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Marea rosa



Marea rosa (en inglés pink tide), a veces también vuelta hacia la izquierda (Turn to the Left) u ola socialdemócrata, es un término utilizado en los análisis políticos en el siglo XXI para describir la percepción de que la ideología de izquierda en general, y la izquierda política en particular, tiene cada vez mayor influencia en América Latina.[1][2][3]

En el año 2005, la BBC reportó que, de los 350 millones de sudamericanos, tres cuartas partes vivían en países con "presidentes que se inclinan por la izquierda, elegidos durante los seis años precedentes."[2]​ Según la BBC, "otro elemento común de la 'marea rosa' es la clara ruptura con el Consenso de Washington de comienzos de la década de 1990, la mezcla de mercados abiertos y privatizaciones impulsada por los Estados Unidos."[2]

Se ha referido a los países iberoamericanos pertenecientes a esta tendencia ideológica como "naciones de la Marea Rosa" (Pink Tide nations)".[4]

Pese a ser de relativo nuevo cuño, el término “marea rosa” ha sido usado prominentemente en discusiones contemporáneas sobre política iberoamericana. El origen del término se remonta a una frase de Larry Rohter, un reportero del New York Times en Montevideo, quien caracterizó la elección de Tabaré Vázquez como presidente de Uruguay como “no tanto una marea roja… más bien una rosa.”[3]​ El término parece ser un juego de palabras basado en reemplazar el rojo — color asociado al comunismo –en “marea roja” por el tono más suave “rosa”, para indicar el aumento de fuerzas de ideas socialistas más moderadas.[5]

El fenómeno de la vuelta hacia la izquierda fue sucedido por la ola conservadora, que surgió en la década de 2010.

Durante la Guerra Fría, se eligieron una serie de gobiernos de izquierda en América Latina. Estos gobiernos enfrentaron golpes de estado patrocinados por el gobierno de los Estados Unidos como parte de su interés geoestratégico en la región.[6][7][8][9]​ Entre estos se encontraban el Golpe de Estado en Guatemala de 1954, el Golpe de Estado en Brasil de 1964, el Golpe de Estado en Chile de 1973 y el Golpe de Estado en Argentina de 1976. Todos estos golpes fueron seguidos por dictaduras militares de derecha respaldadas y patrocinadas por Estados Unidos como parte de la Operación Cóndor del gobierno de Estados Unidos.[7][8][9]

Estos regímenes autoritarios cometieron diversas violaciones de derechos humanos, entre ellas detenciones ilegales de opositores políticos, sospechosos de serlo y/o sus familiares, torturas, violaciones, desapariciones y trata de niños.[10]​ A medida que estos regímenes comenzaron a declinar debido a la presión internacional, el clamor interno de la población en los Estados Unidos debido a la participación en las atrocidades obligó a Washington a renunciar a su apoyo. Los nuevos procesos democráticos comenzaron a fines de la década de 1970 y hasta principios de la de 1990.[11]

Con la excepción de Costa Rica, prácticamente todos los países latinoamericanos tuvieron al menos una experiencia con un dictador apoyado por Estados Unidos[12]​ : Fulgencio Batista en Cuba, Rafael Trujillo en República Dominicana, la familia Somoza en Nicaragua, Tiburcio Carias Andino en Honduras, Carlos Castillo Armas en Guatemala, Hugo Banzer en Bolivia, Juan María Bordaberry en Uruguay, Jorge Rafael Videla en Argentina, Augusto Pinochet en Chile, Alfredo Stroessner en Paraguay, François Duvalier en Haití, Artur da Costa e Silva y su sucesor Emílio Garrastazu Médici en Brasil y Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, lo que provocó un fuerte sentimiento antiestadounidense en amplios sectores de la población.ref>«CIA acknowledges involvement in Allende's overthrow, Pinochet's rise» (– search). BBC News. 19 September 2000. Archivado desde el original el 8 November 2007. Consultado el 5 December 2007. </ref>[13][14][15]

Luego de la tercera ola de democratización en la década de 1980, la institucionalización de la competencia electoral en América Latina abrió la posibilidad de que la izquierda ascendiera al poder. Durante gran parte de la historia de la región, la contienda electoral formal excluyó a los movimientos de izquierda, primero a través del sufragio limitado y luego a través de la intervención militar y la represión durante la segunda mitad del siglo XX.[16]​ El colapso de la Unión Soviética cambió el entorno geopolítico ya que muchos movimientos revolucionarios desaparecieron y la izquierda adoptó los principios básicos del capitalismo. Como resultado, Estados Unidos ya no percibió a los gobiernos de izquierda como una amenaza a la seguridad, creando una apertura política para la izquierda.[17]

En la década de 1990, la izquierda aprovechó esta oportunidad para solidificar su base, postularse para cargos locales y ganar experiencia en el gobierno a nivel local. A fines de la década de 1990 y principios de la de 2000, los intentos iniciales fallidos de la región con las políticas neoliberales de privatización, recortes en el gasto social y la inversión extranjera dejaron países con altos niveles de desempleo, inflación y creciente desigualdad.[18]​ Este período vio un número creciente de personas que trabajaban en la economía informal y sufrieron inseguridad material, y los lazos entre las clases trabajadoras y los partidos políticos tradicionales se debilitaron, lo que resultó en un crecimiento de la protesta masiva contra los efectos sociales negativos de estas políticas, como los piqueteros en Argentina y Bolivia, movimientos indígenas y campesinos arraigados entre los pequeños cultivadores de coca o cocaleros, cuyo activismo culminó en el Guerra de Gas en Bolivia de principios y mediados de la década de 2000. Las plataformas sociales de la izquierda, que se centraban en el cambio económico y las políticas redistributivas, ofrecieron una alternativa atractiva que movilizó a grandes sectores de la población de la región que votaron a los líderes izquierdistas en el cargo.[19]

Tras la Caída del Muro de Berlín y la posterior disolución de la Unión Soviética, las fuerzas de izquierda en América Latina empezaron a analizar las consecuencias y el impacto que tenían dichos acontecimiento para el futuro resultando en la fundación del Foro de São Paulo en 1990 por parte del Partido de los Trabajadores siendo auspiciado por el régimen de Cuba.

La elección de Hugo Chávez en Venezuela representó la llegada de un representante de izquierda a la presidencia de un país latinoamericano siendo además el primer gobierno de un partido miembro del Foro de Sao Paulo. Esta elección marcaría el inicio de la denominada Marea Rosa que se secundaría con las elecciones de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, Evo Morales en Bolivia, Michelle Bachelet en Chile, Rafael Correa en Ecuador, etc. En Europa, José Luis Rodríguez Zapatero llegaría a la presidencia de España en unas elecciones marcadas por los atentados del 11M.

La Unión de Naciones Suramericanas fue constituida en el año 2008 mediante el Tratado constitutivo de Unasur agrupando a diversos países latinoamericanos como respuesta ante la propuesta de Estados Unidos de formar un área de libre comercio en la región.

Con el paso de los años, la UNASUR ha perdido relevancia y muchos de los países que la conformaban se han retirado.

Se originó a raíz del anuncio del entonces presidente Manuel Zelaya de realizar un referéndum para convocar una asamblea nacional constituyente en la que se permitiría la reelección inmediata. Esto tuvo como consecuencia un golpe de estado que terminó con la destitución de Manuel Zelaya.

Se desató a raíz del juicio político contra el entonces presidente Fernando Lugo por la Cámara de Diputados de Paraguay. Este órgano parlamentario acusó al gobernante por mal desempeño de funciones, acusándolo -entre otras cosas- de responsabilidad política por los enfrentamientos entre campesinos y policías ocurridos días antes en Curuguaty, departamento de Canindeyú, con un saldo de diecisiete muertos. Esta crisis terminaría con la destitución de Fernando Lugo de su cargo.

El 5 de marzo del 2013, Hugo Chávez fallece tras una infección respiratoria contraída después de una intervención quirúrgica por el cáncer que le aquejaba. Nicolás Maduro le sucedería en la presidencia.

El 25 de noviembre del 2016 fallecería Fidel Castro sin saberse las causas de su fallecimiento.

Con la muerte de Hugo Chávez y Fidel Castro, la Marea Rosa se quedaría sin sus dos mayores referentes ideológicos.

Es un escándalo de corrupción que involucró a diversos mandatarios latinoamericanos con la constructora brasileña Odebrecht que fue acusada de realizar cohecho. Las investigaciones son llevadas por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Este escándalo afectó especialmente a Dilma Rousseff, en Brasil, quien fue suspendida de su cargo como Jefa de Estado.

En Venezuela estalló una grave crisis marcada por la hiperinflación, el aumento de la pobreza y la delincuencia. En 2018, en Nicaragua, estalló una serie de protestas contra el gobierno constitucional de Daniel Ortega por las reformas que se iban a aplicar en el sistema de seguro social.

Durante 2018 y 2019, dos nuevos países ingresaron a la Marea Rosa, México con la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones generales mexicanas de 2018 y Laurentino Cortizo en las elecciones generales de Panamá de 2019, mientras que el presidente de derecha Mauricio Macri de Argentina perdió contra el peronista liberal-progresista[20]Alberto Fernández junto a Cristina Fernández de Kirchner como compañera de fórmula en las elecciones generales argentinas de 2019 y en Colombia el partido de derecha gobernante del presidente Iván Duque y Álvaro Uribe enfrentó una notoria derrota en las elecciones regionales de 2019.[21]

Una serie de protestas violentas contra las medidas de austeridad y la desigualdad de ingresos esparcidas por toda América Latina, incluidas las protestas nicaragüenses de 2018-2020, las protestas chilenas de 2019-2020, las protestas de Colombia de 2019-2020, las protestas de Haití de 2018-19 y las protestas de Ecuador de 2019, mientras en Honduras, también se difundieron protestas antigubernamentales solicitando la renuncia de Juan Orlando Hernández por las acusaciones de conexiones narcóticas en su contra.

Los gobiernos de la marea rosa tenían como objetivo mejorar el bienestar de los electores que los llevaron al poder, lo que intentaron a través de medidas destinadas a aumentar los salarios, como aumentar los salarios mínimos, y suavizar los efectos de las políticas económicas neoliberales mediante la expansión del gasto social, como subvencionar servicios básicos y transferencias de efectivo a grupos vulnerables como desempleados, madres fuera del empleo formal y precario.[22]

El gobierno de Evo Morales fue elogiado internacionalmente por su reducción de la pobreza,[23]​ el crecimiento económico y la mejora de los derechos indígenas, de las mujeres[24]​ y LGBTI[25]​ en la sociedad boliviana de mentalidad muy tradicional. Durante sus primeros cinco años en el cargo, el coeficiente de Gini de Bolivia experimentó una reducción inusualmente aguda de .6 a .47, lo que indica una caída significativa en la desigualdad de ingresos.[22]

Antes de la elección de Lula, Brasil padecía una de las tasas de pobreza más altas de las Américas, con favelas infames conocidas internacionalmente por sus niveles de pobreza extrema, desnutrición y problemas de salud. La pobreza extrema también es un problema en las zonas rurales.,[26]​ poverty and inequality while also improving the health and education of the population.[26][27]​ Durante la presidencia de Lula, varios programas sociales como Hambre Cero (Fome Zero) fueron elogiados internacionalmente por reducir el hambre en Brasil, la pobreza y la desigualdad, al mismo tiempo que mejoraban la salud y la educación de la población. Alrededor de 29 millones de personas se convirtieron en clase media durante los ocho años de mandato de Lula. Durante el gobierno de Lula, Brasil se convirtió en una potencia económica y miembro de los BRICS. Lula terminó su mandato con un índice de aprobación del 80%.[28]

En Argentina, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner restablecieron la negociación colectiva sectorial, fortaleciendo los sindicatos: la sindicalización aumentó del 20 por ciento de la fuerza laboral en la década de 1990 al 30 por ciento en la década de 2010, y los salarios aumentaron para una proporción cada vez mayor de los trabajadores.[22]​ La asignación universal por niño, un programa de transferencias monetarias condicionadas, se introdujo en 2009 para las familias sin empleo formal y con ingresos inferiores al salario mínimo que aseguraban que sus hijos asistieran a la escuela, recibieran vacunas y se sometieran a controles médicos: en 2013 cubría más de dos millones de familias pobres, y para 2015 cubría al 29 por ciento de todos los niños argentinos.[22]​ Un análisis de 2015 realizado por el personal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina estimó que el programa había aumentado la asistencia a la escuela de los niños de entre 15 y 17 años en un 3,9 por ciento.[29]​ Los Kirchner también aumentaron significativamente el gasto social: cuando Fernández de Kirchner dejó el cargo en 2015, Argentina tenía el segundo nivel más alto de gasto social como porcentaje del PIB en América Latina, solo detrás de Chile. Sus administraciones también lograron una caída de 20 puntos porcentuales en la proporción de la población que vive con tres dólares estadounidenses al día o menos. Como resultado, Argentina también se convirtió en uno de los países más equitativos de la región según su coeficiente de Gini.[22]

En Venezuela, además de incrementar el gasto en bienestar social, vivienda e infraestructura local, Chávez estableció las misiones bolivarianas, programas descentralizados que entregaban servicios gratuitos en áreas como salud y educación, así como distribución de alimentos subsidiados.[22]

Rafael Correa fue elegido presidente de Ecuador en las elecciones presidenciales de 2006 luego de la dura crisis económica y la agitación social que provocaron la renuncia del derechista Lucio Gutiérrez como presidente. Correa, un católico practicante influenciado por la teología de la liberación, fue pragmático en su enfoque económico de manera similar a Morales en Bolivia y Ecuador pronto experimentó un crecimiento económico sin precedentes que reforzó la popularidad de Correa hasta el punto de que el presidente más popular de las Américas durante varios años seguidos, con una tasa de aprobación de entre el 60 y el 85%.[30][31]

El gobierno de Fernando Lugo fue elogiado por sus reformas sociales, incluidas las inversiones en viviendas de interés social,[32]​ la introducción de tratamiento gratuito en hospitales públicos,[33][34]​ la introducción de transferencias de efectivo para los ciudadanos más empobrecidos de Paraguay[35]​ derechos indígenas.[36]

Algunos de los resultados iniciales después de la elección de los primeros gobiernos de marea rosa en América Latina incluyeron una reducción en la brecha de ingresos, desempleo, pobreza extrema, desnutrición y hambre y un rápido aumento de la alfabetización.[37][38]​ and rapid increase in literacy.[37]​ La disminución de estos indicadores durante el mismo período de tiempo ocurrió más rápido que en los gobiernos que no pertenecen a la Marea Rosa.[39]

Países como Ecuador, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica experimentaron un notable crecimiento económico durante este período, mientras que Bolivia y El Salvador registraron una notable reducción de la pobreza según el Banco Mundial.[40][41][42][43][44][45]

Se produjeron dificultades económicas en países como Argentina, Brasil y Venezuela debido a la caída de los precios del petróleo y las materias primas.[46]​ En cuanto a la situación económica, el presidente de Diálogo Interamericano, Michael Shifter, manifestó: «El Deshielo cubano ocurrió con Cuba acercándose a Estados Unidos cuando el principal socio internacional de Cuba, Venezuela, comenzaba a experimentar dificultades económicas».[47][48]

En 2006, The Arizona Republic reconoció la creciente marea rosa, afirmando: «Hace un par de décadas, la región, considerada durante mucho tiempo parte del patio trasero de los Estados Unidos, estaba disfrutando de un resurgimiento de la democracia, enviando déspotas militares de regreso a sus cuarteles», reconociendo además el «desagrado» con Estados Unidos y las preocupaciones de «una ola de líderes nacionalistas de izquierda que se extiende por América Latina en una 'marea rosa'" entre los funcionarios estadounidenses».[49]

Un informe de 2007 de la agencia de noticias Inter Press Service dijo que "«los resultados de las elecciones en América Latina parecen haber confirmado una tendencia populista de izquierda y antiestadounidense, la llamada marea rosa, que plantea graves problemas al multimillonario esfuerzo antidrogas de Washington en los Andes».[50]

En 2014, Albrecht Koschützke y Hajo Lanz, directores de la Fundación Friedrich Ebert para Centroamérica, discutieron la «esperanza de una mayor justicia social y una democracia más participativa» tras la elección de líderes de izquierda, aunque la fundación reconoció que tales elecciones «todavía no significa un giro a la izquierda», sino que son «el resultado de una aparente pérdida de prestigio de los partidos de derecha que tradicionalmente han gobernado».[51]

Estos gobiernos en general son considerados como de izquierda y centroizquierda y llegaron al poder democráticamente en sus países. Las diferencias entre uno y otro pueden ser notables por lo que no deben ser vistos como gobiernos similares.[52][53]

Nota: Los presidentes de centro-izquierda están marcados con un asterisco (*). Los presidentes que son denominados "progresistas" están marcados con doble asterisco (**)


En el gráfico se muestran los periodos en los cuales políticos de izquierda gobernaron un país en particular, empezando en 1999 con Hugo Chávez.



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