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Manuscrito encontrado en una botella



Manuscrito hallado en una botella (MS. Found in a Bottle en inglés), también conocido como "Manuscrito encontrado en una botella", es un cuento de terror del escritor estadounidense Edgar Allan Poe publicado por primera vez en el periódico Baltimore Saturday Visiter el 19 de octubre de 1833. El autor recibió por él un premio literario dotado con 50 dólares.

Un joven desarraigado pero de esmerada educación se embarca en un buque de carga en la Isla de Java. El viaje es accidentado y en el transcurso de una tormenta toda la tripulación, salvo el joven y un viejo marino, es arrojada al mar. Más tarde el navío será embestido por otro extraño barco de mucho mayor tonelaje. El joven logra salvarse encaramándose a la cubierta del mismo y se encuentra con una tripulación tan extraña como el propio barco. Este avanza a toda vela, sin rumbo conocido, hasta que se precipita el fantástico desenlace.

Tanto dicho desenlace como la historia al completo (empezando por el mágico título que cierra prospectivamente la trama y le aporta verosimilitud), pueden calificarse, en efecto, de fantásticos en el sentido que otorgaba a dicho término Julio Cortázar. Se trata de un relato muy propio de su autor, pero que no guarda una relación clara con sus otros grandes relatos oscuros. Si estos discurren en general por cauces morbosos, macabros o terroríficos ("El Gato Negro", "El barril de amontillado", "La caída de la casa Usher"...), el "Manuscrito", sin dejar de profesar el escalofrío, solo puede calificarse, al igual que el navío que le sirve de escenario y la avejentada tripulación protagonistas, de extraño, siendo al mismo tiempo, se insiste, exponente claro y ejemplar de la literatura fantástica, sin más.

No es fácil explicarse de qué forma un joven escritor, como lo era Poe a la sazón, fue capaz de elaborar un relato tan perfecto y acabado con tan solo veinticuatro años (se supone que era de los primeros relatos que escribía), pero tampoco está claro cómo pudo concebir una historia semejante en el lugar y época concretos en que vivía: la Nueva Inglaterra de comienzos del siglo XIX. Desde la perspectiva del presente, nadie podría discutir que este cuento, debido a la atmósfera onírica y alucinógena que domina en él, a la absurda y esquinada actitud de los personajes, al propio ambiente marino turbio y neblinoso, podría pasar perfectamente por surrealista, y de hecho como tal fue valorado por dicha corriente artística a principios del siglo XX.

"Manuscrito hallado en una botella" se cuenta, por tanto, dentro del grupo de narraciones de su autor que cabría denominar intemporales. Aquí pueden incluirse "El hombre de la multitud", "El corazón delator", "Silencio" y "El poder de las palabras". La lista podría alargarse, pero acerca de los citados, cabría preguntarse qué elemento interno de su estructura, que no sea accesorio, identifica a estos relatos concretos como de su época. Son todos ellos descaradamente modernos o, si se quiere, descaradamente precursores de lo moderno.

Con la novela La narración de Arthur Gordon Pym (1838) (y, en menor medida, con el relato "Un descenso al Maelström"), comparte los temas marineros tan certera y técnicamente retratados; también, en gran parte, la singular atmósfera dominante (los grandes hielos, la inmensa noche antártica, la insinuación del abismo, que tanto impresionarían a Lovecraft), y por último, especialmente, el final inesperado y, de nuevo, extraño, en aguas antárticas.

La historia en general entraña una simple, aunque poderosamente construida alegoría fantasmagórica, y quizá sería mucho aventurarle como temas adyacentes la tristeza de la vejez, la incomunicación, el fatalismo como inherente a toda aventura vital.



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