El tepidarium, palabra proveniente del Latín tepidus, era el cuarto de baños tibios (de tepidus) de los baños romanos, calentados por un sistema del hipocausto o de calefacción debajo del piso.
Hay un ejemplo interesante en Pompeya. Este fue cubierto con una bóveda de cañón semicircular, adornada con relieves en estuco y alrededor del cuarto una serie de hendiduras cuadradas u hornacinas separadas por telamones.
El tepidarium en las termas romanas era el gran recinto central redondo que agrupaba el resto de espacios y que dio la clave a los planos de las termas. Era probablemente el vestíbulo donde primero se agrupaban los bañistas antes de pasar a través de los varios baños calientes (caldaria) o al baño frío (frigidarium). El tepidarium fue adornado con los mármoles y los mosaicos más ricos; recibía su luz a través de las ventanas del claristorio, por los lados, desde el frente y en la parte posterior y se diría que fue el recinto en el que fueron colocados los tesoros más finos del arte. Así, en las termas de Caracalla, el Hércules Farnesio y el Toro Farnesio, los dos gladiadores, los sarcófagos de basalto verde, ahora en la Ciudad del Vaticano, y numeroso otros tesoros, fueron encontrados durante las excavaciones por Pablo III de 1546 y transportados a la Ciudad del Vaticano y al museo de Nápoles.
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