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Fernando Torres y Portugal



¿Qué día cumple años Fernando Torres y Portugal?

Fernando Torres y Portugal cumple los años el 3 de septiembre.


¿Qué día nació Fernando Torres y Portugal?

Fernando Torres y Portugal nació el día 3 de septiembre de 3.


¿Cuántos años tiene Fernando Torres y Portugal?

La edad actual es 2021 años. Fernando Torres y Portugal cumplió 2021 años el 3 de septiembre de este año.


¿De qué signo es Fernando Torres y Portugal?

Fernando Torres y Portugal es del signo de Virgo.


¿Dónde nació Fernando Torres y Portugal?

Fernando Torres y Portugal nació en Villardompardo.


Fernando de Torres y Portugal y Mesía Venegas y Ponce de León (Villardompardo, Jaén, ? - Jaén, 18 de octubre de 1592) fue un noble y administrador colonial español. Miembro de una antigua estirpe de la región de Jaén y descendiente de la familia real portuguesa, fue Señor de Villardompardo y Escañuela y, luego, I Conde de Villardompardo. Fue además alférez mayor de Jaén, corregidor de Asturias y de Salamanca, asistente de Sevilla (15781583) y virrey del Perú (1585 - 1589).

Sancho Fortuniones es el primer señor de Torres otorgado en 936 por contraer matrimonio con la infanta, hija del Rey García de Navarra. Bernardino es señor de Villardompardo, padre del I conde de Villardompardo, y casa con doña María Mesía-Carrillo y Ponce de León. Natural de Jaén, por lado paterno fue heredero de la antigua Casa de Torres de Navarra, que se entroncó con la nobleza portuguesa.

La casa de Torres poseía tierras en Jaén, Álava y Burgos así como en Navarra. Abarcaba en Jaén las jurisdicciones de Villardompardo y Escañuela, tuvo su origen en Pedro Ruiz de Torres, adelantado de Cazorla y alcalde de los alcázares de Jaén, quien apoyó a Enrique II de Castilla en su lucha contra su hermano Pedro I. Victorioso Enrique II, no solo hizo Señor a Pedro Ruiz de Torres, sino que le concedió importantes privilegios (1371), que fueron acrecentándose con el correr del tiempo. Entre esos privilegios se hallaban el derecho al cobro del estanco de tintes, tenerías, alabardería y jabón de la ciudad de Jaén.

Pedro Ruiz de Torres casó con Isabel Méndez de Biedma y con ella tuvo a Fernando Ruiz de Torres. Este a su vez se casó con Inés de Solier y tuvo cuatro hijos: Pedro, Carlos, Juan y María. El primero murió sin descendencia, por lo que el señorío pasó a Carlos de Torres. Este se casó con Guiomar Carrillo, con quien tuvo a Teresa de Torres y Carrillo, que llegó a ser señora de Villardompardo. Los señores de Villardompardo se entroncaron con la nobleza portuguesa a través del matrimonio de María de Torres de Navarra y Solier con Fernando de Portugal, hijo del infante don Dionisio de Portugal, señor de Cifuentes. De esta unión nació Dionis de Torres y Portugal, quien asumió el señorío de Villardompardo a falta de los herederos mayores, y fue el bisabuelo de nuestro biografiado, Fernando de Torres y Portugal.

Del lado materno provenía de la ilustre Casa de Messía Carrillo (señores de La Guardia y Santofimia), beneficiada también con muchos privilegios adquiridos en tiempos medievales.

Fernando de Torres y Portugal acrecentó su posición con el cargo honorífico de alférez mayor de Jaén, que el rey le otorgó a perpetuidad. Dicha investidura le hacía jefe de las milicias, guardián de las llaves de la ciudad, portador del pendón y uno de los pocos privilegiados que podían entrar en el cabildo con la espada al cinto. No se conocen más detalles acerca de su juventud y formación intelectual.

Su primer escalón en su ascendente carrera administrativa fue como corregidor en el principado de Asturias, y posteriormente en Salamanca, de 1565 a 1568. Su buen desempeño en ambos lugares y sus influencias en la corte hicieron que el 30 de abril de 1576 se le concediera el título de conde del Villardompardo y que en setiembre de 1578 se le nombrara asistente de Sevilla. Este último cargo era muy importante, similar al de corregidor: como representante del poder central y cabeza de la corporación municipal, acaparaba multitud de atribuciones: militares y civiles, ejecutivas, legislativas e incluso judiciales.

La labor que realizó como asistente en Sevilla, de 1578 a 1583, la conocemos gracias a una relación que él mismo escribió: «Relación de las cosas en que el conde del Villar, asistente que fue de Sevilla, sirvió a Su Majestad en cinco años o casi que tubo el oficio».[1]​ Esta relación ha sido estudiada por Antonio Domínguez Ortiz, quien destaca algunos aspectos interesantes de la gestión del conde del Villar, de los que mencionamos algunos:

No faltaron, sin embargo, enfrentamientos con la Inquisición, un problema que volvería a tener posteriormente, estando ya en Perú. De todos modos, tras cinco años de gestión, esta fue muy valorada en el juicio de residencia que se le siguió al poco de culminarla, y fue fundamental para que se le designara como virrey del Perú. Ya para entonces era de edad muy madura

La muerte del virrey del Perú, Martín Enríquez de Almansa, tras un breve gobierno (1584), sorprendió al rey Felipe II, que se apresuró en buscarle sucesor. Se barajaron los nombres de varios candidatos, como el del marqués de Almazán, el de García Hurtado de Mendoza, el del conde de Miranda y marqués de Velada. Pero al rey no le satisfizo ninguno de estos. Fue propuesto entonces Lorenzo Suárez de Mendoza, conde de Coruña y Virrey de Nueva España, y hasta se llegó a extender su nombramiento, pero por razones desconocidas este quedó sin efecto. Surgieron entonces otros nombres, entre ellos el del conde del Villardompardo, quien fue finalmente el elegido por Felipe II, contra la opinión de sus consejeros, pues consideraban que su avanzada edad podría ser un impedimento para desempeñar a cabalidad su labor, como había sucedido con su antecesor. Según parece, pesó en el criterio del rey el buen desempeño del conde como asistente de Sevilla, particularmente su labor hacendística.

El 31 de marzo de 1584, en San Lorenzo de El Escorial, se suscribió la cédula que investía al conde del Villardompardo como virrey, gobernador y capitán general del Perú y presidente de la Real Audiencia de Lima. En octubre el flamante virrey se hizo a la vela en Sanlúcar de Barrameda con un numeroso cortejo de parientes y criados, entre los que se contaba su hijo Jerónimo de Torres y Portugal, su nieto Fernando de Torres, su sobrino Diego de Portugal y su hermano político Hernán Carrillo de Córdoba, este último capitán general de Mar y antepasado del ilustre José Baquíjano y Carrillo. Si bien apresuró su viaje, su mala salud lo obligó a prolongar algunas de sus etapas. Arribó a Panamá a principios del año siguiente y en mayo se embarcó para el Perú. Desembarcó en Paita el 11 de junio de 1585, continuó su viaje por tierra, y tras pasar por Piura y Trujillo, hizo su entrada solemne en Lima el 21 de noviembre de 1585.

La nota escandalosa del gobierno de este virrey fue sin duda las revelaciones que hizo el sevillano Juan Bello, secretario de gobernación, al hallarse arrestado por la Inquisición acusado de blasfemia. Bello puso al descubierto la conducta inmoral de los parientes cercanos del virrey, especialmente de su hijo Jerónimo y su sobrino Diego de Portugal, a quienes acusó de recibir dineros y obsequios a cambio de influir en las decisiones gubernativas; también dio a conocer el nulo respeto que ambos jóvenes tenían por la ley, así como sus galanteos y aventuras amorosas con señoras de la aristocracia limeña.

El desvelamiento de ese ambiente de inmoralidad motivó a la corte española a enviar un visitador general al Perú, que fue el licenciado Alonso Fernández de Bonilla. Sin embargo, el 25 de diciembre de 1589, antes de que llegara este emisario, el conde del Villardompardo entregó el mando a García Hurtado de Mendoza (hijo del que fuera III Virrey del Perú Marqués de Cañete). Luego se retiró a un convento de franciscanos en el pueblo de La Magdalena, y finalmente, emprendió viaje de retorno a España el 2 de mayo de 1590. Llegó a la península ibérica en 1592 y falleció ese mismo año en la ciudad de Sevilla.

Fernando fue casado en dos oportunidades: primero con Francisca de Carvajal Osorio, hija de los Señores de Jódar, y después, al quedar viudo, con María Carrillo de Mendoza. De ambos matrimonios tuvo una numerosa descendencia.




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