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Luis Cernuda



¿Qué día cumple años Luis Cernuda?

Luis Cernuda cumple los años el 21 de septiembre.


¿Qué día nació Luis Cernuda?

Luis Cernuda nació el día 21 de septiembre de 1902.


¿Cuántos años tiene Luis Cernuda?

La edad actual es 121 años. Luis Cernuda cumplirá 122 años el 21 de septiembre de este año.


¿De qué signo es Luis Cernuda?

Luis Cernuda es del signo de Virgo.


¿Dónde nació Luis Cernuda?

Luis Cernuda nació en Sevilla.


Luis Cernuda Bidou o Bidón (Sevilla, 21 de septiembre de 1902-Ciudad de México, 5 de noviembre de 1963) fue un destacado poeta y crítico literario español, miembro de la Generación del 27.

El abuelo materno de Luis Cernuda, Ulises Bidou, era de origen francés, pero se castellanizó el apellido al instalarse como droguero en Sevilla; luego en el exilio su nieto recobraría el apellido.[1]​ Su educación fue rígida e intransigente debido al carácter y a la condición militar de su padre, Bernardo Cernuda y Bousa, que se retiró con el grado de coronel de ingenieros. Con motivo del traslado de los restos de Bécquer, a los nueve años de edad empieza a leer poesía y, más tarde, un profesor lo anima a escribir versos y le corrige los que compone. Empieza a estudiar Derecho en la Universidad de Sevilla en 1919, siendo uno de sus profesores Pedro Salinas, quien le ayudó con sus primeras publicaciones. Enseguida Salinas apercibió la singularidad de su alumno:

Al año siguiente fallece su padre. En 1923 deja la universidad para hacer el servicio militar e ingresa en el Regimiento de Caballería de Sevilla. En 1924 volvió para terminar la carrera, lo que consiguió en 1926. Asiste con Higinio Capote y Joaquín Romero Murube a las tertulias literarias organizadas por Salinas, lee a los clásicos españoles y a autores franceses, especialmente André Gide, que supone para él una revelación. En 1925 conoce a Juan Ramón Jiménez y publica sus primeros poemas en Revista de Occidente. En 1926 viaja a Madrid; colabora en La Verdad, Mediodía y Litoral, la revista malagueña del matrimonio formado por Manuel Altolaguirre y Concha Méndez, a los que siempre le unirá una gran amistad, incluso en el exilio mexicano, pese a su carácter arisco y reservado, que sus amigos (entre ellos, quizá los mayores Concha de Albornoz y Rosa Chacel) soportaban pese a todo, como señaló el pintor Gregorio Prieto.[3]​ Lee a los surrealistas franceses, y le influyen en especial Pierre Reverdy y Paul Éluard, a quien traducirá más tarde.

En 1927 publica su primer libro lírico, Perfil del aire en la imprenta malagueña de Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, recibiendo una gran mayoría de críticas negativas. Incluso su mentor Aleixandre considera a este libro demasiado influido por Jorge Guillén. En diciembre asiste a los actos celebrados en el Ateneo de Sevilla con motivo del tercer centenario de la muerte de Góngora, pero solo como oyente, aunque ya había conocido a varios miembros de la que sería denominada después Generación de 1927. En 1928 fallece su madre y, tras liquidar la herencia familiar, abandona Sevilla para siempre, visitando antes a sus amigos malagueños (Altolaguirre, Prados, Méndez e Hinojosa); allí tiene un breve affaire amoroso con Gerardo Carmona y marcha a Madrid, donde conoce a Vicente Aleixandre; en noviembre Salinas le ayuda a conseguir un lectorado de español en la Universidad de Toulouse; por entonces escribe y publica Égloga, elegía, oda, donde rinde homenaje al propio Salinas, a Bécquer y a Garcilaso de la Vega. Viaja también a París, donde se aficiona al cine.

Se traslada luego a Madrid en 1929 y allí, desde 1930, trabaja en la librería de León Sánchez Cuesta, asiste a diversas tertulias en compañía de Vicente Aleixandre y de Federico García Lorca. Este último le presenta (1931) a un joven actor gallego llamado Serafín Fernández Ferro y Cernuda se enamora de él; pero este solo le corresponde cuando necesita dinero. Este amor insatisfecho inspirará sus libros Donde habite el olvido y Los placeres prohibidos. Gerardo Diego lo incluye en su Antología (1932) y, concluida su relación con Serafín, Cernuda se involucra en el proyecto de las Misiones pedagógicas, primero en la sección Bibliotecas y luego en el Museo ambulante. Con ellos recorre los pueblos de Castilla y Andalucía y conoce a Ramón Gaya y al pintor Gregorio Prieto; colabora además en la revista Octubre de Rafael Alberti (1933). Al año siguiente publica Donde habite el olvido y empieza a leer a los poetas del Romanticismo europeo; visita otra vez Málaga. Colabora en la revista Cruz y Raya de José Bergamín y publica en ella sus traducciones de Hölderlin (1934),[4]​ a las que le había incitado el poeta alemán Hans Gebser, más conocido como Jean Gebser.[5]​ En México se haría una segunda edición de estas traducciones en 1942.[6]​ En 1936, poco antes de estallar la Guerra Civil, interviene en el homenaje a Valle-Inclán y publica la primera edición de su obra poética completa hasta entonces, bajo el título de La realidad y el deseo. Ya por entonces era un gran cinéfilo.[7][8]

Se entera del asesinato de Federico García Lorca y le escribe una sentida elegía, "A un poeta muerto (F. G. L.)", cuyos dos últimos párrafos fueron censurados. Pasó dos meses como agregado de la Embajada Española en París con su amiga Concha de Albornoz y vuelve a Madrid, donde se alista en el Batallón Alpino; con él es enviado a la Sierra de Guadarrama. En abril de 1937 se traslada a Valencia, donde colabora con Hora de España y publica la citada elegía a Lorca. Participa allí en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, donde conoce a Octavio Paz, a quien volverá a ver más adelante en México, y a su esposa Elena Garro, la cual lo encuentra tomando el sol en la playa, como escribe en sus Memorias de España 1937:

En el verano interpreta el papel de Don Pedro en la representación de Mariana Pineda dirigida por Altolaguirre. Y, al recordar esos días de guerra, escribirá:

En 1938 parte al Reino Unido a dar un ciclo de conferencias y conoce a Rafael Martínez Nadal, quien será luego uno de sus estudiosos. En Oxfordshire ejerce de tutor de niños vascos refugiados, lo que le inspira el poema «Niño muerto». Luego trabaja como profesor en el internado Cranleigh School. Lee a los clásicos ingleses, en especial a los poetas metafísicos, y a T. S. Eliot, pero también a Constantino Cavafis.[11]​ Trabaja como lector de español en la Universidad de Glasgow, la Universidad de Cambridge (1943) y el Instituto Español de Londres (1945), pasando los veranos en Oxford en compañía del pintor Gregorio Prieto.

El paisaje sombrío de Escocia deprime profundamente al poeta meridional, pero también las lecturas que frecuenta esos días: filósofos como Schopenhauer y Kierkegaard, poetas ingleses que influirán decisivamente en su obra como T. S. Eliot, Shelley o Keats, y más clásicos de las letras españolas. Fruto de todo ello son las prosas poéticas de Ocnos (1942) y el poemario Las nubes (1943). En 1944 un nuevo amor le inspira los poemas de Vivir sin estar viviendo y desarrolla una intensa labor de crítico literario, publicando en el Bulletin of Hispanic Studies varios ensayos sobre poesía española; traduce además Troilo y Cresida de Shakespeare (1945).

En 1947 se inicia su exilio norteamericano; Concha de Albornoz le consigue una plaza de profesor de literatura en el colegio de señoritas de Mount Holyoke (Massachusetts), puesto que desempeñará hasta 1952: es ya su tan ansiada estabilidad económica. Tres viajes a México en 1949, 1950 y 1951 le hacen desear volver a vivir en una tierra donde se habla el español, en compañía del amplio exilio republicano refugiado allí gracias a la hospitalidad del presidente Lázaro Cárdenas. En 1951 es invitado por la revista Orígenes para dar conferencias en Cuba y amista con el escritor José Lezama Lima; además se reencuentra con María Zambrano.

Por fin consigue dejar su puesto y establecerse en México D. F. en 1952; allí se enamora de un culturista, Salvador Alighieri (1930-), que había conocido en las vacaciones de 1951; a él están dedicados los 16 Poemas para un cuerpo:

En México vuelve a ver a Octavio Paz y a los Altolaguirre, en especial a su mujer, Concha Méndez, a cuya casa en Coyoacán se muda en 1953. Desde 1954 trabaja en la Universidad Nacional Autónoma de México como profesor por horas e investiga con una beca de El Colegio de México; colabora en diversas revistas mexicanas. El poeta mexicano José Emilio Pacheco lo define con precisión: «Vivió en una arisca soledad, cercada de rencor por todas partes: legítima defensa de un ser vulnerable en extremo, de un caído en el infierno que acepta el mal y, al expresarlo, lo conjura».[13]​ En México une a su larga lista de sufridas amigas (María Zambrano, Rosa Chacel, Concha de Albornoz, María Teresa León y Concha Méndez) a Nieves Madariaga, hija mayor de Salvador de Madariaga, a Sara Hernández-Catá y a las escritoras María Dolores Arana y Guadalupe Dueñas.[14]

En 1955 su figura es reivindicada en España por un grupo de jóvenes poetas cordobeses, el Grupo Cántico, lo que supone para él una gran satisfacción; en 1956 emprende la redacción de los primeros poemas de Desolación de la Quimera y en 1957 se imprimen los Poemas para un cuerpo y sus Estudios sobre poesía española contemporánea. Publica en México en la Cultura su biografía literaria, «Historial de un libro», con motivo de la tercera edición revisada y ampliada de La realidad y el deseo (1958). En 1959, con motivo del fallecimiento de Manuel Altolaguirre, se ocupa de editar las Poesías completas de su amigo y empieza a mantener correspondencia con jóvenes poetas españoles. En 1960 Carlos Barral le publica en Barcelona los ensayos contenidos en las dos partes de Poesía y literatura y en verano imparte un curso en la Universidad de California en Los Ángeles. Entre 1961 y 1962 es profesor visitante en San Francisco y en este último año se publica en México Desolación de la Quimera. Entre 1962 y 1963 vuelve a impartir un curso en Los Ángeles y el 5 de noviembre de ese año fallece en la Ciudad de México en el domicilio de su amiga Concha Méndez y es enterrado pocos días después en la sección española del Panteón Jardín.

Para la antología Poesía española: 1915-1931 de Gerardo Diego,[15]​ en 1932, Luis Cernuda escribió la siguiente poética:

Parece una proclamación de suprema independencia. La poesía cernudiana es una poesía de la meditación, y consta de cuatro etapas, según Octavio Paz: los años de aprendizaje, la juventud, la madurez y el comienzo de la vejez.

Cernuda es autor de una obra crítica (Estudios sobre poesía española contemporánea, 1957, o Poesía y literatura, I y II, 1960 y 1964) que, más allá de algunas arbitrariedades, ha permitido revisar tópicos y estimaciones. En ella, Cernuda reivindica a Campoamor, expresa su admiración por su amigo Federico García Lorca y enjuicia con severidad la obra de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y Jorge Guillén.

En 1985 se editó su única obra de teatro, La familia interrumpida.

Fue el propio Luis Cernuda quien esbozó su evolución poética en «Historial de un libro», trabajo publicado primitivamente en Papeles de son Armadans y recogido posteriormente en su Poesía y literatura. Toda crítica literaria de su obra ha de referirse necesariamente a este trabajo del autor.

Para Cernuda, el respeto a la tradición literaria y la aportación de originalidad en su obra deben ir en perfecto equilibrio. No se debe dar mayor peso a una o a otra. Para él, el respeto a la tradición es algo fundamental, pero no entiende esa tradición solamente como el respeto a la obra de autores españoles, sino que abarca el conjunto de la literatura europea desde Homero. Entre las presencias de la tradición que más claramente se ven en sus poemas encontramos:

Junto a todas estas presencias de la tradición cultural europea, Cernuda también tendrá en cuenta la obra de sus contemporáneos:

En la poesía de Cernuda, en fin, la presencia de la tradición se conjugará con la originalidad de su aportación, fruto de sus peculiaridades biográficas.

La función del poeta en la obra de Luis Cernuda entronca perfectamente con la tradición romántica, según la cual el artista aparece como un ser solitario dotado de un don sobrenatural que le permite ver y expresar lo que otros no pueden. En esta línea, Cernuda se nos presenta como un integrante de una tradición que arranca con los románticos, sobre todo con los alemanes como Hölderlin, Novalis o Heinrich Heine y que en España representa la figura de otro sevillano, Gustavo Adolfo Bécquer. El poeta es, por tanto, un «elegido», bien sea por Dios o por el Demonio. Es un ser maldito, marginado por la sociedad, hecho del que deriva su soledad total. En el caso de Cernuda, esa condición de maldito, de diferente, viene reforzada por su forma distinta de entender el amor. Su homosexualidad choca frontalmente con los usos y las normas propias de la sociedad burguesa a la que pertenece y en la que vive. Como consecuencia del sentimiento de la diferencia, la actitud del poeta sevillano frente al mundo se definirá por la rebeldía y por el sentimiento de frustración provocado por el choque constante entre la realidad que vive y el deseo de vivir, de amar, de forma diferente.

El núcleo temático de la obra de Cernuda es la antítesis entre la realidad y el deseo, hecho que explica que a partir de 1936 titulara el conjunto de su poesía con esta oposición. Esta antítesis nace, sin duda, de las peculiares circunstancias vitales del poeta sevillano, pero entronca perfectamente con lo que en los poetas románticos y simbolistas era la colisión entre la libertad individual y la sociedad burguesa, además de ser un tema característico de la poesía del siglo XX, como lo demuestra su aparición en poemas de autores muy variados, desde Antonio Machado, a Federico García Lorca, pasando por Rafael Alberti, por citar solamente a algunos contemporáneos de Cernuda.

El tema de la realidad frente al deseo podemos concretarlo en la obra de Cernuda en una serie de motivos temáticos recurrentes:

Poesía

Ensayo

Prosa



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