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Película peruana



Si bien la industria cinematográfica peruana no ha sido tan prolífica como la de otros países latinoamericanos, tales como Argentina, México o Brasil, algunas películas peruanas gozaron de enorme éxito regional. En el siguiente artículo se presenta principalmente una visión histórica general del cine en el Perú.

La primera función de un filme (usando el cinematógrafo de los hermanos Lumière) se realizó en febrero de 1897, en la Confitería Jardín Estrasburgo (hoy Club de la Unión), en Lima, Perú.[1]​ Un mes antes, se había proyectado imágenes en movimiento con el aparato llamado vitascopio inventado por Thomas Alva Edison.

El público que presenció en un inicio, las proyecciones del vitascopio y del cinematógrafo fue de la aristocracia y las imágenes que observaron eran de paisajes de otros países (en 1899 se toman las primeras imágenes de Perú). Poco a poco las funciones fueron llegando a los sectores sociales más bajos, a través de exhibidores ambulantes que adquirían los aparatos y los llevaban a varios lugares recorriendo el país, generando el hábito y necesidad en el público que pagaba por ver las funciones, y haciendo así su negocio. Esto fue debido a que el cine traía estímulos venidos de lejos, convirtiéndose en una forma de poner al alcance de la gente paisajes geográficos y humanos que la falta de medios de transporte negaban (solo había rutas ferroviarias del siglo XIX, aún no se empezaba la construcción de redes de caminos esto se daría en la década de 1920).[2]

Durante sus primeros años (hasta 1913, año de la primera película de ficción peruana), lo que el público iba a ver en los espectáculos de imágenes en movimiento eran, por ejemplo, filmaciones de corridas de toros (de España, luego de Perú) o vistas bélicas de la guerra hispanoamericana (EE. UU. y España en Cuba), como también tomas de Perú: paisajes, arquitectura y sociedad. Los sectores aristocráticos preferían películas filmadas en paisajes urbanos extranjeros, reproducción de hechos históricos y sucesos de sociedad (aristocracia) en la ciudad de Lima. Los sectores populares preferían filmaciones cómicas.

Dentro del cine del país, se desarrolló el cine de Iquitos, una ciudad septentrional y escenario principal de la fiebre del caucho en la Amazonía peruana.[3]​ La industria cauchera benefició la presencia de cineastas extranjeros en la ciudad, y el interés cinematográfico en años posteriores. Antonio Wong Rengifo, en la década de 1920, es el pionero más importante del cine de Iquitos.[4]​ Otro importante escenario para el desarrollo de producciones cinematográficas, durante y después de la década de 1940, es Huancayo. Esta ciudad, ubicada en la región Junín, tuvo un desarrollo económico y cultural dinámico desde la llegada del Ferrocarril Central del Perú en 1908. Así, Teófilo Hinostroza Irrazábal fue el primer realizador de esta zona. En la década de 1950, se conocieron las producciones de Augusto Rojas Hurtado, quien incursionó en los géneros de ficción y documental. También en la misma década y en la siguiente fueron importantes los trabajos de César Villanueva Dell´ Agostini, futuro miembro fundador de la Escuela de Cine del Cusco, de la cual también fueron miembros los realizadores Luis Figueroa Yábar, Eulogio Nishiyama y Manuel Chambi.[5]​ La última película realizada en Huancayo durante este periodo formativo fue "Los montoneros", dirigida por Atilio Samaniego Arauco en 1970.[6]

Las principal crítica que se hacía al cine peruano en esa época era la “carencia de naturalidad”, porque el aparato reproducía las imágenes difusas y con un parpadeo (esto se corrige en 1908), además de la falta de sonido y el blanco y negro de las imágenes. Todo esto irritaba a las sensibilidades educadas en una estética armoniosa y fluida.

Según afirma R. Bedoya en 100 Años del cine en Perú: una historia crítica:

A partir de 1908, el apogeo del negocio cinematográfico, se instalan los aparatos de reproducción en muchos establecimientos levantados para ese propósito. Además se realizan las proyecciones con acompañamiento de la música de un fonógrafo. Se constituye la Empresa del Cinema Teatro (desde 1915 Empresa de Teatros y Cinemas S.A.), y construyen el Cinema Teatro de la calle Belén en 1909, y en noviembre de 1913 se traslada una nueva sala construida de la calle La Merced. La gran cantidad de público que empezó a acudir al Cinema Teatro probó que existía un mercado importante para el cine. En 1911 se forma la Compañía Internacional Cinematográfica, construyen su sala Excelsior de la calle Baquijano en 1914, y ambas compañías competían en la proyección de películas extranjeras.

La primera película peruana de ficción fue Negocio al agua, estrenada en abril de 1913 en el Cinema Teatro de Lima. La respuesta de su rival fue la realización de Del manicomio al matrimonio estrenada en junio del mismo año. Estas dos películas fueron las únicas de ficción hechas en Perú de ese período.[2]

En 1922 se estrena Camino de la venganza, que reflejaba en su argumento la contradicción de la vida rural, sana y robusta, con la vida de la capital, llena de peligros. Este argumento sería recurrente en adelante. La sociedad peruana mostraba esa división entre lo rural y la urbe, y el cine la retrató por su afán de mostrar la realidad social con hechos cercanos al público, y así atraerlo. Mientras, el público peruano empezó a preferir el cine estadounidense, y se conocieron los filmes de Chaplin, que empezaba a hacerse famoso en el mundo.

En 1926 hubo una controversia porque se iba a estrenar una película (Páginas heroicas) sobre la Guerra del Pacífico y el gobierno del presidente Augusto B. Leguía censuró su estreno porque ofendía los sentimientos patrióticos de Chile. Se discutió algunos meses pero nunca llegó a estrenarse.[8]

En 1928 se estrenó La Perricholi, que fue un éxito, y que incluso fue apreciada en el extranjero.[2]​ Empieza a tomar fuerza la prensa cinematográfica, salen revistas especializadas como: Cines y Estrellas, Luces y Sombras, La Semana Cinematográfica, etc. Además otras publicaciones incluyen en sus números secciones dedicadas al cine como: El Mundo en la Pantalla del diario La Prensa, El Mundo del Celuloide en la revista Variedades, etc.

Posteriormente se estrenaría la primera película sonora peruana que fue Resaca (1934) dirigida por Alberto Santana ambientada en el mundo del boxeo , previamente se había sonorizado el documental La manifestación patriótica del 28 de mayo de 1933 (1933) , y se inicia el corto periodo de auge de producción llamado cine criollo.[9]​ Surge la sociedad Patria Films, que realiza varias películas: solo en 1930 se hicieron siete largometrajes. En 1932 se promulgó una norma legal que creaba la Escuela de Cinemática Ambulante: su objetivo era la educación masiva y la integración de la masa indígena al proceso nacional. Lo que se hacían era llevar unidades móviles con un proyector junto con películas de índole artística y científica. Este sistema fue fugaz, debido a que su financiación fue imposible, y poco a poco el público fue menos a las salas y la producción nacional empezó a disminuir.

En la década de 1940 se dan leyes para fomentar la producción cinematográfica, pero se produce una crisis por la creciente competencia y desarrollo de la producción de otros países como México, pero aún se hacen algunas películas.

En los cuarenta, la AAA (Asociación de Artistas Aficionados) incursiona en el cine con La Lunareja, una adaptación de "Una moza de rompe y raja" de Ricardo Palma; la producción, guion y dirección a cargo de Bernardo Roca Rey, y con la asesoría de Elvira Miró Quesada y el vestuario de Mocha Graña. Estrenada en 1946 en el cine Metro y considerada como una de las mejores realizaciones peruanas de su época. El reparto estuvo constituido por María Rivera, Ricardo Roca Rey, Bernardo Roca Rey, Antonio Flores Estrada (padre e hijo), Carlos Roca Rey, Rosita Serdio Velarde, Enrique García, Rodolfo Ledgard, Paquita Rodo Reda, Roberto Roca Rey y Rosa Egoaguirre.

En los años 1950 (auge del cine estadounidense y mexicano), solo se hace un largometraje peruano, pero se hacen muchos documentales y noticiarios. Estos documentales tienen su principal representación en lo que se llama la etapa del Cine Club Cusco, quienes retrataban las costumbres de los pueblos andinos (carnavales, fiestas religiosas, etc.) y llegan en la década siguiente a filmar dos largomentrajes en quechua: Kukuli (1961), dirigida por Luis Figueroa y Jarawi (1966), basados en leyendas indígenas. Luego empezarían a hacerse coproducciones con México. A fines de la década de 1950 se introduce la televisión y el cine de la siguiente década se ve provisto de personajes protagonistas de la misma, ya que habían tenido acogida en la vida doméstica.

En 1962 se da una ley que libera de impuestos a toda exhibición de largometrajes producidos en Perú por empresas peruanas, mas no daba alternativas de financiación, ni otorgaba otras facilidades para que empresarios jóvenes se iniciaran en la actividad cinematográfica por lo que su efecto fue escaso.

Durante el gobierno militar del General Juan Velasco Alvarado, en 1972, se promulga la Ley de Fomento a la Industria Cinematográfica, que promovía la exhibición obligatoria (determinada por la Comisión de Promoción Cinematográfica) y la retribución porcentual. Esto significó que se hagan producciones nacionales, especialmente de cortometrajes. Los precios eran fijados por las municipalidades, que los mantenían bajos, pero eso se compensaba por la cantidad de gente que asistía. Sin embargo el cine peruano ha sido desde siempre un rotundo fracaso a pesar de los precios tan bajos.

Poco a poco, el público fue advirtiendo que los cortos realizados eran de baja calidad y predominaba la improvisación y la inexperiencia. Además los exhibidores también reaccionaron en contra ya que veían esta ley como una imposición de un gobierno autoritario y que a expensas de sus ganancias alentaban la producción nacional.

En los años 1980 con los fracasos de las películas peruanas, con la crisis económica de Perú y con los desastres provocados por el terrorismo se empezó a distinguir una característica más populista y de retrato de la realidad social en la mayoría de las producciones.

En los años 1980 surge una nueva generación de cineastas. Uno de ellos es Francisco José Lombardi (quien hizo una adaptación de la novela La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa en 1985) y quien ha adaptado al cine también otras obras de la literatura peruana.


Asimismo Grupo Chaski, otra asociación cultural creada en 1985, empieza a producir y difundir películas peruanas y latinoamericanas a través de su trabajo de "difusión popular". Con un proyector de 16mm, un ecran portátil, un equipo de sonido y un catálogo de 25 películas perunas y latinas, realiza proyecciones junto a comedores populares, comités de vaso de leche, grupos parroquiales, sindicatos,organizaciones de asentamientos humanos y organizaciones diversas. No era necesaria una sala de cine, los centros comunales, las canchitas de futbol y las parroquias eran los espacios que permitían descentralizar el cine hacia donde estaba su público.

Ante la carencia de exhibición cinematográfica en las zonas más apartadas de las grandes ciudades del país, un grupo de jóvenes interesados por promover el cine, se propone la tarea de ir a pueblos y comunidades donde el cine no lo había hecho antes para que la gente conozca y aprenda del cine latinoamericano.

Llevar el cine a estos lugares apartados de Perú, es la tarea de la asociación Nomadas, creada en junio del 2007 asociación sin ánimo de lucro que busca fortalecer la integración cultural entre los pueblos de Latinoamérica a través de la exhibición cinematográfica.

Nomadas emprende una travesía por el territorio peruano llegando a pueblos y comunidades campesinas e indígenas del país, para darle la oportunidad a estas personas de que disfruten del cine itinerante con películas latinoamericanas y aprendan con documentales y talleres, ayudando así a la formación cultural de estos pueblos.[10]

Se denomina Cine Regional Peruano al cine realizado en las regiones del Perú, con excepción de Lima Metropolitana y Callao, como Ayacucho, Puno, Junín y Cajamarca; sin embargo, se han hecho películas en casi todas las regiones. Comprende melodramas, filmes de horror con monstruos provenientes de la tradición oral andina como jarjachas, pishtacos y condenados, o de la mitología amazónica como el Tunche o el Chullachaqui, documentales, cortos experimentales y películas de autor; como se detalla en el primer tomo del libro "Miradas Múltiples: El Cine Regional Peruano",[11]​ una amplia investigación de los críticos Emilio Bustamante y Jaime Luna Victoria.

El libro "Cines de Cuaderno. Cinemas y realizadores en un punto de la región central: Huancayo (1911-2016)", extensa investigación publicada por Wari Gálvez Rivas el año 2016, explora los antecedentes históricos del cine peruano en el departamento de Junín señalando que la producción en esta región se inició en la década de 1940.

Al 2015 podemos decir que en dirección de cine han destacado y destacan : Armando Robles Godoy, Federico García Hurtado , Francisco Lombardi, Augusto Tamayo San Román, Josué Méndez, Lucho Llosa, Javier Corcuera,[12]Claudia Llosa, y Salvador del Solar. Entre los directores Pioneros y jóvenes podemos mencionar a: Luis Gonzales Soza , León Caceres Torres, Nilo Inga, Dalmer Quintana, Daniel Nuñez,Nina Peñaloza, Rossana Díaz Costa, Rosario García-Montero, Ana Caridad Sánchez y Juan Daniel F. Molero.

El 30 de agosto de 2017, se aprobó una ley de cine que cual permitirá triplicar los recursos que el Estado destina a este sector.[13]

Existen distintos modos de ver la interculturalidad: se puede hablar de un fenómeno comunicacional, ya que se trata de culturas en una constante interacción comunicativa. Para ello es esencial el concepto de cultura, como el fenómeno humano que define la diferencia entre un grupo humano y otro. Cuando se habla de esta diferencia, se hace referencia al concepto de identidad cultural, destacando todo aquello que hace único a un grupo humano determinado. El concepto determinante en la identidad cultural es el de etnicidad, como la condición sociocultural que establece las diferencias, y los conceptos de raza y racismo tienen mayor importancia por las connotaciones negativas que han surgido a lo largo del desarrollo de la sociedad.

En el cine desde sus inicios, como todo medio de comunicación, podemos identificar elementos de comunicación intercultural y en el caso de Perú se puede visualizar con ejemplos claros. El hecho que en un comienzo el acceso a las funciones haya sido restringido a la aristocracia (sector social alto). La preferencia de la sociedad peruana por ver en el cine una realidad extranjera, y luego el afán de retratar en las películas nacionales la idiosincrasia nuestra, dando tratamiento especial a los temas populares como el terrorismo, la discriminación por sexo, etnia, religión, etc. cercanos al público, el cual se acerca a estas películas solo por eso y no por ser buenas películas. Este medio, actualmente, puede ser conocido por grupos sociales distintos, es decir ha ido integrando a la sociedad. En tanto este medio representa e integra a la sociedad, forma parte de su cultura, junto con los cambios en la vida cotidiana (costumbres) que han surgido tras su arribo.

Que el cine haya empezado, por así decirlo, documental y noticioso, da cuenta de la necesidad que, por la falta de comunicaciones tenía el pueblo de conocer lo que ocurría dentro de la nación y también fuera. El turismo interno a inicios del siglo XX era prácticamente inexistente, por eso en el cine de esa época podemos encontrar cortos documentales con títulos como: La Catedral de Lima, Camino a la Oroya y Chanchamayo.

Películas ambientadas en barrios marginales y que trataron el tema preciso del terrorismo y la calidad de vida de la sociedad ante los problemas. Esta tendencia siguió, y sigue en alguna medida. La producción parece haberse estancado en el mero retrato de la sociedad peruana pero en sus aspectos más negativos, y es que de alguna forma el público peruano se ha acostumbrado, y los productores, que saben que en general hacer cine en Perú es un mal negocio, tratan de sacar el mayor provecho por esta aceptación de temas. Además los intentos por hacer un cine diferente no han tenido éxito por la falta de oficio y de buenos guionistas, que sepan narrar una historia.

Los productores tuvieron más dificultades que nunca para la recuperación de la inversión, debido a la incontrolable inflación que disminuía sus ingresos y aumentaba los intereses de los préstamos bancarios. Por ese motivo se buscaron recursos técnicos ingeniosos y baratos como el video digital y se recurrió como en ocasiones anteriores a los temas populares.



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