x
1

Tiempo de silencio (novela)



Editorial Seix Barral

Tiempo de silencio es una novela de Luis Martín-Santos (1924-1964) publicada por primera vez en 1962 por la editorial española Seix Barral. Anteriormente se presentó a la primera edición del Premio Pío Baroja con el título de Tiempo frustrado y bajo el seudónimo de "Luis Sepúlveda" sin obtener el galardón. Es la única novela completa de Martín-Santos a causa de su prematura muerte en un accidente de tráfico a los 39 años de edad. Dejó inacabada otra obra, Tiempo de destrucción que fue publicada en 1975. En 1970 se publicaron varios relatos suyos bajo el título de Apólogos.

Esta novela ha servido para situar al autor en un lugar muy destacado en la Historia de la Literatura en español y está considerada como elemento clave en la evolución de la literatura española del siglo XX. Su fecha de publicación, 1962, se considera como un año de inflexión que abre un proceso de cambio en las letras españolas.[1]​ Fue incluida en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX del periódico español El Mundo.[2]

Esta novela es sencilla en cuanto a que desarrolla una historia lineal que sigue la división clásica de principio, nudo y desenlace. La simplicidad de la trama ha sido resumida por Buckley como "la anécdota misma de Tiempo de silencio" es la historia de un hombre que quiso ser investigador científico y fracasó".[3]

El protagonista de la novela es Pedro, un joven médico investigador en el Madrid de finales de la década de los 40. La paupérrima situación económica y social impide el avance de las investigaciones sobre el cáncer que realiza con una cepa de ratones. Estos ratones habían sido traídos desde Estados Unidos y no se había podido mantener un ritmo de reproducción superior al de su muerte. Su ayudante en el laboratorio, Amador, había regalado meses antes algunos ejemplares a un pariente suyo, el Muecas. Este ha logrado criar estos ratones en su chabola con ayuda de sus hijas. Pedro y Amador acuden a esa chabola para comprar algunos de esos ratones y poder continuar con las investigaciones.

Tras esa visita, Pedro entra en contacto con los bajos fondos de Madrid, y el Muecas acude a él por su condición de médico, cuando su hija mayor, Florita, se desangra debido a un aborto que su padre ha practicado en casa. La chica muere cuando Pedro, que no ejerce la medicina, intenta salvarla. El protagonista se encuentra entonces perseguido por la policía, que acaba por detenerle y solo lo libera cuando la madre de Florita defiende su inocencia al afirmar que la chica ya se había desangrado cuando Pedro llegó.

Pedro vuelve entonces a su vida en la pensión, donde las mujeres que la regentan pretenden que se case con la más pequeña, Dorita. Sin embargo, Cartucho, personaje violento que pertenece a las clases más bajas, decide vengar la muerte de Florita, su novia. Para ello saca una navaja y mata a Dorita durante una verbena a la que había acudido con Pedro. Cartucho está convencido de que Pedro había dejado embarazada a Florita y la había dejado morir. Pedro acaba por perder su trabajo como investigador y termina siendo médico de provincias.[nota 1]

Esta trama es la base del desarrollo de la novela pero no el único contenido. La obra recorre diversos ambientes y lugares de Madrid, deteniéndose y ampliando los sucesos objetivos con los monólogos interiores de los personajes, descripciones, reflexiones del narrador, referencias intertextuales y culturales. Se muestran los prostíbulos madrileños, la vida cultural (el famoso Café Gijón y una conferencia), la miseria de la clase media, la vida burguesa y la brutalidad de los habitantes de las chabolas con un trasfondo ideológico y un valor estético y testimonial.

Tiempo de silencio es una novela de un solo protagonista y de su peripecia vital, en ella le dan la réplica un puñado de personajes secundarios:

Los personajes de esta obra se muestran, al igual que otros elementos, distorsionados mediante la ironía.[4]​ Los personajes de Tiempo de silencio son un elemento funcional que sirve al autor para desplegar una crítica de la sociedad de su tiempo y de instituciones como el matrimonio o la familia tal como eran entendidas en la España franquista.

Los personajes femeninos juegan un papel importante en la novela. Martín-Santos presenta mujeres ejerciendo varios roles: madre, esposa, mujer casandera o prostituta. E, igualmente, estos personajes reciben un tratamiento irónico.[5]​ Uno de los recursos a los que recurre el autor para describir a las mujeres es presentarlas de forma fragmentaria, describiendo solo partes de su cuerpo. Se ha señalado que este recurso a la sinécdoque pretende mostrar el papel limitado de la mujer durante el franquismo[5]​ Es frecuente en la novela que se recurra a arquetipos de la feminidad o la mujer como la sirena, la hurí o la madre tierra para caracterizar a los personajes femeninos. Especial atención ha recibido la relación entre la esposa del Muecas y el arquetipo de la Diosa Madre. Se trata de una figura que permanece como una sombra ante el desarrollo de los acontecimientos y solo interviene en una ocasión y de forma decisiva para defender la inocencia de Pedro. La relación entre el personaje y el arquetipo también se define por sus apariciones, sentada sobre una piedra, impasible, pero atenta a lo que sucede.[6]

La obra no está estructurada en capítulos. Se compone de 63 párrafos-secuencias separados por un espacio sencillo en blanco sin numeración ni título. De esta forma, y frente a lo que sucede en la narrativa tradicional, el lector no tiene indicio alguno de lo que se va a narrar ni de quién lo hace hasta que no ha leído las primeras líneas de cada parte.
Martín-Santos utiliza de manera alterna diversas técnicas narrativas principales:[7]

Dado que, como se ha comentado, el eje argumental de la novela es sencillo y lineal, es por tanto el estilo, complejo y vanguardista, el verdadero puntal de la obra. El estilo de Tiempo de silencio ha sido, pues, uno de los aspectos más comentados de la obra. En la novela, el autor se aparta de la escuela del realismo social, lo que él llamó un realismo pedestre, con la intención -claramente conseguida- de realizar una total renovación de la narrativa de la época. Martín-Santos busca y consigue una superación consciente de los modos imperantes en la literatura de la primera mitad del siglo XX y la posguerra española.[8]​ El estilo de la obra enraíza en los recursos formales: la sintaxis, el léxico y los recursos estilísticos que se desarrollan de forma coherente a lo largo de toda la narración. Incluso se ha señalado que hay un “excesivo énfasis”[9]​ en el empleo de algunos de estos recursos, pero es claro que constituyen el centro del valor de esta obra y que sirvieron, y fueron conscientemente utilizados, para desbloquear un realismo atascado en formas decimonónicas que necesitaba superar el realismo social y el objetivismo. Martín-Santos es, en gran medida, un esteta interesado en renovar el lenguaje realista imperante en la época y sustituirlo por un lenguaje barroco opuesto al anterior. Utiliza así abundantemente vocabulario científico, cultismos, metáforas y numerosas figuras retóricas clásicas. El calificativo de barroco se emplea en cuanto a que la claridad expositiva de la obra está subordinada a los recursos estéticos[10][11][12]​ La estética del lenguaje se erige en protagonista por encima de la trama argumental. El lector se ve obligado a dotar al texto de un sentido integral y descubrir las relaciones entre sus elementos tal y como había planteado, por ejemplo, Castellet en "La hora del lector" (1957) al teorizar sobre una posible renovación de la novela.

En palabras de Alfonso Rey: «Tiempo de silencio es una novela neobarojiana, con situaciones, ambientes, personajes o preocupaciones propios de Baroja».[13]Pío Baroja es pues la primera gran influencia de Tiempo de silencio, fundamentalmente por su temática. Pero la segunda gran influencia es James Joyce, fundamentalmente por el estilo. El empleo del tiempo y la voz narrativa o el estilo indirecto libre así como la recuperación del papel del lector y el recurso del monólogo interior coinciden con las técnicas narrativas de James Joyce. Además, las descripciones de la ciudad y la introspección de los personajes son también aspectos que podemos encontrar en el Ulises. Martín-Santos considera además a Joyce entre sus autores favoritos.[14][15]
Suele citarse como autor que influyó también en el estilo de la obra a Marcel Proust.[15]​ El recurso de comparaciones alejadas de los referentes reales recuerda inevitablemente a la obra de Marcel Proust. En En busca del tiempo perdido es frecuente que el narrador desarrolle largas comparaciones entre una trivialidad y un evento que solo cobra relación con ella a través de una larga explicación ilustrativa. El empleo de este recurso es notorio en Tiempo de silencio y contribuye a crear un proceso ralentizado para la narración, que no avanza en el sentido lineal sino que se amplifica al plano del pensamiento y la disquisición, con lo que la acción se amplía y ensancha. También está relacionado con la obra de Proust el gusto por los periodos largos en los que aparecen aposiciones, comparaciones o pensamientos del personaje, que llevan aparejada una gran complejidad sintáctica con muchos complementos y oraciones subordinadas encadenadas.[16]
Todo el estilo de la obra entronca con las innovaciones de la literatura europea del siglo XX y presenta rasgos del realismo literario o del propio realismo social. Por otro lado, está relacionado con la literatura española del Siglo de oro, la Biblia y obras de la literatura clásica.
Por otro lado, en la novela hay manifestaciones del realismo social, e incluso del tremendismo, ambos condicionados a una riqueza en la expresión que suaviza los extremos de estos movimientos. Muestras de este realismo social o tremendismo pueden ser las descripciones de las chabolas, en las que se traslada la acción a los escalones más bajos de la sociedad. De hecho, ha sido notado por la crítica cómo Martín-Santos evita mostrar un proletariado normalizado, mientras que se complace en largas descripciones del lumpen de la sociedad madrileña.[17]​ Ejemplo de descripción del estrato social de marginados es, no solo el personaje del Muecas, sino el nivel inferior representado por Cartucho. Este gusto por lo bajo y lo grotesco se acerca en ocasiones al tremendismo, como, por ejemplo, en la operación que acaba en la muerte de Florita, la hija del Muecas y las reacciones de dolor posteriores.

El estilo de la obra también encuentra su raíz en autores barrocos como Góngora[nota 2]​ y también en la prosa clásica latina y la Biblia. La sintaxis de Tiempo de silencio suele calificarse de latinizante por el empleo sistemático del hipérbaton y en las técnicas de composición.[18]

Junto con el léxico, la sintaxis de Tiempo de silencio es considerada como uno de los elementos más originales y destacables de la obra. Desde una reseña de Torres Murillo aparecida en El Diario Vasco en 1965,[19]​ ya se hacía notar la influencia y el peso que tenía en la obra la sintaxis latina, con presencia de ablativos absolutos y de oraciones complejas, de estructura difícil pero legítima. Esta reseña temprana, que recogía la relación de la sintaxis de la obra con la literatura latina sería después considerada como acertada por el propio autor. Así, se evidencia que Martín-Santos buscó voluntariamente modelos clásicos para la composición de su obra.[20]

Si bien el hilo conductor de Tiempo de Silencio es sencillo y su desarrollo principal lineal, uno de sus valores esenciales es el recurso a un léxico abundante y complejo que se aleja del lenguaje común revalorizando el poder artístico de la prosa. El lenguaje de esta obra convierte una historia sencilla en una obra de notable complejidad y de gran exigencia artística que requiere de un lector culto para su comprensión.[21]​ La repercusión del empleo de esta complejidad léxica es notable en la interpretación de la obra. La abundancia de matices derivada de los múltiples recursos léxicos genera una necesidad de interpretación, una polifonía y favorece además una lectura irónica.

Es decir, el léxico configura una ironía verbal que es en buena medida característica de la novela e imprescindible a la hora de comprender su significado. Este recurso al léxico culto, políglota y poco transparente obliga al lector a interpretar el texto y extraer conclusiones que el autor no proporciona de forma directa y clara.[22]

Es notable la diferencia entre lo que las palabras dicen y lo que realmente significan en el estricto contexto en el que aparecen dentro de la obra.[23]

Entre los ejemplos de la variedad léxica se pueden encontrar palabras en varios idiomas como el francés dieu et mon droit[24]​ o del griego clásico matiotes kai panta matiotes.[25]

La riqueza léxica, además, no se limita a palabras concretas sino que tiene otras dos dimensiones: Por un lado, la combinación de adjetivos con sustantivos, bien antepuestos o pospuestos, que ofrece significados inéditos; por otro, el empleo de sintagmas completos de procedencia fácilmente delimitable que aparecen aquí degradados y, en definitiva, con un significado diferente al estándar.[26]

Pese a que Tiempo de silencio no es una novela particularmente extensa, en ella se encuentran numerosísimas referencias culturales. Alfonso Rey señala más de cuarenta referencias literarias, tanto a autores contemporáneos como clásicos, españoles y extranjeros así como referencias bíblicas, filósicas y médico-científicas.[28]​ Entre los numerosos referentes culturales[29]​ se encuentran:

La obra fue un éxito de público y la crítica coincide en calificar la obra de "hito" literario y señalar su valor literario además de incidir en su importancia como impulso renovador precursor de nuevos caminos en la literatura. El crítico Ricardo Doménech la caracterizó como "novela irrepetible".[31][nota 3]​ La polémica por no haberle sido otorgado el Premio Pío Baroja de novela en 1961 fue atribuida en parte a la militancia socialista de Martín-Santos que supuso fuertes presiones por parte de las autoridades de Madrid hacia el jurado del premio[32]​ que finalmente fue declarado desierto.

La historia, que fue calificada por Juan Benet de “costumbrismo puro, a lo Mesonero Romanos”[nota 4]​ se convierte, con el uso peculiar y elaborado del lenguaje, en una obra diferente y de notable exigencia artística que requiere de un lector culto para su comprensión". Tiempo de silencio se publica en un panorama literario eminentemente objetivista, marcado por un realismo social al que supera y renueva dando paso, según opinión mayoritaria, a una novela de experimentación.[33]​ Si en las obras contemporáneas existía la pretensión objetivista, de observación, en la que el autor propone que lo que contempla es lo mismo que ofrece en su texto, Tiempo de silencio es una obra absolutamente subjetivista. Las implicaciones de este subjetivismo se hacen evidentes en una nueva estética, en la que el texto pretende abarcar más allá de lo observable y lo evidente convirtiendo al escritor en creador puro.[34]

Aunque terminada a finales de 1960, la novela fue publicada en 1961 por Seix Barral con veinte páginas censuradas -cuatro capítulos y un fragmento de ambiente prostibulario-. La misma editorial realizó otra edición en 1965, ya muerto el autor, que recuperaba fragmentos censurados. Partiendo de esta segunda edición se sucedieron otras diez ediciones. Si bien en esta segunda edición se habían recuperado los materiales censurados, son otros fragmentos los que se modifican y también censuran. La decimosexta impresión, de octubre de 1980, se conoce como edición definitiva y pretende restaurar todas las partes eliminadas por la censura, pero recoge erratas de anteriores ediciones y muestra variaciones textuales, por lo que no es tampoco fiel a los contenidos iniciales pues lamentablemente no se conserva el original mecanografiado. Resulta, por ello, que las tres ediciones citadas presentan problemas y no permiten acercarse a las intenciones iniciales del autor. Además, muchos rasgos de la obra se han considerado erratas cuando podrían ser, en realidad, anacolutos.[35]​ En 2000, la editorial Crítica publicó una edición crítica y anotada por Alfonso Rey.

El director de cine español Vicente Aranda realizó en 1986 una versión cinematográfica con el mismo título, protagonizada por Imanol Arias, Victoria Abril, Charo López, Juan Echanove y Francisco Rabal.

El grupo español La Oreja de Van Gogh hace referencia a la novela en una de sus canciones más reconocidas, Rosas. Concretamente el verso dice resumiendo con prisas Tiempo de silencio.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Tiempo de silencio (novela) (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!