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Liga de Coñac



Tropas imperiales asolaban los territorios de los Estados Pontificios.[1]

Violación de los derechos pontificios en el nombramiento de los beneficios eclesiásticos en el Reino de Nápoles y España.[1]

Prisión de Girolamo Morone y ocupación militar imperial del Ducado de Milán.[1]

La Guerra de la Liga de Cognac (1526-1530) se libró entre los dominios Habsburgos de Carlos V -principalmente España y el Sacro Imperio Romano Germánico- y la Liga de Cognac, una alianza militar que incluía al Reino de Francia, el Papa Clemente VII, la República de Venecia, el Reino de Inglaterra, el Ducado de Milán y la República de Florencia.

Alarmado Clemente VII tras la victoria del emperador Carlos V en Italia sobre los franceses en la Guerra italiana de 1521-1526, trabajó para formar, en mayo de 1526,[2]​ una liga antiimperial, la Liga de Cognac, con el fin de restaurar el equilibrio de poder en Italia contrarrestando el poder del emperador.[3]​ La Liga de Cognac estuvo formada por el papado, Venecia, Florencia, Milán, y el rey francés, quien denunció el tratado de Madrid de 1526. Enrique VIII de Inglaterra, frustrado en su deseo de tener un tratado firmado en Inglaterra, rechazó unirse.[4]

La guerra se hizo inminente y un mes después de constituirse, las tropas de la Liga entraban en Lodi.[5]​ Pero las tropas imperiales marcharon hacia Lombardía y pronto forzaron al duque de Milán a capitular y a abandonar Milán en julio de 1526.[6][7]​ Mientras tanto, la familia Colonna, con ayuda del virrey de Nápoles, organizó un ataque en Roma, derrotando a las fuerzas papales y tomando brevemente el control de la ciudad, saqueando el palacio papal y algunas casas de cardenales[8][9]

Las vacilaciones del papa[6]​ inutilizaron el progreso de la Liga, ya que el cauteloso ejército papal y veneciano esperaba a las tropas francesas, lo que permitió nuevos refuerzos imperiales, aunque Francisco I logró atraer a Enrique VIII de Inglaterra en el Tratado de Westminster en abril de 1527, que supuso la garantía de neutralidad y apoyo diplomático aunque no de tropas, debido a los buenos oficios del embajador español Íñigo López de Mendoza y Zúñiga.[10]

Carlos V reunió una fuerza de lansquenetes bajo el mando de Georg Frundsberg (enfermo tuvo que dejar pronto a sus tropas y recuperarse en Ferrara) y un ejército español a las órdenes de Carlos de Borbón. Las dos fuerzas se unieron en Fiorenzuola d'Arda y avanzaron hacia Roma. Ante la ausencia de dinero y equipamiento, el condestable de Borbón dirigió al ejército imperial a la capital pontificia. Francesco Guicciardini, al mando del ejército papal, no pudo hacerles frente[11]​ y el 6 de mayo de 1527, cuando murió el condestable de Borbón, su ejército mal pagado atacó y saqueó la ciudad, manteniendo al papa cautivo.

Aprovechando la prisión del papa, los florentinos expulsaron a los Médici y restauraron la república.

El saqueo de Roma, y la consiguiente eliminación de Clemente VII de cualquier papel real en la guerra, provocó una acción frenética en los franceses. Enrique VIII y Francisco pactaron en agosto en Amiens la liberación del Papa.

Un ejército francés entró en Italia en agosto, al mando de Odet de Foix y de Pedro Navarro tomando GénovaAndrea Doria se unió rápidamente a los franceses y se hizo con la mayoría de la flota genovesa— Los franceses tomaron Alessandria, Savona y saquearon Pavía el 5 de octubre. Pasando por las ciudades papales de Piacenza y Parma llegan a Bolonia, partiendo hacia Nápoles el 10 de enero,[12]​ con el apoyo de la nueva república de Florencia,[13][14]​ el 29 de enero llegaban al Santuario de la Santa Casa en Loreto.

El Papa escapó de su cautiverio en diciembre de 1527 ante la proximidad de las tropas francesas marchando a Orvieto.

El ejército imperial acantonado en Roma emprendió camino al sur en febrero de 1528 seguido por el francés, que puso sitio a Nápoles el 29 de abril y a Catanzaro en mayo. Doria, que ocupaba la bahía de Nápoles, sin embargo, pronto abandonó a los franceses en favor de Carlos. Los asedios fracasaron porque la peste estalló en el bando francés, matando la mayoría del ejército junto con Foix y Navarro. La capitulación del ejército francés se produjo en agosto de 1528 en Aversa.[15]

La ofensiva de Andrea Doria en Génova (donde pronto rompió el bloqueo de la ciudad y forzó la rendición de los franceses en Savona), junto con la derrota decisiva de una fuerza de ayuda francesa bajo el Duque de Saint Pol en la Batalla de Landriano,[6]​el 21 de junio de 1529. La derrota del segundo ejército francés en campaña en Lombardía puso fin a las esperanzas de Francisco I de recuperar su posición en Italia.[16][17]

La paz ahora era buscada por ambos bandos,[18]​ Carlos V, con problemas financieros, la extensión de la Reforma en Alemania y la amenaza turca sobre Hungría y Austria, pactó el 29 de junio de 1529 el tratado de Barcelona[19]​ sacando al papa de la liga de Cognac, comprometiendo la restauración de Sforza en Milán y Médici en Florencia, iniciándose el Sitio de Florencia (1529-1530). Restitución de Rávena y Cervia, al Papa, así como la investidura del reino de Napóles y la coronación[20]​ imperial de Carlos.

Después de la derrota de sus ejércitos, Francisco I buscó la paz con Carlos V. Las negociaciones comenzaron en julio de 1529 en la ciudad fronteriza de Cambrai; fueron llevadas principalmente entre la madre de Francisco, Luisa de Saboya, por los franceses y su cuñada, Margarita de Austria por su sobrino el Emperador (conociéndose como la Paix des Dames). La paz con Francia llegó el 3 de agosto de 1529 en Cambrai. Los términos finales reflejaban en gran parte los del tratado de Madrid de hacía tres años; Francisco I renunciaba a sus derechos sobre Artois, Flandes y Tournai, y fue obligado a pagar un rescate de dos millones de escudos de oro para que fueran liberados sus hijos.[21]​ Francisco I también renunciaba a sus reclamaciones en Italia y abandonaba a sus aliados italianos:[22]​ Florencia y Venecia.[23]​ Esta última firmaría en noviembre un tratado de paz con Carlos I por el cual cedía las ciudades de Mola di Bari, Monopoli, Barletta y Trani a los españoles.



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