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Tájara



Tájara, o Tahara o Tajarja, entre otros nombres en los que aparece citada en las fuentes, era una alquería o lugar de moros, con una importante fortaleza defensiva en la frontera del Reino de Granada, localizada en lo que en la actualidad es el caserío de las Torres dentro del término municipal de Huétor-Tájar, en la provincia de Granada, comunidad autónoma de Andalucía, España.

El geógrafo e historiador de Dalías al-Udri (1003–1085) en su obra Nusus'an al-Andalus min kitab tarsi al-ajbar en el capítulo dedicado a la descripción de la cora de Elvira cita al iqlim (clima) de al-Taŷarat,[1]​ donde se encontraban entre otras, las alquerías de Taŷarat al-Ŷabal, Taŷarat al-Wadi y Taŷarat al-Laŷam (Tájara del Monte, Tájara del Río y Tájara del Llano respectivamente). El término de iqlim y la propia localización de las tres alquerías conlleva una gran problemática, pero varios autores coinciden en la identificación de Taŷarat al-Ŷabal con la alquería de Tájara.[1]

El polígrafo y geógrafo Ibn al-Jatib, nacido en Loja, en su al-Ihata fi ajbar Garnata (La información completa acerca de la historia de Granada) alude a la instalación del líder militar árabe Uqba b. Nuaym, perteneciente al yund de Damasco, en la alquería (qaryat) de Sikanb (Agicampe), una vez sofocada la rebelión bereber en el norte de África y la península ibérica. Al-Jatib sitúa esta alquería en el iqlim de al-Taŷarat (Tájara).[2][3]

Según el profesor Malpica, el editor confunde Yamal con Yabal (Tayarat al-Yabal) mencionado también por al-Udri y que sería Tájara del Monte, que entre otras ubicaciones posibles estaría el topónimo de Tajarilla.[4]

Una vez firmadas las Treguas de Majano (1430) entre el monarca castellano Juan II y los reinos de Aragón y Navarra, aliados con gran parte de la nobleza castellana, el monarca planificó una razia contra tierras granadinas. De la campaña se encargó su valido y hombre de confianza el Condestable de Castilla Don Álvaro de Luna.

En los hechos acaecidos en los escarceos previos a la Batalla de la Higueruela (1431), las diversas crónicas contemporáneas narran la toma y destrucción de la fortaleza de Tájara, recibiendo esta distintos nombres.

Esta obra escrita por el judío converso Álvar García de Santa María conoce dos momentos en su redacción:

La "Primera parte" de la Crónica de Juan II, como acabamos de decir, comprende los años 1406–1419, se centra en la figura de Fernando de Antequera, regente de Castilla a la muerte de su hermano Enrique III, que es presentado como modelo de conducta regia.

En este primera parte hay dos grandes bloques temáticos: 1. Don Fernando, regente de Castilla y 2. Don Fernando, rey de Aragón.

La "Segunda parte" de la Crónica de Juan II, también redactada por Álvar García de Santa María, tiene ahora como protagonista don Álvaro de Luna, valido del rey. Es en esta parte donde toma protagonismo la destrucción de la fortaleza de Tájara. Álvar García de Santa María narra los hechos de la siguiente forma:

Esta noticia hace referencia a la expedición de Fernando Álvarez de Toledo, señor de Valdecorneja, a primeros de noviembre de 1430. Sobre la base de la distancia a la que se encuentra Tájara de Granada, en esta ocasión, pudiera tratarse del Castillo de Tajarja, ya que Huétor-Tájar se encuentra a unas 8 leguas de la capital.

En el año de 1431 según esta crónica, las caballerías de Don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, una vez atacada Íllora y varias de las aldeas de la vega granadina establecen el asedio a la villa de Tájara (denominada en la fuente Taxara). El texto nos da información acerca de este hecho:

Essa noche que ay asentamos real fue entrado el dicho lugar, e fue començado a quemar; e otras algunas aldeas que estabas desta parte fueron quemadas

Al día siguiente, sigue narrando la Crónica:

E estubieron ay ls batallas fasta que se entro el logar e se acabo de quemar. E fueron taladas muchas pnes que ay abia; e no nos detubimos sobre la fortaleza porque teniamos otro dia de pasar vn rio malo, e porque no era tal que tomada se pudiese detener.

La Crónica del Condestable Don Álvaro de Luna narra en su gran mayoría los hechos descritos en las Crónicas de Juan II de Castilla. Del contenido de la crónica se deduce que se empezó a escribir entre el año 1453, en que murió Don Álvaro, y el año 1460, en que falleció su sobrino Don Rodrigo de Luna, arzobispo de Santiago.

La crónica fue publicada en el año 1546, en Milán, al parecer por Álvaro de Luna, bisnieto del Condestable, que por entonces era capitán de la guardia de la fortaleza de dicha ciudad.

En cuanto al autor, debido al afecto y prolijidad con que se refiere a los movimientos, palabras y propiedades del Condestable, puede tratarse de una persona a su servicio, sin que esto deje de ser una conjetura.

La crónica narra de la siguiente forma la toma de Taxara (Tájara), cuando el Condestable buscaba hacer destrozos en la Vega de Granada, buscando la confrontación con el Rey de Granada en campo abierto:

Esta acción de carácter militar llevada a cabo por el Condestable de Castilla en el año 1458, es narrada por la crónica anónima denominada Hechos del Condestable don Miguel de Lucas. En función del tipo de letra del códice, parece corresponder a finales del siglo XVI o primer cuarto del siglo XVII. En él se narra la vida del condestable Lucas de Iranzo entre los años 1458 y 1471.

En el pasaje, a continuación, se narra como el Condestable penetró en tierras moras para realizar una campaña de castigo quemando los campos de la Tierra de Loja, para después pasar a los Montes Occidentales. En el texto se hacer referencia al topónimo Tanxora cercano a Loxa, que sin duda se corresponde con la Fortaleza de Tájara.

También se menciona en la Crónica de los Reyes Católicos de Diego de Valera (p. 160-161), las Memorias del Reinado de los Reyes Católicos de Andrés Bernáldez (p. 135) y la Guerra de Granada de Alonso de Palencia (p. 83). Según Palencia, Bernáldez y Pulgar, el rey Fernando toma en 1483 la fortaleza de Tájara, aunque con alguna dificultad. Según Valera, hace falta la intervención del marqués de Cádiz Rodrigo Ponce de León y Núñez para acabar de tomarla.

CAPÍTULO LXIII.

Como el Rey D. Fernando tomó a Tahar a los moros.

En la primera fase de la guerra de Granada, la toma de Alhama (28 de febrero de 1482) en el interior del reino nazarí supuso la imperiosa necesidad de un abastecimiento cruzando las líneas enemigas. Inmediatamente posterior a la batalla de Lucena (abril de 1483), el propio rey Fernando el Católico se dispone a realizar el abastecimiento de la ciudad de Alhama cruzando la parte occidental de la vega granadina. En su ruta no dudó en talar los ricos campos de Íllora y Montefrío y apoderarse de la fortaleza de Tájara, plaza trascendental para la toma de Loja debido a su localización muy cercana a esta ciudad en el partido de las Torres, actual término municipal de Huétor-Tájar.[5]​ Este suceso fue narrado por la mayoría de los cronistas de la época. Entre estos, así lo recogió Alfonso de Palencia en el libro III de su Guerra de Granada:

Francisco Javier Simonet al describir los climas o iqlim del Reino de Granada,[6]​ que aparecen en la Historia Neserita de Ibn al-Jathib, nos dice:

Sin embargo este mismo autor más adelante rectifica y en un capítulo dedicado a Adiciones al libro rectifica y afirma:[7]

Una vez más en esta obra, cuando Simonet hace mención a la Bula de Erección del Arzobispado de Granada, identifica Tájara con el pueblo anejo a Loja, junto con Güétor (actual Huétor), por lo que sin duda se refiere al caserío de las Torres en Huétor-Tájar:[8]

La menciones en ambos casos son relativas a Taŷarat al-Yabal. Seco de Lucena asimila este topónimo a una de las posesiones de los reyes nazaríes descritas en la Ihata. Sin embargo un revisión historiográfica más reciente nos hace ver con cautela esta apreciación.

Seco identifica el término Tájara con una cortijada de la vega, término de Huétor-Tájar, en la cual se conservan las ruinas de una fortaleza.

Además la identifica con la alquería árabe del alfoz granadino nombrada en la Ihata edición del Cairo por Ibn al-Jatib, en la que aparece erróneamente transcrita como Nabira.

La información contenida en los Libros de Repartimientos de Loja', nos va a permitir conocer el espacio humano que rodeaba la villa de Tájara.[9]

Un elemento de gran importancia y que configuraba el espacio era la acequia que se derivaba (en la actualidad aún existe) del río Cacín para discurrir paralela a este hasta llegar al valle del río Genil. El amplio espacio irrigado supuso la prosperidad de la alquería, que en las fuentes cristianas de la reconquista es denominada a veces como villa, o bien se habla de un importante arrabal guarnecido por la Fortaleza de Tájara. En las crónicas se menciona la tala de panes haciendo referencia a la importancia del cultivo del cereal en sus campos colindantes, de vital importancia para el abastecimiento de Loja. De hecho Loja no cayó hasta que Tájara fue tomada.

Por el contrario el río Genil, que tendría un cauce mucho más importante que en la actualidad y afectado por incontroladas crecidas, no debió ser un espacio irrigado, estando ocupado por vegetación de ribera.

Sin duda la situación estratégica de la alquería frente a un bado del río Genil y en el cruce de caminos entre Loja y Granada y entre Alhama y Montefrío le conferían gran importancia, de ahí la importancia de su destrucción para la libre circulación de tropas y víveres por la vega.

La prospección llevada a cabo por Jiménez Puertas en la zona ha puesto de manifiesto la existencia de restos de muros de mampostería unida con mortero localizados en la fachada norte del caserío de Las Torres, pudiendo corresponder a los restos de la Fortaleza de Tájara y por lo tanto daría nombre a la actual caserío. La cerámica hallada, se corresponde con tipos que pueden datarse en época almohade y nazarí: ataifores[10]vidriados, en melado o verde; cazuelas con vedrío melado;[11]​ jarritas de loza en verde y manganeso; alcadafes vidriados;[12]​ etc.




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