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Plasma seminal



El plasma seminal es el segundo componente básico y con el mayor volumen de la eyaculación masculina (semen) de humanos y otros animales, luego del esperma como primer y más importante componente para la reproducción.[1]​ Representa alrededor del 95 % del volumen del semen.[2]​ Es un líquido resultado de las secreciones de las llamadas glándulas sexuales accesorias: vasos deferentes, la vesícula seminal, la glándula prostática, la glándula bulbouretral, la glándula periuretral y, en pequeña medida, las secreciones de los testículos y el epidídimo.[3][4]

El plasma seminal está compuesto por una compleja variedad de elementos orgánicos e inorgánicos, que pueden no ser cruciales para la fertilización, pero optimizan las condiciones adecuadas para la motilidad, resistencia y transporte de los espermatozoides en la extensión reproductiva femenina.[5]

La formación del semen se lleva a cabo en el aparato reproductor masculino durante la eyaculación luego de un orgasmo.

Previo a la eyaculación, las secreciones de las glándulas de Cowper y Littre han lubricado el canal de la uretra. Estas emisiones del pene erecto conforman el líquido preseminal y forman parte de la respuesta sexual del hombre. El líquido preseminal cumple funciones de lubricación durante la actividad sexual, colabora en la neutralización de la acidez en la uretra y vagina, y contribuye la coagulación del semen.[6]

Las secreciones que quedan en la uretra pasan a formar parte del plasma seminal en la eyaculación. Aproximadamente el 5 % de la eyaculación está formada por las secreciones de estas dos glándulas y conforma la primera fracción.[10]

La formación del plasma seminal, se inicia a partir de las contracciones del músculo liso alrededor de la cola del epidídimo.[11]​ Las contracciones expulsan a los espermatozoides hacia inmersos en el fluido de cauda epididimal (FCE, también conocido como fluido de cauda epididimario) hacia los conductos deferentes.[12]​ Este fluido es de naturaleza ácida y contiene proteínas como la β-N-acetilglucosaminidasa y la fibronectina, sintetizadas en el epidídimo y que participan en la maduración de los espermas.[13]

Los conductos deferentes (ductus deferens) conectan la cola del epidídimo con los conductos eyaculatorios. Son dos tubos conformados una mucosa de epitelios cilíndricos con estereocilios y glándulas secretoras, luego una capa de músculos lisos longitudinales y finalmente una capa adventicia con vasos capilares y nervios.[14][15]​ En estos tubos también se almacenan espermatozoides inmersos en el cauda epididimal que se distribuyen a lo largo de los ductos. De los epitelios se secretan aniones y proteínas (por ejemplo, acuaporina 9), y se absorben cationes que mantienen un ambiente luminal apto para el almacenamiento del esperma.[16][17][18]

Al final de los conductos, se encuentra la ampolla deferente en donde se secreta ergotioneina, una sustancia antioxidante, y fructosa. Ambas secreciones contribuyen a la viabilidad de los espermatozoides en el plasma seminal.[19]

Durante la eyaculación, los músculos en los conductos se contraen generando una acción peristáltica llevando los espermatozoides, el fluido del cauda epidimimal y el fluido luminal hacia la próstata.

Las secreciones generadas a partir de las contracciones de la próstata representan un volumen de 15 a 30 % del semen.[10]​ La próstata es la fuente principal de la fosfatasa ácida, ácido cítrico, inositol, calcio, zinc y magnesio que se encuentran en la eyaculación.[2]​ También provee al plasma seminal con la proteína albumina y la hormona oxitocina.[8][20]

Las vesículas seminales contribuye con alrededor de 50 % a 60 % del volumen eyaculado de semen humano. La secreción de las glándulas seminales está compuesta por fructosa (consumida por los espermas a través de la fructólisis) y especies reactivas de oxígeno como superóxido dismutasa, catalasa, par glutatión peroxidasa / reductasa, ácido ascórbico, ácido úrico y tioles (crean una barrera de antioxidantes que protegen a los espermas). También semenogelina (activa la coagulación del semen), péptido C (insulina endógena), ligandos de zinc (para estabilidad de la cromatina espermática), antígenos (previenen una respuesta inmunitaria ante los espermatozoides en el aparato reproductor femenino) y estimulantes de la motilidad de los espermatozoides como potasio, bicarbonato, magnesio, prostaglandinas (E, A, B y F) y prolactina.[21][22]



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