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Demografía de Chile



La población estimada de la República de Chile por la demografía de acuerdo al censo de 2017 era de 17 574 003 habitantes,[1]​ con una densidad de 23,24 hab/km². De ellos, aproximadamente el 40 % se concentra en la Región Metropolitana de Santiago. También hay 1 492 522 de personas de origen extranjero estimación al 31 de diciembre de 2019.[2]

Con respecto a la composición étnica de Chile, el Estado no hace clasificaciones étnicas de la población y, más bien, la considera un grupo étnicamente homogéneo.[3][4]​ No obstante, existen fuentes que consideran que el grueso de la población chilena pertenece a dos grandes grupos étnicos, blancos y mestizos,[5]​ que juntos constituyen el 88,92 % de la población.[6]

Si bien existen diversos estudios sobre la estructura étnica de Chile, sus resultados varían tanto de un estudio a otro como de una estimación a otra:

De acuerdo a estudios de opinión, los propios chilenos se ven a sí mismos como mayoritariamente blancos. Es importante resaltar que en Chile, para denominarse parte de una minoría étnica en el Censo Nacional, es necesario acreditar pruebas como ancestros con apellidos descendientes de dichas etnias:

Desde 1992, los censos de Chile consultan acerca de la pertencia a un grupo étnico indígena, pero no hay datos sobre la etnia del resto de la población. No obstante, ciertos estudios consideran que la población no indígena restante, alrededor de un 95 % de los chilenos, se puede subdividir en dos grandes grupos, de acuerdo a su herencia genética y su aspecto: "blancos" y "mestizos". Si bien, existen diversos estudios sobre la estructura étnica en Chile, sus resultados varían de un estudio a otro, y de una estimación a otra. Así, por ejemplo, una estimación del profesor mexicano Francisco Lizcano, de la Universidad Nacional Autónoma de México, calcula que el 52,7 % de los chilenos serían criollos, el 39,3 % sería mestizo y un 8 % sería indígena.[14]​ un estudio de la Universidad de Chile identifica al 64 % de los chilenos sería caucásico, 35 % sería mestizo y 5 % sería indígena.[15]

El antropólogo y profesor español Claudio Esteva Fabregat, de la Universidad de Barcelona, considera que culturalmente en el norte de Chile predomina un mestizaje equilibrado, y que en el resto del país el mestizaje es abrumadoramente hispánico.[16]​ Mientras que el profesor español Joaquín Bosque Maurel concluye una notable mayoría criolla,[17]​ citando el libro y estudios del catedrático español Eugenio García Zarza. (1992), Las migraciones en Ibero América[18]

De acuerdo a estudios de opinión, los propios chilenos se ven a sí mismos como mayoritariamente blancos. En la encuesta Latinobarómetro de 2007 un 53 % declaró que era "blanco", un 33 % que era mestizo".[19]​ En 2011 volvió a consultar a los chilenos, "¿a qué raza se considera perteneciente usted?"; el 59 % dijo ser "blanco", el 29 % "mestizo" y el 6 % se declaró "indígena".[20]

Durante el período colonial, la Corona española consideró necesario mantener un flujo continuo de soldados para proteger sus lejanas colonias americanas de los indígenas aún no sometidos, y de los corsarios que prestaban servicios a potencias europeas rivales. De hecho, se estableció especialmente para Chile un ejército de carácter permanente y profesional, con un gran número de efectivos. Los españoles llegaron de todas las regiones de España, especialmente desde Andalucía, Extremadura, el País Vasco, el Principado de Asturias, Navarra y las dos Castillas. Gran parte de ellos terminaron estableciéndose en Chile como colonos campesinos después de luchar contra la resistencia mapuche a la conquista.

En el siglo XVIII se produce una masiva inmigración de civiles españoles, principalmente de origen vasco, atraída fundamentalmente por la liberalización del comercio decretada por la Corona española. En los siglos XVI y XVII los vascos constituían un 27 % de la población en Chile (18,1 % procedentes de las Vascongadas y 8,9 % de Navarra).[21]​ Logrando ser el grupo regional más importante de la población chilena, desplazando a los naturales y descendientes de nacidos en las regiones de Castilla la Nueva, Castilla la Vieja y Andalucía, que eran los componentes mayoritarios de la población chilena durante el período de la Colonia. La mayoría de estos inmigrantes vascos se dedicaron en un comienzo al pequeño comercio, aunque algunos de ellos no demoraron en amasar una gran fortuna, mezclándose luego con la aristocracia criolla de origen castellano, que era dueña de la tierra. Esta nueva aristocracia castellano-vasca formaría lo que sería la base de la clase dirigente chilena.

Junto con los conquistadores europeos llegaron pequeños grupos de esclavos africanos, los cuales constituían el 0,3 % de la población nacional a comienzos del siglo XIX.[22]​ Durante las guerras de independencia muchos esclavos libertos abandonaron forzosamente el país con rumbo al Perú, ya que componían gran parte del ejército independentista. Con la abolición de la esclavitud, en 1823, cesó el flujo de inmigrantes africanos desapareciendo casi por completo la etnia negra en Chile.[23]

En el Gobierno de Agustín de Jáuregui se realiza entre 1777 y 1778 el primer empadronamiento general de población del Obispado de Santiago, entre el desierto de Atacama y el río Maule, incluyendo la provincia de Cuyo, y señalaba que la población era de 259 646 habitantes y estaba compuesta por un 73,5 % de blancos, 7,9 % de mestizos, 8,6 % de indígenas y un 9,8 % de negros. En 1784, Francisco Hurtado, Intendente de la Provincia de Chiloé, realizó un empadronamiento de población de Chiloé según el cual la población ascendía a 26 703, de los cuales un 56,4 % de blancos y un 43,5 % de indígenas. Finalmente, en 1812, el Obispado de Concepción realiza un empadronamiento de población, del río Maule al sur, pero sin incluir a los habitantes de la provincia de Chiloé; el cual dio como resultado una población de 210 567, de los cuales el 86,1 % eran españoles y blancos, un 10 % de indígenas y un 3,7 % de mestizos, negros y mulatos.[24]

En 1848 ocurrió una considerable inmigración de alemanes y franceses, la inmigración alemana fue patrocinada por el gobierno chileno con propósitos de colonización para las regiones meridionales del país. Estos alemanes (también suizos y austriacos), notablemente atraídos por la composición natural de las provincias de Valdivia, Osorno y Llanquihue, se instalaron en las tierras regaladas por el gobierno chileno para poblar la región. También se registra un gran número de otros europeos principalmente alemanes, españoles, italianos, suizos, franceses, croatas e ingleses llegados a Chile tras la primera y segunda guerra mundial, especialmente en el sur. Actualmente los descendientes de esos primeros inmigrantes viven en su mayoría en las grandes ciudades, siguiendo la lógica de concentración de la población, fenómeno que se observa progresivamente en Chile desde el siglo XX.

De acuerdo al censo de 2002 los pueblos indígenas originarios del país representan el 4,6 % de la población. La mayor parte de estos indígenas son mapuches. Los pueblos de habla aimara y quechua viven a lo largo de la frontera nortina limítrofe con Perú y Bolivia. Existen también personas de ascendencia polinésica, aborígenes del territorio chileno insular de Isla de Pascua en Oceanía.

Estos datos se basan en los resultados obtenidos por censos en la Colonia.

Estos datos se basan en los resultados obtenidos por los censos realizados en el país durante su historia republicana. Entre los censos de 1835 y 1875 no se incluyó la Araucanía. Desde 1885 se incluyen la Araucanía, Arica, Antofagasta, Tarapacá y Tacna, esta última se deja de incluir desde el censo de 1930.

La población chilena ha aumentado mucho su expectativa de vida, a inicios del siglo XX el promedio de vida era de 35 años, cien años después es de 78 años, también se ha experimentado una baja en la tasa de natalidad. El proceso de envejecimiento de la población se producirá en toda Latinoamérica, en especial en los países del Cono Sur (por ejemplo, Argentina pasará de 4,9 millones de ancianos en 2000, a 7,8 en 2025 y 12,7 en 2050).[42]

Crecimiento de la población chilena mayor de 60 años. [43]

La inmigración europea y del medio oriente, producida durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, junto con la correspondiente a las costas atlánticas del Cono Sur, fue la más significativa de Latinoamérica, e incluye preferentemente alemanes, británicos, croatas, italianos, franceses, palestinos, judíos, griegos, holandeses, suizos, entre otros.

Según el censo de 2002, el número de extranjeros residentes en Chile ascendió a unas 184 664 personas, lo que representó el 1,2 % de la población total. Entre 2004 y 2010, la inmigración legal de países vecinos a Chile se ha convertido en la más importante,[44]​ incrementándose en un 50 % hasta un estimado de 365 459 personas, principalmente provenientes de Perú (136 819), Argentina (61 563), Bolivia (24 917), Ecuador (19 784) y Colombia (14 029).[45]

El contingente extranjero en Chile nunca ha sobrepasado el 4,5 % de la población (no se cuenta en este porcentaje, lógicamente, a algunos de sus descendientes que son de nacionalidad chilena de nacimiento), y las cifras de inmigración han aumentado desde 1990. Su influencia social y las consecuencias de esta prolongada llegada de personas de distintas nacionalidades, constituyen un fuerte impacto, aunque la proporción de extranjeros en Chile es incomparable con la en aquellos países europeos donde hasta 23 % (por ejemplo en Suiza) de la población es de nacionalidad extranjera.[46][47][48]

Pese a que la emigración ha disminuido durante la última década, en 2005 se determinó que 487 174 chilenos residían fuera de Chile,[49]​ representando cerca del 3 % de la población total estimada del país en ese año —16 267 278 habitantes—.[50]​ Del total de chilenos emigrados, la mayor parte se encontraba en Argentina[51]​ (43,3 %), Estados Unidos (16,6 %), Suecia (5,6 %), Canadá (5,2 %) y Australia (4,8 %).[49]

Dentro del país, la movilidad de la población se ha acrecentado durante las últimas décadas provocando una migración masiva desde los campos hacia las grandes ciudades del país. Mientras en las regiones del centro-sur del país, más del 80 % de su población nació en la misma región (en la Región del Biobío alcanza el 86,11 %), en la Región Metropolitana solo lo es el 71 % de la población, mientras en las regiones extremas como en la Región de Magallanes esta cifra llega solo al 55 %. La mayoría de los chilenos que se trasladaron desde sus localidades de origen a otras regiones, lo hicieron entre las décadas de los años 1960 y 1980, a raíz de problemas políticos, económicos y laborales (muchas familias en el sur, no poseían tierras, ni oficios fijos, tampoco contaban con servicios básicos). De la totalidad de chilenos emigrantes, solo un 15.7 % lo ha hecho después de 1989. La tasa de migración, (diferencia entre inmigrantes y emigrantes) llegó el año 2002 a 0.00, lo que indica una virtual igualdad entre ambos grupos.

Aunque la población de Chile se ha quintuplicado durante el siglo XX, la tasa de crecimiento intercensal 1992-2002 fue del 1,24 % anual,[52]​ la que debería seguir bajando durante los próximos años. La evolución demográfica de Chile (según datos del censo 2002) ha progresado tendente a converger a un perfil de país desarrollado. De acuerdo a los últimos datos del INE en 2009 la tasa bruta de natalidad se situó en 15,0 por mil y la tasa bruta de mortalidad en un 5,4 por mil con un crecimiento natural de la población del 9,6 por mil o el 0,96 %. De esta forma se ha experimentado un notable descenso en la cantidad de nacimientos, ya que la tasa bruta de natalidad se situaba en 18,5‰ en 1997. En la región, Chile integra junto a la Argentina, Cuba y Uruguay, el grupo de países con una transición demográfica avanzada, caracterizada por poblaciones con natalidad y mortalidad moderada o baja, lo que se traduce en un crecimiento natural bajo, del orden del 1 %.[53]​ La pirámide de población ha evolucionado consecuentemente desde un perfil piramidal (mucha población joven y poca población vieja) a un perfil campaniforme con su base más estrecha, lo que significa un incremento notable de la población adulta con una media de edad por sobre los 30 años. En 2002, la tasa de personas mayores a 60 años fue del 11,4 %,[54]​ cifra superior al 9,8 % de 1992. Las proyecciones indican que en 2010 esta cifra alcanzaría casi el 13 % de la población total.[55]

Otro hecho que destaca la evolución demográfica de Chile es que según el INE, la tasa global de fecundidad en 2009 se situó en alrededor de 1,9 hijos por mujer, valor por debajo del límite del reemplazo generacional de 2,1 hijos por mujer. Ese valor, se ha mantenido constante en los últimos años, lo que sitúa a Chile como uno de los países con más baja fecundidad de América Latina, junto con Cuba, entre otros.

Las condiciones sociales de la población han mejorado ostensiblemente con respecto a las de hace una década en gran medida gracias al crecimiento económico, el amplio acceso al crédito[56]​ y a unas políticas sociales sensibles con los problemas de Chile. La tasa de mortalidad infantil se encuentra en el 7,9 ‰ en 2009.[55]​ El porcentaje de población en condiciones de pobreza ha caído del 45,1 % en 1987 al 15,1 % en 2009. La indigencia fue del 3,7 % ese año.[57]​ La esperanza de vida estimada en 2009 es una de las más altas de América Latina, que según el INE es de 78,4 años (75,7 años para los hombres y 81,2 para las mujeres). El índice de alfabetismo es del 95,8 % (2002).[52]

Los extensos barrios de infraviviendas o de construcción precaria, denominadas poblaciones callampas (o más formalmente, campamentos), surgidos en los años 1970 y 1980, han ido desapareciendo a gran velocidad por el impulso de las políticas habitacionales, que han permitido realojar a un gran número de familias en sectores de viviendas sociales con acceso a servicios de electricidad, agua potable, teléfono y comercios.

En Santiago se concentra cerca del 40 % de la población total de Chile. Su número apenas ha variado con respecto a la de hace una década, en parte por la progresiva emigración de su población desde la ciudad hacia los nuevos suburbios, San Bernando, Puente Alto, Buin, Paine, Peñaflor y Colina, entre otros. Lo que la convierte en una de las áreas metropolitanas más pobladas de América Latina y una gran aglutinadora de industria y servicios.

Oficialmente el Estado chileno, por medio del Ministerio de Desarrollo Social ( antiguo Ministerio de Planificación y Cooperación de Chile o Mideplan ), clasifica a la población en quintiles (o deciles) de ingreso autónomo, en el cual cada quintil corresponde al 20 % de los hogares ordenados por ingreso per cápita del hogar, siendo el primer quintil el 20 % más pobre, y el último quintil el 20 % más rico.[58]

Encuesta Casén 2006.

A continuación se presenta la serie histórica de indicadores básicos de la República de Chile:[59][60][61]

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