A principios del siglo XIX se extendieron ideas liberales desde Francia y más tarde se extendió el krausismo, originado en Alemania. Así, en 1822 se publicó el primer código penal que no mencionaba la sodomía como delito, durante el Trienio liberal; pero el código fue derogado poco después. Hasta ese momento, la «sodomía» siempre se había referido al concepto antiguo, que incluía todos los actos sexuales no dirigidos a la estricta reproducción. No fue hasta 1848, con el nuevo código penal, que la sodomía desapareció definitivamente, hecho que se mantuvo en las nuevas versiones de 1850, 1860 y 1870. Sin embargo, se podían emplear otras leyes, como las de «escándalo público» o aquellas sobre las «faltas contra la moral, el pudor y las buenas costumbres».
La homosexualidad como delito fue reintroducido en el código penal de 1928, durante el reinado de Alfonso XIII, con el artículo 616 del título X:
1.000 a 10.000 pesetas eran una multa mayor, que sólo se podían permitir los pudientes; los más pobres debían cumplir en su lugar una condena carcelaria. También las mujeres fueron nombradas explícitamente en el artículo 613:
Este código penal fue derogado el 13 de abril de 1931 por la Segunda República, que reintrodujo el anterior de 1870. En 1932 se publicó un nuevo código penal que seguía sin mencionar la homosexualidad, lo que legalizaba las relaciones sexuales entre hombres, con la excepción del ejército.
En España, al contrario que en Alemania, no hubo un movimiento homosexual a principios del siglo XX que se opusiese a las persecuciones o que buscase dignificarse. La Liga española por la reforma sexual, creada tardíamente en 1932, fue de entre las europeas la más conservadora socialmente y de las pocas que no incluyó la homosexualidad en su programa. La homosexualidad se mantuvo como un tabú hasta la Guerra Civil.
El 18 de julio de 1936 se produce la sublevación militar en España contra la Segunda República, a raíz del triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, cuyo fracaso parcial origina la Guerra Civil.
Aunque no consta que hubiera una persecución abierta y organizada hacia los homosexuales durante la Guerra Civil,Federico García Lorca, quizás el homosexual más conocido en la época, que había apoyado en un manifiesto al Frente Popular y que fue ejecutado por «rojo y maricón» según justificó Ruiz Alonso, tipógrafo católico y jefe de la banda que detuvo a Lorca.
sí parece que la homosexualidad podría haber sido un factor a favor del maltrato, el encarcelamiento o la ejecución. El ejemplo paradigmático esEn un principio, el régimen nacionalcatólico del general Francisco Franco se centró en perseguir y eliminar cualquier tipo de disidencia política, dejando a un lado a los homosexuales. El código penal no se modificó hasta 1944; en el nuevo código penal no se introdujo la homosexualidad como delito. Sin embargo si se incluyó la corrupción de menores, para actos sexuales homosexuales con jóvenes entre 13 y 23 años. También los actos sexuales realizados con violencia eran castigados. Del lado militar, se incluyeron los castigos del código penal militar de 1890 en la nueva versión de 1945, que castigaba «actos deshonestos por un militar con una persona del mismo sexo» con una pena de presidio correccional de 6 meses y un día a 6 años. Sin embargo, en un régimen en el que la legalidad era un concepto precario cuando convenía a los poderosos o al régimen, las redadas por «escándalo público», por «actos contrarios a la moral» o incluso por «reunión», se realizaban contra cualquier expresión de diferencia frente a las directrices del nacionalcatolicismo.
La Guerra Civil produjo una fractura en la experiencia homosexual, a la par con la ruptura que se produjo en la sociedad en general. El moralismo y la mojigatería extremos, y la hipocresía que conlleva, la censura de todo material sospechoso y la sexofobia oficial generaron un ambiente en que a los homosexuales les resultaba muy difícil encontrar espacios en los que articularse. Desde el punto de vista católico, la homosexualidad se relacionaba con una sexualidad no reproductiva y pecaminosa, desde el punto de vista militar, era una traición a los valores militares, y desde el punto de vista reaccionario, aquellos cercanos al poder, se relacionaba con aires de modernidad e izquierdismo; en resumen, rojos, ateos y «decadentes». La palabra «maricón» se convirtió en el insulto por excelencia. El ambiente resultante no hacía necesaria una persecución activa, la autocensura y el control social eran suficientes. La homofobia compasiva, por no hablar de la homofilia, eran impensables.
Aquellos homosexuales más liberales o de izquierdas fueron considerados por el régimen como ejemplo de la «izquierda como vivero de degenerados sexuales» y tuvieron que dirigirse al exilio o acabaron en la cárcel: Hoyos murió en la cárcel; Retana pasó en varias ocasiones por la cárcel; Lorca fue asesinado; Miguel de Molina, Emilio Prados, Eduardo Blanco Amor, José de Zamora, Cipriano Rivas Cherif y Luis Cernuda abandonaron el país; Pedro de Répide y Juan Gil Albert regresaron en la década de los cuarenta, pero se mantuvieron en silencio; Vicente Aleixandre se decidió por el exilio interior. La cesión en la cultura homosexual, que había comenzado a aparecer a través de obras como El público de Lorca o los poemarios de Cernuda, queda clara.
Desde la derecha se mantuvo el silencio del armario, ayudados por una amplia red de chaperos. Jacinto Benavente y Rafael de León, a pesar de que su homosexualidad era conocida, fueron aceptados por el régimen y pudieron seguir publicando, mientras mantuviesen su homosexualidad oculta. En general se buscó seguridad en la invisibilidad y el silencio, y no sólo en los pueblos y el campo, sino también en los grandes centros urbanos; se generalizó el miedo.
A pesar de ello, en Barcelona, el Barrio Chino no sólo mantuvo el ambiente marginal que había tenido antes de la Guerra Civil, donde se mezclaban delincuentes, prostitutas y homosexuales, sino que la extrema pobreza de la posguerra hizo aumentar la prostitución tanto femenina como masculina de forma espectacular, todo ello con el conocimiento de la Guardia Civil, que hacía la vista gorda.
A principios del régimen del general Francisco Franco, este se centró en perseguir y eliminar cualquier tipo de disidencia política, pero cuando pasó el tiempo y estas amenazas contra el franquismo se redujeron, se empezó a perseguir a la homosexualidad de una forma más clara, los llamados «violetas», especialmente a partir del 15 de julio de 1954, cuando la Ley de Vagos y Maleantes, fue modificada e incluyó a los homosexuales. Decía
Los establecimientos de trabajo y colonias agrícolas eran auténticos campos de concentración, como el de Tefía en la Isla de Fuerteventura, en la que los presos tenían que trabajar bajo condiciones inhumanas hasta caer agotados y sufrían palizas, castigos corporales y hambre. Un total de unas 5.000 personas fueron detenidas por tener un comportamiento homosexual durante el franquismo. La Iglesia y la medicina colaboraron con el régimen en eliminar cualquier espacio de dignidad para los homosexuales.
En la década de 1950 dos acontecimientos cambiaron el ambiente del Barrio Chino de Barcelona: el primero, la llegada de los soldados norteamericanos, con las visitas periódicas de la Sexta Flota, lo que dio un aire internacional al barrio; el segundo fue el cierre de los burdeles, lo que empeoró las condiciones laborales de las prostitutas, aumentando la prostitución callejera. Tanto la prostitución como el cancaneo homosexual se concentraban entre las Ramblas y la calle Aviñón, siendo su centro las calles Escudellers y Conde del Asalto, distribuyéndose entre bares, clubes, cines —los cines Latino, Unión, Atlántico y, sobre todo, el Arnau—, los urinarios de las plazas de Cataluña y la del Teatro. Algunos «hostales meublés» aceptaban parejas de hombres, sin hacer preguntas.
Naturalmente todo esto con el riesgo de ser interpelados por la policía y detenidos por «peligrosidad social», lo que era relativamente frecuente, sobre todo para aquellos «conocido[s] de los servicios de policía como invertido[s]», por «ladrón» o «gamberro», o visibles por su maquillaje, «ademanes» o «andares».
En la década de 1960 la cultura gay empezó a aparecer, de forma escondida, especialmente en las grandes ciudades y en los centros más turísticos, pues era donde la sociedad era menos conservadora, como por ejemplo en Barcelona, Ibiza o Sitges (popular destino gay, situado en la costa barcelonesa).
Más tarde, ya en 1970, la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social dio el enfoque de "tratar" y "curar" la homosexualidad. Se establecieron dos penales, uno en Badajoz (a donde se enviaban los pasivos) y otro en Huelva (dónde se enviaban los activos), además, en algunas cárceles solía haber zonas reservadas para los detenidos homosexuales. En estos establecimientos se intentaba cambiar la orientación sexual de los presos mediante terapia de aversión: tras estímulos homosexuales se daban descargas eléctricas, que cesaban cuando había estímulos heterosexuales. Parece ser que en España, al igual que en otros países europeos y americanos, también se aplicó la lobotomía para tratar de «curar» a homosexuales. Ni el indulto del 25 de noviembre de 1975 ni la amnistía del 31 de julio de 1976 beneficiaron a los homosexuales que habían sido detenidos.
En 1970 Mir Bellgai y Roger de Gaimon, seudónimos bajo los que se ocultaban Francesc Francino y Armand de Fluviá, crearon clandestinamente en Barcelona, el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH), la primera asociación moderna de defensa de los derechos de los homosexuales en España. En 1972 editaron algunos boletines mensuales bajo el nombre de Aghois (Agrupación Homosexual para la Igualdad Sexual) que se enviaba a Francia para su redistribución en España. El grupo se disolvió en 1974 debido al acoso policial.
Muerto el dictador, el rey Juan Carlos I devino Jefe de Estado y tras el breve gobierno de Arias Navarro, nombró a Adolfo Suárez presidente del Gobierno de España. Suárez fue luego ratificado tras ser elegido en las primeras elecciones democráticas desde la Segunda República (es decir, las primeras elecciones desde 1936).
En 1975, poco después de la muerte de Franco, en los inicios de la Transición, se creó el Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) de las cenizas del MELH. La asociación no sería legalizada hasta el 15 de julio de 1980. El FAGC sirvió de fermento para la creación de otras asociaciones similares en el resto de España, como el Euskal Herriko Gay Askapen Mugimendua (EHGAM) en el País Vasco y el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), MDH y Mercurio en Madrid. En 1977 el FAGC fue el motor de la creación de la Federació de Fronts d'Alliberament Gai dels Països Catalans, de vida muy breve, y de la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español (COFLHEE), en la que participaron, a parte de la propia FAGC, los tres grupos de Madrid, el EHGAM, junto con otros grupos que se habían ido formando en el resto del país: FAGI, AM, MH Aragón y FLH Galicia. También en 1977, el 26 de junio, el FAGC convocó la primera manifestación del Orgullo Gay en Barcelona, cuando la homosexualidad todavía era ilegal, en la que participan unas 5.000 personas. La manifestación fue duramente reprimida por la policía, con heridos y detenciones. Simultáneamente a la explosión de asociaciones reivindicativas y radicales, Armand de Fluviá creó en 1977 en Barcelona el Institut Lambda, más tarde Casal Lambda, el primer centro de servicios para homosexuales. También en 1977 el EHGAM crea la revista Hotsa, la primera revista de carácter homosexual de España.
En 1978 se produjo la primera salida del armario pública. Fue Armand de Fluviá, que hasta ese momento había empleado el seudónimo de Roger de Gaimon. El hecho se produjo en la televisión autonómica TVE, en el programa Vosté pregunta, el de mayor audiencia en la época. También fue en 1978 cuando aparecieron los primeros homosexuales en la televisión, Armand de Fluviá y Jordi Petit aparecieron en La Clave.
La primera asociación lésbica fue el Grup de Lluita per l’Alliberament de la Dona creado en Barcelona en 1979. Incluso después de su creación, las lesbianas mantuvieron un perfil bajo dentro del movimiento, hasta que en 1987 el arresto de dos mujeres por besarse en público provocó el 28 de julio una masiva protesta con beso público en la Puerta del Sol de Madrid, que desde entonces se repite anualmente.
Desde 1978 los movimientos homosexuales de Madrid no tuvieron continuidad: en 1978 se extinguen FHAR y MDH, los militantes se unen a la asociación Mercurio para crear la Frente de Liberación Homosexual de Castilla (FLHC), que convoca la mayor manifestación el 28 de junio de 1978 hasta el momento con 10.000 participantes. El boletín del FLHC tuvo 3 nombres La Ladilla Loca, La voz del FLHOC y Aquí el FLHOC. Tensiones entre gais y lesbianas llevan a la creación en 1981 del Colectivo de Feministas Lesbianas de Madrid (CFLM), de ámbito nacional, y el Grupo de Acción por la Liberación Homosexual (GALHO), algo menos radical que el FLHOC. Finalmente FLHOC y GALHO se disuelven.
En este período entró en vigor la Constitución de 1978, un texto que aseguraba la democratización y liberalización del Estado (por ejemplo, el Catolicismo dejó de ser la religión del Estado, ahora España se declaraba aconfesional). Sin embargo, la ley de Vagos y Maleantes todavía se empleó contra tres personas en 1978. Los últimos presos por homosexualidad fueron liberados en 1979. La resistencia contra la normalización de la homosexualidad no sólo llegaba desde la derecha y la iglesia, sino también desde la izquierda. Es muy conocida la entrevista de Tierno Galván en Interviú en 1977:
Y en esta opinión coincidía con la de Federica Montseny, anarquista de la CNT, Eladio García, del Partido del Trabajo de España, Manuel Guedán, de la Organización Revolucionaria de Trabajadores, o Diego Fábregas (Dídac Fàbregas i Guillén), de la Organización de Izquierda Comunista de España.
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