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Economía mundial



La globalización, en ocasiones denominada mundialización, es un proceso económico, tecnológico, político, social y cultural a escala mundial que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo, uniendo sus mercados sociales a través de una serie de transformaciones sociales y políticas que les brindan un carácter global. La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por la sociedad y que ha abierto sus puertas a la revolución informática, llegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones nacionales e internacionales.

Este proceso originado en el seno de la civilización occidental y que se ha expandido alrededor del mundo en las últimas décadas de la Edad Contemporánea (segunda mitad del siglo XX) recibe su mayor impulso con el fin de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI. Se caracteriza en la economía por la integración de las economías locales a una economía de mercado mundial donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria («nueva economía») cobrando mayor importancia el rol de las empresas multinacionales y la libre circulación de capitales junto con la implantación definitiva de la sociedad de consumo. El ordenamiento jurídico también siente los efectos de la globalización y se ve en la necesidad de uniformizar y simplificar procedimientos y regulaciones nacionales e internacionales con el fin de mejorar las condiciones de competitividad y seguridad jurídica, además de universalizar el reconocimiento de los derechos fundamentales de la ciudadanía. En la cultura se caracteriza por un proceso que interrelaciona las sociedades y culturas locales en una cultura global (aldea global), aunque existe divergencia de criterios sobre si se trata de un fenómeno de asimilación occidental o de fusión multicultural. En lo tecnológico la globalización depende de los avances en la conectividad humana (transporte y telecomunicaciones) facilitando la libre circulación de personas y la masificación de las TIC (tecnologías de información y comunicación) y el internet. En el plano ideológico, los credos y valores colectivistas y tradicionalistas causan desinterés generalizado y van perdiendo terreno ante el individualismo y el cosmopolitismo de la sociedad abierta. Los medios de comunicación clásicos, en especial la prensa escrita, pierden su influencia social (cuarto poder) frente a la producción colaborativa de información de la Web 2.0 (quinto poder).

Mientras tanto, respecto a la política, los distintos gobiernos van perdiendo atribuciones en algunos ámbitos que son tomados por la sociedad civil en un fenómeno que se ha denominado sociedad red, el activismo cada vez más gira en torno a movimientos sociales y las redes sociales mientras los partidos políticos pierden su popularidad de antaño, se ha extendido la transición a la democracia contra los regímenes despóticos, y en políticas públicas destacan los esfuerzos para la transición al capitalismo en algunas de las antiguas economías dirigidas y la transición del feudalismo al capitalismo en economías subdesarrolladas de algunos países aunque con distintos grados de éxito. Geopolíticamente el mundo se debate entre la unipolaridad de la superpotencia estadounidense y el surgimiento de nuevas potencias regionales, y en relaciones internacionales el multilateralismo y el poder blando se vuelven los mecanismos más aceptados por la comunidad internacional. La sociedad civil también toma protagonismo en el debate internacional a través de ONG internacionales de derechos humanos que monitorean la actividad interna o externa de los Estados. En el ámbito militar surgen conflictos entre organizaciones armadas no-estatales (y transnacionales en muchos casos) y los ejércitos pertenecientes al estado (guerra contra el terrorismo, guerra contra el narcotráfico, etc), mientras las potencias que realizan intervenciones militares a otros países (usualmente a los considerados como Estado fallido) procuran ganarse a la opinión pública interna y mundial al formar coaliciones multinacionales y alegando el combate a alguna amenaza de seguridad no sin amplios debates sobre la legitimidad de los conceptos de guerra preventiva e intervención humanitaria frente al principio de no intervención y de oposición a las guerras.

La valoración positiva o negativa de este fenómeno, o la inclusión de definiciones alternas o características adicionales para resaltar la inclusión de algún juicio de valor, pueden variar según la ideología del interlocutor. Esto ocurre porque el fenómeno globalizador ha despertado gran entusiasmo en algunos sectores, mientras en otros ha despertado un profundo rechazo (antiglobalización), habiendo también posturas eclécticas y moderadas.

Ciertos autores (como por ejemplo Guy Rocher)[1]​ consideran que es más adecuado en español el término mundialización, galicismo derivado de la palabra francesa mondialisation, en lugar de globalización, anglicismo procedente del inglés globalization, puesto que en español «global» no equivale a «mundial», como sí ocurre en inglés. Sin embargo, el Diccionario de la lengua española registra la entrada «globalización», entendida como la «tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales» (DRAE 2006, 23.ª edición),[2]​ mientras que la entrada «mundialización» no está en el Diccionario.

El economista y escritor español José Luis Sampedro, en su libro El mercado y la globalización (2002), define globalización como

Esos poderes son tan fuertes que llegan a acuerdos al margen de todo control político directo de los seres humanos que afectan al empleo, la salud y la vida cotidiana de grandes sectores de la Humanidad como CETA, TTIP y TISA, acuerdos que no se han publicado ni conocido ni sancionado por los que sufren sus consecuencias,[4]​ algo jurídicamente muy discutible.[5]​ Contra esto (la falta de perfeccionamiento de los procedimientos democráticos de control del gobierno de los estados nacionales quienes, por ejemplo, son incapaces de concordar o ponerse de acuerdo para evitar el fraude fiscal global, o de otra forma explicado, solo se ponen de acuerdo en no ponerse de acuerdo) y la venta del sistema político al capitalismo en general, ha surgido la llamada globalización del descontento,[6]​ plasmada en movimientos como el 15-M, Occupy movement o los Indignados y organismos independientes de denuncia como Wikileaks, o en protestas más desorganizadas y violentas como los disturbios de Francia de 2005. La globalización afecta a todo el mundo y por tanto exige un derecho global que la controle, lo que revitaliza el derecho natural inherente a la especie humana y debería desacreditar definitivamente en esta esfera el demasiado prestigiado derecho positivo que esgrimen los estados nacionales para no ponerse de acuerdo en medidas beneficiosas para todos. En ese sentido, afirma Hans Küng en el contexto de la confección de una Declaración universal de los deberes del hombre:

De acuerdo con el economista Omar Alejandro Martínez, la globalización se define como la etapa actual que vive el capitalismo mundial, siendo caracterizada por la desaparición de las fronteras económicas que impedían la libre circulación de bienes, productos y capitales, incluyendo tanto las leyes de comercio como la política misma produciendo efectos en el medio ambiente, la cultura, los sistemas políticos, el desarrollo y la prosperidad económica, al igual que en el bienestar físico de los seres humanos que conforman las sociedades de todo el mundo.

Aldo Ferrer señala que el actual proceso de globalización es parte de un proceso mayor iniciado en 1492 con la conquista y colonización de América por España.[8]Marshall McLuhan sostenía ya en 1961 que los medios de comunicación electrónicos estaban creando una aldea global.[9]Rüdiger Safranski destaca que a partir de la explosión de la bomba atómica en Hiroshima en 1945 nació una comunidad global unida en el terror a un holocausto mundial. También se ha asociado el inicio de la globalización a la invención del chip (12 de septiembre de 1958), la llegada del hombre a la Luna, que coincide con la primera transmisión mundial vía satélite (20 de julio de 1969), o la creación de Internet (1 de septiembre de 1969). Pero en general se ubica el comienzo de la globalización con el fin de la Guerra Fría, cuando desaparece la Unión Soviética y el bloque comunista que encabezaba, cuyo experimento fallido de colectivismo representaba el ocaso de los proyectos de sociedades cerradas y economías protegidas. Si bien la autodisolución de la Unión Soviética se produjo el 25 de diciembre de 1991, se ha generalizado simbolizarla con la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989.

El proceso de globalización también hace entrar en crisis al proteccionismo y el Estado de Bienestar había ganado popularidad en período de entreguerras, cuando en las naciones capitalistas se difunde la noción de que el Estado tiene una doble función fundamental en el buen funcionamiento de la economía: uno en asegurar la prosperidad de la población y el otro en evitar los ciclos de crecimiento y recesión. Se crean así las bases para la aparición del keynesianismo y el Trato Nuevo. En las siguientes décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial se vio la emergencia a la preeminencia de las "corporaciones" o empresas multinacionales, que desplazan la importancia de las empresas del capitalismo clásico que tanto Adam Smith como Karl Marx conocieron cuando formularon sus teorías.[10]​ Se vio en Alemania un precedente del éxito de la liberalización que tomarían otros países: el resurgimiento de su nación en el denominado Milagro alemán.

Sin embargo, una nueva crisis que se inició a mediados de la década del sesenta (ver estanflación), agudizada por la crisis del petróleo de 1973 provocó una reorganización radical de la economía, fundada en la intensa promoción de la innovación tecnológica (TIC), la reforma de las políticas de desarrollo (ver Consenso de Washington) y tentativas de desmantelar del Estado de Bienestar, que llegó a ser visto como —en las palabras de Margaret Thatcher— un "estado niñera", sofocador de las libertades y restringidor de la capacidad de escoger de los individuos. Ya desde las décadas de 1970 y 1980 varios analistas y políticos encontraron necesario o conveniente efectuar una fuerte crítica, sea desde un punto de vista pragmático o desde un punto de vista liberal a formas socio-político y económicas anteriores, que ellos consideraban estatizantes y en consecuencia restrictoras tanto de las libertades individuales como del desarrollo económico y social, proponiendo nuevas formas a fin de crear un terreno favorable para la revitalización de las economías.

En la dictadura militar de Pinochet en Chile (en lo que se llamó "experimento",[11]​ ver Milagro de Chile), seguido por el de Thatcher (1979-1990) en Gran Bretaña) y el de Reagan (1981-1989) en EE. UU., etc. Implementaron parcialmente las políticas económicas de economistas como Friedrich Hayek y Milton Friedman respectivamente,[12]​ lo que de hecho redundó en la generación de nuevas interrelaciones entre los factores económicos y mercados de todo el mundo (consumidores, trabajo, recursos naturales, inversiones financieras, etc.); sin embargo ambos gobiernos fueron en otras áreas fuertemente intervencionistas. A partir de entonces otros gobiernos aplicarían medidas combinando algún nivel de liberalismo económico junto con la tecnocracia estatal, muchas veces para poder contentar con algún grado de intervencionismo a sectores sociales y grupos de presión que rechazan el desmantelamiento del Estado de Bienestar. Todo este fenómeno en políticas públicas sería conocido, especialmente por sus críticos provenientes del socialismo post-Guerra Fría, bajo el polisémico término de "neoliberalismo".

El 9 de noviembre de 1989, se produjo la caída del Muro de Berlín, abriendo camino a la implosión de la Unión Soviética en 1991 y la desaparición del bloque comunista. A partir de ese momento comenzó una nueva etapa histórica: la globalización. Ante los hechos en julio-septiembre de 1989 el economista político estadounidense Francis Fukuyama publicó un artículo titulado El fin de la Historia, llegó a decir que «lo que podríamos estar viendo no es solo el fin de la Guerra Fría, o de un particular período de post-guerra, sino el fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución histórica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano». Posteriormente se retractaría de tal afirmación.[13]

Durante este periodo destaca el rol de los organismos internacionales como OMC, OCDE, FMI y BM que en las últimas décadas han sido retratados como impulsores de la globalización, sin embargo, la globalización siendo un proceso civil y de mercado más bien tiende a ser vista como un orden espontáneo independiente de los organismos políticos, siendo discutido si las acciones de los organismos supraestatales dificultan en vez de facilitar la globalización.[14]​ Una organización privada que anualmente se reúne para dar su respaldo al proceso globalizador es el Foro Económico Mundial.

A continuación algunos puntos de la creciente interdependencia entre los países del mundo. No es una lista que refleje todo lo que la globalización es, pero estos eventos pueden identificarse en el contexto de la misma.

La globalización económica es una de las tres dimensiones más importantes y grandes, comúnmente mencionadas en la literatura académica, con las otras dos siendo globalización política y globalización cultural, así como el término general de globalización.[15]​ Dicho término se refiere a la creciente integración económica e independencia de economías nacionales, regionales y locales alrededor del mundo a través de una intensificación de transacciones fronterizas de bienes, servicios, tecnologías y capital Mientras la globalización es un conjunto extenso de procesos en la relación con múltiples redes económicas, políticas e intercambios culturales,  la globalización económica contemporánea es impulsada por el rápido y significante crecimiento de la información acerca de todos los tipos de actividades productivas, comercialización y por el desarrollo de la ciencia y la tecnología.[16]

Principalmente se compone por la globalización de producción, finanzas, mercados, tecnología, regímenes organizacionales, instituciones, corporaciones y empleo.[17]​ Mientras la globalización económica se ha expandido desde el surgimiento del comercio internacional, ha crecido debido a la expansión en cuanto a los avances en comunicación y tecnología bajo el marco de Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio y la Organización Mundial del Comercio, lo cual hizo que los países redujeran gradualmente sus barreras comerciales y abrieran sus cuentas corrientes y de capital.[16]​ Este reciente auge ha sido respaldado por las economías desarrolladas al integrar principalmente inversión extranjera directa y disminuyendo el costo de hacer negocios, la reducción de barreras comerciales, y en muchos casos, la migración transfronteriza.

La globalización política se refiere al crecimiento del sistema político mundial, tanto en tamaño como en complejidad. Ese sistema incluye a los gobiernos nacionales, sus organizaciones gubernamentales e intergubernamentales, así como a elementos de la sociedad civil mundial independientes del gobierno, como las organizaciones no gubernamentales internacionales y las organizaciones de movimientos sociales. Uno de los aspectos clave de la globalización política es la importancia cada vez menor del Estado-nación y el ascenso de otros actores en la escena política. William R. Thompson lo ha definido como "la expansión de un sistema político global, y sus instituciones, en el que se gestionan transacciones interregionales (incluido, pero ciertamente no limitado al comercio)".[18]​ La globalización política es una de las tres dimensiones principales de la globalización que se encuentran comúnmente en la literatura académica, siendo las otras dos la globalización económica y la globalización cultural.[19]

La gobernanza mundial es un enfoque de la teoría de la ciencia política y la administración pública que se originó a partir de estudios sobre la integración europea. La gobernanza multinivel da expresión a la idea de que hay muchas estructuras de autoridad que interactúan en el trabajo en la economía política global emergente. Ilumina el enredo íntimo entre los niveles de autoridad nacional e internacional.

Algunas personas son ciudadanos de varios estados-nación. La doble ciudadanía, también llamada doble nacionalidad o nacionalidad múltiple, es el estado de ciudadanía de una persona, en el que una persona se considera simultáneamente como ciudadano de más de un estado según las leyes de esos estados.

Cada vez más, las organizaciones no gubernamentales influyen en las políticas públicas más allá de las fronteras nacionales, incluida la ayuda humanitaria y los esfuerzos de desarrollo.[20]​ Las organizaciones filantrópicas con misiones globales también están pasando a la vanguardia de los esfuerzos humanitarios. El Instituto Hudson estima que los flujos filantrópicos privados totales hacia los países en desarrollo ascendieron a 59.000 millones de dólares en 2010.[21]

Como respuesta a la globalización, algunos países han adoptado políticas aislacionistas. Por ejemplo, el gobierno de Corea del Norte hace que sea muy difícil para los extranjeros ingresar al país y monitorea estrictamente sus actividades cuando lo hacen. Los trabajadores humanitarios están sujetos a un escrutinio considerable y excluidos de los lugares y regiones en los que el gobierno no desea que entren. Los ciudadanos no pueden salir libremente del país.[22]

La globalización cultural se refiere a la transmisión de ideas, significados y valores alrededor del mundo de tal manera que se extiendan e intensifiquen las relaciones sociales.[23]​ Este proceso está marcado por el consumo común de culturas que han sido difundidas por Internet, los medios culturales populares y los viajes internacionales. Esto se ha sumado a los procesos de intercambio de productos básicos y colonización que tienen una historia más larga de llevar un significado cultural en todo el mundo. La circulación de culturas permite a los individuos participar en relaciones sociales extendidas que cruzan fronteras nacionales y regionales. La creación y expansión de tales relaciones sociales no se observa meramente a nivel material. La globalización cultural implica la formación de normas y conocimientos compartidos con los que las personas asocian sus identidades culturales individuales y colectivas. Aporta una creciente interconexión entre diferentes poblaciones y culturas.[24]

La comunicación intercultural es un campo de estudio que analiza cómo las personas de diferentes orígenes culturales se comunican, de formas similares y diferentes entre sí, y cómo se esfuerzan por comunicarse entre culturas. La comunicación intercultural es un campo de estudio relacionado.

La difusión cultural es la difusión de elementos culturales, como ideas, estilos, religiones, tecnologías, idiomas, etc. La globalización cultural ha aumentado los contactos interculturales, pero puede ir acompañada de una disminución de la singularidad de las comunidades que alguna vez estuvieron aisladas. Por ejemplo, el sushi está disponible tanto en Alemania como en Japón, pero Euro-Disney supera a la ciudad de París, lo que podría reducir la demanda de pastelería francesa "auténtica".[25]​ La contribución de la globalización a la alienación de los individuos de sus tradiciones puede ser modesta en comparación con el impacto de la modernidad misma, como alegan existencialistas como Jean-Paul Sartre y Albert Camus. La globalización ha ampliado las oportunidades recreativas mediante la difusión de la cultura pop, especialmente a través de Internet y la televisión por satélite. La difusión cultural puede crear una fuerza homogeneizadora, a través de la conexión de mercados, culturas, políticas y el deseo de modernización a través de la esfera de influencia de los países imperiales.[26]

Las religiones estuvieron entre los primeros elementos culturales en globalizarse, propagándose por la fuerza, la migración, los evangelistas, los imperialistas y los comerciantes. El cristianismo, el islam, el budismo y, más recientemente, el mormonismo se encuentran entre las religiones que se han arraigado e influido en culturas endémicas en lugares alejados de sus orígenes.[27]

La globalización ha influido fuertemente en el deporte.[28]​ Por ejemplo, los Juegos Olímpicos modernos tienen atletas de más de 200 naciones que participan en una variedad de competiciones. La Copa Mundial de la FIFA es el evento deportivo más visto y seguido en el mundo, superando incluso a los Juegos Olímpicos; una novena parte de la población total del planeta vio la final de la Copa Mundial de la FIFA 2006.[29]

El término globalización implica transformación. Las prácticas culturales, incluida la música tradicional, pueden perderse o convertirse en una fusión de tradiciones. La globalización puede desencadenar un estado de emergencia para la preservación del patrimonio musical. Los archiveros pueden intentar recopilar, grabar o transcribir repertorios antes de que las melodías sean asimiladas o modificadas, mientras que los músicos locales pueden luchar por la autenticidad y preservar las tradiciones musicales locales. La globalización puede llevar a los artistas intérpretes o ejecutantes a desechar los instrumentos tradicionales. Los géneros de fusión pueden convertirse en campos de análisis interesantes.[30]

La música tiene un papel importante en el desarrollo económico y cultural durante la globalización. Los géneros musicales como el jazz y el reggae comenzaron localmente y luego se convirtieron en fenómenos internacionales. La globalización apoyó el fenómeno de las músicas del mundo al permitir que la música de los países en desarrollo llegara a un público más amplio.[31]​ Aunque el término "Música del mundo" estaba originalmente destinado a la música étnica específica, la globalización ahora está ampliando su alcance de tal manera que el término a menudo incluye subgéneros híbridos como "fusión mundial", "fusión global", "fusión étnica", y worldbeat.[32]

Algunos críticos de la globalización argumentan que daña la diversidad de culturas. A medida que la cultura de un país dominante se introduce en un país receptor a través de la globalización, puede convertirse en una amenaza para la diversidad de la cultura local. Algunos argumentan que la globalización puede conducir en última instancia a la occidentalización o americanización de la cultura, donde los conceptos culturales dominantes de los países occidentales económica y políticamente poderosos se difunden y causan daño a las culturas locales.[33]

La globalización es un fenómeno diverso que se relaciona con un mundo político multilateral y con el aumento de bienes culturales y mercados entre países. La experiencia india revela particularmente la pluralidad del impacto de la globalización cultural.[34]

Los académicos también discuten ocasionalmente otras dimensiones menos comunes de la globalización, como la globalización ambiental (las prácticas y regulaciones coordinadas internacionalmente, a menudo en forma de tratados internacionales, con respecto a la protección ambiental)[35]​ o la globalización militar (crecimiento en extensión y alcance global de relaciones de seguridad).[36]

Un aspecto esencial de la globalización es el movimiento de personas, y los límites de las fronteras estatales sobre ese movimiento han cambiado a lo largo de la historia.[37]​ El movimiento de turistas y empresarios se abrió a lo largo del siglo pasado. A medida que la tecnología del transporte mejoró, el tiempo y los costos de viaje disminuyeron drásticamente entre el siglo XVIII y principios del XX. Por ejemplo, viajar a través del océano Atlántico solía tomar hasta 5 semanas en el siglo XVIII, pero en la época del siglo XX solo tomaba 8 días. [110] Hoy en día, la aviación moderna ha hecho que el transporte de larga distancia sea rápido y asequible.

Los desarrollos en tecnología e infraestructura de transporte, aerolíneas de bajo costo y aeropuertos más accesibles, han hecho que muchos tipos de turismo sean más asequibles. En un momento dado, medio millón de personas están en el aire.[38]​ Las llegadas de turistas internacionales superaron el hito de los mil millones de turistas en todo el mundo por primera vez en 2012.[39]

La inmigración es el movimiento internacional de personas hacia un país de destino del cual no son nativos o donde no poseen la ciudadanía para establecerse o residir allí, especialmente como residentes permanentes o ciudadanos naturalizados, o para aceptar un empleo temporalmente como trabajador extranjero. Según la Organización Internacional del Trabajo, en 2014 había un estimado de 232 millones de migrantes internacionales en el mundo (definidos como personas fuera de su país de origen durante 12 meses o más) y se estimaba que aproximadamente la mitad de ellos eran económicamente activos (es decir, empleado o en busca de empleo).[40]

Fuente: Unión Internacional de Telecomunicaciones.[42]

Internet ha sido fundamental para conectar a las personas a través de fronteras geográficas. La globalización se puede difundir por medio del periodismo global, que proporciona información masiva y se basa en Internet para interactuar. Es posible suponer que amenazas globales como el cambio climático precipitan el establecimiento de un periodismo global.[43]

Es importante anotar que entre los partidarios del desarrollo económico y social, existen corrientes con visiones encontradas y radicalmente diferentes en su percepción sobre los beneficios de la globalización; es el caso del liberalismo libertario y el neoconservadurismo en lo político, o la escuela austríaca y el monetarismo/escuela neoclásica en la doctrina económica.

Los proponentes de la globalización critican duramente algunas políticas corrientes en países desarrollados. En particular, los subsidios a la agricultura y las tarifas proteccionistas en esos países. Por ejemplo, casi la mitad del presupuesto de la Unión Europea se emplea en subsidios agrícolas, en su mayoría, a las grandes empresas y granjas industrializadas que constituyen un poderoso lobby.[56]Japón, por su parte, concedió a su sector agrícola 47 mil millones de dólares en el 2005.[57]​ casi cuatro veces la cantidad que dio en Ayuda oficial al desarrollo.[58]​ Los EE. UU. dan 3900 millones de dólares cada año a su sector agrícola algodonero, que incluye 25 mil granjeros, tres veces superior al presupuesto completo de USAID para los 500 millones de habitantes de África[59]​ Estas políticas agotan los recursos de los contribuyentes e incrementan el precio a los consumidores en los países desarrollados, disminuyen la competencia y eficiencia, evitan las exportaciones de agricultores más eficientes y otros sectores en los países en desarrollo y socavan las industrias en los cuales los países desarrollados tienen ventajas comparativas. Así, las barreras al comercio dificultan el crecimiento económico no solo de las naciones en desarrollo, lo que tiene un efecto negativo en los niveles de vida generales.[60]

Las críticas al proceso globalizador configuran lo que se denomina movimiento antiglobalización o altermundismo y sus cabezas mediáticas generalmente están ubicadas en un contexto nacionalista, de extrema izquierda, de alguno de los nuevos movimientos sociales progresistas, de la socialdemocracia ortodoxa (aquella que rechaza la Tercera Vía) o del populismo tercermundista (que puede incluir componentes antioccidentales o antiestadounidenses), así mismo varios movimientos religiosos conservadores y la extrema derecha se han posicionado en contra de la globalización. El punto en común mayoritario que tienen estas críticas es que equiparan globalización a imperialismo y neocolonialismo (ver Teoría de la dependencia), todas se oponen a lo que han denominado fundamentalismo de mercado y acusan a la globalización de fomentar un estilo de vida consumista y postmaterialista.

Como solución más generalizada todas estos credos ideológicos apuntan a la necesidad de un Estado fuerte y regulador para la sociedad y proponen el resurgimiento del desarrollismo, el dirigismo y el proteccionismo en las políticas económicas de las naciones, a la vez que reclaman reeducar a la sociedad en torno a valores que contrarresten los valores y costumbres individualistas.



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