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Gitanos



Los siguientes datos son solamente estimativos, pues además de que en muchos países están prohibidos los censos discriminatorios, el carácter itinerante de muchas comunidades gitanas (especialmente en la Europa Central) provoca recuentos dobles y, además, hay diversas discrepancias en los datos. Por otro lado, no están incluidos todos los países donde habitan gitanos.

Albania: entre 1300 y 120 000[1]
Alemania: 85 000-120 000[2]
Austria: 15 000-20 000[2]
Bielorrusia: cerca de 15 000 (censo 1999)[3]
Bélgica: 10 000-15 000[2]
Bosnia-Herzegovina:
17 000[cita requerida]
Bulgaria: 370 908 (censo de 2001)[4]
Chequia: 12 000;[5]​ 300 000 según ONGs
Croacia: 14 000 (censo de 2001)[6]
Dinamarca: 2500-4500[2]
Eslovaquia: 92 500[7]
España: 650 000-1 500 000[8][9][10][11]
Estonia
Francia: 200 000-300 000[2]
Finlandia: 5500-8000[2]
Grecia: 140 000-200 000[2]
Hungría: 190 046 (censo de 2001), 500 000 est.[12]
Irlanda: 20 000-27 000[2]
Italia: 85 000-120 000[2]
Letonia: 8205 (censo de 2000)[13]
Lituania: 2571 (censo de 2001)[14]
Luxemburgo: 200-500[2]
Moldavia
Montenegro
Países Bajos: 30 000-40 000[2]
Noruega
Polonia: 15 000–50 000 est.[15]
Portugal: 40 000[16]
Reino Unido: 90 000-225 000[2]
Macedonia del Norte: 53 879 (censo de 2002)[17]
Rumanía: 535 140 (censo de 2002)
Rusia: 183 000 (censo 2002)[18]
Serbia: 108 193 (censo 2002)[19]
Suecia: 15 000-20 000[2]
Suiza
Turquía: 2-5 millones[20][21]Ucrania: 48 000 (censo de 2001)[22]

Argentina: 300 000[23]
Brasil: 1 000 000[24]
Canadá: 80 000[25]
Colombia: 2 649 (censo de 2018)-8 000[26][27]
Chile: 20 000[27][28]
Ecuador: 1000[29]
Estados Unidos: 1 000 000[30]
México: 15.850[31]
Uruguay: 400[32]
Venezuela: 5000

Los gitanos, romaníes, cíngaros o rom son una comunidad o etnia originaria del subcontinente indio, que data de los reinos medios de la India, con rasgos culturales comunes, aunque con enormes diferencias entre sus subgrupos.

Se encuentran asentados principalmente en Europa, aunque están presentes también en el resto del mundo. El Día Internacional del Pueblo Gitano se celebra el 8 de abril,[34]​ en conmemoración del mismo día en 1971 en Londres donde se instituyó la bandera y el himno de la Comunidad.

El término gitano es mayoritario en español y se recogen significados positivos, aunque también connotaciones peyorativas.[35]​ Es el término que los propios gitanos usan para autodenominarse en español. En el caso de España puede usarse igualmente el término «calé» para referirse a los gitanos ibéricos, o «caló» para referirse a la variante lingüística propia.

A escala internacional existe asimismo una propuesta común para utilizar rom, tanto como nombre del pueblo como del idioma, si bien no hay todavía acuerdo acerca de la existencia o no del doble fonema «r-r» en las lenguas gitanas centroeuropeas. Se ha originado en España una propuesta reciente para sustituir, imitando a otros países europeos, el término gitano por romaní o simplemente «rom» (en romaní: ‘hombre’ o ‘marido’).[cita requerida]

La palabra «gitano» procede de «egiptano», porque en el siglo XV se pensaba que los gitanos procedían de Egipto. Cuando llegaron a Europa, muchos grupos de gitanos se presentaban a sí mismos como «nobles egipcianos»; así, en 1425, dos romaníes solicitaron un salvoconducto al rey Juan II de Aragón, en el cual se hacían llamar «condes del Egipto Menor». La palabra «calé» parece proceder del indostaní «kâlâ», que significa «negro».

Dado que se pueden encontrar en multitud de países de todo el mundo, existen una gran variedad de etnónimos. Los principales son los siguientes:

Durante siglos los orígenes del pueblo gitano han sido objeto de diversas teorías y especulaciones sin bases sólidas, entre otras cosas porque su cultura es fundamentalmente ágrafa y no ha conservado registro histórico. La teoría más extendida afirma, basándose en análisis genéticos[36]​ y lingüísticos y a la vista de los documentos conservados, que proceden de la región del Punyab, más precisamente de zonas comprendidas entre India y Pakistán.[37]

Los datos lingüísticos, en concreto, apuntan a que los antepasados de los gitanos vivieron en el noroeste de la India, antes de migrar al Occidente pasando por la costa sur del mar Caspio.[38]​ Se desconoce si con anterioridad habían migrado desde otro lugar aún más remoto. También se ignoran las causas exactas de su migración hacia el oeste, que se produjo en torno al siglo XI. Aunque algunos autores sugieren que la salida de India pudo iniciarse antes, hacia el siglo VI y prosiguió hasta el siglo XI. Tras una estancia al norte de Persia, se desplazaron nuevamente hasta Asia Menor, donde se asentaron durante el siglo XIV. La inestabilidad política provocó el primer éxodo fielmente documentado hacia el oeste y el sur. Una rama del pueblo gitano se internó en la Europa Central y otra ingresó en el norte de África. La entrada de los gitanos en Europa se documenta a partir de los primeros años del siglo XV. A fines de ese siglo, la ruta del sur y la del norte ya se habrían unido en algún punto del sur de Europa (en Francia o España).

Sin embargo, continúa siendo un desafío polémico para la antropología, la historia y la sociología explicar sus orígenes, su evolución en el tiempo y sus estrategias de supervivencia en sociedades dentro de las cuales siempre son minoritarios, a pesar del mestizaje y de ser históricamente marginados.

Los gitanos se vieron severamente perseguidos e incluso exterminados durante el siglo XX.[39]​ La inestabilidad política y económica del este de Europa provocó, especialmente a fines del siglo, otra nueva movilización en masa de la comunidad gitana, todavía en curso, esta vez en dirección a la Europa central y occidental.

Los propios romaníes se agrupan en diferentes divisiones,[40]​ en función de diferencias territoriales, dialectales y culturales. Las cinco grandes ramas gitanas son:

Cada una de estas ramas puede subdividirse en dos o más subgrupos en virtud de su ocupación o el territorio de origen. Así, se encuentran los siguientes términos: Machvaya (Machwaya), Lovari, Churari, Sinti, Rudari, Boyash, Ludar, Luri, Xoraxai, Ungaritza, Bashaldé, Ursari y Romungro.

Estudios demográficos muestran que la máxima ambición de los gitanos es la inclusión social sin pérdida de la cultura propia.[41]

Sus características específicas —tales como las formas de organización familiar y comunitaria o el diálogo— hacen posible el mantenimiento de una identidad que ya está siendo reconocida por aquellas mismas estructuras. En España el idioma propio ha ido perdiendo importancia con el tiempo, pasándose a usar gradualmente la gramática española con rasgos propios (la variedad lingüística denominada caló).[42]

El valor de la palabra y el respeto mutuo (en especial a las personas mayores) son dos rasgos esenciales que comparten los gitanos.[43]

La lengua gitana tradicional es el romaní, un idioma indoeuropeo[44][45]​surgido del sánscrito.

Un estudio del año 2003, publicado por la revista Nature,[46]​ sugiere que el romaní está relacionado con el cingalés, todavía hoy hablado en Sri Lanka. En la actualidad, sin embargo, la mayoría de los gitanos del mundo habla la lengua del territorio en que habita, adaptándola mediante el fenómeno llamado pidgin. Según algunas autoridades[47]​ las lenguas gitanas se agrupan de la siguiente manera:

Además, este idioma recoge en sí mismo el propio itinerario irregular de los gitanos durante los últimos mil años. Se pueden encontrar restos de vocabulario armenio (grast, caballo), persa (ambrol, pera; angustr, anillo), eslavo (ledome, congelado) y griego (drom, camino; kokalo, hueso), así como estructuras sintácticas de dialectos eslavos, del húngaro, del rumano, del alemán o del español.

Los primeros documentos de la entrada de los gitanos en la península ibérica datan del siglo XV, 12 de enero de 1425.[48]​ Las relaciones entre la población local y los gitanos fueron en general buenas durante el siglo XV.[49]​ Sin embargo, a partir de 1469, con la llegada de los Reyes Católicos al trono, la situación cambió del todo, presumiblemente a causa de la búsqueda de la homogeneidad cultural en España. Las autoridades dieron a los gitanos un plazo de dos meses para que tomaran un domicilio fijo, adoptaran un oficio y abandonasen su forma de vestir, sus costumbres y su idioma, bajo pena de expulsión o esclavitud. Se buscaba la unificación de los súbditos en toda la Península, siendo el ideal al alcanzar la centralización del poder político, la existencia de una única religión, una única lengua, una única cultura y, por consiguiente, una única manera de ser. De tal manera, las Cortes de Castilla de 1594 emitieron un mandato tendente a separar a los «gitanos de las gitanas, a fin de obtener la extinción de la raza»,[49]​ vaticinando la política de las prácticas de esterilización que seguirían otros monarcas europeos de la Edad Moderna. Antes, en la Navidad de 1571/1572, se produjo una primera redada contra gitanos varones[50]​ y, posteriormente, aunque se desechó en 1611 la idea de expulsar a los gitanos de los territorios peninsulares de la corona, en 1633 se promulgó una nueva pragmática, por la que se negó a los gitanos el carácter de nación y se prohibió incluso el uso del término gitano en el reino. Poco después, en 1639, se volvió a organizar una nueva redada de gitanos varones con el fin de destinarlos a galeras para hacer frente a la campaña de Cataluña.[51]

Un acontecimiento que ha sido escasamente estudiado por los historiadores es la Gran Redada de 1749, también conocida como Prisión general de Gitanos, una operación autorizada por el rey de España Fernando VI y organizada por el Consejo de Castilla a través de su presidente Vázquez de Tablada y del marqués de la Ensenada, que se inició de manera sorpresiva y sincronizada en todo el territorio español el miércoles 31 de agosto de 1749, con el objetivo inicial de arrestar a todas las personas gitanas y expulsarlas de los territorios peninsulares[52]​. Sin embargo, la medida no llegó a buen fin, adoptándose el proyecto encaminado a extinguir la etnia gitana a través de separar físicamente hombres y mujeres, dándoles destinos útiles en los que emplearlos, en un encierro que había de durar hasta el fin de sus días.[53]​ Las mujeres quedarían recluidas en casas de misericordia, como la de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza,[54]​ en tanto que los hombres lo serían en los arsenales. Finalmente, fueron puestos en libertad en junio de 1765 los gitanos supervivientes que se hallaban aún retenidos en estos complejos militares.[55]

La situación de persecución, junto a todas las leyes y pragmáticas que los discriminaban,[39]​ así como a causa del racismo y xenofobia, acentuó el carácter itinerante de las personas gitanas.[56]​ Cerradas las puertas a la América española, estas sólo se abrieron tras la promulgación de la pragmática de 1783,[57]​ produciéndose a lo largo del siglo XIX una segunda migración masiva de gitanos hacia Europa y América, aprovechando las rutas europeas hacia el nuevo continente.

La discriminación legal hacia los gitanos[58]​ puede observarse en pleno siglo XX, más precisamente en los artículos 4 y 5 del Reglamento de la Guardia Civil de 1943, donde se especifica que los gitanos debían ser vigilados de forma especial.[59]​ Hacia 1960 la Iglesia católica anunció comprometerse con la mejora de las condiciones de vida de la población gitana y pondría en marcha iniciativas como el Secretariado Gitano de Barcelona, que durante la democracia fueron continuadas por el movimiento asociativo gitano.[cita requerida]

Un informe del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad[60]​ afirma que actualmente la mayoría de la población roma-gitana está sedentarizada. Se distribuyen de manera desigual por todo el territorio español, residiendo, particularmente, en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla, Granada, Málaga, Valencia, Zaragoza y Murcia; con una mayor concentración en las comunidades autónomas de Andalucía, Comunidad Valenciana y Cataluña. Asimismo afirma que la conjunción de factores históricos, sumados a otros derivados de los rápidos procesos de cambio social, determina que sea la población española que, por su origen étnico y su diferencia cultural, en muchos casos, siga siendo aún objeto de discriminación y rechazo.

La profesora Teresa San Román[61]​ ha estudiado las diferentes medidas legislativas promulgadas por las autoridades españolas y ha comprobado cómo existió desde el principio una contradicción interna en la lógica de esas disposiciones: «La tendencia a la asimilación durante el siglo XVII y la primera mitad del XVIII es creciente, pero se limitaban los lugares donde poder asentarse, se restringen los oficios…». Los legalmente avecindados eran expulsados una y otra vez, y la lógica de sedentarización forzosa/expulsión se sucederá en todos los países y en todas las épocas.

La socióloga María Helena Sánchez[62]​ indica que los castigos hacia la comunidad gitana en la antigüedad recaían tradicionalmente sobre las poblaciones sedentarizadas, lo que hacía poco atractivo el asentamiento. Al mismo tiempo, la restricción en el ejercicio de oficios conllevaba el ejercicio de profesiones itinerantes y estacionales.

Son una comunidad muy diversificada, en el ámbito internacional, sin territorio propio definido, y en la práctica sin instituciones políticas o sociales propias hasta el último siglo. Generalmente, se conoce al posible etnoestado gitano como Romanistán.

La lengua romaní tampoco presenta una homogeneidad o extensión que permita hablar de un único idioma transnacional gitano, pues las comunidades romaníes de los distintos países suelen adoptar o adaptar la lengua dominante del territorio en que se encuentran. Los romaníes de todo el mundo presentan diferentes características antropométricas, culturales y sociales que dificultan su categorización bajo una sola familia étnica, por lo que a menudo es difícil obtener datos fiables a partir de un censo común.

La población mundial de romaníes y su localización geográfica se desconoce con exactitud. La cifra más aceptada, procedente de datos agregados por países,[64]​ podría rondar los doce millones de personas, de los cuales diez se concentran en Europa. Algunas fuentes alcanzan hasta un total de cuarenta millones,[65]​ al agregar la supuesta población gitana de la India, lo que demuestra la alta dificultad de obtener datos fiables debido a su diversificación. Adicionalmente, algunos países carecen de un censo fiable de esta comunidad. También se achaca a su movilidad territorial, a la desconfianza hacia las instituciones, al deficiente y problemático planteamiento del recuento[66]​ o a las condiciones socioeconómicas de cada país, también con dificultades para censar a la población no gitana. Por otro lado, la realización de censos de gitanos es en algunos países, por razones de legalidad, imposible, al suponer una forma de discriminación. El último censo oficial completo de gitanos realizado a nivel estatal en España sigue siendo, por tanto, de fines del siglo XVIII, en concreto del año 1783.[67]

El país con mayor número de gitanos del mundo es Turquía, en donde vivirían 2-5 millones.

En España, por mandato constitucional no se permite formalmente la discriminación por raza o etnia, por lo que en los censos locales no existe ninguna referencia a los gitanos como tales, lo que impide tener constancia del número exacto de gitanos a través de esa fuente de información. Tradicionalmente, se han agrupado importantes comunidades de gitanos en España.[69]

Por comunidades autónomas, Andalucía cuenta con la mayor población de gitanos con cerca de 300 000, alrededor de un 3,3% del total de la población de la comunidad. Su relevancia allí es tal que en octubre de 1996 el Parlamento de Andalucía declaró el 22 de noviembre Día de los Gitanos de Andalucía. Ese día se conmemora su llegada en 1462 a Andalucía.

Es de destacar que el folclore gitano encontró hace ya muchos años su punto común con el cante de la tierra, dando lugar al arte flamenco. Este goza de una enorme popularidad en el país y es un recurso turístico de primer orden.

Tras Andalucía, son Cataluña ,[70]​ la Comunidad Valenciana y la Comunidad de Madrid las comunidades donde se concentra la mayor parte de la población gitana.

La inclusión social del pueblo gitano en España continúa siendo un problema endémico. Desde el inicio de la democracia española en 1977, los sucesivos gobiernos democráticos han venido adoptando diversas medidas integradoras con mayor o menor éxito, especialmente en las áreas de servicios sociales y de bienestar, intentando especialmente fomentar su integración y superar los problemas derivados de la pobreza y discriminación. Desde 1983, por ejemplo, el gobierno puso en marcha un programa para promocionar el derecho a la educación que incluía a las comunidades gitanas. En las comunidades autónomas se han desarrollado diferentes planes y programas de desarrollo para superar la desigualdad social y educativa del pueblo gitano.

En Cataluña, desde el Plan Integral del Pueblo Gitano se promociona la superación de la desigualdad educativa específicamente.[71]

Existen actualmente en América Latina cerca de un millón y medio de gitanos, y más de ochocientos mil viven en Brasil. Muchos ocultan su origen, y otros prefieren afirmar de forma romántica que “mientras haya una estrella en el cielo, habrá Gitanos en el mundo”. Ese ocultarse viene de los prejuicios que ha habido contra este pueblo a lo largo de la historia y en los más diversos países.

El primer gitano que llegó a Brasil fue Joao Torres, en 1574, quien había sido expulsado de Portugal. A este le seguirían muchos otros, y a todos les acompañaba el estigma de la persecución de que habían sido objeto en toda Europa. En Brasil se sucederían edictos, leyes y decretos que buscaban controlar a los Gitanos: reglamentación profesional, de morada, prohibición del uso de sus trajes típicos y del uso del romanó-kaló; la vieja prohibición de ser Gitano.

Durante los siglos XVI y XVII los gitanos fueron extendiéndose por todo Brasil, principalmente por los estados de Río de Janeiro, Sao Paulo, Bahía, Minas Gerais y Pernambuco. A partir de 1808, con la llegada de la familia real portuguesa, hubo una gran leva de Gitanos, que en la corte de Joao VI en Río de Janeiro ejercían como artistas para el entretenimiento de las fiestas del rey, herreros y merinos (oficiales de justicia). Así pues, los Gitanos fueron los primeros oficiales de justicia del país, y muchos del grupo Kalón aún ejercen hoy esa profesión en el Forum de la ciudad de Río de Janeiro.

Hasta entonces sólo llegaban a Brasil gitanos venidos de Portugal y, más raramente, de España (los Kalóns). A partir de 1882, con la independencia de Brasil, llegarían los Rom (no ibéricos). La división por grupos que mejor refleja la realidad de la presencia de los Gitanos en Brasil es la siguiente:

La situación de los Gitanos en Brasil es la misma que en otros países del mundo: prejuicios de los gadye (payos), que comportan a veces pérdidas sucesivas de sus rasgos culturales. El ya fallecido Juscelino Kubitscheck de Olivera, uno de los más importantes presidentes del país (1956-1960), nunca delató su origen Gitano.

Los nómadas son minoría en Brasil y se encuentran bastante marginados. Son los que más sufren los prejuicios de la población local donde acampan, pues sus barracas, caballos y trajes les identifican de inmediato como Gitanos. Los hombres viven del comercio de caballos y, a veces, del de automóviles viejos, del arreglo de utensilios de cocina y de la artesanía del cobre. Las mujeres viven de la quiromancia: van por las calles ofreciendo su lectura de las líneas de la mano. El brasileño es un pueblo extremadamente místico, debido a la fuerte presencia en su estructura social de afrodescendientes e indígenas, pueblos que cultivan estas prácticas milenarias. Es por esta vía por donde los Gitanos encuentran con cierta facilidad la forma de penetrar en la sociedad brasileña.

La mayor parte de los primeros Gitanos en Argentina emigraron desde los Balcanes, principalmente en la segunda mitad del siglo XIX, y se dividen en dos grandes grupos: "rom" (hablantes de romaní) y "ludár" (hablantes de rumano). Los gitanos del grupo rom llaman "boiás" a los gitanos del grupo ludár; y estos llaman "burbéts" (de gurbetçi - "forastero", en idioma turco) a los gitanos del grupo rom. Viven en diversos lugares del país; se dedican al comercio de artesanías, joyas y automóviles. Muchos viven en ciudades, donde han formado barrios gitanos, y otros viajan a otros países.

No se conoce con exactitud el número de gitanos que viven en México. La mayoría de ellos se dedica al comercio de telas, automóviles, camiones y joyas, incluyendo mercados públicos como La Lagunilla, en la Ciudad de México. Algunos viven del canto, la danza y leer la buena fortuna (“echar las cartas”).[72]​ Su presencia es significativa en algunas zonas de los Tuxtlas en el Estado de Veracruz, y en Guadalajara y Zapopan, en el Estado de Jalisco. En la última localidad viven más de cincuenta grupos familiares (clanes) gitanos.[73][74]​ En la Ciudad de México, la colonia Del Valle es una zona con numerosos residentes de origen romaní. La comunidad tiene en ese barrio un templo cristiano evangélico.

En la vida pública en México se ha destacado Alfonso Mejía-Arias, quien es un músico, escritor y político de origen gitano. Pablo Rafael Luvinoff Arróniz es un patriarca gitano, pastor y activista civil por los derechos de la minoría.[75]

Las nuevas generaciones de gitanos mexicanos intentan mostrarse como parte de la diversidad cultural de este país. En tal esfuerzo por salir de la invisibilidad se ha publicado el libro La lumea de noi. Memoria de los ludar de México (2001), bajo la coordinación de Ricardo Pérez.[76]​ En la obra se plasma la memoria histórica y la vida cotidiana de los ludar. En él se habla del papel que han cumplido como pioneros del cine ambulante en México,[77]​ y se intenta reforzar la integración de la diversidad de los grupos romaníes a la sociedad mexicana. Además, se afirma que la mala fama causada por negocios sucios de algunos gitanos afecta a toda la comunidad por generalizaciones injustificables.[78]

En Chile los Gitanos son bilingües subordinados, siendo el romaní la lengua subordinante. En el plano fonético-fonológico, la entonación que caracteriza el habla gitana subyace a sus enunciados en español. La pronunciación de palabras como iNglésia, por iglesia, ávto, por auto o coche, etcétera, indica que el sistema fónico segmental del romanés interfiere de manera importante en el castellano hablado por los gitanos.

Otras dos características relevantes que presenta este bilingüismo son:

Así como se utiliza el término español chileno para señalar las características peculiares del español hablado por los chilenos, también se habla de un español romaneizado.

Dentro del grupo Rom se pueden distinguir algunos subgrupos, los cuales tienen ciertos rasgos generalizadores, pero se encuentran fuertemente vinculados por costumbres y por sangre, por lo que es difícil establecer límites entre ellos. Algunos de estos subgrupos son los "káwicis", "koriánura", "invasórure", "cikaréstis", "badunícura", "khañárias", etc. Los gitanos Rom de Chile llaman a los gitanos de Perú leási (desde lǎieşi, otro nombre por el grupo romaní kalderash) y estos a los gitanos de Chile xoraxanés o xoraxái.

El número de gitanos en Colombia no está claro; y las estimaciones varían entre 5000[79]​ y 79 000.[80]​ Fueron reconocidos como grupo étnico colombiano mediante la Resolución n.º 022 del 2 de septiembre de 1999, expedida por la Dirección General de Etnias del Ministerio del Interior y de Justicia y luego por el decreto 2957 de 2010 que concretó el reconocimiento de sus derechos.[81]​ Son una población principalmente urbana, y se encuentran distribuidos en kumpanias, que son “unidades variables de corresidencia y cocirculación que se asientan en barrios o se dispersan por familias entre las casas de los habitantes no gitanos en los sectores populares de las ciudades, y en segundo lugar en grupos familiares de tamaño variable que de todas maneras mantienen vínculos culturales y sociales con alguna de las kumpanias”. Se localizan principalmente en los departamentos de Atlántico, Bolívar, Norte de Santander, Santander, Valle del Cauca, Nariño y Bogotá. Se cree que los primeros en llegar al territorio procedentes de España lo hicieron en tiempos coloniales, siendo conocidos como "egipcios".

Si se considera a los gitanos (roma, sinti, manushes, calós) como un pueblo europeo con presencia atestiguada en el continente desde hace casi un milenio que, sin embargo, carece de Estado propio, cuyos representantes están en minoría en todas partes y, en general, viven en la marginalidad, resulta indiferente si su “patria primitiva” se hallaba en la India o en Egipto. Hasta finales del siglo XVIII las sociedades europeas estaban convencidas de que los gitanos provenían de Egipto (prueba de ello son las denominaciones que utilizan algunos pueblos de la Europa occidental: en francés se dice gitans; en español, gitanos; y en inglés, gipsy o gypsy). Solo en 1774 formuló el pastor protestante húngaro István Vályi, que había estudiado en la Universidad de Leiden, donde descubrió que las lenguas gitanas por él conocidas se parecían a las lenguas de los estudiantes malabares, que los antepasados de los gitanos debían de proceder de la India.

El nombre húngaro cigány viene del griego ατσινγάνος (atsingános), que significa “incomprensible”. Supuestamente se refería a una comunidad religiosa pagana o hereje con cuyos miembros les estaba prohibido relacionarse a los cristianos. No está científicamente probado si los gitanos tenían realmente algo que ver con dicha comunidad; en cualquier caso, en el siglo XI se identificaba a los gitanos con ellos. La expresión se ha introducido en más de un idioma europeo, lo que queda reflejado en palabras como la eslava meridional cigani, la rumana ţiganilor, la checa cikáni, la alemana zigeuner, la francesa tsiganes, la italiana zingari, la portuguesa ciganos o la española zincalí. Con diferentes formas, esta palabra se ha convertido en una de las denominaciones de los gitanos más difundidas en todo el mundo. La mayoría de los gitanos también se ha identificado con este término.

Según datos de un estudio sociológico de 2003 y 2004, se estima el número de gitanos húngaros entre 550.000 y 600.000.[82]​ No obstante, esta cifra no indica el número de los que se identifican, expresa o tácitamente, como gitanos, sino que comprende a aquellos a los que la mayoría o las diferentes instituciones consideran gitanos. Al contrario de esos datos, en el censo de población de 2001 tan solo 194.000 personas se declararon gitanas. Presuntamente, en esa toma de datos no todos los que poseían una identidad rom se declararon gitanos. El supuesto número de gitanos se calcula a partir de la media aritmética de esas dos cifras.

En español

En francés

En inglés

En turco



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