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Reconquista (Colombia)



¿Qué día cumple años Reconquista (Colombia)?

Reconquista (Colombia) cumple los años el 18 de mayo.


¿Qué día nació Reconquista (Colombia)?

Reconquista (Colombia) nació el día 18 de mayo de 819.


¿Cuántos años tiene Reconquista (Colombia)?

La edad actual es 1204 años. Reconquista (Colombia) cumplirá 1205 años el 18 de mayo de este año.


¿De qué signo es Reconquista (Colombia)?

Reconquista (Colombia) es del signo de Tauro.


Reconquista y Régimen del Terror (1815-1819)
Cartagena de Indias (2)Pacificación (CachiríLa Ceja de CancánCuchilla del TamboLa Plata)

Resistencia Neogranadina (1816-1819)
El YagualChocontáToma de San Andrés y ProvidenciaPienta

Campaña Libertadora (1819)
Paso de los Andes · Paya · Corrales · Gámeza · Pantano de Vargas · Boyacá

República de la Gran Colombia (1819-1821)
Campaña fluvial y naval (Chorros BlancosLaguna SaladaTenerifeCartagena de Indias (3)San Juan de la Ciénaga)San JuanitoOccidente

La Reconquista española de Nueva Granada, o simplemente Reconquista, es el nombre del periodo de la historia de Colombia que comienza con la llegada del general español Pablo Morillo al territorio de la Nueva Granada el 24 de mayo de 1816, con el fin de restaurar el control español, y termina con las campañas libertadoras, en 1819. Se le conoce también como el Régimen del Terror, ya que durante esta etapa, fue apresado y asesinado un sinnúmero de políticos, militares y civiles, que simpatizaban con los independentistas.

Fernando VII, restituido en el poder en 1814, se negó a mantener cualquier iniciativa de conciliación con el proceso de Independencia y decide someter a los rebeldes mediante el empleo de la fuerza militar.

Disueltas las juntas de Cádiz, ordena la formación de una gran expedición de reconquista (conocida en España como la Restauración, para distinguirla de su propia Reconquista) de la Nueva Granada y de Venezuela, cuya dirección quedará a cargo del general español Pablo Morillo, y el restablecimiento del Virreinato de Nueva Granada en cabeza de Juan de Sámano. Para este fin, en 1815 el general Morillo recibe en Cádiz las tropas desde los puertos de Sevilla y Barcelona en España. El 17 de febrero de 1815 zarpa la flota y cruzando el Atlántico llega primero a Venezuela y luego al puerto de Cartagena de Indias de donde se aventuran sus tropas para los bloqueos de los puertos de La Dorada y Puerto Salgar llegando a Santafé de Bogotá.

Durante la reconquista de la Nueva Granada, Pablo Morillo detuvo su política de indultos al quedar conmocionado tras recibir la noticia de haber sido engañado por el general Juan Bautista Arismendi, gobernador de la isla Margarita, al que había perdonado la sentencia de muerte, y que sin embargo se rebelaba aprovechando su partida, pasando a cuchillo a toda la guarnición española. Francisco Tomás Morales había advertido a Morillo que no creía en el arrepentimiento de los caudillos rebelados por la ferocidad desatada contra los españoles de Caracas en la Guerra a Muerte. Adicionalmente el Congreso de Nueva Granada había aprobado los usos de la Guerra Muerte en Venezuela contra los combatientes españoles, además del apresamiento de cualquier español.[2][3]

En 1815, tras seis años de guerra, Fernando VII envía desde España la fuerza expedicionaria más fuerte que haya cruzado el Atlántico en todo el conflicto americano (aunque otro ejército español reunido en 1820 fue mucho más potente pero no partió a luchar contra los Separatistas porque se rebelaría en los puertos españoles contra Fernando VII).[4][5]​ La expedición se conformaba por más de 12.000 hombres y unas 66 naves (18 barcos de guerra incluyendo el navío de línea) dirigidos por Morillo, un experimentado general veterano de las guerras napoleónicas.[6]

En agosto de 1815 Pablo Morillo inicia el sitio de Cartagena de Indias, una de las principales ciudades de la Nueva Granada y poderosa plaza fortificada en el mar Caribe. Morillo había perdido toda su artillería de asalto con el hundimiento del navío San Pedro de Alcántara en Venezuela, por lo que decidió poner sitio a la ciudad fortificada. La ciudad de Cartagena fue defendida durante 106 días, al cabo de los cuales se rindió a causa de los estragos que causó la miseria, el hambre y las epidemias que provocó el asedio. Se dice que murieron 6000 personas en menos de cuatro meses. Según narra el general Daniel Florencio O'Leary, uno de los sobrevivientes, para aplacar el hambre, "...llegaron a comer ratas, gatos, y hasta cuero de vaca remojado en agua salada de mar". Un soldado español narraba que cuando las puertas se abrieron, “no vieron hombres sino esqueletos; hombres y mujeres, vivos retratos de la muerte, se agarraban a las paredes para andar sin caerse. Tal era el hambre horrible que habían sufrido”.

En el mes de febrero de 1816, los tribunales de guerra de Morillo hicieron fusilar en Cartagena a los 9 primeros líderes patriotas. Empezaba así la "Época del Terror", llamada así en Colombia por el ajusticiamiento de los caudillos patriotas involucrados por los españoles en delitos de sangre en el proceso de Independencia.[7]

En mayo de 1816, Morillo llega a Santa Fe de Bogotá y siguiendo las normas de guerra establece tres tribunales militares:

Los ajusticiamientos comenzaron con las figuras más destacadas del movimiento independentista: políticos, militares, intelectuales y funcionarios del gobierno republicano que se había establecido desde 1810. Siguió luego con sujetos catalogados como informantes o colaboradores, entre los cuales estaban varias mujeres, como la recordada Policarpa Salavarrieta y Antonia Santos. Entre los desterrados por el Consejo de Purificación figuraron más de 90 sacerdotes, pero a algunos, como el presbítero Marcelino Pérez de Arroyo se les exoneró tras un juicio.

Entre los condenados a muerte se destacan Antonio Villavicencio, natural de Quito, acusado de haber sido el causante indirecto de la disputa que dio origen al derramamiento de sangre del 20 de julio de 1810, y José María Carbonell, uno de los agitadores de verbo encendido durante esa jornada y miembro del gobierno patriota. Las penas capitales se dan en distintas ciudades y poblaciones del país. Uno de los sitios para los fusilamientos en la capital fue la llamada "Huerta de Jaime", hoy la Plaza de Los Mártires. Allí cumplieron sentencia de muerte varios de los principales líderes de la revolución, tales como Camilo Torres, fusilado de cara y expuesto por varios días a la intemperie. Otro de los fusilamientos destacados fue el del científico y militar, el coronel de ingenieros Francisco José de Caldas, conocido como el "Sabio" Caldas, el 29 de octubre de 1816, en la Plaza de San Francisco, hoy Parque Santander. Una tradición sostiene que ante las peticiones de clemencia, Pablo Morillo habría contestado: "España no necesita de sabios".[a]​ El coronel Caldas no fue fusilado de cara sino de espalda, pues se le sindicó del delito de traición al rey.

Pocos patriotas lograron conmutar la pena de muerte por el destierro, como fue el caso de Lino de Pombo, que se salvó del pelotón de fusilamiento y debió salir hacia España con su padre Manuel de Pombo y Ante, uno de los firmantes del Acta de Independencia. Así mismo, Antonio Arboleda y Arrachea, gracias a la influencia de su familia en la península ibérica logró la mediación de su primo Joaquín de Mosquera y Figueroa, que había presidido el Consejo de Regencia de España e Indias en 1812, y partió hacia el exilio, permaneciendo en Madrid hasta 1820, cuando pudo regresar a América invocando el indulto a los republicanos proscritos que había sido otorgado por Fernando VII el 28 de septiembre de 1816, a raíz de su matrimonio con María Isabel de Braganza.[8]

Santiago Arroyo y Valencia logró también salvar su vida a pesar de su participación en la Junta Suprema que se instaló en Popayán en 1810, en parte por no haber empleado las armas, lo que le valió el apelativo de El Prócer Civil de la Independencia. Sin embargo, él y su familia sufrieron grandes hostigamientos a manos de las fuerzas realistas.[9]

Otros patriotas debieron huir para poner a salvo su vida, como José Félix de Restrepo, quien se refugió en las montañas de Antioquia[10]​.

Algunos próceres de la Independencia de Colombia que murieron trágicamente (la gran mayoría de ellos fueron fusilados) durante este periodo:

Una de las características de la Reconquista española de la Nueva Granada fue que se orientó a castigar con fuerza a los caudillos del movimiento criollo que lideraba el independentismo, dejando a un lado a los sectores populares, a quienes se consideraba como simples títeres de los primeros. Se llegó a pensar que la causa estaba liquidada dado que se trató de acabar con todo caudillaje separatista.

Algunos historiadores latinoamericanos arguyen que la furia de la Reconquista hizo que muchos dubitativos e inclusos contrarios a la independencia se unieran a la causa patriota, de modo que el efecto logrado fue precisamente el contrario de los gestores de la campaña: generalizar el deseo de independizarse de España. Sin embargo el territorio neogranadino quedó pacificado hasta la invasión de Bolívar en 1819.

Por otra parte, la rápida caída del gobierno establecido tras la Reconquista da a entender que España no contaba con las fuerzas necesarias para restablecer su imperio, al menos por la vía militar. De hecho, la única expedición de grandes proporciones enviada a América fue la de Pablo Morillo en 1815, que aunque bastó para someter a todo el territorio de la Nueva Granada, Bolívar vuelve a apoderarse de ella nuevamente en 1819. La otra expedición española de mayor envergadura organizada por el Conde de Calderón se sublevó en Cabezas de San Juan en 1820.

La idea de la sublevación contra el poder colonial español se explica de diversas formas. Una es la construcción historiográfica de ruptura radical con un pasado, que de la noche a la mañana pasó a ser indeseable y estigmatizado. Sin embargo todas las etnias, y sociedades, reaccionaron en cada área guiados por el mantenimiento de sus intereses y privilegios, oscilando desde la rebelión abierta en (Nueva Granada, Venezuela y Río de la Plata, por ejemplo) hasta el alineamiento con el poder virreinal del Perú y Nueva España); estas diferentes actitudes hacia la metrópoli ayudan también a explicar la balcanización de América y los límites territoriales de las nuevas repúblicas, que pocas veces coinciden con las demarcaciones virreinales de la época colonial, aunque en unos casos se corresponden con las Provincias españolas en América de la constitución de Cádiz de 1812.




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