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Louredo (Orense)



Louredo, es una parroquia (San Xoán de Louredo[1]​) del municipio de Cortegada, situada en la provincia de Orense a 345 m. s. n. m. En el año 2007 tenía 123 habitantes, de los cuales 60 eran varones y 63 eran mujeres, con una mayoría de ellos con edades superiores a 50 años (pirámide población invertida).

Louredo se encuentra al norte de Cortegada, entre O Rabiño, Remuiño y Zaparín encajonado a 500 metros de altura con un microclima templado en invierno y suaves temperaturas el resto del año. Existen salvajes arroyos que desembocan en el río Arnoia y el río Miño provenientes del deshielo y del río subterráneo formado en el Pleistoceno inferior cuyos restos se encuentran en las diaclasas graníticas del SO (barrio dos Veciños) así como en la zona arcillosa de A Tella, donde se han encontrado cuerpos momificados. En sus granitos de diversas durezas podemos encontrar el afamado "ojo de sapo" con el que hacían talismanes contra las luces blasfemas que se veían en los bosques.

Al norte limita con Remuiño (ayuntamiento de Arnoya), al Noroeste con el monte comunal de Meréns (ayuntamiento de Cortegada), al suroeste con San Benito do Rabiño, al sur con los montes comunales de Zaparín, Soutelo y Refoxos (con el que mantiene pleitos por la demarcación de montes comunales).

Durante años se pensó que en el lugar hubo un monasterio medieval, debido a un error del abad Fray Benito de la Cueva en el siglo XVII, al interpretar que la capilla dedicada por aquella época a San Vicente era lo que quedaba del monasterio de dicho nombre fundado en realidad en el monte Louredo (Toén, Orense)[2]

No se sabe por qué este lugar pasa al linaje de los Pugas (debió ser subforado por parte del monasterio de Celanova), ya en 1414 se creó el vínculo en Louredo de Pedro Vázquez de Puga y doña Guiomar Lorenzo de Tems (Boletín Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, Tom I, página 304). En enero de 1430, Pedro Vázquez de Puga intitúlase como señor de la torre de Louredo (aunque puede hacer referencia a su casa solariega de Puga, en Toén).

Se supone que durante la Revuelta Irmandiña la torre de Louredo fue derruida en parte por los irmandiños y el campesinado ante los abusos y el terrorismo señorial durante la segunda revolución irmandiña de 1466-1469. Con la llegada de los Reyes Católicos se alcanzó una relativa prosperidad debido al fin de las contiendas entre nobles y por lo que se produjo una menor conflictividad social e imponiéndose una pax debido a la "doma y castración del Reino de Galicia" donde muchos de los castillos y torres fueron despuntadas por mandato real con el fin de descabezar a Galicia sacándole su élite dirigente.

En el siglo XVI esta zona sufrió al igual que la provincia los embates de la peste, malas cosechas debido a las continuas lluvias y las levas para las guerras en Italia durante el Imperio Español. Para impedirlas alzaron la capilla de Louredo dedicada a San Conejo, de pobre factura ya que la mayoría del cultivo en aquella época era forraje para el ganado dado que el Monasterio de San Salvador (Celanova) tenía privilegios sobre los cultivos de vino en la época.

En 1630 muere D. Pedro Álvarez de Puga, noble local ligado a la Inquisición, patrón y señor feudal de Louredo, Poulo y Meréns. De Louredo sacaba con las rentas a sus campesinos 50 ferrados de centeno al año, construyó el pazo de Louredo. De esa misma época es el cruceiro que está en el barrio de A Torre aunque antes estuvo en el de Cazapedro, y al morir en 1630 donó un Cáliz de plata para la vieja capilla. Este noble está enterrado en Santo Domingo de Ribadavia. Durante el siglo XVII se debió despoblar debido a las continuas levas forzosas de hombres para la guerra de Flandes y Cataluña y finalmente para la guerra de Independencia de Portugal (1640-1668), dividiéndose la frontera entre las plazas fuertes de Tuy y Monterrey, a la que sirvió Louredo. Las levas de hombres fueron continuas e impopulares, sufriendo ambas partes de la raya razzias (la raya dista apenas 18 km.), aunque Galicia fue un escenario secundario de la guerra, se produjeron revueltas contra las levas, y la Junta del Reino de Galicia escribió al rey: "Queda el reino casi despoblado y no hay gente que acuda a la labranza con lo que se pierde el reino y quedan las tierras baldías"; no sólo se contribuyó con hombres a la guerra sino también con intendencia de las tropas, a pesar de las quejas y oposición a subsidios y rebaja del cupo de soldados.[3]

El 6 de diciembre de 1745 pasó por el camino de Refojos (donde aún se conserva una vieja calzada) hacia la Buratiña, desde Ribadavia hacia su destino de Refoxos el Padre Sarmiento.[4]​ El 5 de noviembre de 1752, reinando Fernando VI de España, pasó todo el ayuntamiento a pertenecer a la Jurisdicción de Milmanda (Celanova) plaza fortificada de la raya, la prefectura de la cual era el Marqués de Malpica (La Coruña), señor también de Quintela de Leirado.

En 1853 se produce una hambruna general en toda Galicia que afecta poderosamente a esta zona, dejando cuasi deshabitadas muchas aldeas del contorno, entre las causas de la hambruna de 1853-55 estaban la falta de cosechas, los foros y los impuestos (que se debían pagar a la iglesia, como el diezmo, y al estado, con alimentos).

Por tradición popular se conserva memoria de un "Indiano" que tal vez emigró a finales del XIX que al regresar donó una escuela de las llamadas de obra pía desde donde vieron un ovni en 1968 según testimonios orales.[cita requerida]

Durante la etapa de la Restauración todo el municipio de Cortegada actual perteneció al partido judicial de Bande y, más veces al de Celanova, estuvo como circunscripción enfeudada del partido conservador por parte de la familia política de los Bugallal (que controlaban políticamente grandes partes de la provincia de Pontevedra, Orense y Chantada).

De finales del XIX se datan varias casas, dos de clase social acomodada y otra de campesinos llanos que no eran dueños de la tierra y tuvieron que huir con la emigración para no morir de hambre y desespero.

El progreso de finales del siglo XIX se vio interrumpido por el auge del fascismo y la siguiente guerra civil española ya que la mayoría de casas son de antes de esa época.

A principios del siglo XX Louredo vive también las tensiones del ambiente prebélico de 1936, pero a pesar de todo se construyó un campo de fútbol en el Monte de Chanduzal, ya por entonces contaba el pueblo con un colegio donado y pagado por un indiano (la escuela pía), ya cerca de la guerra civil se provocaban unos vecinos a otros verbalmente entre personas de diferente ideología.

A principios de la guerra se tiene constancia de que un vecino (D. Manuel Estévez Telle)[5]​ estaba obligado a trabajar en las obras de restauración del monasterio de Oseira por el sistema de "redención de penas por el trabajo" ya que era preso gubernativo por ser secretario de la asociación de oficios varios de Benito del Rabiño; así mismo se tiene constancia de otra víctima que apareció muerta en el río Miño en Filgueira.

En la década de los 50 se arreglaron y crearon varias fuentes públicas (la de O pazo y Outeiriño) y había hasta tres tiendas de comercio variado, de las cuales sobrevivió una hasta mediados de los 90. Tuvieron su máximo esplendor en los 60, mientras se seguía manteniendo una economía de subsistencia, al tiempo comenzaba la emigración a Europa, se seguía comerciando con lo que se sacaba del contrabando en la cercana raya de Portugal, a través del puesto fronterizo de Pontebarxas. Es por esta década, ya dentro del ambiente de desarrollismo de los años 60, que se abre la carretera que comunica Louredo con la carretera nacional La Cañiza-Ginzo de Limia a la que antes se accedía a través de caminos carreteros (antes paraba frente al monte de la Forca y a telleira) y llega la electricidad, al mismo tiempo que los vecinos se libran del trabajo de tener que transportar sus espigas al vecino Remuiño para molerlas en los molinos de agua del río Inquiau, gracias a la llegada de un molino eléctrico que un vecino instaló con dinero de la harina.[cita requerida]

La llegada de la carretera y tendido eléctrico provocó ciertos trastornos a los aldeanos, que tomaron sus aperos como armas contra la guardia civil ya que los campesinos ocupaban los caminos públicos con parras de cepas que ocultaban el alumbrado eléctrico, pero que fueron destruidas con la llegada de la carretera, ya que hubo que ensanchar el camino y hacer terraplenes. En los 90 robaron parte del peto de ánimas de Louredo y una talla de la iglesia hecha por el maestro Cagliostro.



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