Sergio Botana cumple los años el 8 de noviembre.
Sergio Botana nació el día 8 de noviembre de 1964.
La edad actual es 59 años. Sergio Botana cumplirá 60 años el 8 de noviembre de este año.
Sergio Botana es del signo de Escorpio.
Sergio Botana nació en Melo.
Luis Sergio Botana Arancet (Melo, 8 de noviembre de 1964) es un economista y político uruguayo perteneciente al Partido Nacional.
Egresado de la Universidad de la República con el título de Economista.
Consultor en organismos internacionales (BID, PNUD, OIT, FOMIN).
Docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República.
Coordinador general de la Unidad de Desarrollo Municipal de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Presidencia de la República.
Participación en misiones BID: Misión de Identificación FOMIN en Programa de Desarrollo Económico Local y competitividad empresarial, Misiones de Orientación I y II en programa municipal, Misión de Análisis y Negociación en Programa Municipal.
Tiene cuatro hijos, Paula, Manuel, Nicolás y Emilia.
Su actuación política comenzó en el seno del Movimiento Nacional de Rocha. A fines del siglo XX adhiere al movimiento del Dr. Jorge Larrañaga. Es electo Diputado Nacional para el período 2005-2010. Reelecto para el mismo cargo por el período 2010-2015, fue nombrado por la Convención Departamental candidato a la intendencia por Alianza Nacional. El 9 de mayo de 2010 fue elegido Intendente departamental con un amplio apoyo. El 10 de mayo de 2015 fue reelecto intendente por un nuevo período.
En las elecciones parlamentarias de 2014, Botana ocupó el cuarto lugar en la lista de candidatos al Senado, siendo electo pero renunciando meses más tarde para asumir el gobierno departamental.
En las elecciones de 2019 fue elegido Senador, por el sector UNIDOS (Acuerdo electoral entre el Grupo de los Intendentes y el Herrerismo), que obtuvo tres bancas en la Cámara Alta, donde integra las comisiones de Hacienda, Transporte y Obras Públicas, Ganadería Agricultura y Pesca, y la de Asuntos Municipales.
En las elecciones internas de 2019, Botana apoyó la precandidatura de Enrique Antía, obteniendo el triunfo en su departamento y una honrosa votación a nivel país.
Sergio Botana anunció que presentará un proyecto de ley que busca volver al antiguo límite de 0,3 g/l, con la intención de “impulsar al sector vitivinícola”. El hecho no sorprende, ya que la revisión de esta normativa había sido anunciada durante la campaña electoral por parte de varios miembros del PN ‒incluido el actual presidente Luis Lacalle Pou‒ y también porque contó con el apoyo del ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte.
El senador (...) dijo que el límite de cero absoluto que rige desde 2016 "no ha mejorado" ni ha "tenido resultados de impacto" en el número de fallecidos por accidentes de tránsito,así como en el porcentaje de espirometrías que dan positivas."
"Esta prohibición no ha mejorado la situación desde el punto de vista de la baja de accidentes. Estamos enfocando la lucha por la vida hacia un mal lado. Lo demuestra la estadística. Si es una medida que no ha tenido resultados de impacto, tenemos que ver cómo tomamos otras medidas que sí lo tengan,y por otro eliminamos esta que está perjudicando el sector vitivinícola", dijo Botana entrevistado por radio Sarandí."
"Antes y después de la ley se mantiene incambiada la participación de personas con alcohol en sangre", remarcó.
¿Qué dicen los números? Según los informes de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev), el porcentaje de participación de espirometrías positivas en accidentes se ha mantenido relativamente estable, con leves oscilaciones. En grandes líneas, el número de conductores a los que se les constató presencia de alcohol en sangre se reduj o en una proporción similar al total de accidentes y de lesionados. Como en algunos accidentes no se realiza espirometría -por ejemplo,cuando la gravedad de las lesiones obliga a un rápido traslado a emergencia-,para este repaso se eligió observar la tasa de alcoholemias positivas sobre el total de siniestros.
Consultado al respecto este lunes por el programa Las cosas en su sitio, de radio Sarandí,elexpresidente de Unasev Gerardo Barrios se remitió a un estudio de 2019 realizado en el Hospitalde Clínicas, que no observó correlación entre el nivelde alcoholemia y la severidad del trauma, en un análisis que se basó en los ingresos de pacientes traumatizados por distintas causas. "Nuestros resultados dejan claro que los traumas severos no son más severos a mayor consumo de alcohol; son severos solo por el hecho de presentar una alcoholemia positiva, aunque su medida sea baja", señala ese estudio, titulado Consumo de alcohol, relación con el trauma y su severidad.
El estudio apunta también que "existe un subregistro de los pacientes que sufren un evento traumático" y que "consumieron alcohol" y advierten que en los informes "no están incluidos" los pacientes "de mayor gravedad, pues por la entidad de las lesiones y la urgencia del traslado no fue posible hacer la espirometría a la gran mayoría de "los traumatizados severos".
Según dijo Botana en radio Sarandí,los "grandes problemas"·detrás de la alta siniestralidad están en la velocidad "y las fallas mecánicas", áreas en las que faltan "medidas".
"¿Por qué no controlamos eso? Yo estoy dispuesto y encantado de hacer una ley que mande preso al que transforma a un vehículo en un arma por velocidad o maniobras peligrosas. No estoy de acuerdo entener una prohibición que no da resultado.Si yo prohíbo, perjudico a un sector y no mejoro,¿por qué mantengo la prohibición? ¿por tozudez? No corresponde",afirmó.
El senador nacionalista añadió que varios países del mundo desarrollado tienen límites de entre 0,5 y 0,8 gramos de alcohol por litro de sangrey hasta "veinte veces menos accidentes graves y fallecidos ."
Paul Ruiz, que es doctor en Psicología, docente de la Universidad de la República e investigador del Sistema Nacional de Investigadores y del Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas (Pedeciba) especializado en alcohol y otras sustancias que generan adicciones. (...) y hace años se dedica al estudio de las adicciones en general y del alcohol en particular, señala que hay cuatro grandes cuestiones que deberían tomarse en cuanta como motivos para no elevar la tolerancia de alcohol en sangre. Algunas se desprenden de aspectos propios de la experiencia en el trabajo dentro del área de la toxicología y la psicología del consumo, otras surgen del propio trabajo que él está llevando a cabo.
“Cuando se flexibiliza una medida de este tipo, lo que sucede es que se cambia la percepción del riesgo que representa esa sustancia en la población”, dispara Ruiz. “Sobre los cambios en la percepción de riesgo hay abundante literatura, papers con diferentes poblaciones ‒adultos, adolescentes, niños‒ que muestran la relación clarísima que hay entre la percepción de riesgo y el consumo de alcohol”, alerta. El corolario es preocupante: cuanto menos riesgoso se percibe el tomar alcohol, más alcohol se toma.
“Al modificar los límites, en este caso con mayor tolerancia, se modifica la percepción de riesgo, que es justamente a donde apuntan los planes de prevención. Cuando se genera un plan de prevención social, ya sea a través de los medios, legislando, en centros educativos, a lo que se apunta es a que la jurisprudencia acompañe la percepción que se pretende generar ante una droga”, explica. “Al flexibilizar este límite de alcohol en sangre para conducir, se flexibiliza también la percepción de riesgo”, dice, y lo baja de inmediato a términos más prácticos: “La gente va a pensar, entonces, que tomar y manejar no es tan grave, o que si toma un poquito no pasa nada, o que si se toma un par de copas capaz que le da positiva la espirometría pero que igual puede manejar”. (...) “Ese aspecto cognitivo-psicológico está muy estudiado y tiene efectos sabidos que en este caso son perjudiciales”, prosigue. Mientras el cero alcohol es un mensaje claro para la población, el 0,3 g/l o cualquier otro valor lleva a pensar que se puede tomar un poco e igual se puede manejar bien. Pero como vamos a ver, es difícil saber cuándo uno alcanzó una concentración determinada de alcohol en sangre.
“El segundo punto es que la población no conoce a qué equivale 0,3 gramos por litro de alcohol en sangre”, dice Ruiz. Su afirmación no es una simple opinión ni tampoco una opinión calificada tras estudiar el tema o dar charlas sobre consumo de alcohol en ambientes académicos, autoridades, educadores y adolescentes; la afirmación de Ruiz se desprende de una encuesta que está llevando adelante en este preciso instante. Cabe aclarar además que el investigador ha publicado varios artículos en revistas científicas sobre distintos aspectos del consumo de drogas en general, y del alcohol en particular, basados en encuestas realizadas con la misma metodología que la actual. Cuando lo entrevisté para esta nota, el miércoles 20 de diciembre, la encuesta había sido completada por 825 personas que brindaron datos válidos.
“La ficha técnica mínima de esta encuesta sería que hay personas de todos los niveles educativos, de edades entre 18 y 80 años; 50% son de Montevideo y 50% del resto del país, y están representados todos los departamentos. Eso último es importante resaltarlo, porque una de las cosas que han marcado quienes quieren flexibilizar estos límites es que esto se trata de una discusión citadina, que solamente a la gente de Montevideo le importa o le impacta la ley, y que a la gente del interior esto le da lo mismo”, destaca.
En la encuesta hay una pregunta que pretende medir el nivel de aprobación de la ley. Dice así: “Desde el año 2016 en Uruguay rige la ley de tolerancia cero que determina que los conductores de vehículos deben tener 0 alcohol en sangre. ¿Usted qué piensa al respecto?”. Las opciones para completar son: “Estoy de acuerdo con la ley, las personas que manejan no deben tomar alcohol”; “No estoy de acuerdo, creo se debería flexibilizar” y “No sabe / no contesta”.
¿Qué piensa acerca de la ley de tolerancia cero que determina que los conductores de vehículos deben tener 0 alcohol en sangre?
“Este punto es importante para la discusión política de esta medida”, reflexiona Ruiz al informar que 89% de los encuestados declaró estar de acuerdo con la actual tolerancia cero al alcohol para manejar. “Prácticamente 90% de las personas encuestadas sostiene que esto no hay que cambiarlo. Esta iniciativa, que es una cuestión política que trata de beneficiar a ciertos grupos con intereses particulares o a ciertas actividades, no responde ni a la política de salud pública ni tampoco estaría acorde a la opinión pública”, considera.
Pero la encuesta va más allá de este dato. Tres preguntas intentan indagar en el hecho de si las personas saben a qué equivale, en copas de vino, vasos de cerveza o medidas de whisky, una concentración de 0,3 g/l de alcohol en sangre. “Cuando les hacemos esas preguntas a las personas, la gran mayoría no sabe qué responder o da respuestas erróneas”, reporta Ruiz tras analizar los datos obtenidos.
“Con este cambio se está induciendo al error, no sólo por el desconocimiento, ya que gran cantidad de gente dice que no sabe o no tiene ni idea de cómo predecir ese 0,3, sino porque además la cantidad de alcohol en sangre está influenciada por muchos factores”, afirma Ruiz.
El investigador repasa algunos de los varios factores que inciden en la metabolización del alcohol reportados por la literatura científica: si la persona ha comido o no; cuánto tiempo hace de la última comida; en qué consistió esa comida; el sexo de la persona; el volumen y la velocidad de consumo; si toma medicamentos; si padece alguna enfermedad crónica; si está fatigada, estresada y el humor que presenta cuando consume; si hace deporte; el tamaño y el peso; la relación músculo-grasa; la edad; la tolerancia genética; la tolerancia metabólica; la tolerancia de contexto y las expectativas respecto de la droga. Ruiz reitera que son sólo algunos de los factores que inciden en que distintas personas, e incluso una misma, metabolicen de forma distinta la misma cantidad de alcohol. Y esto implica un problema práctico: “Esto da un factor de impredecibilidad tal que no se puede hacer una cartilla lo suficientemente clara para que las personas puedan anticipar, según lo que hayan tomado, cuánto alcohol van a tener en sangre, y por tanto, qué va a dar el espirómetro”, sostiene. “El valor de impredecibilidad que implica no pasar el límite de 0,3 es como jugar a la ruleta rusa”, advierte.
“Los argumentos que se están esgrimiendo para flexibilizar la tolerancia de alcohol en sangre para conducir no pasan por cuestiones técnicas, sino por decisiones políticas” afirma el investigador. “Es un error comparar a Uruguay con otros países, como por ejemplo Alemania, donde el límite permitido es de 0,5 g/l. No se pueden comparar dos variables en el aire sin contemplar los contextos. No se puede comparar la relación entre la legalidad del alcohol con la siniestralidad en el tránsito en Uruguay y Alemania haciendo de cuenta que son dos realidades equivalentes”, reflexiona, y destaca que comparar sin más análisis “es un error metodológico grave”.
“Esto que ahora estamos discutiendo, ¿tiene fundamentos científicos o es una cuestión política?”, se pregunta Ruiz, y dice que así como el GACH le pidió al gobierno que aclare qué medidas de las que toma están basadas en sus recomendaciones, algo similar debería suceder con esta iniciativa. “Desde mi punto de vista, todo esto está movido por intereses políticos. Aquí no hay ciencia que valga para respaldar una flexibilización de los límites de tolerancia de alcohol en sangre para conducir”.
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