El puritanismo (en inglés, puritanism) fue una facción radical del protestantismo calvinista, que tuvo su origen en el periodo reformista inglés que se desarrolló durante el reinado de Isabel I.
Durante el siglo XVI, un sector importante de la Iglesia de Inglaterra sentía que la ruptura definitiva con la Iglesia católica no se había terminado de producir, ya que buena parte de la liturgia y las creencias seguían siendo muy similares. Por otro lado, el anglicanismo estaba demasiado próximo al poder real inglés, obediente a sus decisiones y, por tanto, arbitrario según las coyunturas del momento.
El dogma central del puritanismo era la autoridad suprema de Dios sobre los asuntos humanos. Para algunos, tal autoridad se expresaba hasta el grado de la predestinación enseñada por Juan Calvino, pero no todos compartían esta opinión.
Además, los puritanos subrayaban que el individuo debía ser reformado por la gracia de Dios. Cada persona, a la que Dios mostraba misericordia, debía comprender su propia falta de valor y confiar en que el perdón que está en Cristo le había sido dado, por lo que, por gratitud, debía seguir una vida humilde y obediente.
Otros puntos de su doctrina son:
La Revolución Puritana fue un movimiento surgido en Inglaterra en el siglo XVI, de confesión calvinista, que rechazaba tanto a la Iglesia católica como a la Iglesia Anglicana.
Las críticas a la política de la Reina Isabel provenían de los grupos calvinistas ingleses, que fueron denominados puritanos porque pretendían purificar la Iglesia Anglicana, quitándole los residuos del catolicismo y acercando su liturgia al calvinismo.
Desde el inicio los puritanos aceptaban la doctrina de la predestinación. El movimiento fue perseguido en Inglaterra, razón por la que muchos dejaron este país buscando otros lugares con mayor libertad religiosa. Un grupo, liderado por John Winthrop, llegó a las colonias de Inglaterra en América del Norte en abril de 1630.
Esta variante del protestantismo sería seguida en países como Suiza, Países Bajos, Sudáfrica (entre los afrikáneres), Inglaterra, Escocia y los Estados Unidos.
Juan Calvino se opuso a la Iglesia católica y a los Anabaptistas y criticó la misa católica y por eso sus seguidores rompieron con la Iglesia Anglicana.
En Ginebra, cuando vivía Calvino, se inició un conflicto entre los partidarios de la Casa de Saboya (católicos) y los confederados (protestantes), que darían más tarde origen a los hugonotes.
Con los ideales iluministas y la doctrina de Calvino, los primeros protestantes ingleses se volvieron un grupo típicamente conservador.
El surgimiento del puritanismo está ligado a las confusiones amorosas del rey Enrique VIII (1509-1547) y a la llegada del protestantismo continental a Inglaterra. El movimiento puritano, en sus primeros estadios, fue claramente influido y apoyado por Calvino que, a partir de 1548, pasó a escribirse con los principales líderes de la reforma inglesa. En 1534 fue promulgada el Acta de Supremacía, convirtiendo al rey en "cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra". Con la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, tía de Carlos I de España, el rey Enrique VIII y el Parlamento inglés separaron la Iglesia de Inglaterra de Roma en 1536, adoptando la doctrina calvinista por comodidad. La Reforma se inició en Inglaterra gracias al rey y al Parlamento. En 1547, Eduardo VI, un niño muy enfermo, se convirtió en rey.
La Reforma protestante avanzó rápidamente en Inglaterra, pues el duque de Somerset, el regente del trono, simpatizaba con la fe reformada. Thomas Cranmer, el gran líder de la Reforma en Inglaterra, publicó el Libro de Oración Común, dando al pueblo su primera liturgia en inglés. María Tudor, católica, se convirtió en reina en 1553. Asesorada por el cardenal Reginald Pole, restauró su religión en 1554. En 1555 intensificó la persecución de los protestantes. Fueron asesinados trescientos, entre los cuales se hallaba el arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer (canonizado por la Iglesia Anglicana) y los obispos Latimer y Ridley. Ochocientos protestantes huyeron al continente, a ciudades como Ginebra o Fráncfort, donde absorbieron los principios doctrinales de los reformadores continentales. Isabel I ascendió al trono a los 25 años en 1558, estableció el "Acuerdo Isabelino", que era insuficientemente reformador como para satisfacer a aquellos que luego serían conocidos como "puritanos".
Enseguida promulgó el Acta de Uniformidad (1559), que autorizaba el Libro de Oración Común, y restauró el Acta de Supremacía. En 1562, fueron redirigidos los Treinta y Nueve Artículos de la Religión, que son el patrón histórico de la Iglesia de Inglaterra, y a partir de enero de 1563 fueron establecidos por el Parlamento como la posición doctrinal de la Iglesia Anglicana. Entre 1567 y 1568 una antigua controversia sobre las vestimentas llegó a su auge en la Iglesia de Inglaterra. La cuestión inmediata era si los predicadores tenían que usar los ropajes clericales prescritos. Esta controversia marcó una creciente impaciencia entre los puritanos en relación con la situación de una iglesia "reformada a medias". Thomas Cartwright, profesor de la Universidad de Cambridge, perdió su puesto a causa de sus prédicas sobre los primeros capítulos del libro de los Hechos de los Apóstoles, en las cuales argumentaba a favor de un cristianismo simplificado y una forma presbiteriana de gobierno eclesiástico. La primera iglesia presbiteriana fue la de Wandsworth, fundada en 1572. En 1570, un poco antes de ese evento, Isabel fue excomulgada por el Papa Pío V. La muerte de Isabel ocurrió en 1603 y no dejó heredero. Designó como sucesor a Jacobo I, hijo de María Estuardo, que ya gobernaba en Escocia. Cuando el rey fue coronado, los puritanos, a causa de la presunta formación presbiteriana del rey, concibieron esperanzas al principio de que mejoraría la situación. Para enfatizar esa esperanza, presentaron la Petición Milenar en 1603, firmada por cerca de mil ministros puritanos, en la que pedían que la Iglesia Anglicana fuera "completamente puritana" en la liturgia y en la administración.
En 1604 se encontraron con el nuevo rey en la conferencia de Hampton Court para presentar sus peticiones. El rey amenazó con "expulsarlos de la tierra, o hacer algo peor", habiendo dicho que el presbiterianismo "armonizaba tanto con la monarquía como Dios con el diablo". Carlos I Estuardo, opositor de los puritanos, fue coronado rey en 1625. En 1628, William Laud se convirtió en obispo de Londres (en 1633 fue nombrado arzobispo de Canterbury) y tomó medidas severas para eliminar la disidencia en la Iglesia Anglicana. Procuró instituir prácticas ceremoniales consideradas "papistas" por los puritanos, aparte de ignorar la justificación por la fe, a causa de su énfasis arminiano, oprimiendo violentamente a los puritanos y forzándolos a emigrar a América.
En 1630, John Winthrop lideró el primer gran grupo de puritanos que fue hasta la Bahía de Massachusetts y, en 1636, se fundó el New College en Harvard o Universidad de Harvard. Laud intentó imponer el anglicanismo en Escocia, pero esto degeneró en un motín que sirvió para aliar a puritanos y escoceses calvinistas. En 1638, los líderes escoceses se reunieron en una "Solemne Liga y Alianza" y sus ejércitos marcharon contra las tropas del rey, que huyeron.
En 1640, el Parlamento restringió el poder del rey Carlos I. Las emigraciones a Nueva Inglaterra se estabilizaron de forma considerable. La Asamblea de Westminster, así llamada por reunirse en la Abadía de Westminster, templo anglicano de Londres, fue convocada por el Parlamento de Inglaterra en 1643 para deliberar sobre el gobierno y la liturgia de la iglesia y para "defender la pureza de la doctrina de la Iglesia Anglicana contra todas las falsas calumnias y difamaciones".
Es considerada la más notable asamblea protestante de todos los tiempos, tanto por la distinción de los elementos que la constituyeron, como por la obra que realizó y aún por las corporaciones eclesiásticas que recibieron de ella los patrones de fe y las influencias salutares durante esos trescientos años.
La Asamblea de Westminster se caracterizó no solo por la erudición teológica, sino por una profunda espiritualidad. Se tomaba mucho tiempo para orar y todo era hecho con un espíritu de reverencia. Cada documento redactado iba al Parlamento para ser aprobado, lo que solo ocurría después de mucha discusión y estudio. Los llamados "Patrones Presbiterianos" elaborados por la Asamblea fueron los siguientes:
Como consecuencia de la ayuda de los escoceses, las fuerzas parlamentarias derrocaron al rey Carlos I, que fue decapitado en 1649.
El comandante victorioso, Oliver Cromwell, asumió el gobierno. Sin embargo, Carlos II subió al trono en 1660 y restauró el episcopado en la Iglesia de Inglaterra. Se inició una nueva era de persecuciones contra los presbiterianos.
En Escocia, la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana adoptó los Patrones de Westminster después de ser aprobados, dejando de lado sus propios documentos de doctrina, liturgia y gobierno que databan de la época de John Knox. La justificación era el deseo de una mayor unidad entre los presbiterianos de las Islas Británicas. Esos patrones fueron llevados de Escocia a otras partes del mundo.
Había numerosas obras teológicas escritas por puritanos, como la Medulla Theologiae de William Ames, pero no hay una teología distintiva de los puritanos. El término "teología puritana" tan solo cobra sentido en ciertas partes de la teología reformada, por ejemplo: el legado en términos teológicos del calvinismo, tal y como fue expuesto por los predicadores puritanos (normalmente conocidos como lectores), y la aplicación en la vida de los puritanos.
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En la relación de las iglesias con el poder civil, los puritanos creían que los gobernadores seculares son responsables ante Dios de proteger y premiar la virtud, incluyendo la "verdadera religión", y de castigar a los malhechores. Se oponían a la supremacía del monarca en la iglesia (cristianismo) y argumentaban que la única cabeza de la Iglesia en el cielo o en la tierra es Cristo.
La idea de la interpretación personal de la Biblia, central en las creencias puritanas, era compartida con los protestantes en general. Los puritanos buscaron la conformidad individual y colectiva de la enseñanza de la Biblia, con la pureza moral aplicada hasta el más ínfimo detalle, así como la pureza eclesiástica aplicada al más alto nivel. Creían que el hombre existía para la gloria de Dios, y que su primer cometido en la vida era hacer lo que Dios quisiera y así recibir la futura felicidad.
Al igual que algunas iglesias reformadas del continente europeo, las reformas puritanas se caracterizaban por el mínimo ritualismo y la mínima decoración y por un énfasis sin ambigüedades en la predicación. Los calvinistas creían en general que la adoración en la iglesia debía ser estrictamente regulada por lo que se prescribía en la Biblia (el principio regulador de la adoración) y condenaban como idolatría muchas prácticas, sin importar su antigüedad o su adopción generalizada entre los cristianos, contra los oponentes que defendían la tradición. La simplicidad en la adoración llevó a la exclusión de vestimentas, imágenes, velas, etc. No celebraban las festividades tradicionales, las cuales creían que eran una violación del principio regulador. Los puritanos no estaban conforme con la religiones que profesaban los pobladores de aquella ciudad·
A finales del siglo XVI los puritanos ya se habían escindido en dos ramas: una más próxima a las tesis de Calvino en cuanto al gobierno de la iglesia, denominados presbiterianos, así llamados porque sus iglesias eran gobernadas no por un obispo, sino por presbíteros (ancianos del presbiterio), que impulsaban una centralización paulatina de la estructura eclesial, y otra integrada por los congregacionalistas, que defendían profesar su fe en la más completa libertad. Será Nueva Inglaterra el lugar donde se fundaría la mayor cantidad de comunidades puritanas y donde se vivirá un auténtico auge de sus creencias, formando en buena parte el carácter de muchos de los territorios de lo que serían más tarde los Estados Unidos de América.
El puritanismo no consiguió sustituir las estructuras de plausibilidad que el anglicanismo ofreció a Inglaterra. Las estructuras sociales anglicanas permanecieron. Tan solo para una pequeña e influyente minoría no era satisfactoria esta situación, y ese grupo era el de los puritanos, que libraron numerosas e infructuosas batallas con el gobierno político-religioso de Inglaterra. En todos esos eventos, el apoyo de Calvino fue influyente en la tentativa de llevar su doctrina a una nación cuyos lazos con Roma habían sido cortados tan solo por la vanidad de un rey.
La doctrina calvinista es hoy en día profesada entre los fieles anglicanos y en ella apenas quedan trazos de la liturgia del catolicismo.
Muchos de los puritanos huyeron a países como los Estados Unidos, donde introdujeron el presbiterianismo oriundo de la reforma calvinista de la Iglesia de Escocia.
Hoy en día la palabra "puritano" suele emplearse para referirse a alguien que tiene una opinión tradicional sobre la moral sexual, favorece la "cultura del trabajo" frente a la "cultura del tiempo libre" y pretende siempre convencer de sus creencias a los demás desaprobando moralmente los puntos de vista diferentes al suyo.
El comienzo de la literatura estadounidense cuenta con escritores puritanos como Cotton Mather o Thomas Shepard. Sus textos solían ser panfletos ensayísticos religiosos o políticos. El puritanismo ha sido un tema central de obras literarias como La letra escarlata, donde el autor critica lo que él considera fanatismo y falsa moral del puritanismo; o como Las brujas de Salem, donde el autor utiliza ese ejemplo de fanatismo como imagen para criticar la persecución política del macartismo.
La siguiente lista comprende a los más prominentes puritanos.
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