x
1

Machu Picchu



Machu Picchu (pronunciado /ˈmɐt͡ʃʊ ˈpɪkt͡ʃʊ/ en quechua, «monte viejo») es el nombre contemporáneo que se da a una llacta —antiguo poblado incaico andino— construida antes del siglo XV, ubicada en la Cordillera Oriental del sur del Perú, en la cadena montañosa de Los Andes a 2430 metros sobre el nivel del mar. Está ubicada en la región Cusco (provincia de Urubamba, distrito de Machupicchu) sobre el Valle Sagrado de los Incas, a 80 kilómetros al noroeste de la ciudad de Cusco, ciudad del Perú y por donde fluye el río Urubamba, río que atraviesa la cordillera y origina un cañón con clima de montaña tropical. Según muchos estudiosos su nombre original habría sido Llaqtapata.

Según documentos de mediados del siglo XVI, tenía un carácter privado.[1]​ Sin embargo, algunas de sus mejores construcciones y el evidente carácter ceremonial de la principal vía de acceso a la llaqta dan cuenta de su origen anterior a Pachacútec y a su presumible utilización como santuario religioso.[2]​ Ambos usos, el de palacio y el de santuario, no habrían sido incompatibles. Aun cuando se discute su supuesto carácter militar, por lo que los populares calificativos de «fortaleza» o «ciudadela» podrían haber sido superados.[3]

Machu Picchu es considerada, al mismo tiempo, una obra maestra de la arquitectura y la ingeniería.[4]​ Sus peculiares características arquitectónicas y paisajísticas, y el velo de misterio que ha tejido a su alrededor buena parte de la literatura publicada sobre el sitio, lo han convertido en uno de los destinos turísticos más famosos del planeta, así como una de las siete maravillas del mundo.[5]

Para 1976, el 30 % de Machu Picchu había sido restaurado, y todavía continúan los trabajos de restauración.[cita requerida]

Machu Picchu fue declarado Santuario Histórico Peruano en 1981 y está en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1983, como parte de todo un conjunto cultural y ecológico conocido bajo la denominación Santuario histórico de Machu Picchu. El 7 de julio de 2007 Machu Picchu fue declarada como una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno en una ceremonia realizada en Lisboa (Portugal), que contó con la participación de cien millones de votantes en el mundo entero. Machu Picchu fue votada como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo en una encuesta mundial en Internet.[6]

En el idioma quechua, machu significa «viejo» o «anciano», mientras que picchu significa «pico, montaña o prominencia con una amplia base que termina en puntas agudas»; por lo tanto, el nombre del sitio significa «montaña vieja».[7]

Se encuentra a 13° 9' 47" latitud sur y 72° 32' 44" longitud oeste. Forma parte del distrito del mismo nombre, en la provincia de Urubamba, en el departamento del Cuzco, en Perú. La ciudad importante más cercana es Cuzco, actual capital regional y antigua capital de los incas, a 132 kilómetros de allí.

Las montañas Machu Picchu y Huayna Picchu son parte de una gran formación orográfica conocida como batolito de Vilcabamba, en la Cordillera Central de los Andes peruanos. Se encuentran en la ribera izquierda del llamado Cañón del Urubamba, conocido antiguamente como Quebrada de Picchu.[8]​ Al pie de los cerros, rodeándolos, corre el río Vilcanota-Urubamba. El sitio arqueológico incaico se encuentra a medio camino entre las cimas de ambas montañas, a 450 metros de altura por encima del nivel del valle y a 2438 metros sobre el nivel del mar. La superficie edificada es aproximadamente de 530 metros de largo por 200 de ancho, contando con 172 edificios en su área urbana. Biogeográficamente se sitúa en la ecorregión de las yungas peruanas.

Las ruinas propiamente dichas se ubican dentro de un territorio intangible del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SINANPE),[9]​ llamado Santuario Histórico de Machu Picchu, que se extiende sobre una superficie de 32 592 hectáreas (80 535 acres o 325,92 km²) de la cuenca del río Vilcanota-Urubamba (el Willka mayu o ‘río sagrado’ de los incas). El Santuario Histórico protege una serie de especies biológicas en peligro de extinción y varios establecimientos incaicos,[10]​ entre los cuales Machu Picchu es considerado el principal.

La zona arqueológica es accesible, bien desde los caminos post-incaicos que llegan hasta ella, o bien utilizando la carretera Hiram Bingham (que asciende la cuesta del cerro Machu Picchu desde la antigua estación de tren de Puente Ruinas, ubicada al fondo del cañón). Ninguna de las dos formas exime al visitante del precio de ingreso al complejo.[11]

La mencionada carretera, sin embargo, no está integrada a la red nacional de carreteras del Perú. Nace en el pueblo de Aguas Calientes, al que a su vez solo se puede acceder por ferrocarril (unas tres horas desde Cuzco)[12]​ o helicóptero (30 minutos desde Cuzco). La ausencia de una carretera directa al santuario de Machu Picchu es intencional y permite controlar el flujo de visitantes a la zona, que, dado su carácter de reserva nacional, es particularmente sensible a las muchedumbres. Ello, sin embargo, no ha impedido el crecimiento desordenado (criticado por las autoridades culturales) de Aguas Calientes, que vive por y para el turismo, pues hay hoteles y restaurantes de diferentes categorías en este lugar.

Para llegar a Machu Picchu por el principal camino incaico se debe hacer una caminata de unos tres días. Para ello es necesario tomar un tren o bus hasta el km 82 de la vía férrea Cusco-Aguas Calientes, que coincide con el límite del parque nacional de Machu Picchu, desde donde parte el recorrido a pie.[14]​ Algunos visitantes toman un autobús local desde Cusco hasta Ollantaytambo (vía Urubamba) y de ahí toman un transporte hasta el mencionado km 82. Una vez allí recorren las vías del tren hasta cubrir los 32 km que hay hasta Aguas Calientes. En la actualidad, los autobuses llegan hasta la hidroeléctrica ubicada a nueve kilómetros de Aguas Calientes, lo que caminando son aproximadamente tres horas, que es el mismo camino que hace el tren.

La temperatura es cálida con aire húmedo durante el día, y fresca por la noche, oscilando entre los 12 y los 24 grados centígrados. La zona en general es muy lluviosa, especialmente entre noviembre y marzo. Las lluvias, que son copiosas, se alternan rápidamente con momentos de intenso brillo solar.[15]

El conjunto del sitio arqueológico ha sido construido sobre el batolito de Vilcabamba, compuesto de rocas intrusivas que datan aproximadamente de unos 250 millones de años, intrusivos Permo-Triásicos[16]​ principalmente de granito blanco a grisáceo, cortado por algunas vetas de tonalitas y talcesquistos. El macizo granítico se encuentra cortado por una serie de fallas y diaclasas que juegan un papel importante en la conformación actual del relieve y en su evolución. En el Mapa Geológico del Cuadrángulo de Machu Picchu (27-q) del Instituto Geológico Minero y Metalúrgico del Perú se observan dos grandes fallas de rumbo regionales que cortan la zona, llamadas Fallas Huayna Picchu y Machu Picchu, de orientación NE-SO. Estas fallas no han tenido actividad reciente.[17]

La quebrada de Picchu, ubicada a medio camino entre los Andes y la floresta amazónica, fue una región colonizada por poblaciones andinas, no selváticas, provenientes de las regiones de Vilcabamba y del Valle Sagrado, en Cuzco, en busca de una expansión de sus fronteras agrarias. Las evidencias arqueológicas indican que la agricultura se practicaba en la región desde al menos el 760 a. C.[18]​ Una explosión demográfica se da a partir del período Horizonte Medio, desde el año 900 de nuestra era, por grupos no documentados históricamente pero que posiblemente estuvieron vinculados a la etnia Tampu del Urubamba. Se cree que estos pueblos podrían haber formado parte de la federación Ayarmaca, rivales de los primeros incas del Cuzco.[19]​ En ese período se expande considerablemente el área agrícola «construida» (andenes). No obstante, el emplazamiento específico de la ciudad que nos ocupa (la cresta rocosa que une las montañas Machu Picchu y Huayna Picchu) no presenta huellas de haber tenido edificaciones antes del siglo XV.[20]

Hacia 1430, durante su campaña hacia Vilcabamba, la quebrada de Picchu fue conquistada por Pachacútec,[21]​ primer inca del Tahuantinsuyo (1438-1470). El emplazamiento de Machu Picchu debió impresionar al monarca por sus peculiares características dentro de la geografía sagrada cusqueña.[22]​ y por ello habría mandado construir allí, hacia 1450, un complejo urbano con edificaciones de gran lujo civiles y religiosas.[23]

Se cree que Machu Picchu tuvo una población móvil como la mayoría de las llactas incaicas, que oscilaba entre 300 y 1000 habitantes[24]​ pertenecientes a una élite (posiblemente miembros de la panaca de Pachacutec)[25]​ y acllas. Se ha demostrado que la fuerza agrícola estuvo compuesta por esclavos mitimaes o mitmas (mitmaqkuna) procedentes de diferentes rincones del imperio, estimándose que la mayor cantidad de estos fueron los chankas, quienes también construyeron la fortaleza, al ser esclavizados y despojados de sus tierras (actuales Apurímac y Ayacucho) tras ser derrotados por Pachacútec.[26]

Machu Picchu no era desde ningún punto de vista un complejo aislado, por lo que el mito de la «ciudad perdida» y del «refugio secreto» de los soberanos incaicos carece de asidero. Los valles que confluían en la quebrada formaban una región densamente poblada que incrementó espectacularmente su productividad agrícola a partir de la ocupación incaica, en 1440.[27]​ Los incas construyeron allí muchos centros administrativos, los más importantes de los cuales fueron Patallacta y Quente Marca,[28]​ y abundantes complejos agrícolas formados por terrazas de cultivo. Machu Picchu dependía de estos complejos para su alimentación, pues los campos del sector agrario de la ciudad habrían resultado insuficientes para abastecer a la población prehispánica.[29]​ La comunicación intrarregional era posible gracias a las redes de caminos incaicos: ocho caminos llegaban a Machu Picchu.[30]​ La pequeña urbe de Picchu se llegó a diferenciar de las poblaciones vecinas por la singular calidad de sus principales edificios.

A la muerte de Pachacútec, y de acuerdo con las costumbres reales incaicas, esta y el resto de sus propiedades personales habrían pasado a la administración de su panaca, que debía destinar las rentas producidas al culto de la momia del difunto inca.[31]​ Se presume que esta situación se habría mantenido durante los gobiernos de Túpac Yupanqui (1470-1493) y Huayna Cápac (1493-1529).

Machu Picchu debió de perder en parte su importancia al tener que competir en prestigio con las propiedades personales de los soberanos sucesores. De hecho, la apertura de un camino más seguro y amplio entre Ollantaytambo y Vilcabamba (el del valle de Amaybamba) hizo que la ruta de la quebrada de Picchu fuera menos empleada.[32]

La guerra civil incaica (1531-32) y la irrupción española en el Cuzco en 1534 debieron de afectar considerablemente la vida de Machu Picchu. La masa campesina de la región estaba compuesta principalmente por mitmas, colonos de diferentes naciones conquistadas por los incas llevados a la fuerza hasta ese lugar. Ellos aprovecharon la caída del sistema económico cusqueño para retornar a sus tierras de origen.[33]​ La resistencia incaica contra los españoles dirigida por Manco Inca en 1536 convocó a los nobles de las regiones cercanas a integrar su corte en el exilio de Vilcabamba,[34]​ y es muy probable que los principales nobles de Picchu hubieran abandonado entonces la ciudad. Documentos de la época indican que la región estaba llena de «despoblados» en ese tiempo.[35]​ Picchu habría seguido habitada, pues fue considerada una población tributaria de la encomienda española de Ollantaytambo.[36]​ Eso no necesariamente significa que los españoles visitaran Machu Picchu con frecuencia; de hecho, sabemos que el tributo de Picchu era entregado a los españoles una vez por año en el pueblo de Ollantaytambo, y no «recogido» localmente.[37]​ De todas maneras, está claro que los españoles sabían del lugar, aunque no hay indicios de que fuera un lugar frecuentemente visitado por los españoles anualmente. Los documentos coloniales incluso mencionan el nombre de quien era curaca (acaso el último) de Machu Picchu en 1568: Juan Mácora.[38]​ Que se llamase «Juan» indica que había sido, al menos nominalmente, bautizado, y, por tanto, sometido a la influencia española.

Otro documento[39]​ indica que el inca Titu Cusi Yupanqui, quien reinaba entonces en Vilcabamba, pidió que frailes agustinos acudieran a evangelizar "Piocho" hacia 1570. Se conoce ningún topónimo de la zona que suene parecido a "Piocho" que no sea "Piccho" o "Picchu", lo que hace suponer a Lumbreras que los famosos «extirpadores de idolatrías» podrían haber llegado al sitio y haber tenido que ver con la destrucción e incendio del Torreón del Templo del Sol.[40]

El soldado español Baltasar de Ocampo escribió a fines del siglo XVI sobre un poblado «en lo alto de una montaña» de edificios «suntuosísimos» y que albergaba un gran acllahuasi (‘casa de las escogidas’) en los últimos años de la resistencia incaica. La descripción breve que hace de sus ambientes nos remite a Picchu. Lo más interesante es que Ocampo dice que se llama "Pitcos". El único lugar de nombre parecido es Vitcos, un sitio incaico en Vilcabamba completamente diferente al descrito por Ocampo. El otro candidato es, naturalmente, Picchu.[41]​ No se sabe hasta hoy si se trata del mismo lugar o no. Ocampo indica que en este lugar se habría criado Túpac Amaru I, sucesor de Titu Cusi y último inca de Vilcabamba.

Tras la caída del reino de Vilcabamba en 1572 y la consolidación del poder español en los Andes Centrales, Machu Picchu se mantuvo dentro de la jurisdicción de diferentes haciendas que cambiaron varias veces de manos hasta tiempos republicanos (desde 1821). No obstante, ya se había vuelto un lugar remoto, alejado de los nuevos caminos y ejes económicos del Virreinato del Perú. La región fue prácticamente ignorada por el régimen virreinal (que no mandó edificar templos cristianos ni administró poblado alguno en la zona), aunque no por el hombre andino.

En efecto, el sector agrícola de Machu Picchu no parece haber estado completamente deshabitado ni desconocido: documentos de 1657[42]​ y de 1782[43]​ aluden a Machu Picchu, en tanto tierras de interés agrícola. Sus principales construcciones, sin embargo, las de su área urbana, no parecen haber sido ocupadas y fueron ganadas pronto por la vegetación del bosque nuboso.

En 1865, en el curso de sus viajes de exploración por el Perú, el naturalista italiano Antonio Raimondi pasa al pie de las ruinas sin saberlo y alude a lo escasamente poblada que era entonces la región. Sin embargo, todo indica que es por esos años cuando la zona empieza a recibir visitas por intereses distintos a los meramente científicos.

En efecto, una investigación actualmente en curso divulgada hace poco[44]​ revela información sobre un empresario alemán llamado Augusto Berns, quien en 1867 no solo habría «descubierto» las ruinas, sino que habría fundado una empresa «minera» para explotar los presuntos «tesoros» que albergaban (la Compañía Anónima Explotadora de las Huacas del Inca). De acuerdo con esta fuente, entre 1867 y 1870, y con la venia del gobierno de José Balta, la compañía habría operado en la zona y luego vendido «todo lo que encontró» a coleccionistas europeos y norteamericanos.[45]

Conectados o no con esta presunta empresa (cuya existencia espera ser confirmada por otras fuentes y autores), lo cierto es que es en esos momentos cuando los mapas de prospecciones mineras empiezan a mencionar Machu Picchu. Así, en 1870, el estadounidense Harry Singer coloca por primera vez en un mapa la ubicación del cerro Machu Picchu y se refiere al Huayna Picchu como «Punta Huaca del Inca». El nombre revela una inédita relación entre los incas y la montaña e incluso sugiere un carácter religioso (una huaca en los Andes Antiguos era un lugar sagrado).[46]​ Un segundo mapa de 1874, elaborado por el alemán Herman Gohring, menciona y ubica en su sitio exacto ambas montañas.[47]​ Por fin en 1880 el explorador francés Charles Wiener confirma la existencia de restos arqueológicos en el lugar (afirma «se me habló de otras ciudades, de Huayna Picchu y de Machu Picchu»), aunque no puede llegar al emplazamiento.[48]​ En cualquier caso, está claro que la existencia de la presunta «ciudad perdida» no se había olvidado, como se creía hasta hace algunos años.

Las primeras referencias directas sobre visitantes de las ruinas de Machu Picchu indican que Agustín Lizárraga, un arrendatario de tierras cusqueño, llegó al sitio el 14 de julio de 1902 guiando a los también cusqueños Gabino Sánchez, Enrique Palma y Justo Ochoa.[49]​ Los visitantes dejaron un graffiti con sus nombres en uno de los muros del templo del Sol que fue posteriormente verificado por varias personas.[50]​ Existen informaciones que sugieren que Lizárraga ya había visitado Machu Picchu en compañía de Luis Béjar en 1894.[51]​ Lizárraga les mostraba las construcciones a los «visitantes», aunque la naturaleza de sus actividades no ha sido hasta hoy investigada.[52]

Hiram Bingham, un profesor estadounidense de historia interesado en encontrar los últimos reductos incaicos de Vilcabamba, oyó sobre Lizárraga a partir de sus contactos con los hacendados locales.[53]​ Fue así como llegó a Machu Picchu el 24 de julio de 1911 guiado por otro arrendatario de tierras, Melchor Arteaga, y acompañado por un sargento de la guardia civil peruana de apellido Carrasco.[54]​ Encontraron a dos familias de campesinos viviendo allí, los Recharte y los Álvarez, quienes usaban los andenes del sur de las ruinas para cultivar y bebían el agua de un canal incaico que aún funcionaba y que traía agua de un manantial. Pablo Recharte, uno de los niños de Machu Picchu, guio a Bingham hacia la «zona urbana» cubierta por la maleza.[55]

Bingham quedó muy impresionado por lo que vio y gestionó los auspicios de la Universidad de Yale, la National Geographic Society y el Gobierno peruano para iniciar de inmediato el estudio científico del sitio.[56]​ Así, con el ingeniero Ellwood Erdis, el osteólogo George Eaton, la participación directa de Toribio Recharte y Anacleto Álvarez, y un grupo de trabajadores anónimos de la zona, Bingham dirigió trabajos arqueológicos en Machu Picchu desde 1912 hasta 1915, período en el que se despejó la maleza y se excavaron tumbas incas extramuros de la ciudad. La «vida pública» de Machu Picchu empieza en 1913 con la publicación de todo ello en un artículo en la revista de la National Geographic.

Si bien es claro que Bingham no descubre Machu Picchu en el sentido estricto de la palabra (nadie lo hizo dado que nunca se «perdió» realmente), es indudable que tuvo el mérito de ser la primera persona en reconocer la importancia de las ruinas, estudiándolas con un equipo multidisciplinario y divulgando sus hallazgos. Ello pese a que los criterios arqueológicos empleados no fueran los más adecuados desde la perspectiva actual,[57]​ y pese, también, a la polémica que hasta hoy envuelve la más que irregular salida del país del material arqueológico excavado[58]​ (que consta de al menos unas 46 332 piezas) y que recién en marzo de 2011 comenzó a ser devuelto al Perú.[59]

Entre 1924 y 1928 Martín Chambi y Juan Manuel Figueroa hicieron una serie de fotografías en Machu Picchu que fueron publicadas en diferentes revistas peruanas, masificando el interés local sobre las ruinas y convirtiéndolas en un símbolo nacional.[60]​ Con el transcurrir de las décadas, y especialmente desde la apertura en 1948 de una vía carrozable que ascendía la cuesta de la montaña hasta las ruinas desde la estación de tren, Machu Picchu se convirtió en el principal destino turístico de Perú. Durante los dos primeros tercios del siglo XX, sin embargo, el interés por su explotación turística fue mayor que el de conservación y estudio de las ruinas, lo que no impidió que algunos investigadores notables avanzaran en resolver los misterios de Machu Picchu, destacando especialmente los trabajos de la Viking Found dirigida por Paul Fejos sobre los sitios incaicos del entorno de Machu Picchu («descubriendo» varios establecimientos del Camino Inca a Machu Picchu) y las investigaciones de Luis E. Valcárcel que relacionaron por primera vez el sitio con Pachacútec. Es a partir de la década de 1970 que nuevas generaciones de arqueólogos (Chávez Ballón, Lorenzo, Ramos Condori, Zapata, Sánchez, Valencia, Gibaja), historiadores (Glave y Remy, Rowe, Angles), astrónomos (Dearborn, White, Thomson) y antropólogos (Reinhard, Urton) se ocupan de la investigación de las ruinas y su pasado.

El establecimiento de una Zona de Protección Ecológica en torno a las ruinas en 1981, la inclusión de Machu Picchu como integrante de la Lista del Patrimonio Mundial en 1983 y la adopción de un Plan Maestro para el desarrollo sostenible de la región en 2005 han sido los hitos más importantes en el esfuerzo por conservar Machu Picchu y su entorno. Sin embargo, han conspirado contra estos esfuerzos algunas malas restauraciones parciales en el pasado,[61]incendios forestales como el de 1997, y conflictos políticos surgidos en las poblaciones cercanas en aras de una mejor distribución de los recursos obtenidos por el Estado en la administración de las ruinas.

El área edificada en Machu Picchu es de 530 metros de largo por 200 de ancho e incluye al menos 172 recintos. El complejo está claramente dividido en dos grandes zonas: la zona agrícola, formada por conjuntos de terrazas de cultivo, que se encuentra al sur; y la zona urbana, que es, por supuesto, aquella donde vivieron sus ocupantes y donde se desarrollaron las principales actividades civiles y religiosas. Ambas zonas están separadas por un muro, un foso y una escalinata, elementos que corren paralelos por la cuesta este de la montaña.[66]​ Una parte apreciable de las ruinas que se pueden ver en la actualidad son en realidad reconstrucciones recientes, como se aprecia al comparar las imágenes obtenidas en la década de 1910 con las actuales.

Los andenes (terrazas de cultivo) de Machu Picchu lucen como grandes escalones construidos sobre la ladera. Son estructuras formadas por un muro de piedra y un relleno de diferentes capas de material (piedras grandes, piedras menores, cascajo, arcilla y tierra de cultivo) que facilitan el drenaje, evitando que el agua se empoce en ellos (téngase en cuenta la gran pluviosidad de la zona) y se desmorone su estructura. Este tipo de construcción permitió que se cultivara sobre ellos hasta la primera década del siglo XX. Otros andenes de menor ancho se encuentran en la parte baja de Machu Picchu, alrededor de toda la ciudad. Su función no era agrícola sino servir como muros de contención.

Cinco grandes construcciones se ubican sobre los andenes al este del camino incaico que llega a Machu Picchu desde el sur. Fueron utilizados como colcas o almacenes. Al oeste del camino se encuentran otros dos grandes conjuntos de andenes: unos concéntricos de corte semicircular y otros rectos.

Un muro de unos 400 metros de largo divide la ciudad del área agrícola. Paralelo al muro corre un «foso» usado como el principal drenaje de la ciudad. En lo alto del muro está la puerta de Machu Picchu, que contaba con un mecanismo de cierre interno. La zona urbana ha sido dividida por los arqueólogos actuales en grupos de edificios denominados por un número entre el 1 y el 18. Aún tiene vigencia el esquema planteado por Chávez Ballón en 1961 que la divide en un sector hanan (alto) y otro hurin (bajo) de acuerdo con la tradicional bipartición de la sociedad y la jerarquía andina. El eje físico de esa división es una plaza alargada, construida sobre terrazas en diferentes niveles de acuerdo con el declive de la montaña.[cita requerida]

El segundo eje en importancia de la ciudad forma cruz con el anterior, atravesando prácticamente todo el ancho de las ruinas de este a oeste. Consiste en dos elementos: una ancha y larga escalinata que hace las veces de «calle principal» y un conjunto de elaboradas fuentes de agua que corre paralelo a ella. En la intersección de ambos ejes están ubicados la residencia del inca, el templo-observatorio del torreón, y la primera y más importante de las fuentes de agua.

El Conjunto 1 incluye estructuras relacionadas con la atención a quienes llegaban a la ciudad por la puerta (un «área vestibular»),[67]​ establos para camélidos, talleres, cocinas y habitaciones. Todo ello al lado este del camino, en una sucesión de calles paralelas que bajan por la cuesta de la montaña. La construcción más importante, el edificio vestibular, tenía dos pisos y varios accesos. A la mano izquierda del camino de ingreso hay habitaciones de menor rango que estarían relacionadas con el trabajo en las canteras, situadas en las inmediaciones de este sector. Todas las construcciones son de aparejo común y muchas de ellas estaban enlucidas y pintadas.

Se accede a él por una portada de doble jamba, que permanecía cerrada (hay restos de un mecanismo de seguridad). La edificación principal es conocida como «Torreón», de bloques finamente labrados. Fue usado para ceremonias relacionadas con el solsticio de junio.[68]​ Una de sus ventanas muestra huellas de haber tenido ornamentos incrustados que fueron arrancados en algún momento de la historia de Machu Picchu, destruyendo parte de su estructura. Además, hay huellas de un gran incendio en el lugar. El Torreón está construido sobre una gran roca debajo de la cual hay una pequeña cueva que ha sido forrada completamente con mampostería fina. Se cree que fue un mausoleo y que en sus grandes hornacinas reposaban momias. Lumbreras incluso especula que hay indicios para afirmar que pudo ser el mausoleo de Pachacútec y que su momia estuvo aquí hasta poco después de la irrupción española en Cuzco.[69]

De las construcciones destinadas a vivienda esta es la más fina, grande y mejor distribuida de Machu Picchu. Su puerta de acceso da a la primera fuente de la ciudad y, cruzando la «calle» formada por la gran escalinata, al Templo del Sol. Incluye dos habitaciones de grandes dinteles monolíticos y muros de piedra bien labrada. Una de esas habitaciones tiene acceso a un cuarto de servicio con un canal de desagüe. El conjunto incluye un corral para camélidos y una terraza privada con vistas al lado oriental de la ciudad.

Se le llama así a un conjunto de construcciones dispuestas en torno a un patio cuadrado. Todas las evidencias indican que el lugar estuvo destinado a diferentes rituales. Incluye dos de los mejores edificios de Machu Picchu, que están formados por rocas labradas de gran tamaño: el Templo de las Tres ventanas, cuyos muros de grandes bloques poligonales fueron ensamblados como un rompecabezas, y el Templo Principal, de bloques más regulares, que se cree que fue el principal recinto ceremonial de la ciudad. Adosada a este último está la llamada «casa del sacerdote» o «cámara de los ornamentos». Hay indicios que sugieren que el conjunto general no terminó de construirse.

Se trata de una colina cuyos flancos fueron convertidos en terrazas, tomando la forma de una gran pirámide de base poligonal. Incluye dos largas escaleras de acceso, al norte y al sur, siendo esta última especialmente interesante por estar en un largo trecho tallada en una sola roca. En lo alto, rodeada de construcciones de élite, se encuentra la piedra Intihuatana (‘donde se amarra el Sol’), uno de los objetos más estudiados de Machu Picchu, que ha sido relacionado con una serie de lugares considerados sagrados, desde el cual se establecen claros alineamientos entre acontecimientos astronómicos y las montañas circundantes.[70]

Se le llama así a una piedra de cara plana colocada sobre un amplio pedestal. Es un hito que marca el extremo septentrional de la ciudad y es el punto de partida del camino a Huayna Picchu.

Es un amplio conjunto arquitectónico dominado por tres grandes kanchas dispuestas simétricamente y comunicadas entre sí. Sus portadas, de idéntica factura, dan a la plaza principal de Machu Picchu. Incluye viviendas y talleres.[71]

Es el más grande conjunto de la ciudad, a pesar de lo cual tuvo una sola puerta de ingreso, algo que podría sugerir que se tratara del Acllahuasi (o ‘casa de mujeres escogidas’) de Machu Picchu, dedicadas al servicio religioso y a la artesanía fina. Incluye una famosa habitación de piedra bien labrada en cuyo piso se encuentran dos afloramientos rocosos tallados en forma de morteros circulares, supuestamente para moler granos. Algunos autores piensan que estos se llenaban con agua y en ellos se reflejaban los astros. El conjunto incluye evidencias de un uso ritual; hay altares e incluso una cancha construida alrededor de una gran roca. Parte de sus ambientes evidencian haber sido residencias de élite.[72]

Es un amplio conjunto de construcciones, de trazo no siempre regular, que aprovecha los contornos de las rocas. Incluye algunas cuevas con evidencias de uso ritual y una gran piedra tallada en el centro de un amplio patio en la que muchos creen ver la representación de un cóndor. Al sur del «cóndor» se encuentran viviendas de élite, que tuvieron el único acceso privado a una de las fuentes de Machu Picchu. Entre las viviendas y el patio del cóndor se han identificado claros restos de construcciones dedicadas a criar cuyes (Cavia porcellus).

Es un conjunto formado por una gran escalera junto a la cual corre un sistema de 16 caídas artificiales de agua, la mayoría de las cuales está cuidadosamente tallada en bloques poligonales y rodeada de canaletas labradas en la roca. El agua proviene de un manantial en las alturas del cerro Machu Picchu que fue canalizado en tiempos del Imperio. Un sistema adicional en lo alto de la montaña recoge filtraciones de la lluvia de la montaña y las deriva al canal principal.[73]

En la parte superior, inmediatamente después de ingresar por la calle principal, se encuentran seis ambientes, comunicados mediante una escalera. Se trata de construcciones rústicas que seguramente sirvieron como vivienda a los guardianes de la puerta principal, así como a los canteros, talladores y labradores de piedra, pues la cantera está muy cerca de este agrupamiento.

En excavaciones arqueológicas realizadas se han encontrado ollas, platos, aríbalos para agua, pocillos, un molino de piedra y tierra quemada; por estos se deduce que se cocinaba para gran cantidad de personas y se preparaba chicha (excavaciones de Julinho Zapara). También en relación con esta zona se encontraron cantidad de herramientas y piedras muy duras.

Esta zona de canteras muestra diversidad de rocas talladas o semi talladas, con cortes para la construcción, entre las que destacan canales, entrantes y salientes, rocas a medio cortar y rampas para movilizar las mismas. Los recintos de esta área están directamente relacionados con los proveedores de material de construcción para las diferentes zonas o agrupamientos de la ciudad de Machu Picchu.

Originalmente toda el área donde se asentó la ciudad de Machu Picchu era una gran cantera que los geólogos llaman «el caos de granito». Las rocas, que fueron transformadas en poliedros líticos y transportados a obra, son de diferentes calidades. Allí recibían el acabado y el tallado final. El pulido se realizaría después de estar colocadas en el paramento; por ejemplo, en el templo de los animales.

Como detalle curioso, cabe indicar que hay una piedra con hendiduras o rajaduras hechas para extraer piedras nuevas durante algunas de las restauraciones. Algunos guías mal informados suelen mostrarla, afirmando que se colocaban troncos húmedos en las ranuras que, al expandirse, producían la fractura. Tal explicación solo es posible en la imaginación.

Una ciudad de piedra construida en lo alto de un «istmo» entre dos montañas y entre dos fallas geológicas, en una región sometida a constantes terremotos y, sobre todo, a copiosas lluvias todo el año supone un reto para cualquier constructor: evitar que todo el complejo se desmorone. Según Alfredo Valencia y Keneth Wright «el secreto de la longevidad de Machu Picchu es su sistema de drenaje».[74]​ En efecto, el suelo de sus áreas no techadas está provisto de un sistema de drenaje que consiste en capas de grava (piedras trituradas) y rocas para evitar el empozamiento del agua de lluvias. 129 canales de drenaje[75]​ se extienden por toda el área urbana, diseñados para evitar salpicaduras y erosión, desembocando en su mayor parte en el «foso» que separa el área urbana de la agrícola, que era en realidad el desagüe principal de la ciudad. Se calcula que el sesenta por ciento del esfuerzo constructivo de Machu Picchu estuvo en hacer las cimentaciones sobre terrazas rellenadas con cascajo para un buen drenaje de las aguas sobrantes.[76]

Existe sólida evidencia de que los constructores tuvieron en cuenta criterios astronómicos y rituales para la construcción, de acuerdo con los estudios de Dearborn, White, Thomson y Reinhard, entre otros. En efecto, la alineación de algunos edificios importantes coincide con el azimuth solar durante los solsticios de manera constante y por ende nada casual,[77]​ con los puntos de orto y ocaso del sol en determinadas épocas del año y con las cumbres de las montañas circundantes.[78]

El aparejo de los muros de piedra era básicamente de dos tipos.

No se ha conservado ninguna techumbre original, pero hay consenso en afirmar que la mayoría de las construcciones tenían techo a dos o cuatro aguas; hubo incluso un techo cónico sobre el «torreón», y estaba formada por un armazón de troncos de aliso (Alnus acuminata)[85]​ amarrado y cubierto por capas de ichu (Stipa ichu). La fragilidad de este tipo de paja y la copiosidad de las lluvias en la región hizo necesario que estas techumbres tuvieran grandes inclinaciones de hasta 63º.[86]​ Así, la altura de los techos duplicaba muchas veces la altura del resto del edificio.

Machu Picchu, como parte integrante de una región de gran movimiento económico en tiempos de Pachacútec, estaba integrado a la red de caminos incaicos del Imperio. Usando estas vías se puede, hasta hoy, acceder a otros complejos incaicos cercanos que revisten gran interés. Al norte, por las bifurcaciones del camino de Huayna Picchu se puede llegar al llamado Templo de la Luna o a la cima de la montaña donde existen construcciones incaicas. Al oeste está el camino que lleva a Intipata y pasa por el famoso puente levadizo. Otro camino, por el que ascendió Agustín Lizárraga, lleva hasta el río y a San Miguel.[cita requerida]

Al sur, sin embargo, se encuentra la ruta más conocida y la principal de todas, que es la ruta de senderismo más popular del Perú. El camino inca a Machu Picchu es un recorrido de entre tres y cuatro días que atraviesa lo que, a fines del siglo XV, fue la principal ruta de acceso a Machu Picchu, que empezaba en el complejo de Llactapata y pasaba por los centros ceremoniales de Sayacmarca, Phuyupatamarca y Huiñay Huayna, para terminar en el tambo de Intipunku, la «garita» de ingreso a los dominios de Machu Picchu y punto final del recorrido.[cita requerida]

El día 7 de julio de 2007, Machu Picchu resultó elegida como una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno, una iniciativa privada de New Open World Corporation (NOWC), creada por el suizo Bernard Weber, no necesitando el aval de ninguna institución o gobierno para proseguir con sus fines electorales y permitir seleccionar las maravillas clasificadas por la votación de más de cien millones de electores.[92][93][94][95]​ Esta votación fue apoyada por el gobierno de Alan García Pérez, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y el del sector Turismo; esta difusión tuvo sus frutos en una gran participación del pueblo peruano en su conjunto y también en el ámbito internacional.[96]​ Al conocerse los resultados, el presidente Alan García declaró por decreto supremo, el 7 de julio como "Día del Santuario histórico de Machu Picchu", para recordar la importancia del santuario para el mundo, reconocer la participación del pueblo peruano en la votación y promover el turismo.[97]

Las Nuevas siete maravillas del mundo moderno se eligieron por votación popular bajo criterios estéticos, económicos, turísticos y recreativos más que por su importancia histórica o su mérito artístico, por lo que no cuentan con el respaldo de instituciones como UNESCO.[98]​ No obstante, la distinción cuenta con gran eco, lo que deriva en un importante reclamo suplementario para la captación de turismo. De hecho, Machu Picchu constituye hoy en día el principal destino turístico del Perú con 600 000 visitantes/año (según MINCETUR) y uno de los más deseados por los viajeros de todo el mundo.

Cine

Música

La canción "Kilimanjaro", de la película sur de la India Tamil Enthiran (2010), fue filmada en Machu Picchu. La sanción por el rodaje se otorgó solo después de la intervención directa del gobierno indio.

Vista general.

Vista general superior.

Amanecer desde Inti Punku, en el tramo final del Camino incaico del sur de la ciudad.

Detalle de una ventana trapezoide, posiblemente enlucida y pintada.

Colcas o depósitos sobre los andenes del sector agrícola.

La llamada Piedra del Cóndor en el conjunto 17.

Meteorología inca.

Terrazas.

Detalle del aparejo de los muros.

Llamas en Machu Picchu.

Zona residencial.

Acantilado.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Machu Picchu (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!