Hernando Pizarro o bien Hernando Pizarro y Vargas (Trujillo, Extremadura, Corona de Castilla, 1504 – ib., Corona de España, 1580) fue un descubridor y conquistador español. Era uno de los hermanos de Francisco Pizarro con quien pasó al Perú y tomó parte de las primeras acciones de la conquista del Imperio incaico.
También era pariente lejano de Hernán Cortés, conquistador del Imperio Azteca. Encabezó al bando pizarrista durante la primera guerra civil entre los conquistadores del Perú, enfrentando a los almagristas, a quienes derrotó en la batalla de las Salinas. Apresó a Diego de Almagro, a quien hizo estrangular en su celda, para luego decapitar su cadáver en la plaza principal del Cuzco. Ello le valió ser sometido a juicio en España, permaneciendo encarcelado durante veinte años en el Castillo de la Mota. Liberado, se instaló en su natal Trujillo, donde construyó el Palacio de la Conquista.
Hernando Pizarro fue el único hijo varón legítimo del capitán Gonzálo Pizarro y Rodríguez de Aguilar, llamado "el Largo" o "el Romano", y de Isabel de Vargas y Rodríguez de Aguilar, que eran primos. Fue hermano por parte de padre de Francisco Pizarro, Gonzalo Pizarro y Juan Pizarro, todos ellos bastardos, como se denominaban entonces a los hijos nacidos fuera del matrimonio.
Recibió una esmerada educación. Muy joven, se alistó en la milicia, concurriendo a las guerras de Italia y de Navarra; en esta última recibió el grado de capitán. Al morir su padre en 1522, recibió el encargo testamentario de velar por la educación de sus hermanos menores, Juan y Gonzalo.
Se hallaba en su ciudad natal, en 1529, cuando recibió la visita de Francisco Pizarro, su hermano mayor, que ya era conocido por ser un experimentado “indiano”, es decir, explorador y baqueano en suelo americano. Francisco convenció a todos sus hermanos a que lo acompañaran en su nueva expedición hacia América, que salió de España a sus órdenes el año de 1530. La expectativa del clan Pizarro era hacerse ricos a costa del fabuloso imperio de los incas.
Por entonces, Hernando se perfilaba como un “hombre de alta estatura y grueso”, y de carácter extremadamente prepotente. Pronto se atrajo la enemistad de Diego de Almagro, el socio de Francisco Pizarro en la empresa conquistadora, naciendo entre ambos un odio mal disimulado, que acabaría trágicamente.
Convertido en el lugarteniente de Francisco Pizarro, participó en el tercer viaje hacia el Perú, hasta la captura del Inca Atahualpa en Cajamarca, el 16 de noviembre de 1532, donde actuó como capitán de jinetes.
Se le encomendó llevar a España el quinto real del fabuloso tesoro reunido en Cajamarca. Estando en dicho trayecto, en Santa María del Puerto de la isla La Española, escribió una extensa carta a los oidores de la Real Audiencia de Santo Domingo sobre los sucesos acaecidos en el descubrimiento y la conquista del Perú, documento que tiene el valor de una crónica (1533).
Al llegar a España fue investido caballero de la Orden de Santiago, y posteriormente, comendador.
Retornó al Perú en 1535 y fue nombrado teniente de gobernador del Cuzco, la antigua capital de los incas. Afrontó valerosamente la sublevación de Manco Inca o Manco II y junto con sus hermanos Gonzalo y Juan, defendió con éxito la ciudad sitiada por las huestes de dicho inca (1536).
Acabado el peligro inca, se desató la guerra civil entre los conquistadores españoles, a causa de la disputa por el Cuzco. Almagro, de retorno de su fracasada expedición a Chile, al frente de sus huestes llamados «almagristas», tomó dicha ciudad y apresó a Hernando.
Pizarro obtuvo su libertad al cabo de un año, gracias a las gestiones de su hermano Francisco, quien prometió solucionar el litigio por la vía pacífica. Sin embargo, una vez libre Hernando y a instancias de su hermano, se puso al frente de los «pizarristas» y encabezó la guerra contra los «almagristas», a quienes derrotó definitivamente en la batalla de las Salinas en 1538.
Almagro fue capturado en el Cuzco y encarcelado, siendo condenado a la pena de decapitación. Pese a los ruegos del viejo capitán, Hernando se mantuvo inflexible en hacer cumplir la sentencia. Ello originó las protestas de muchos vecinos de la ciudad, pues la consideraron extremadamente cruel y arbitraria hacia quien fuera el socio de Francisco Pizarro. Hernando, temiendo una revuelta, ordenó entonces que estrangularan a Almagro el Viejo en su celda y luego hizo que su cadáver fuera sacado a la plaza principal, para cumplir la sentencia de decapitación.
Un prominente almagrista, Diego de Alvarado, viajó a España con el propósito de entablar una querella judicial contra los Pizarro por la muerte de Almagro. Francisco Pizarro envió entonces a Hernando a España para que defendiera su causa y logró el nombramiento de Cristóbal Vaca de Castro para que sirviera de árbitro entre los dos partidos.
Estando en España, Alvarado comprobó lo difícil que era conseguir testigos para que declararan contra Hernando, por el temor que inspiraba este personaje y sus hermanos, pues tenían gran influencia en la corte. Alvarado llegó incluso a retar a duelo a Hernando, para poner fin de una vez al tedioso proceso, pero antes de que se realizara dicho duelo, resultó muerto misteriosamente, esparciéndose el rumor de que había sido envenenado.
No obstante, el proceso contra Hernando se hallaba ya encaminado y este fue acusado de estar presuntamente implicado en la muerte de Alvarado, así como por la muerte de Almagro. Hernando fue encarcelado primero en el alcázar de Madrid y luego en el Castillo de la Mota (en Medina del Campo, provincia de Valladolid), en donde permaneció durante 20 años, hasta 1561.
Estando preso en dicho castillo, a la edad de 50 años, se casó con su sobrina Francisca Pizarro Yupanqui (n.1534-1598), hija de Francisco Pizarro y de Inés Huaylas. De esta unión tuvo cinco hijos: Francisco, Juan, Gonzalo, Isabel e Inés, cuya descendencia se ha extinguido. Los actuales descendientes de Hernando provienen de su unión con Isabel Mercado, con quien tuvo un amorío estando en el Castillo de la Mota.
Francisca Pizarro Yupanqui, así como su hermano Gonzalo, fallecido en la infancia, habían sido nombrados herederos legítimos del Marqués de la conquista por real cédula dada en Monzón (Huesca, España) el 12 de octubre de 1537, por parte de Carlos I. A Francisca la había acompañado en su viaje a España su padrastro, Francisco de Ampuero, alcalde Lima, segundo esposo de su madre (Inés Huaylas), y compañero de armas de Francisco Pizarro.
Hernando fue puesto en libertad el 17 de mayo de 1561, pero en 1566 se le embargaron todos los bienes y en 1572 se dio la sentencia definitiva, condenándosele a pagar 4.000 ducados de oro y a destierro perpetuo de Indias.
En Trujillo inició la edificación del llamado Palacio de la Conquista, que todavía existe en la Plaza Mayor de dicha ciudad. En 1578 fundó un mayorazgo, una iglesia y un hospital.
Ya muy achacoso y ciego, falleció en 1580, siendo sepultado en la iglesia trujillana de San Francisco.
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