La gritería es una festividad nicaragüense en honor a la Purísima e Inmaculada Concepción de María surgida a principios del siglo XVIII. Esta fiesta religiosa nacional se celebra en todos los pueblos y ciudades de Nicaragua (y en los lugares donde la colonia nicaragüense es importante como en Estados Unidos, y Costa Rica) teniendo especial relevancia en las ciudad de León, donde se originó.
Se celebra la noche del 7 de diciembre, víspera de la fiesta católica de la Inmaculada Concepción de María, devotos recorren las calles y visitan diferentes altares erigidos en honor a la Virgen María, en templos y casas particulares, realizando rezos, cánticos y quemando pólvora (cohetes y juegos pirotécnicos) a la vez que se grita "¿Quien causa tanta alegría?" y se responde "¡La Concepción de María!". Los habitantes de las casas reciben a los devotos con un "brindis", llamado popularmente "la gorra".
Los misioneros españoles, en particular los franciscanos, trajeron a América la devoción por la Virgen María y su Inmaculada Concepción. El origen de esta fiesta, en su versión nicaragüense, se remonta posiblemente al siglo XVIII y surgió en la iglesia de San Francisco de la ciudad de León. Los frailes franciscanos oficiaban rezos de la novena a la Inmaculada Concepción, repartiendo la tradicional gorra. Esta tradición gustó mucho a la ciudad de León, solidificando ahí la devoción Inmaculista.
Los franciscanos animaron al pueblo a rezar la novena en sus casas e invitar a sus vecinos. La novena concluía el 7, la víspera de la fiesta. Siendo este el día más importante del rezo, León se encontraba lleno de "Purísimas", que son el rezo de los días de la novena. El pueblo leonés, invitado a muchas Purísimas, iba de una a otra, a penas cantando un poco en cada una y recibiendo el brindis. Así se fue desarrollando la noche de gritería, que para mediados del siglo XVIII estaba bien establecida en León.
Basado en la evidencia documental se puede establecer que para 1742 ya era costumbre arreglar y alumbrar las calles para que los leoneses fueran de casa en casa celebrando la Purísima. Una anécdota que describe el historiador Edgardo Buitrago narra el origen del famoso grito ¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María! como una expresión retórica que decían los frailes franciscanos al ver lo alborotada que estaba la ciudad, animando y enseñando al pueblo a usarla como saludo. No tardó el pueblo en apropiarse de esta expresión para saludarse cuando personas conocidas se cruzaban yendo de casa en casa por las calles de León.
La guerra nacional empobreció grandemente los festejos de la Purísima, incluyendo la gritería. Narra el historiador Nicolás Buitrago Matus que apenas se rezaba tristemente en los aposentos. El encargado de restaurar estas tradiciones, una vez restaurada la paz, fue el Muy Ilustre Señor Canónigo Gordiano Carranza. El 7 de diciembre de 1857 desde el atrio de la Iglesia de San Felipe armó una enramada donde colocó a la Purísima y animó al pueblo a visitar casa por casa y a alzar sus propios altares a la vez de rezar, cantar y gritar a la Virgen. De León la fiesta saltó a Masaya, Managua y a Granada y de allí se extendió por todo el país.
En las distintas ciudades de Nicaragua la gritería adquirió un carácter distinto, así como la celebración de la Purísima en general. La forma más conocida es la leonesa, siendo la original y la gritería en León la principal en todo el país. El culto a la Purísima en León, a diferencia del de otras ciudades en Nicaragua, no se centra en una imagen en específico, pero nace de una expresión íntima de cada hogar y cada persona a la Madre de Dios.
El 7 de diciembre al medio día, a las 6 p. m. y el 8 de diciembre a media noche, al medio día y a las 6 p. m. se realizan repiques de pólvora. El obispo comienza la gritería gritando desde el atrio de Catedral el ¿Quién causa tanta alegría?. Se realiza frente a Catedral una alborada con pólvora, gigantonas, filarmónicos y toros encuetados. A este grito y alborada se le conoce como "El Grito" y es tradición que antes de darlo el obispo de unas palabras de devoción a María.
Existen muchos cantos dedicados a La Purísima, de los cuales cuatro fueron compuestos y musicalizados por el músico Alejandro Vega Matus de Masaya, estos son los siguientes:
La mayoría de los cantos son de la época colonial:
El volcán Cerro Negro, desde que nació el 13 de abril de 1850 ha hecho erupción varias veces atormentando a los habitantes de la ciudad de León Santiago de los Caballeros que se sitúa a escasos 25 kilómetros al suroeste del volcán en el occidente de Nicaragua.
Entre los meses de julio y agosto de 1947 hizo erupción y era tal la lluvia de ceniza sobre la ciudad que se acumulaba en las calles, los techos de tejas de las casas colapsaban y peligraba hasta la misma azotea de la imponente Catedral; no se podía respirar por lo que el obispo de dicha diócesis Isidro Augusto Oviedo y Reyes le prometió a La Bendita Virgen María, que en ruego por su intercesión ante Dios Todopoderoso, se celebraría «La gritería de Penitencia», conocida popularmente como "La gritería chiquita" para no confundirla con la del 7 de diciembre, sorprendentemente en la noche del 14 de agosto paró la erupción y desde entonces cada 14 de agosto (víspera de la fiesta de La Asunción de La Bendita Virgen María), se celebra esta fiesta religiosa popular propia de Nicaragua.
Actualmente la gritería se celebra en todo Nicaragua, pero cada lugar le ha dado modalidades diferentes:
La gorra es el brindis que reciben los devotos y consiste de dulces típicos preparados para la ocasión, tales como: cajetas de coco, de leche, de zapoyol, gofio de pinolillo, leche de burra, huevo chimbo y enchiclado; frutas como limones y naranjas dulces, trozos de caña de azúcar; platillos tipícos como el nacatamal; bebidas tipícas como chicha de maíz, chicha de cohombro, el compuesto (ponche de frutas con una porción de ron); postres típicos como pío quinto, ayote en miel de dulce de caña, atolillo de maíz, arroz con leche.
Desde la década de los 80 del siglo XX, se ha generalizado que la gorra este compuesta por artículos de uso como cajetillas de fósforos, encendedores, lápices de colores, ropa (camisetas) y juguetes a los niños; o bien, de consumo como arroz, frijol y azúcar.
Durante los años 80 y en la actualidad las instituciones de gobierno, pese a ser un Estado laico según la Constitución Política de Nicaragua, rinden homenaje a la Purísima Concepción de María, construyendo altares sobre la Avenida Bolívar en donde el pueblo de Managua se congrega para admirar los diversos diseños y coloridos de dichos altares. A esta tradición se opone algún Obispo que la tacha de paganismo, sin embargo la población concurre masivamente a este sector de Managua que poco a poco se recupera después de 40 años del terremoto que asoló ésta capital.
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