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Quechua sureño



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Qichwa Saywitu.svgQichwa rimaq Tiqsi-M saywitu.svg      Países donde lenguas quechuas son idiomas oficiales      Países donde lenguas quechuas son idiomas regionales      Países donde lenguas quechuas son nativas y minoritarias

El quechua o la quichua, conocido como quechua sureño, en quechua urin qhichwa o simplemente qhichwa, es una lengua indígena de Sudamérica conformada por un conjunto de variedades mutuamente inteligibles asentadas en el sur del Perú, el occidente de Bolivia, y áreas limítrofes con Bolivia en Chile y Argentina, así como en la provincia argentina de Santiago del Estero. Es empleada por entre 6 millones a 7 millones de usuarios , siendo por ello la más extendida de las lenguas quechuas y la segunda de todas las originarias de América, después del guaraní. Actualmente, es lengua oficial de iure a nivel nacional en Bolivia y en el Perú en las zonas donde predomina o se usa, según la Constitución vigente.

Tiene una norma ortográfica polilectal para la familia quechua, propuesta por los lingüistas Rodolfo Cerrón Palomino y Alfredo Torero, basada en la dialectología de la lengua.

El quechua sureño pertenece a la rama de las familia quechua conocida como Chinchay, estando emparentado mayormente con el quichua norteño, hablado principalmente en Ecuador y la selva norte peruana.

Fray Domingo de Santo Tomás O.P., fraile dominico que según su propio testimonio llegó al Perú en 1540, fue el primer misionero que aprendió la lengua de la región central de Perú durante su tarea evangelizadora; predicando luego en su propia lengua a los nativos de los actuales Departamentos de La Libertad, Ancash, Lima, Ica, Apurímac, Huancavelica, Ayacucho, Junín y Huánuco. En 1560, como fruto del conocimiento de la lengua de los naturales, publicó en Valladolid las dos primeras obras en quechua, la Gramática o arte de la lengua general de los indios de los reinos del Perú, y el Lexicón o vocabulario de la lengua general del Perú, por Fray Domingo.

El diputado limeño Juan de Balboa fue el primer catedrático de lengua quechua (lengua quichua), cuando se organizó la Universidad de San Marcos en 1576, y el primer peruano que en ella se graduó de doctor.[1]​ Posteriormente, en 1608 Diego González Holguín (1552 -1618) publicó el Vocabvlario de la lengua general de todo el Perv llamada qquichua o del Inca.

Hacia 1680 se editan las obras Rapto de Proserpina... y Uska Pawqar, el hijo pródigo de Juan de Espinoza Medrano, El Lunarejo, dándose inicio al llamado Siglo de Oro de la literatura quechua [sureña]. Durante este periodo se compone la obra Ollantay. Luego de la derrota de la rebelión de Túpac Amaru II (1781), no solo en Perú, sino en toda América española, se prohibieron el uso de ropa y lengua nativas, así como toda manifestación de costumbres y otras formas de socialización distintas de las de los peninsulares.[2]​ Con ello se inició el declive de las élites andinas y la formación de un estigma social contra el idioma que aumentará y se acentuará, aun después de la Independencia metafórica.[3]​ También se introducen voces extrañas como tayta del latín 'tata' para nombrar al clérigo y se distorsiona la voz quechua supay como traducible a diablo (entidad de la cultura persa asimilada por occidente) y otros neologismos, ligados a los intereses de la Iglesia y del imperio español.[4]

Durante la Fiebre del Caucho, numerosos exploradores surcaron los grandes ríos de la Amazonía peruana, estableciéndose como lengua vehicular en la selva norte el quechua lamista, bastante extendido en la zona de Moyobamba en la época de la Fiebre.

La derrota peruana en la Guerra del Pacífico propició el resurgimiento de élites andinas, especialmente en el Cuzco, epicentro del resurgimiento del teatro quechua.

Hacia el siglo XX, el teatro cedió paso a la poesía y a los estudios científicos modernos del quechua. Sin embargo, es también la época del progresismo en los Andes, donde las lenguas originarias, así como sus costumbres, eran vistas como derroteros del desarrollo de las naciones, por lo cual la incipiente educación rural se dirigió a la directa sustitución de las mismas por el castellano. El trabajo del Instituto de Estudios Peruanos y el impulso de Alberto Escobar y la publicación de sendos diccionarios de seis variedades del quechua y de sus respectivas gramáticas. Al respecto, Escobar dice

En los años 1950, la migración rural propició un acelerado proceso de reemplazo de las lenguas indígenas por el castellano como lengua materna en toda América Latina. El siglo XX significó también la oficialización del quechua en Bolivia y Perú y la implementación de programas de Educación Intercultural Bilingüe (hasta entonces, la instrucción estatal se daba sólo en español). El diario La Prensa publicó lecciones de quechua de Demetrio Tupac Yupanqui en los cincuentas. En 1970 se creó en la Universidad Ricardo Palma, la Facultad de Lenguas Modernas y se estableció la enseñanza del idioma quechua.

El siglo XXI la traducción de Trilce al quechua, la aparición de El Quijote en quechua, la organización de concursos de narrativa y poesía en quechua, como el de la Universidad Nacional Federico Villarreal. La maestría de Cultura Andina de la Pontificia Universidad Católica del Perú y publicación de diversos diccionarios por autores individuales.

Hay diversos préstamos del español para los adelantos tecnológicos, como el caso, radyu (‘radio’), aunque en Bolivia se utiliza wayrasimi.[6]​ En Perú, la emisora estatal Radio Nacional del Perú propaga espacios radiales en quechua para noticieros y programas agrarios matinales.

El quechua sureño es la única lengua de la rama Quechua IIC o Chinchay meridional, rama que cuenta con mayor inteligibilidad y menor divergencia que el resto de dialectos quechua. Los dialectos (variantes geográficas) con que cuenta este sistema son:

Existen algunos otros dialectos propuestos dentro del Cuzco-Collao como el puneño o el apurimeño cuya inclusión o no pertenencia a alguna de las variantes aquí discutidas es controversial.

Las sílabas del quechua sureño se componen como mínimo de una vocal como núcleo. Por regla general, aceptan una consonante en posición de ataque y coda (principio y fin de sílaba, respectivamente); no obstante, los préstamos más recientes pueden aceptar hasta dos consonantes en ataque, especialmente con consonantes líquidas. De común, las palabras no presentan hiatos, aunque en la quichua de Santiago del Estero, se elide la aproximante labial /w/ cuando se presenta entre dos vocales abiertas, v.g. /ta.wa/ [ta.a]. La entonación y la acentuación tienen roles menores; las palabras son graves salvo cuando se enfatiza una palabra, caso en el cual la palabra es aguda.

Se distinguen tres fonemas vocálicos: una vocal abierta /a/ y las cerradas redondeada /u/ no redondeada /i/. La pronunciación precisa de estos fonemas vocálicos varía con su entorno fonético. La vecindad de una consonante uvular produce alófonos más centralizados como [ɑ], [e], [ɛ], [o], [ɔ] y la de la semiconsonante palatal /j/ también provoca un adelantamiento de /a/ a [æ].

En cuanto a las consonantes, se presenta una alta diversificación producto de diversos cambios diacrónicos han afectado este inventario original. El moderno quechua sureño cuenta con tres nasales /m, n, ɲ/ cuatro oclusivas /p, t, k, q/, una africadas /t͡ʃ/, dos fricativas (tres en el quechua santiagueño) /s, (ʃ), h/, dos aproximantes /j, w/ y tres líquidas /ʎ, ɾ, l/. En las variedades Cuzco-Collao, por muy probable influencia del aimara, se añadieron eyectivas y aspiradas al repertorio fonémico de oclusivas y a la africada. En la variedad ayacuchana, la oclusiva uvular /q/ se emite como fricativa /χ/, lo que provoca una neutralización con la fricativa glotal /h/ que varía libremente con la velar /x/. En los Cuzco-Collao, varias consonantes tienen alófonos en posición final: la africada /ʧ/ en posición final es pronunciada fricativa [ʃ], las oclusivas /p, k, q/ finales son articuladas como [h, x, χ] y las nasal bilabial /m/, como [ŋ].

Por otro lado, se registran al menos dos expansiones o adiciones mayores del conjunto de consonantes. Por el contacto prolongado con el castellano, se han incorporado plosivas sonoras como /b/, /d/ y /g/, allí donde el quechua originalmente distinguía entre sonoras y sordas, además de la fricativa retrofleja [ʐ] y de la fricativa bilabial [ɸ] entre los principales préstamos, como en bindiy (vender), Diyus (Dios), tirigu (trigo), tilifunu (teléfono) o karru [kaʐu] (carro).

La ortografía del quechua sureño es actualmente usada por muchas instituciones del Perú y de Bolivia, inclusive en la educación. La diferencia en Bolivia y Argentina es que se usa «j» en lugar de «h» para el sonido [h]. La norma contiene estructuras originarias de las variantes orales del quechua II-C, (sobre todo el quechua ayacuchano y quechua cuzqueño). Ejemplos:

Las siguientes letras se usan para el vocabulario quechua heredado y para préstamos del aimara:
a, ch, chh, ch', h, i, k, kh, k', l, ll, m, n, ñ, p, ph, p', q, qh, q', r, s, t, th, t', u, w, y.

Así como generalmente en la ortografía oficial de todas las variantes quechuas las letras e / o no se usan para palabras quechua heredadas porque los sonidos correspondientes son alófonos de i / u que aparecen junto a q, qh, q'.

Las siguientes letras son usadas solamente en préstamos del español y otros idiomas (no del aimara):
b, d, e, f, g, o.

En el aspecto gramatical, el quechua sureño conserva muchas características comunes con el resto de la familia lingüística. Es una lengua aglutinante, forma palabras mediante la adición de varios sufijos a sus raíces. Por la estructura de sus sintagmas, el quechua es una lengua de núcleo final, v.g. los adjetivos anteceden a los sustantivos, y para las alocuciones deícticas se usan postposiciones. En cuanto al alineamiento de los argumentos, el tipo preferido es Sujeto Objeto Verbo (SOV), aunque estos elementos tienen relativa libertad para intercambiar lugares. Su alineamiento morfosintáctico es nominativo-acusativo, contando con el caso gramatical acusativo y marcando los verbos transitivos tanto con la persona del sujeto como la del objeto.

Los morfemas del quechua destacan por ser bastante regulares. Las raíces de las palabras quechuas pueden ser libres o ligadas. Las raíces nominales son generalmente libres, mientras que las raíces verbales, terminadas siempre en vocal, son siempre dependientes. Los únicas afijos usados en el quechua son sufijos. Por su función, se pueden clasificar en flexivos y derivativos; también se los agrupa según el tema al que pueden agregarse como nominales, verbales y clíticos.

En cuanto la flexión nominal, las raíces quechuas admiten sufijos flexivos de número, persona y caso. Por ejemplo, con la raíz llama:

En cuanto a la flexión verbal, las raíces quechuas admiten amalgamas de número y persona, sufijos de tiempo, de subordinación, de condicionalidad y de imperatividad. Por ejemplo, con la raíz rima- ("hablar"):

Los sufijos derivativos permiten el cambio de categoría gramatical en dos sentidos contrarios: la nominalización y la verbalización. Un conjunto sufijos derivativos verbales tienen la capacidad de cambiar además la valencia del tema verbal.

La actitud o la certeza del hablante respecto a la información dada se expresa por medio de los sufijos enclíticos, afijos que modifican virtualmente cualquier palabra. Por ejemplo, con yaykurqan (él/ella entró):

El quechua es una lengua SOV:

Como suele ocurrir en este tipo de lenguas, el núcleo sintáctico va detrás de los elementos que lo complementan, así el quechua tiene posposiciones y no preposiciones, y la palabra que hace de adjetivo se antepone al que califica sustantivo y el adverbio antecede al verbo:




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