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Santo Grial



El Santo Grial o, simplemente, Grial, es el recipiente o copa usada por Jesucristo en la Última Cena. La relación entre el Grial, el Cáliz y José de Arimatea procede de la obra de Robert de Boron Joseph d'Arimathie, publicada en el siglo XII. Según este relato, Jesús, ya resucitado, se aparece a José para entregarle el Grial y ordenarle que lo lleve a la isla de Britania. Siguiendo esta tradición, autores posteriores cuentan que el mismo José usó el cáliz para recoger la sangre y el agua emanadas de la herida abierta por la lanza del centurión en el costado de Cristo y que, más tarde, en Britania, estableció una dinastía de guardianes para mantenerlo a salvo y escondido. La búsqueda del Santo Grial es un importante elemento en las historias relacionadas con el rey Arturo (el Ciclo Artúrico o Materia de Bretaña) donde se combinan la tradición cristiana con antiguos mitos celtas referidos a un caldero divino.

Otras leyendas acerca del Grial se entrecruzan con las relativas a las distintas copas antiguas que se consideran el Santo Cáliz.

La palabra grial —pronunciada "graal" en francés antiguo, galaico-portugués y en inglés medio, "grazal" en los textos provenzales y "greasal" en catalán — parece ser una adaptación del término latino gradalis que implica la idea de un plato, escudilla o bandeja con viandas que es llevado a la mesa en diferentes momentos (gradus) de una comida. Al respecto dice Helinand de Froidmont en su Chronicon (siglo XIII):[1]​ «"Gradalis" o "gradale" en francés, es un plato ancho y hondo, en el cual los alimentos son presentados ceremoniosamente, de a uno por vez, ante un rico durante el desarrollo de la comida. En lengua vernácula se lo llama "greal", el cual satisface y a la vez da la bienvenida a una comida; es de plata o algún metal precioso similar, en tanto que su contenido es una abrumadora serie de costosos manjares».[2]

En algunos textos de la Baja Edad Media aparece transcrito como «San Gréal»,[3][4]​ lo que ha dado lugar a interpretaciones esotéricas, según las cuales el nombre derivaría de una supuesta forma «Sang Réal», es decir, «sangre real». Según los defensores de esta idea, que no es aceptada por los medievalistas,[5][6]​ la mención de la sangre no se refiere a la de Cristo recogida en la copa, como sostienen unánimemente los textos,[7]​ sino a sus supuestos descendientes. Tal hipótesis se desarrolla en el libro de Richard Leigh y Henry Lincoln: El enigma sagrado (The Holy Blood and the Holy Grail, en inglés) utilizado como fuente por Dan Brown para su novela El Código Da Vinci.

El primer autor en mencionar al Grial es, entre 1181 y 1191, el poeta Chrétien de Troyes en su narración Perceval, también llamada Le Conte du Graal. La obra, presentada como tomada de un libro antiguo, habla de la visita de Perceval —quien aspira a ser caballero del rey Arturo— al castillo del Rey Pescador, en el cual le es mostrado un grial. Dentro del mismo hay una especie de oblea que, milagrosamente, alimenta al herido padre del Rey. Perceval no pregunta por el significado de este objeto, lo cual le es reprochado más tarde.[8]​ Aunque posee un claro simbolismo cristiano, en el cual doce reyes reactualizan la Última Cena,[9]​ Chrétien no explica en qué consiste el grial, y la obra se interrumpe bruscamente. El autor no lo denomina «santo», ni lo designa como «el grial», sino simplemente como «un grial» y considera más importante su contenido —la hostia consagrada del catolicismo— que el recipiente.[10]

La obra de Chrétien de Troyes marcaría el comienzo de la leyenda, pero serían Robert de Boron y Wolfram von Eschenbach quienes la desarrollarían de la manera que la conoció la Europa medieval. Robert de Boron, en Joseph d'Arimathie y Estoire del San Graal, es el responsable de transformar el «grial» de Chrétien en «El Santo Grial». Este autor inglés espiritualiza el simple plato mencionado por el francés y lo convierte en la copa de la Última Cena, la misma que, según sostenían las leyendas, José de Arimatea usó después para recoger la sangre de las heridas durante la crucifixión de Cristo. De Boron es también el primero en afirmar que José y su familia llevaron el Grial a partes no especificadas de Britania.

A partir de este momento, los textos se concentran en dos historias diferentes. Por un lado, las relacionadas con la búsqueda del Santo Grial, emprendidas por los caballeros del rey Arturo, y, por el otro, las que relatan la propia historia del Grial desde los tiempos de José de Arimatea.

Entre las primeras se pueden citar:

De las segundas se mencionan:

Esta obra francesa inacabada dejó paso a numerosas terminaciones en muchos casos incongruentes entre ellas. Los elementos de esta novela en relación con la leyenda son, de una parte, la caracterización de Perceval como caballero, que se ve involucrado sin saberlo en la demanda del grial, y el «castillo del grial» custodiado por caballeros que sirven al «rey del grial» o «rey pescador».

Este libro refleja la tradición alemana que luego inspiraría la ópera de Richard Wagner. La historia presenta grandes paralelismos con la tradición francesa, aunque tiene elementos específicos de la misma: el más importante de los cuales es la identificación del Grial con una piedra preciosa «del más puro origen». Según algunos estudiosos, Wolfram von Eschenbach se inspiró para esta descripción en el pasaje del Apocalipsis (2, 17) en el cual se habla de «una piedra blanca» entregada por el Señor a su elegido. La abadesa y mística Hildegard von Bingen, en el siglo XII, lo relaciona con la lapis exillis, piedra desprendida de la corona de Lucifer en el momento de su rebelión contra Dios.[11]

El catedrático de germanística de la Universidad de Salamanca, Feliciano Pérez Varas, sostuvo que von Eschenbach habría codificado topónimos y antropónimos mediante unos complejos anagramas. En la interpretación de Pérez Varas, el sabio y astrónomo que el autor llama Flegetanis sería el astrónomo andalusí al-Bitrūyī (conocido como Alpetragio) y su traductor, Kyot, el poeta Miguel Escoto quien residía en Dolet (es decir Toledo). Concluye, pues, que la fuente primigenia de la leyenda de Grial, sería un texto árabe de astonomía proveniente de la Escuela de Traductores de Toledo.[12]​ El periodista Fernández Pousada postuló recientemente la identificación de los personajes del Parzival con diversos objetos de la esfera celeste[13]​, siendo el Grial una referencia a la constelación Crater. Algunos autores ligados al esoterismo, basados en supuestos hallazgos arqueológicos, han elaborado la teoría de una presencia templaria en Argentina, transportando el Santo Grial. Aducen, entre las pruebas, unos versos de este poema que son una interpolación moderna debida al profesor de derecho Guillermo Alfredo Terrera.[14][15][16][17]

Esta fuente, fuertemente influida por los escritos de san Bernardo de Claraval, presenta la «demanda del Santo Grial» imbricada dentro del universo artúrico, enriqueciendo la tradición con otros elementos como una descripción del origen y significado del Grial. Según esta fuente, el cáliz habría pertenecido al servicio de mesa de José de Arimatea, un rico comerciante judío, quien según la tradición organizó la Última Cena.

José de Arimatea habría solicitado a Poncio Pilatos que se le entregara el cuerpo de Jesús (a quien hizo enterrar en una tumba de su propiedad) y la lanza con que fue herido (que quedó en su poder, junto con la copa). Como José era un próspero comerciante, en un viaje de negocios habría llegado hasta Albión (antiguo nombre de Gran Bretaña) y estableció su residencia en ella, levantando una capilla en Glastonbury.

Al morir José, los poemas aseguran que se tomaron recaudos para custodiar las reliquias, nombrándose un caballero para tal fin. Siendo Sir Pelles el guardián del Grial, otro caballero Sir Balin el Salvaje, quiso robarlo junto con las demás reliquias; ambos se batieron en una justa pero, al perder su espada, Sir Balin tomó la lanza sagrada e hirió a Pelles; inmediatamente el castillo se derrumbó debido a la profanación.

El Grial, entonces, desapareció de la vista de los hombres hasta que un caballero puro de corazón lo encontrara. Finalmente sir Galahad, el más santo de los caballeros de la Mesa Redonda, halló el cáliz. Al morir, según los relatos del ciclo, el Grial fue llevado junto al caballero al Reino Celestial.

Algunos estudiosos vinculados al esoterismo, como Malcolm Godwin, quieren identificar la pérdida del Grial con hechos reales acaecidos a finales del Neolítico, cuando supuestamente existían en Europa diversas tribus matriarcales asentadas y pacíficas, cuya forma de vida se vio violentamente alterada por oleadas de tribus guerreras y violentas provenientes de Asia. Estos sucesos, que no cuentan con testimonios históricos o arqueológicos, habrían quedado en una posible memoria colectiva y adquirido una dimensión simbólica en la mitología celta hasta que, finalmente, fueron cristianizados por autores como Chrétien de Troyes, Wolfram von Eschenbach y otros. En esta interpretación, altamente especulativa, el Grial evocaría lo femenino (como símbolo del seno materno y de la vulva) y la Madre Tierra.

Varios autores consideran a diversas reliquias y copas antiguas como el Santo Grial:

El Grial es parte de la mitología cristiana medieval, por lo que carece de referencias específicas en los textos bíblicos. Diversos elementos han entrado en la formación del mito, entre ellos las leyendas monacales con su contenido alegórico y las referencias precristianas a recipientes mágicos como el cuerno de la abundancia o los calderos de la tradición céltica.

Autores posteriores identifican al Grial con la piedra filosofal de los alquimistas, las supuestas reliquias halladas por los Templarios o una alusión velada a la descendencia de Jesús. En su mayor parte, estos investigadores se vinculan a teorías de conspiración elaboradas con escasa rigurosidad histórica.

Peter Redgrove y Penélope Shuttle, poéticamente, ven en la imaginería del Grial un símbolo de la matriz femenina y del ciclo menstrual.

El filósofo francés René Guénon identifica el Grial con el Sagrado Corazón de Jesús.[37]​ Para este, la pérdida del Grial simboliza al hombre desalojado de su centro original por su propia culpa, esto es, la pérdida del "sentido de la eternidad", con lo que se ve en lo sucesivo encerrado en la esfera temporal.[38]

La leyenda del Grial ha fascinado a numerosos personajes históricos. El medievalista alemán Otto Rahn fue el más conocido de ellos por su vinculación con el régimen nazi. En efecto, tras haber escrito un libro sobre el tema: Kreuzzug gegen den Gral (Cruzada contra el Grial. Tragedia del catarismo) donde vinculaba al Grial con el movimiento cátaro, Rahn llamó la atención de Heinrich Himmler, jefe de la Sociedad Ahnenerbe, quien lo hizo ingresar a las SS. Disgustado con esta organización, Rahn renunció y posteriormente fue encontrado muerto (oficialmente se la calificó como suicidio). Este episodio ha dado pie a la creencia en una búsqueda secreta del Grial por la jerarquía nazi, siempre vinculada a temas ocultos.

La leyenda del Santo Grial ha sido fuente de inspiración de obras literarias, óperas, películas y series de televisión:



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