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Sodalicio



El Sodalicio de Vida Cristiana (también conocido por su nombre en latín Sodalitium Christianae Vítae, SCV) es una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio, según el Código de Derecho Canónico[1]​ que rige para la Iglesia católica. Fue fundado en Lima (Perú) por Luis Fernando Figari el 8 de diciembre de 1971, día en que la Iglesia católica celebra la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Adquirió su forma canónica actual al ser aprobada definitivamente por el papa Juan Pablo II el 8 de julio de 1997.[2]

El Sodalicio está compuesta por laicos consagrados y sacerdotes que viven en comunidad, llamados sodálites, quienes viven los consejos evangélicos haciendo compromisos perpetuos de celibato y obediencia, así como de comunicación de bienes.

Los sodálites reconocen un llamado a la santidad, que consideran un llamado particular de Dios a una entrega plena. Para ello buscan recorrer un camino espiritual de encuentro y configuración con la persona de Jesús de Nazaret, que llaman el proceso de amorización. Este es un recorrido que quieren alcanzar por medio de la piedad filial a Santa María.

Al mismo tiempo que buscan alcanzar la santidad, los sodálites participan de la misión evangelizadora de la Iglesia, intentando que la Buena Nueva se difunda en las culturas del ser humano.[3]

Según señala el grupo, el apostolado sodálite es universal, «abierto a una multiplicidad de campos de evangelización». Sin excluir otros ámbitos promueve tres acentos: la promoción de la juventud, la evangelización de la cultura, y la ayuda social a los más pobres.[4]​ También son ámbitos de importancia la promoción de la familia y la defensa de la vida, y la educación como espacio de evangelización de la cultura.

Al ser reconocida como sociedad de vida apostólica laical de derecho pontificio, el Sodalicio depende de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica de la Santa Sede. Se trata de la primera sociedad de vida apostólica laical en haber sido reconocida por el derecho pontificio.

El gobierno del Sodalicio recae en un «superior general» que es elegido cada seis años por una asamblea general. Actualmente el superior general es José David Correa González, de nacionalidad colombiana, que le corresponde gobernar el periodo 2019-2025.[5]

La espiritualidad del Sodalicio es conocida como la espiritualidad sodálite, que conforma como en la tradición eclesial una familia espiritual, es decir un amplio grupo de personas que viven su relación con Dios desde una perspectiva particular siempre en comunión con la gran tradición de la Iglesia. La familia espiritual del Sodalicio es conocida como la Familia Sodálite, integrada por diversas asociaciones, obras y personas que viven la espiritualidad sodálite y se ven alentadas en la vivencia de la fe por ella.

El Sodalicio de Vida Cristiana fue fundado por Luis Fernando Figari el 8 de diciembre de 1971. Un grupo de jóvenes, que pasaron de la política a la filosofía, decidieron que la respuesta a las rupturas que experimenta el corazón humano, debía ser religiosa. Se trató «de un proceso de búsqueda centrado en el afán de descubrir el sentido de la propia vida y de la sociedad, en la que no hubo duda que detrás de la gran temática del hombre, detrás de la problemática social, se descubre la temática religiosa».[6]

En diálogos con el P. Gerald Haby, un sacerdote marianista conocedor de la espiritualidad mariano-cristocéntrica propuesta por el Beato Guillermo José Chaminade, se fue gestando un Sodalicio, una asociación de fieles para fomentar el amor filial mariano, camino que debía llevar a una vida santa y a una dedicación al apostolado en el mundo. Surge así la idea de la consagración a María en medio de las ocupaciones de la vida cotidiana, aspecto que fomentó el Concilio Vaticano II.[7]

El influjo del Concilio Vaticano II, en particular del documento Apostolicam actuositatem, que explicita el apostolado de los laicos como consecuencia de la gracia sacramental adquirida en el bautismo, orientándolos a consagrar todo el mundo a Dios en la vida cotidiana, fue de gran importancia para orientar el apostolado y misión del Sodalicio. Además, otros documentos conciliares como la Lumen gentium y la Gaudium et spes; la encíclica Evangelii nuntiandi del papa Pablo VI; y el documento de conclusiones de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.[8]

En los siguientes años el Sodalicio experimentó un importante crecimiento en su apostolado juvenil, aspecto que fue una de las opciones preferenciales del documento de la Conferencia Episcopal de Puebla. La preparación sacramental para la confirmación, las Jornadas de Meditación Cristiana, los retiros Dios y Naturaleza, los congresos católicos de jóvenes Convivio y las Agrupaciones Marianas surgieron principalmente en la ciudad de Lima (Perú), ámbito inicial de su apostolado.

El arzobispo de Lima y primado del Perú, cardenal Juan Landázuri Ricketts, OFM, quien por muchos años fue también presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, alentó al Sodalicio de Vida Cristiana desde sus inicios[9]​ y en 1977 aprobó los Estatutos como una asociación privada de fieles, según el Código de Derecho Canónico de 1917[10]​ que entonces regía a las instituciones eclesiales. Se trataba de un primer paso jurídico-eclesiástico en el proceso que llevó al Sodalicio hasta su forma actual.

Con las primeras experiencias de vida comunitaria en Lima, recién en 1978, surgen los primeras pautas para la vida fraterna en común,[11]​ que recogieron aspectos de la tradición eclesial de las comunidades religiosas. En una pequeña casa situada en el distrito de Jesús María, pequeños grupos de sodálites irían haciendo un ensayo de la vida fraterna en común.

En 1978 comenzó Misiones Universitarias, que luego se llamaría Acción Misional, y hoy forma parte del Movimiento de Vida Cristiana (MVC) con el nombre de Misiones MVC. Se trata de un servicio apostólico de jóvenes que comparten la fe colaborando espiritual y materialmente en zonas rurales o urbano-marginales afectadas por la pobreza.[12]​ Dos años después surgió también un servicio de atención a niños enfermos en el Hospital del Niño en Lima, conocido hoy como Siloé.

Tras la profesión perpetua del fundador Luis Fernando Figari, siguieron las profesiones de los primeros sodálites. En 1981 fue ordenado el primer sacerdote del Sodalicio, el P. Jaime Baertl Gómez, por el arzobispo de Arequipa Mons. Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio, SJ. Al año siguiente el cardenal Juan Landázuri Ricketts, OFM, ordenaría sacerdote a José Antonio Eguren, actual arzobispo metropolitano de Piura (Perú).

En los primeros meses de 1984 se inaugura el Centro de Formación Nuestra Señora de Guadalupe ―originalmente situado en el balneario de San Bartolo, al sur de Lima―, que serviría para los primeros años de formación inicial.

En 1984, el arzobispo de Arequipa, Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio, invitó al Sodalicio a fundar una comunidad en dicha ciudad en el sur del Perú. Se trataba de la primera comunidad fuera de Lima, su ciudad de origen. Para entonces el Sodalicio ya contaba con varias comunidades en la ciudad de Lima.

El mismo año Luis Fernando Figari es invitado a dar la «Catequesis sobre el Amor»,[13]​ una de las catequesis en español en el Jubileo de los Jóvenes, en Roma, durante el Año Santo de la Redención.

En enero de 1985 se realizó en la ciudad de Arequipa el I Congreso Internacional sobre la Reconciliación, para reflexionar sobre el pensamiento de Juan Pablo II. Un mes antes había sido publicado la exhortación apostólica postsinodal Reconciliatio et paenitentia, del papa Juan Pablo II, que fue importante en la temática del congreso.[14]​ A este congreso le siguieron otros.

Ese mismo año sobre la experiencia de diversas asociaciones e iniciativas apostólicas existentes se forma el Movimiento de Vida Cristiana. Surge también la asociación Vida y Espiritualidad, que edita la Revista VE.[15]

A solicitud de los padres de familia del Colegio Santa María, en la ciudad de Chincha al sur de Lima, el Sodalicio asume la administración del plantel escolar.

En 1986, el cardenal Eugênio de Araújo Sales (arzobispo de Río de Janeiro), invitó al Sodalicio a iniciar su primera comunidad fuera del Perú, en Brasil. El Sodalicio asumió la parroquia Nossa Senhora da Guía.[16]​ En las favelas del territorio parroquial se organiza una labor solidaria, y surgen entre los parroquianos los primeros grupos de parejas de casados, que hoy forman parte de la asociación Familia de Nazaret del MVC.

En junio de 1987, en Lima (Perú), se inauguró el primer centro pastoral Santa María de la Evangelización promovido por el Sodalicio. En ese tiempo surgió también la asociación Betania para mujeres adultas que buscan formarse y vivir la fe cristiana. En Arequipa se fundó el Instituto del Sur para la enseñanza de carreras técnicas con una perspectiva de formación integral humana.

El nuevo Código de Derecho Canónico se había publicado en 1983, tras lo cual el Sodalicio fue definiendo mejor su figura jurídica en diálogo con el arzobispo de Lima, el cardenal Juan Landázuri Ricketts, OFM, y tras diversas consultas canónicas modificó sus Estatutos en 1986, manteniéndose aún como una asociación privada de fieles, pero con una estructura propia de una sociedad de vida apostólica, que son instituciones dedicadas al apostolado, con vida fraterna en común, según las propias constituciones.[17]​ Los nuevos estatutos fueron aprobados en 1989 y se erige canónicamente, en la arquidiócesis de Lima, el Sodalicio de Vida Cristiana.

En 1989 se creó en la arquidiócesis de Lima la parroquia Nuestra Señora de la Reconciliación,[18]​ la que fue encomendada por el arzobispo de Lima al Sodalicio. El obispo del Callao, Mons. Ricardo Durand Flórez,SJ, invitó al Sodalicio a fundar una comunidad en la diócesis vecina a Lima.

A solicitud del arzobispo de Medellín, el cardenal Alfonso López Trujillo, el Sodalicio llega a Colombia asumiendo una parroquia en 1990. Ese mismo año se funda una segunda comunidad en Brasil, en la ciudad de Petrópolis, desde la que se colabora con el apostolado juvenil en el ámbito universitario, la enseñanza escolar y la atención solidaria.

El 25 de marzo de 1991 ―solemnidad de la Anunciación-Encarnación―, Luis Fernando Figari creó la Fraternidad Mariana de la Reconciliación,[19]​ asociación de mujeres consagradas para el servicio apostólico, que llevan vida en común.

En 1992 el Sodalicio fundó una comunidad en la diócesis de Santo Amaro, en la ciudad de São Paulo en Brasil, sumando con presencia en tres ciudades del Brasil.

En la fiesta de la cátedra de San Pedro, el 22 de febrero de 1994, el Sodalicio fue erigido como Sociedad de Vida Apostólica de derecho diocesano, por el arzobispo de Lima el cardenal Augusto Vargas Alzamora S. J. En el mes de diciembre de 1994 se celebró la I Asamblea General Ordinaria del Sodalicio, ya como sociedad de vida apostólica, ocasión en la que se presentaron las Pautas para la vida fraterna.

En 1995 se inauguró en la ciudad de Lima la comunidad Madre de la Fe y Nuestra Señora del Mar, y al año siguiente la comunidad y el templo parroquial Nuestra Señora de la Reconciliación. Se realizó también el V Congreso Internacional sobre la Reconciliación.

El Sodalicio por razones administrativas, adaptándose a las nuevas Constituciones, erigió su primera región en 1996: la Región Perú, que por entonces reunía las comunidades de las jurisdicciones de Lima, Callao, Chosica, Lurín y Arequipa. Al año siguiente se erigió la Región Brasil, con comunidades en Río de Janeiro, Santo Amaro (en la ciudad de São Paulo) y Petrópolis.

En diciembre de 1996, a consecuencia de la creación de la diócesis de Chosica en Lima (Perú), se erige la Parroquia Nuestra Señora de la Cruz que es encomendada al Sodalicio.

El 8 de julio de 1997, 25 años después de su fundación, el papa Juan Pablo II aprobó el Sodalicio de Vida Cristiana como Sociedad de Vida Apostólica laical de Derecho Pontificio,[20]​ dependiente de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Pocos meses después se erigió la comunidad sodálite Nossa Signora della Evangelizzazione en la ciudad de Roma. Finalizando el año se fundó en Arequipa la Universidad Católica San Pablo.

En mayo de 1998 ―durante la Solemnidad de Pentecostés― el Sodalicio promovió la participación del MVC en el Encuentro de Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades, convocado por el papa Juan Pablo II. Diversos miembros de la Familia Sodálite, entre ellos también sodálites, fueron invitados a participar del Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales que se realizó en esos días.

El 15 de agosto de 1998 ―solemnidad de la Asunción de la Virgen María―, Luis Fernando Figari fundó las Siervas del Plan de Dios,[21]​ una fundación de mujeres consagradas a Dios mediante la «plena disponibilidad apostólica», que viven en comunidad y realizan un servicio evangelizador y solidario.

En enero de 1999 el Sodalicio erigió en Santiago de Chile la comunidad Nuestra Señora del Carmen. El 6 de diciembre de 1999, durante la I Asamblea Plenaria del MVC en Roma, el papa Juan Pablo II se dirigió a los miembros del Movimiento de Vida Cristiana y del Sodalicio de Vida Cristiana invitándolos a ser artesanos de reconciliación en el mundo actual.[22]

En diciembre del año 2000 se celebró la II Asamblea General Ordinaria del Sodalicio de Vida Cristiana en la ciudad de Lima, en la que se eligió nuevamente a Luis Fernando Figari ―fundador del Sodalicio― como superior general.

Al comenzar el año 2001 se creó la Región Colombia ―que comprendía las jurisdicciones de Medellín, Cali y Bogotá―. Días después la Santa Sede aprueba la incardinación de los sacerdotes sodálites al Sodalicio, concluyendo así el proceso jurídico como sociedad de vida apostólica.

El 13 de febrero de 2001 fallece Germán Doig, quien había sido el primer vicario general y coordinador del Movimiento de Vida Cristiana desde sus inicios.

El año 2002 se estableció en Guayaquil (Ecuador) la comunidad Inmaculado Corazón de María. El 7 de abril de 2002, el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne ordenó obispo a monseñor José Antonio Eguren, quien fue nombrado obispo auxiliar de Lima hasta julio del 2006.

Aceptando la invitación del entonces arzobispo de Denver, monseñor Charles Chaput (OFM), para administrar el Saint Malo Retreat Center, el Sodalicio fundó en 2003 una comunidad en el estado de Colorado (Estados Unidos).

En 2004, el cardenal Jorge Mario Bergoglio ―arzobispo de esa jurisdicción eclesiástica y actual papa Francisco― invitó al Sodalicio a Buenos Aires (Argentina). En 2005 se fundó en Bogotá (Colombia) la comunidad Nuestra Señora de Chiquinquirá; y en San José (Costa Rica) la comunidad Nuestra Señora de los Ángeles.

El año 2006 es nombrado obispo de Ayaviri Mons. Kay Martín Schmalhausen Panizo.[23]​ Meses después Mons. José Antonio Eguren es nombrado arzobispo de Piura. Para acompañar la pastoral de los obispos el Sodalicio funda en Piura y en Ayaviri comunidades al año siguiente.

La III Asamblea General Ordinaria del Sodalicio de Vida Cristiana se llevó a cabo en diciembre de 2006 en la que nuevamente se elige como superior general a Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio.

En 2007 se erigió en Santiago de Chile la segunda comunidad del Sodalicio, con el nombre de Madre de los Apóstoles.

En el año 2009 se creó el centro de formación Santa María del Lago en la localidad de Nemi, en las cercanías de la ciudad de Roma, concebida como casa para estudiantes sodálites en las universidades romanas.

Tras la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (2007) realizada en Aparecida (Brasil), en 2010 el Sodalicio fundó en ese centro mariano la comunidad Santa María da Nova Evangelização.

En diciembre de 2010, Luis Fernando Figari renunció a su cargo y se convocó a una Asamblea General Extraordinaria para la elección de su sucesor. Con ello concluía la fase en la que la comunidad eclesiástica fue gobernada por su propio fundador.

En la Asamblea General Extraordinaria de enero de 2011 fue elegido como superior general Eduardo Regal Villa, peruano, quien desde el año 2001 había sido Vicario General y Coordinador General del Movimiento de Vida Cristiana.

En diciembre de 2012, en la IV Asamblea General Ordinaria, los delegados del Sodalicio para la asamblea eligieron a Alessandro Moroni Llabrés, peruano, quien desde 1999 era superior en Santiago de Chile.

En la V Asamblea General Ordinaria de enero de 2019 fue elegido como superior general José David Correa González, colombiano, quien ejerció cargos de responsabilidad en el Movimiento de Vida Cristiana en las ciudades de Arequipa y Santiago de Guayaquil. Además la V Asamblea emitió un «comunicado de perdón y reconciliación» en el que pidió perdón «a toda persona que haya sufrido escándalo, confusión y dolor» a causa de los abusos y faltas cometidos por sus miembros y señaló que Luis Fernando Figari no es más considerado como un referente espiritual para la vida sodálite.

En abril de 2019, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica nombró al P. Gianfranco Ghirlanda, SJ. como Delegado para la formación[24]​ y a fray Guillermo Rodríguez, O.F.M., como Asistente Pontificio ad nutum del Sodalicio de Vida Cristiana.[25]​ El P. Ghirlanda es responsable de acompañar el proceso de elaboración de la Ratio formationis, un documento que recoge el itinerario formativo durante las diversas etapas de la vida comunitaria. Por su parte fray Rodríguez debe asesorar y apoyar al Superior General y Gobierno General del Sodalicio, además de brindar su ayuda para el cumplimiento de las directivas dadas por la Santa Sede al Sodalicio.

En enero de 2018, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica dispuso el Comisariamiento del Sodalicio de Vida Cristiana y nombró Comisario Apostólico de la sociedad a Monseñor Noel Antonio Londoño Buitrago, C.Ss.R., Obispo de Jericó (Antioquía), Colombia y Comisario Adjunto a fray Guillermo Rodríguez, O.F.M. La Santa Sede dispuso que el Cardenal Joseph William Tobin, C.Ss.R., se mantenga como Delegado ad nutum, particularmente para cuestiones de índole económica.[26]​ El Sodalicio de Vida Cristiana, a través de un comunicado, aseguró su disposición a colaborar con el Delegado ad nutum y el Comisario Apostólico.

Durante la V Asamblea General Ordinaria de enero de 2019 la Santa Sede dispuso el fin del Comisariamiento del Sodalicio de Vida Cristiana y la continuidad del Cardenal Joseph William Tobin como Delegado ad nutum del dicasterio para el Sodalicio, especialmente para las cuestiones de índole económica.[27]

Dentro de la común espiritualidad de la Iglesia católica, el Sodalicio posee una espiritualidad, disciplina y estilo propios. Estos son medios adecuados para vivir la propia conversión y misión dentro de la Iglesia.[28]

La «vivencia integral de la fe», que es el fundamento de la vida cristiana, como un don que se proyecta en la acción. Para ello los miembros del Sodalicio se forman en la «fe en la mente» mediante la lectura, el estudio y la oración, en especial con la meditación de las Sagradas Escrituras; buscan además acoger la Palabra de Dios, profundizando y rezando unidos con la Iglesia la Palabra de Dios para llevar la «fe en el corazón»; y siguen el ejemplo de la bienaventurada Virgen María para vivir el amor a Dios y a los seres humanos en la «fe en la acción».[29]

La «centralidad del Misterio Trinitario» que orienta la aspiración a vivir una vida cristiana plena y perfecta en el Amor; amor al Padre Creador por el Hijo en el Espíritu Santo, amor filial a Santa María y amor a los seres humanos invitados a vivir la Comunión Trinitaria de Amor como horizonte de máxima realización humana.[30]

El «reconocimiento de la Encarnación del Verbo Eterno» en el seno purísimo de María Virgen como el acontecimiento central de la historia humana, en la que Jesús Reconciliador restaura la humanidad caída y revela plenamente la identidad y vocación de todo ser humano.[31]

El «amor filial a Santa María», como camino de configuración con su Hijo Jesús y de crecimiento en la vida cristiana, a través del proceso de amorización.[32]​ Ella que fue la Madre del Señor Jesús, es también para los sodálites su madre espiritual, lo que está expresado en el lema: «Por Cristo a María y por María más plenamente al Señor Jesús».[33]

La «vida comunitaria», dimensión en la que el ser humano descubre la realización como ser creado para vivir el encuentro y la comunión con los demás. En la vida comunitaria las personas que viven la espiritualidad sodálite acogen el don de la fe, profundizándola para compartirla y celebrarla, viviendo en espíritu de familia la participación en la Comunión Divina de Amor, como los discípulos en torno a María, la Madre de los Apóstoles.[34]​ Los integrantes del Sodalicio y su familia espiritual se reúnen como amigos en el Señor, para compartir la vida de fe, donde unos a otros sean estímulo de fervor, de humildad, de oración, de reverencia, de alegría, de trabajo, de apostolado, de solidaridad.[35]

El esfuerzo por vivir una «espiritualidad de la vida cotidiana», haciendo de la propia persona y de sus acciones un «culto agradable a Dios», viviendo las virtudes evangélicas, ejercitándose en la presencia de Dios, cumpliendo los deberes según la propia condición y oficio, respondiendo eficazmente a los dones personales para cumplir los planes de Dios.[29]

La «adhesión al don la reconciliación» para vivir en primera persona la propia conversión, y que con el testimonio de la palabra y la vida, pueda repetir con el apóstol Pablo: «No soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí».[36]​ Así, para la espiritualidad sodálite, se logra el cambio del corazón humano, cambio interior que es la base de todo cambio social.

La eclesialidad que se expresa en la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y Santo Padre,[37]​ en la participación de la vida eclesial y la disposición de servicio a su misión evangelizadora, buscando hacer más asequible la Buena Nueva del Evangelio.[38]

La espiritualidad sodálite se encuentra relacionada con otras espiritualidades de la Iglesia, con las cuales distintos miembros del Sodalicio, a lo largo de su corta historia, han entrado en diálogo intelectual y espiritual para ir perfilando los aspectos de una espiritualidad para estos tiempos.

La espiritualidad del Sodalicio tiene influencias, entre otros importantes autores espirituales católicos, del beato Guillermo José Chaminade (1761-1850), de san Ignacio de Loyola (1491-1556), de varios Padres de la Iglesia, diversos autores de la escuela benedictina y cisterciense ―entre ellos san Bernardo de Claraval (1090-1153)― así como de la Escuela Francesa de Espiritualidad, como el cardenal Pierre de Berulle (1575-1629). También de algunos espirituales de la Reforma española, como el abad Cisneros (1455-1510), Fray Luis de Granada (1504-1588) y san Juan de Ávila (1500-1569).[39]

El gobierno en el Sodalicio se entiende como un servicio, y se ejerce en diversos niveles, ya sea general, regional o local. Al ser una Sociedad de Vida Apostólica de Derecho Pontificio el Sodalicio depende de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, un dicasterio de la Santa Sede. Todos las autoridades del Sodalicio se rigen según las Constituciones propias y las normas correspondientes del Código de Derecho Canónico.

El Sodalicio está gobernado por un Superior General elegido cada seis años por una Asamblea General compuesta por delegados elegidos en su mayoría por los integrantes de derecho pleno del Sodalicio. Esta asamblea cuando está reunida es la máxima autoridad y sus decisiones obligan a todos. La última se celebró en diciembre de 2012.

Actualmente el superior general es Jose David Correa Gonzales, colombiano elegido en diciembre del 2019 para gobernar durante el periodo 2019-2025.[40]

Junto al superior general componen el Consejo Superior un vicario general, y cinco asistentes generales responsables de las áreas de Espiritualidad, Instrucción, Apostolado, Comunicaciones y Temporalidades, quienes también son elegidos en la Asamblea General por el mismo periodo de tiempo.

Por razones administrativas el Sodalicio se divide en regiones, que la gobierna un superior regional designado por el superior general. A su vez el superior regional tiene un consejo regional que lo asiste compuesto por asistentes regionales en las cinco áreas de Espiritualidad, Instrucción, Apostolado, Comunicaciones y Temporalidades.

Una región puede reunir varios centros y obras propias, de las que es responsable el superior regional.

A cargo de cada centro del Sodalicio está un Superior local, que es designado por el superior general. A semejanza de las otras estructuras de gobierno, también existe un consejo local con responsables en las cinco áreas de Espiritualidad, Instrucción, Apostolado, Comunicaciones y Temporalidades. Un centro puede reunir una o varias comunidades sodálites, además de obras propias.

La Familia Sodálite es el conjunto de personas, instituciones y obras que se adhieren a la espiritualidad del Sodalicio. Según su estado de vida, los integrantes de la Familia Sodálite buscan vivir una vida cristiana auténtica y la construcción de un mundo mejor, más fraterno y reconciliado.[41]

Quienes participan en la Familia Sodálite lo hacen a nivel personal o asociativo, y son fieles cristianos de la Iglesia Católica, de cualquier edad o condición, que quieren vivir orientados por la espiritualidad sodálite como camino para alcanzar la santidad y se sienten identificados con esta familia espiritual.

Actualmente la Familia Sodálite alcanza a personas en los cinco continentes que se identifican con la espiritualidad sodálite.[42]

Aunque hay padres de sodálites que respaldan la vocación de sus hijos, y algunos de ellos incluso integran asociaciones o forman parte del Movimiento de Vida Cristiana, también hay padres que están en desacuerdo, como los que reportó el año 2001 un programa de cable peruano. Esas acusaciones fueron desmentidas por testimonios de padres de sodálites que viven en las comunidades del Sodalicio.[43]​ Las mismas críticas, promovidas por el oculista Héctor Guillén Tamayo (autor del blog Estado Laico) reaparecieron el año 2003, acusando de supuesto lavado de cerebro y separación de los hijos de sus padres (su hijo formó parte del Sodalicio); de ser conservadores, elitistas, autoritarios y fundamentalistas.[44]

En 2011 el Sodalitium a través de un comunicado público informó sobre «inconductas sexuales» cometidas por Germán Doig, ex-vicario general, fallecido diez años antes. En una entrevista el 1 de febrero de 2011, el Sodalicio confirmó la cancelación del proceso de beatificación del difunto laico consagrado,[45]​ debido a tres «gravísimas acusaciones» que evidenciaron que Doig llevó una «doble vida». Según la versión de Diario 16 se le ordenó retirarle «el culto y la fe» debido a su «traición al Señor».[46]​ Ya desde fines del 2010, el Sodalicio había informado a miembros de su familia espiritual y autoridades eclesiásticas, y también había expurgado toda mención al fallecido vicario general Germán Doig en todos los sitios de Internet que hablaban de él.[47]

En diciembre de 2010, el fundador del Sodalicio, Luis Fernando Figari, había renunciado a su cargo de superior general alegando «motivos de salud». En agosto de 2011 un diario limeño notificó la existencia de denuncias de abuso sexual en su contra, acusaciones que Figari declaró falsas.[48]​ El año 2014 el Superior General del Sodalicio, Alessandro Moroni, le impuso una vida en la que intensifique la oración y la penitencia.[49]​ El 22 de abril de 2015 la Santa Sede designó un Visitador Apostólico para investigar las acusaciones de comportamientos impropios de Figari, según informó el mismo Sodalicio.[50]

Tras las acusaciones aparecidas en diversos medios en octubre de 2015, en su libro Mitad Monjes, Mitad Soldados,[51]​ Pedro Salinas (antiguo miembro del SCV en los mediados de los '80), acusa con testimonios anónimos, no verificados, de presuntos abusos sexuales en el SCV. Figari aceptó que cometió excesos en la formación de los miembros del Sodalicio, pero que no ha cometido abusos sexuales.[52]​ El 5 de abril de 2016 Alessandro Moroni, superior general del Sodalicio, declaró que considera culpable moral a Figari de las acusaciones que se le imputan, independientemente de las decisiones de la Santa Sede o la Fiscalía, y lo declaró como persona non grata para la institución.[53]

La Presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) había respondido el 2 de noviembre de 2015 principalmente a las acusaciones contra Figari, rechazando cualquier tipo de abuso, ofreciendo colaboración con las leyes civiles y disposición para acompañar a los afectados y comprometiéndose a proteger y defender la vida y la inocencia de los niños.[54]

El 29 de abril de 2016 la Santa Sede nombró al actual Cardenal Joseph William Tobin, por entonces arzobispo de Indianápolis, hoy de Newark, Estados Unidos, como delegado ad nutum de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica para el Sodalicio de Vida Cristiana, encomendándole aconsejar y sostener al superior general y al gobierno del Sodalicio en el cumplimiento de todas sus competencias, entre ellas guiar al gobierno del Sodalicio en las decisiones a adoptar en el caso de Luis Fernando Figari y de la administración de los bienes del Sodalicio.[55]​ Alessandro Moroni trasladó a Luis Fernando Figari a un lugar más acorde a las medidas dispuestas por la Santa Sede.

En mayo de 2016, 5 exmiembros del Sodalicio de Vida Cristiana presentaron una denuncia penal contra Luis Fernando Figari y otros miembros de la comunidad por los delitos de asociación ilícita para delinquir, secuestro y lesiones graves.[56]

El 21 de enero de 2017, la comunidad sodálite dispuso la entrega de un monto de reparación por casi 2.8 millones de dólares estadounidenses a las víctimas de abusos sexuales, físicos o psicológicos. El monto comprende reparaciones económicas, asistencia médica o sicológica, ayuda para la reinserción laboral y ayudas de otro tipo.[57]

En febrero de 2017 Figari, por mandato de la Santa Sede, fue exclaustrado (impedido de vivir en una casa del Sodalicio) por abusos sexuales que se habrían cometido hasta 1990 y por reiteradas faltas en su cargo de autoridad, la cual ejerció hasta el 2010. El mismo Sodalicio publicó un informe en el que se detalla el tipo de faltas cometidos por Figari y otros tres exmiembros.

Tras 12 de meses de trabajo, el 14 de febrero de 2017 se publicó el Informe Final sobre abusos cometidos en la comunidad sodálite realizado por los expertos internacionales Kathleen McChesney, Ian Elliott y Mónica Applewhite. Una de las responsables del informe, la sra. Kathleen McChesney, exmiembro del FBI, detalló que se entrevistó a más de 245 personas durante el proceso, entre acusados, testigos y víctimas. El informe incluye además una lista de recomendaciones para la prevención de abusos de todo tipo.



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