Shánkara (788-820) fue uno de los más importantes pensadores de la India. Fue el primero que consolidó la doctrina advaita vedanta (una de las escuelas vedanta en la India).
También se le conoce como:
Adi Shánkar significa ‘el [dios] Shiva principal’, siendo ādi: primer o principal; y śaṅkara: el dios Shiva.
Su gurú (maestro espiritual) fue un sanátani (practicante del sanátan-dharma, la ‘religión eterna’, el hinduismo) llamado Govindapada, quien era discípulo de Gaudapada autor de los kárika [comentarios en verso] del Mandukia-upanishad).
Las enseñanzas de Shánkara se sintetizan en tres tesis:
Shánkara afirma que la única doctrina de los Upanishad es la de la unidad. Sin embargo, puesto que no puede haber unidad separada de la diversidad, él no denomina "monismo" a su doctrina, sino solamente no dualidad (a: ‘no’; y dvaita: ‘dualidad’).
Estrictamente hablando, es por tanto erróneo decir, como ocurre en una pléyade de indólogos y orientalistas occidentales (como Fernando Tola, Carmen Dragonetti, Jean Roger Riviere, etc.) que Shánkara predica la unidad desnuda. Si así fuera, su Absoluto sería la "pura nada". Pero en cambio —como dice el maestro advaita Vachaspati (900-980 d. C.)—, Shánkara sólo niega lo múltiple, pero tampoco afirma a ultranza una sola realidad. Para actualizar esta opinión de la tradición, es decir que el advaita no es un monismo panteísta, sino un no dualismo, basta leer las obras completas de maestros advaitas contemporáneos como Ramana Maharshi, Nisargadatta, etc.
En habla española destacados profesores de la Universidad Complutense de Madrid (como Ernesto Ballesteros, Roberto Pla, Consuelo Martín, Mónica Cavallé, etc.) han investigado el advaita de manera profunda y rigurosa. El filósofo y teólogo Raimon Panikkar también basa buena parte de sus escritos en la tradición advaita, que describe como «ni monismo ni dualismo».
Se debe recordar que la tradición advaita se puede describir en términos de dos aspectos: la tradición filosófica de comentarios y subcomentarios a las obras vedánticas, y la tradición religiosa de la renuncia (saniasa), donde se destacan varias obras de Shánkara. Los dos aspectos están muy íntimamente relacionados. La tradición saniasa sigue viva hasta hoy. Shánkara creó la sampradaia (sucesión de maestros) dasanami y estableció cuatro mathas (monasterios) en Sringeri (en Karnataka), Puri (en Orissa), Duaraka (en Guyarat) y Yiotir Matha (en Uttar Pradesh). Los sucesivos jefes de estos mathas y de otros monasterios advaita de India, también se hicieron llamar shankaracharias. Los maestros más reconocidos en Occidente (que se hacían llamar yivan muktas o ‘liberados en vida’) fueron Vivekananda, Yogananda, Shivananda y Chinmaiananda.
Shankaracharia tuvo numerosos seguidores, discípulos y devotos pero cuatro obtuvieron mayor popularidad. Se llamaban Padmapada, Vartikakara, Hastamalaka y Totaka. Son reconocidos también por los cuatro Mathas (monasterios) establecidos en los cuatro rincones del país de India que adquirieron sus nombres y donde hoy se continúa transmitiendo sus enseñanzas hinduistas
Padmapadacharya fue el primero de los cuatro discípulos de Shánkara. Lo conoció en Kashi y fue aceptado gracias a su oración sincera. Estaba tan agradecido con su maestro cuando lo recibió como discípulo que atravesó un lago corriendo hacia él y se dice que donde sus pies tocaron el agua nació una flor de loto de donde nace su nombre que precisamente significa ‘aquel de los pies de loto’. Cuando se dice «ser como Padmapada» quiere decir ser delicado, caminar delicado, liviano y con alegría.
Fue su segundo discípulo. Era un intelectual muy reconocido y sobresaliente y vivía en un pequeño pueblo llamado Mahishmati (hoy en día es Maheshwar). Entraron ambos en un gran debate de varios días y finalmente Shánkara ganó y Vartikakara se convirtió en su discípulo, también conocido como 'Sureshwaracharya'.
Los padres de Hastamalaka lo creían un niño muy tonto e indulgente pues no pronunciaba palabra alguna, hasta que lo llevaron con Shánkara. Se dice que Shankaracharia le preguntó: «¿Quién eres, mi niño?», y él respondió: «Soy la eterna conciencia, que todo lo permea, sin forma ni materia». Shánkara le pidió a sus padres que le permitieran al niño ser su discípulo, y así fue.
Su nombre quiere decir ‘guinda-mano’ (o sea, ‘aquel que hace cualquier cosa fácilmente, tan fácil como sostener una guinda en la mano’). La frase «ser como Hastamalaka» significa ser tan eficiente que todo trabajo le resulta fácil y simple. Trotakacharya era el más inocente de los cuatro. No parecía entender el conocimiento o la espiritualidad. Pero estaba plenamente enamorado de su gurú y quería hacer todo lo que pudiera por él. Estaba inmerso en devoción pero era muy torpe e interrumpía los profundos discursos de Shankaracharia. Un día Shánkara no quería empezar su charla sin la presencia de Trotaka, quien estaba lavando la ropa y preparando comida. Los demás discípulos no entendían por qué, ya que de cualquier manera Trotaka no comprendería las palabras de Shánkara. De pronto escucharon a Trotaka viniendo y cantando unos slokas jamás antes oídos y muy profundos y hermosos. Todos los presentes quedaron maravillados. Shankaracharia demostró con su discípulo que el conocimiento emerge no solo de la inteligencia o intelectualidad sino también de la profunda devoción al gurú.
Con respecto a la época en que vivió Shánkara, se proponen al menos dos hipótesis:
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