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Eduardo Escalante



Eduardo Escalante Mateu fue un dramaturgo conocido fundamentalmente por su extensa producción de sainete valenciano, género al que aportó 47 creaciones conservadas a la actualidad —aunque seguramente escribió aún más—, y que lo ubicaron en lo más alto de la creación teatral de la última mitad del siglo XIX. Su obra dejó escuela e imitadores después de su muerte.

Hijo de inmigrantes (hijo de Juan Antonio Escalante Casamayor, natural de Villena y adscrito al cuerpo de carabineros, y de Mónica Mateu Carvajales, natural de Valladolid), queda huérfano de madre al nacer, ya que esta muere durante el parto. El padre, desterrado después de los sucesos de 1835 por su condición de liberal, muere en 1839. Obligado por las circunstancias adversas y a cargo de unos familiares, a partir de 1847 y con sólo 13 años de edad, comienza a ganarse la vida pintando abanicos, aprovechando los conocimientos adquiridos en la sociedad El Liceo. Esta profesión la complementa con el oficio de escritor a lo largo de toda su vida. Había podido estudiar solamente la educación primaria.

Llega a tener seis hijos con su mujer, viviendo en un piso de Valencia los inviernos, y en una pequeña casa de veraneo en Macastre. Se cuenta que algunos vecinos del pueblo, como pulla cómica ante el carácter bullicioso de la prole de Escalante, los recibían cantando:

por el Camino Real:

¡pobres uvas, pobres higos,

qué mal lo vais a pasar!

Eduardo Escalante Feo, uno de sus hijos, también actúa destacadamente en la creación teatral. Componiendo la mayoría de sus obras en valenciano, escribe tanto sainete, como zarzuela, a la que quiso imprimir un carácter valenciano, y que precedió la época de oro de la revista musical valenciana de las décadas de 1920 y 1930.

Pasa un breve periodo en Madrid. A la vuelta, publica poesía en los periódicos alicantinos El Iris y La Palma y en los valencianos La flauta, El Rehilete y El Rubí. Publica en 1855 dos milagros, con motivo del cuarto centenario de la canonización de Vicente Ferrer (patrono de Valencia): La vanitat castigada y La muda, bien acogidos por el público.

Escalante escribe casi toda su obra en valenciano, utilizando el castellano solo en unas pocas piezas, como por ejemplo en su drama Raquel. Publica su primer sainete, Deu, dèneu i noranta, en 1861. El éxito de público acompaña la práctica totalidad de su carrera.

En general, los sainetes de Escalante presentan las típicas tramas sencillas del género chico, donde abundan los amores contrariados por incompatibilidades de clase o de extracción social pero que, finalmente, se resuelven en forma satisfactoria.

Sus 47 sainetes aún en la actualidad son un importante documento ilustrativo de las costumbres de su época y de los hechos históricos de los que fue contemporáneo, además de muestrario del habla popular y dialectal valenciana.

Son variados los juicios en relación a la persona y la obra de Eduardo Escalante. Distintos estudiosos e intelectuales han tenido opiniones muchas veces divergentes. Se suele valorar positivamente la fuerza dramática de sus sainetes y la habilidad con la que supo engarzar las diferentes escenas cómicas. Algunos intelectuales han criticado a Escalante el ser demasiado complaciente con las clases dominantes, reservando sus críticas más ácidas para las bajas y medias con pretensiones de ascenso social. La utilización del lenguaje dialectal y muchas veces exagerado de distintas maneras para generar un efecto cómico, también ha recibido opiniones encontradas.

Unamuno afirma que:

Manuel Sanchis Guarner, en relación a las palabras de Unamuno y a Escalante mismo, afirma que:

Sobre la obra y su valor, Sanchis Guarner alaba el estilo de Escalante y la agudeza con que sabe describir la sociedad de su época y sus contradicciones:

pero también afirma que:

Joan Fuster dice:

En una de aquellas piezas de Escalante, precisamente, L’herència del rei Bonet, uno de los personajes se sorprende porque su padre, un artesano que espera un legado de millones, le habla súbitamente en castellano. «¡Mira por dónde, por qué me habla en castellano!», dice. Y el ingenuo

Según Marcelino Menéndez Pelayo, los sainetes de Escalante:

Según Xavier Fàbregas:

Según Ricard Blasco:

La obra de Escalante ejerció un poderoso influjo tanto en autores contemporáneos suyos como en los posteriores, sobre todo en Valencia, ya que en el resto del dominio lingüístico pasó bastante desapercibido. Algunos de los más importantes son:

Entre las piezas más destacadas de Escalante, se encuentran Bufar en caldo gelat (1869), La xala (1871), L'escaleta del dimoni (1874), Les xiques de l'«entresuelo» (1877), L'herència del rei Bonet (1880) y La Patti de Peixcaors (1884). Son todas obras que alcanzaron un extraordinario éxito de público.

Con motivo del estreno en Madrid de Matasiete espantaocho fue acusado de plagiar el sainete Los valientes, del autor Javier Burgos. La polémica ocupó tertulias y páginas de periódicos, hasta que se comprobó que Escalante había estrenado su obra en Valencia con anterioridad a Javier Burgos.



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