganaron extensas áreas para el cultivo. El valle de Lima era muy fértil y daba las subsistencias a una crecida población. Los grandes recintos ceremoniales, además de su función religiosa, servían como grandes almacenes de productos alimenticios y como centros de fabricación de productos suntuarios.

Hacia el 900 d.C. con la desintegración del Imperio Wari, se crearon varios pequeños reinos y confederaciones. Con el tiempo, dos culturas llegaron a dominar la región, la cultura Chancay al norte de Lima y la cultura Ishma al sur. En los valles de Lurín y el Rímac, en el actual departamento de Lima, surge el llamado Señorío ichma o Ichimay. Los grandes poblados de la época anterior, situados en zonas alejadas de la costa (como Cajamarquilla), fueron abandonados para dar preeminencia a nuevos asentamientos más vinculados al litoral, como Pachacámac y Armatambo. También Maranga, la otrora capital de la cultura lima, volvió a tener importancia, elevándose un complejo de pirámides al sur del antiguo asentamiento.

Se cree que el pueblo Ishma era un pueblo de habla aymara que llegó a habitar las zonas costeras cercanas a Lima tras el colapso del imperio Wari. La población del señorío Ichma debió ser grande; sólo en el valle bajo del Rímac debieron vivir más de 150 000 personas, pues según las crónicas, los incas organizaron la región en tres hunos; cada huno abarcaba a diez mil familias, según la meticulosa organización decimal

El pueblo Ishma habitó Pachacamac y continuó el crecimiento y la influencia de la ciudad. El pueblo de Ishma construyó al menos 16 pirámides en Pachacamac y construyó o remodeló más estructuras en el área de Lima. Entre estos se encuentran la Huaca Huantille en el distrito de Magdalena del Mar, la Huaca Mateo Salado en el distrito de Pueblo Libre de Lima, la Huaca San Borja en el distrito de San Borja y la Huaca San Miguel, en la antigua ciudad de Maranga en el distrito de San Miguel. Además, los sitios arqueológicos en Puruchuco y Cajamarquilla han sido adscritos al pueblo Ichma.[4]

Al norte del señorío ichma se extendía el señorío de Collique, que dominaba el valle del Chillón y la zona de Carabayllo y llegaba hasta Quivi (Quives actual). Es posible que se haya forjado una alianza entre ambos señoríos para contener las constantes invasiones de etnias de la sierra, como la de los yauyos y chacllas. Lo cierto es que hacia 1470 d.C. se produjo la irrupción de los incas, supuestamente bajo al mando del príncipe Túpac Yupanqui (el Sapa Inca era entonces Pachacútec), quien anexó toda esa región a la órbita del Tahuantinsuyo. Sin embargo, las autoridades locales se mantuvieron, previo juramento de obediencia al Inca del Cuzco, y el santuario de Pachacámac mantuvo su prestigio e importancia, siendo ampliado por los mismos incas, aunque estos impusieron su propio estilo arquitectónico, elevando un templo del Sol y un Acllahuasi.

Las construcciones ichmas se hallan asociados con cerámica con iconografía propia, que ha sido poco estudiado por los investigadores.

La cerámica Ichma es de tipo ceremonial y doméstico. Esta es sencilla en forma de cántaros u ollas pequeñas para cocinar, platos y jarras. En algunos casos presenta decoración simple por medio de franjas pintadas de color blanco, crema o guinda sobre la superficie de los ceramios. Entre las vasijas ceremoniales destacan cántaros antropomorfos con representación de dignatarios ornamentados con orejeras y tembetá así como figurinas de aves, camélidos y mujeres desnudas.[16]

Importantes expresiones arquitectónicas de los ichmas son sus pirámides truncas construidas con adobes, aunque algunas están sostenidas por una base de piedra. En todas ellas se distingue un común patrón religioso. Estos monumentos tienen básicamente dos características:[17]

En el sitio de Pachacámac se han identificado 15 templos con rampas. En Maranga, situado en el valle de Lima, destacan las pirámides o huacas de La Palma y Tres Palos. La pirámide con rampa de Huaquerones parece también seguir el mismo patrón.

Dichas construcciones no solo cumplían funciones ceremoniales o religiosas, sino que también servían como almacén de productos alimenticios (maíz, ají, etc.) y como alojamiento de los artesanos que producían piezas de cerámica y tallas de madera, actividades realizadas en los sectores adyacentes a las pirámides. Tras la conquista inca las pirámides truncas con rampa cayeron en desuso y se impuso el estilo constructivo de los conquistadores.[17]



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