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Estrógenos



Los estrógenos son hormonas sexuales esteroideas (derivadas del colesterol) de tipo femenino principalmente, producidos por los ovarios, la placenta durante el embarazo y, en menores cantidades, por las glándulas adrenales.

Derivan de los andrógenos, hormonas sexuales masculinas.

En su función endocrina, los estrógenos atraviesan la membrana celular para llegar al núcleo, en el que se encargan de activar o desactivar determinados genes, regulando la síntesis de proteínas.

La síntesis y secreción de estrógenos es estimulada por la hormona foliculoestimulante (FSH), que a su vez es controlada por la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH). [1]​Después de que cesa la menstruación, el folículo continúa desarrollándose, secretando una cantidad creciente de estrógeno a medida que lo hace hasta llegar a su máximo, tras el cual disminuye la secreción hasta niveles basales hasta que pase la ovulación y el ciclo vuelva a ocurrir[2]​.

GnRH → FSH→Estrógenos

Por otro lado, una vez se ha producido la secreción de estrógenos, altos niveles de esta hormona inhiben la liberación de GnRH. Esto es, una regulación por retroalimentación negativa.

Durante el embarazo, los estrógenos pasan a ser producidos por la placenta y son los encargados, entre otras cosas, de estimular el crecimiento del útero para alojar al bebé y ablandar las paredes de la vagina y de los músculos abdominales para facilitar el nacimiento del niño por el canal del parto.

Las principales hormonas estrogénicas femeninas son la estrona, cuya función es la de preparar la ovulación, y el estradiol, que regula el ciclo menstrual. Cuando las mujeres están embarazadas un tercer tipo de estrógeno, el estriol, comienza a ser secretado y su volumen se eleva mil veces más en el último trimestre de la gestación.[3]

Los estrógenos inducen fenómenos de proliferación celular sobre los órganos, principalmente endometrio, mama y el mismo ovario. Tienen cierto efecto preventivo de la enfermedad cerebrovascular y, sobre el endometrio, actúan coordinadamente con los gestágenos, otra clase de hormona sexual femenina que induce fenómenos de maduración. Los estrógenos presentan su mayor concentración en los primeros 7 días del ciclo menstrual.

Los estrógenos actúan con diversos grupos celulares del organismo, especialmente con algunos relacionados con la actividad sexual, con el cerebro, con función endocrina y también neurotransmisora.

Al regular el ciclo menstrual, los estrógenos afectan el Aparato genital, el urinario, los vasos sanguíneos y del corazón, los huesos, las mamas, la piel, el cabello, las membranas mucosas, los músculos pélvicos y el cerebro. Los caracteres sexuales secundarios, como el vello púbico y de las axilas también comienzan a crecer cuando los niveles de estrógeno aumentan. Muchos de los sistemas orgánicos, incluyendo los sistemas musculoesquelético y cardiovascular, y el cerebro, están afectados por los estrógenos.

El hiperestrogenismo es una condición consistente en el aumento de la acción tisular estrogénica, derivada, en la mayoría de casos, de un incremento de la síntesis y secreción de estrógenos. Desde el punto de vista clínico se caracteriza por hiperplasia endometrial y menorragias. En el varón puede producir hipoplasia gonadal, regresión de los caracteres sexuales secundarios y ginecomastia.[4]

Según la causa de la descompensación con los niveles de progesterona, el hiperestrogenismo puede ser:

Por lo tanto, si los niveles de progesterona aumentan a la par de los de estrógenos, no se produce ningún tipo de hiperestrogenismo.

Entre los riesgos del hiperestrogenismo se encuentran un mayor riesgo de cáncer de endometrio y de cáncer de mama.



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