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Libro del Levítico



El Levítico (en griego: Λευιτικός, Leyitikós, ‘acerca de los Levitas’; en hebreo: ויקרא [Vayikra], ‘y Él llamó’) es uno de los libros bíblicos del Antiguo Testamento y del Tanaj. Aunque tenga fragmentos más antiguos, hay consenso entre los estudiosos de la Biblia en que adquirió su actual forma durante el período persa, entre los siglos VI y IV a.C. Forma parte del Pentateuco, y de la Torá judía (“La Ley”). Se lo cuenta entre los libros históricos y en ambas versiones es el tercero, ubicado entre Éxodo y Números.

El libro se denomina Levítico porque se trata, en esencia, de un manual religioso para uso de los levitas, sacerdotes encargados del culto, escogidos de entre los miembros de la tribu de Leví. La tradición judeocristiana lo atribuye a la pluma del patriarca Moisés, como los demás libros del Pentateuco. Pero la concepción de autor en el Pentateuco no se entiende como entendemos hoy. Moisés puede ser autor de algunos fragmentos de Levítico, o del Pentateuco, pero no es el autor del todo. No hay un único autor, como se pensó durante mucho tiempo. Por el simple hecho que nadie puede narrar su propia muerte, en el caso de Moisés. Estos libros están compuestos por diversos autores, de diferentes contextos y épocas y su relato depende de este dato. Se acepta hoy que proviene de tradiciones o corrientes de pensamiento que son: Yahwista, Elohista, Deuteronomista y Sacerdotal.

Se trata de un texto muy difícil de interpretar para el lector moderno, y aún más para el gentil, porque constituye un libro típica y absolutamente judío. Nada hay en él que pueda parecer familiar para el no judío (incluso ofrece dificultades para el judío no practicante), y por ello se tiende a saltarlo para continuar en Números la historia narrada en Génesis y Éxodo, libros más llanos y de mayor facilidad de interpretación.

A pesar de ello, el Levítico es un libro único, el primero de su tipo en la historia, que presenta interés y sorprendentes trazos de la vida religiosa y moral judía de aquellos tiempos.

La temática principal es reafirmar la pureza y la santidad del pueblo de Israel, en el cual Yahvé ha puesto su predilección.

Es un recuento, manual o compendio de los sacrificios religiosos que Yahvé ordena realizar como parte de la liturgia hebrea.

La síntesis de todos los holocaustos jamás se había intentado en la literatura judía, y sin duda representó un esfuerzo enorme para el redactor de Levítico. Israel, como pueblo abierto a las influencias externas gracias a su peculiar ubicación geográfica y a los innumerables avatares históricos (guerras, invasiones, migraciones) que sufrió, recibió rituales religiosos de los cananeos, asirios, babilonios, caldeos y egipcios.

Pero además es un pueblo fuertemente cerrado sobre sí mismo en el aspecto religioso y cultural, por lo que a todas estas circunstancias se unen rituales estrictamente propios que provienen de la misma prehistoria.

Para enriquecer, complicar y completar la historia de la liturgia hebrea, se produjo también el fenómeno de la revelación a través de dos hombres: Abraham que agregó una fe y Moisés que le otorgó un ordenamiento y una ley.

Con todos estos componentes se fraguó y organizó en el Monte Sinaí la adoración del Dios de Israel y el Levítico se convirtió en su descripción precisa y genuina.

El contenido del Levítico puede dividirse en tres partes:

El libro ordena preferir los sacrificios al modo antiguo, esto es, ofreciendo en holocausto ciertos animales, aceptando la oferta vegetal solo como segunda opción.

Toda la primera parte del Levítico consiste en disposiciones técnicas acerca de estos sacrificios (Lev., caps. 1-7).

Presenta tres tipos de sacrificios: el holocausto, el sacrificios de oblación y el sacrificio de comunión. Cada uno de estos tipos de sacrificio tiene un significado distinto. En el holocausto, el altar pone en contacto lo sagrado con lo profano dándole santidad a la ofrenda. La oblación recuerda que la tierra entera es pertenencia de Yahvé. El sacrificio de comunión (o sacrificio de paz) tiene la función de contactar lo sagrado con lo profano en el contexto de la comunidad de tal forma que los vínculos familiares puedan reforzarse.

Para ofrecer convenientemente los holocaustos se hacía necesaria una autoridad litúrgica que presidiera las celebraciones.

Levítico crea, pues, la clase eclesiástica hebrea, personificada en algunos de los miembros de la tribu de Leví: los sacerdotes. Aplicando órdenes de Dios, se dan estos cargos a Aarón, sus hijos y sus descendientes (8-10), designados Cohanim.

Las leyes de pureza ocupan gran parte del resto del libro (11-16).

La primera enseñanza del Levítico es que la asamblea es santa. Por lo tanto, sus miembros deben estar acordes con esta santidad, siendo puros y perfectos. En este sentido, el texto sigue al Decálogo y las normas dictadas por los profetas, que pasaron mucho tiempo insistiendo en las exigencias morales que Dios requería de los judíos.

Pero no se trata de un manual moral (18-20) ni de una profecía (26), ni tampoco de un texto jurídico. Es esencialmente un manual ritual sobre distintos tipos de celebraciones: sacrificios sagrados (1-7), ordenación de los sacerdotes (8-9), purificación (14), expiación (16) y fiestas o santas convocaciones (23).

Intenta, entonces, una clasificación de los sacrificios basándose en los conceptos —novedosos— de pecado, expiación y dones divinos. Las antiguas fiestas prehistóricas conservan su alegría y su piedad, que quedarán para siempre en poder de Israel en tanto cumpla con el Pacto ( mandamientos) y no renuncie a la asistencia divina y a la obediencia de la Torah.

Desde un punto de vista cristiano, sus sacrificios son herederos en línea directa de los que ejecutaban los levitas, ya que constan de todos los elementos hebreos, con el agregado de la nueva síntesis cuyo centro y sentido será la persona misma de Cristo




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