El obispado de Roda fue una sede episcopal aragonesa que fue establecida en el siglo X en la catedral de San Vicente de Roda de Isábena (Ribagorza, provincia de Huesca).
El establecimiento de enclaves militares francos a principios del siglo IX, dio lugar a la creación de los condados cristianos de Sobrarbe (800), Ribagorza (806) y Aragón (830), creándose una iglesia de inspiración carolingia a la que se encargó la cristianización y la estructuración socieconómica de los valles altoaragoneses. La estructuración eclesiástica en los condados de Aragón y Sobrarbe se hizo de espaldas al obispo mozárabe de Huesca por la dificultad de la comunicación, pero en el condado de Ribagorza se procuró contactar con el obispo de Urgel por precepto real de Luis el Piadoso desde 814, hasta que la evolución política del condado propició la independencia eclesiástica con la creación por el conde Bernardo Unifredo (913-950) de un nuevo obispado con sede en Roda.
Tras la destrucción de la iglesia carolingia a finales del siglo X por la sucesivas incursiones de Almanzor (hacia 999) y de su hijo Al-Malik (hacia 1006), el rey Sancho III de Pamplona (1004-1025) y su hijo Ramiro I (1025-1064), primer rey de Aragón, reformaron la liturgia con la implantación de la romana que sustituía tanto a la carolingia como a la mozárabe, los monasterios fueron puestos bajo la regla benedictina según las normas de Cluny y se construyó una iglesia aragonesa para apoyar la reconquista.
La conquista y repoblación de la marca superior aragonesa fue posible gracias a una fuerte inmigración europea. Entre dicha inmigración figuraba mucho clero extranjero que ocupaba los altos cargos eclesiásticos y obtenía la preferencia del rey, lo que pronto despertó el recelo del clero indígena y parte del seniorado aragonés, creándose dos bandos antagonistas.
El bando indígena fue capitaneado por el obispo infante García de Jaca (hermano del rey Sancho Ramírez de Aragón) y el extranjerizante por el obispo Ramón Dalmacio de Roda (1077-1094). Derrotado el obispo infante se planeó por el bando vencedor, apoyado por los legados pontificios y ante la inminencia de la conquista de Barbastro y Huesca, el traslado de la sede de Roda a Barbastro con jurisdicción sobre la zona entre los ríos Alcanadre y Cinca.
En el año 1100, Poncio de Roda (1097-1104) consagrado obispo de Roda por el Papa Urbano II, de acuerdo con el plan traslado su sede a Barbastro tras la conquista de esta ciudad.
Tras la conquista de Huesca en 1096, el obispo Pedro de Jaca (1087-1099) se había apresurado a tomar posesión de la catedral oscense y su sucesor, el intrépido obispo Esteban de Huesca-Jaca (1099-1130) intentó recuperar, en franca rebeldía contra la Santa Sede, la zona entre el Alcanadre y el Cinca.
Con el nuevo rey Alfonso I de Aragón (1104-1134) el partido indigenista y el obispo Esteban obtenían el favor del rey perdido en tiempos del obispo infante García de Jaca, victoria que se tradujo en una acción conjunta del rey, el obispo Esteban y los nobles barbastrenses que, de común acuerdo, expulsaron violentamente de Barbastro al obispo Ramón Guillermo (1104-1126), conocido como San Ramón de Roda, reduciéndolo a la sola sede de Roda e incorporando a Huesca las tierras entre el Alcanadre y el Cinca.
El obispado rotense se trasladó a su nueva sede de Lérida tras su conquista en 1148, lo que implicó la paulatina desaparición de la apartada sede ribagorzana, si bien la iglesia de Roda de Isábena conservó el título de sede catedralicia y un capítulo catedralicio de ocho miembros bajo la dirección de un prior.
Implicó también la anexión al obispado de Lérida de las comarcas de Ribagorza, la Litera y la ribera del Cinca.
En el siglo XIV Roda perdió definitivamente el carácter de sede episcopal, y el que permanecía de la antigua sede fue dado a Lérida, quedando allí sólo un priorato con dominio sobre una parte de las tierras y parroquias del alrededor. Convertida en canónica, a mediados del siglo XIX perdió la comunidad y pasó a ser una parroquia más del obispado de Lérida.
Su territorio inicial coincidía con el del condado de Pallars y Ribagorza, que comprendía la parte no sumisa a los moros de las comarcas de la Alta Ribagorza, Baja Ribagorza, Pallars Jussá y Pallars Sobirá, y se llegó a extender hasta el Sobrarbe. Ahora bien, las constantes disputas a lo largo de los años fueron recortando su (en principio) extensa región. Así, el obispado de Urgel pronto se amparó de la casi totalidad de los dos Pallars, y más tarde del Valle de Bohí y el valle de Barrabés, y en 1040 una parte del Sobrarbe, con el valle de Gistaín, fue unida a Huesca. El 1203, a raíz del traslado a Lérida, la zona de Barbastro, la Barbatania, también fue anexionada a Huesca.
En 1573 se separó el arciprestazgo de Benasque, que fue unido a la diócesis de nueva creación de Barbastro, de manera que la parte del obispado de Lérida que procedía del antiguo obispado de Roda fue quedando reducida a una franja que recorría hacia el norte el río Noguera Ribagorzana. Finalmente, la casi totalidad de este antiguo obispado fue traspasada al obispado de Barbastro-Monzón actual, quedando como único residuo de este obispado una serie de parroquias (hoy en día la mayoría cerradas y en desuso) que pertenecían al obispado de Lérida, pero quedan tan lejos de su sede de obispado, que son administrados desde el arciprestazgo aragonés al cual pertenecían, arciprestazgo que pertenece actualmente al obispado de Barbastro-Monzón.
Desde 1969 es diócesis titular conocida como sede titular de Rota o Rotensis y han tenido el título de obispo titular de Rota los siguientes prelados:
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