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Juno (mitología)



En la mitología romana, Juno era una diosa, equivalente a la Hera griega, diosa del matrimonio y reina de los dioses. Hija de Saturno y Ops, hermana y esposa de Júpiter, con el que tuvo dos hijos, Marte y Vulcano y una hija, Lucina. Juno fue una deidad mayor de la religión romana y formó parte, junto a Júpiter y Minerva, de la Tríada Capitolina, un importante culto romano. En la mitología romana Juno representa a la maternidad.

Hay una probable etimología para Juno en la raíz protoindoeuropa *yeu-, ‘fuerza vital’. Aunque tal derivación podría ser consistente con un origen como Diosa Madre, es más probable que esta raíz se usara en el mismo sentido que otras palabras latinas derivadas de ella, como iuvenis (‘hombre joven’, con derivados tales como «juvenil» o «rejuvenecer»), lo que implicaría que la natural de la mitología grecorromana era más cercana a la Diana como diosa doncella de los nacimientos o la partería. Sin embargo, la absorción romana del mito griego reemplazó características primitivas de Juno con otras de Hera, extendiendo su dominio del nacimiento al matrimonio y promocionándola al papel de esposa de Júpiter y reina de los dioses. También podía arrojar rayos como él.[1]

También existe la posibilidad, por inmediatez geográfica, de una influencia etrusca. La equivalente etrusca de Juno era Uni. Es probable que una de estas diosas se inspirase en la otra, pero no está claro en qué dirección. Aunque actualmente hay más apoyo a la teoría de que Uni derivó de Juno, si fuera al revés, el nombre de Juno no podría tener un vínculo protoindoeuropeo con *yeu- y su raíz semántica permanecería ambigua. Hay algún apoyo a la teoría de que Uni fuese la original: Livio afirma[2]​ que Juno era una diosa etrusca de Veyes que fue ceremonialmente adoptada por el panteón romano cuando la ciudad fue saqueada en el 396 a. C.

Incluso más que otras deidades romanas mayores, Juno ostentó un gran número de epítetos significativos y variados, nombre y títulos que representaban diversos aspectos y papeles de la diosa.

De acuerdo con su papel central como diosa del matrimonio, recibía los siguientes títulos:

Si bien muchos otros de sus epítetos tienen mucha menos relación temática:

Sin embargo, algunos de estos títulos pueden haber sido inventados como descripciones poéticas y puede que realmente no hayan sido usados en el culto a Juno.

El 1 de marzo de cada año, las mujeres celebraban unas fiestas en honor de Juno llamadas Matronalia. Otras fiestas en su honor, las Nonas Caprotinas, se celebraban el 7 de julio. Muchos consideraban el mes de junio, que toma su nombre de Juno, patrona del matrimonio, el más favorable para casarse. Los Calendas de cada mes también estaban consagrados a esta diosa, que tenía fiestas el 1 de julio y el 13 de septiembre.

Juno tenía en ocasiones un carácter guerrero que se hacía aparente en sus ropas. A menudo aparecía armada y llevando una capa de piel de cabra, que era la prenda preferida por los soldados romanos en campaña. Este aspecto guerrero fue asimilado de la diosa griega Atenea, cuya piel de cabra recibía el nombre de égida.

Quizá la más prominente aparición de Juno en la literatura romana sea como principal fuerza antagonista en la Eneida de Virgilio, donde se la presenta como una cruel y salvaje diosa determinada a ayudar primero a Dido y luego a Turno y los rútulos contra el intento de Eneas de hallar una nueva Troya en Italia. Algunos, como Servio, antiguo comentarista de la Eneida, han considerado que quizá se trate de una fusión de Hera con la diosa de las tormentas cartaginesa Tanit en algunos de los aspectos de su retrato en la obra.

Juno es mencionada en La Tempestad de Shakespeare junto con Ceres e Iris.

Juno odiaba a los troyanos porque su marido le había engañado con Ganimedes, un príncipe troyano, y lo había convertido en el copero de los dioses. También los odiaba por el Juicio de Paris, un joven troyano que eligió a Venus como la más hermosa en vez de a ella.

Por eso quiere impedir que Eneas funde una nueva Troya en Italia, después de su destrucción. Para impedirlo va a Eolia y le pide a Eolo, señor de los vientos, que los mueva en contra de Eneas y hace que lleguen a Cartago. Luego, Neptuno hace que las aguas se calmen por haber provocado olas sin su indicación.

Mientras los troyanos estaban en Cartago, tierra donde reinaba Dido, Juno hace un pacto con Venus diciendo que tenían un objetivo en común: que Eneas reinase en Cartago con Dido. Venus sabía que ese no era el destino de Eneas, pero la engaña. Venus ya había hecho que Cupido enamorase a Dido de Eneas, para que ella no lo traicione. Así acepta el pacto con Juno y deja que ésta organice una tormenta donde Eneas y Dido deban dormir bajo el mismo techo y contraigan matrimonio.

Mercurio, enviado por Júpiter, le recuerda que ese no es su destino, entonces decide partir. Juno, dándose cuenta de que se había roto su pacto, envía a Iris a quemar la flota de Eneas. Finalmente, pueden llegar al Lacio y, enfurecida, Juno, desea desatar la guerra ya prevista entre latinos y troyanos. Por eso envió a las deidades del infierno para que convenzan a Amata de que por culpa de Eneas Turno no iba a poder ser su yerno y a Turno lo invade Furia para que quiera tomar venganza. Juno abre las puertas de la guerra y ésta comienza. Luego, Juno y Júpiter pactan que ella no intervendrá más, así como tampoco Venus para ayudar a ninguno de los héroes, que retrasará la muerte de Turno pero no cambiará el destino de la guerra. Sin embargo, Juno le pide a Jaturna, hermana de Turno, que rompa el pacto y ayude a su hermano. Finalmente se da cuenta de que no puede hacer nada para impedir el destino marcado por los hados, entonces pide que los latinos mantengan su nombre, sus trajes y su idioma y que desaparezca el nombre de Troya. Júpiter concede su deseo para que deje de molestar a los troyanos y dice que solo agregará dioses y culto.



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