Tito Maccio Plauto (en latín, Titus Maccius Plautus; Sarsina, Umbría; 254 a. C.–Roma, 184 a. C.) fue un comediógrafo latino.
No se conoce sino como aproximación la fecha de su nacimiento; se ha fijado la de 254 a. C. por una noticia de Cicerón (Brutus, 60) y sabemos que murió en el consulado de Plauto Claudio y L. Porcio, siendo censor Catón, es decir, en el 184 a. C. Ciertamente este lapso vital corresponde a un periodo históricamente muy revuelto: la II Guerra Púnica (de la derrota de Cannas, 216, a la victoria del Metauro, 207, y Zama, 202) y la primera afirmación de la intervención romana en Grecia y en el Oriente helenístico. Se trasladó a Roma de joven y allí fue soldado y comerciante. El amplio conocimiento del lenguaje marinero que atestiguan sus obras confirma este último dato, y posiblemente también realizó viajes por el Mediterráneo. Se arruinó y tuvo que empujar la piedra de un molino al tiempo que empezaba a escribir comedias palliatas adaptadas del griego. Su enorme éxito le valió salir de molinero para consagrarse a este nuevo oficio y murió prácticamente rico con más de setenta años, envuelto en una gran popularidad. Aunque hay otros eruditos que piensan que probablemente al usar la expresión latina «empujar la piedra del molino», nuestro autor se refería a su extrema pobreza y no al trabajo literal como esclavo encargado de girar las muelas de los molinos.
Si bien se le atribuyeron hasta 130 obras, ya Varrón en el siglo I, en su monografía De comoediis Plautinis, redujo su número a las 21 que se tienen por auténticas, separando de este grupo otras que se debían a sus imitadores Cecilio y otros ingenios. En De comoediis Plautinis distinguió tres grupos entre las obras atribuidas a Plauto: las inequívocamente suyas (21 comedias); un segundo grupo de 19 obras, en las que reconocía la paternidad plautina por razones históricas y estilísticas; y un tercer grupo de obras, las restantes, que consideraba espurias. Se han conservado enteras las comedias del primer grupo (denominadas fabulae Varroniatae), a excepción de la Vidularia, que por su posición en el arquetipo de los manuscritos se encuentra gravemente dañada. Plauto se inspiró en los autores de la Comedia nueva griega, principalmente en Menandro, pero también en Dífilo o Filemón entre otros, y más ocasionalmente también en la comedia media (Antífanes), mezclando a veces dos obras en una sola (contaminatio). No se limitó a traducir, sino que adaptó los originales al gusto romano, e introdujo canciones y danza (por ejemplo, la danza de esclavos y de cocineros en la Aulularia). Por eso en muchos textos plautinos se contienen indicaciones escénicas. En las últimas piezas de Plauto, los cantica ocupan mayor espacio, siempre con una enorme diversidad métrica (anapestos, créticos, baquios) que enriqueció la lengua latina con esquemas desconocidos entre los mismos griegos. En esto sí el teatro plautino simula la gran polimetría de la comedia antigua griega de un Aristófanes. A decir de los antiguos, tanta fue su estimación durante todo el Imperio, que algunos autores llegaron a afirmar que si las Musas hablaran latín lo harían con el estilo de Plauto.
La complicación de las tramas a causa de la contaminatio obligó a Plauto no pocas veces a poner un pequeño prólogo declamado por un actor, cuya función era explicar los argumentos demasiado complejos para que el público no se desorientara.
Plauto usa un rico y vistoso lenguaje de nivel coloquial que no elude la obscenidad y la grosería entre retruécanos, chistes, anfibologías, parodias idiomáticas y neologismos, usando un vocabulario muy abundante de una gran variedad de registros. Emplea con preferencia la aliteración, la asonancia y el asíndeton, imprimiendo a su estilo un sello inconfundible. Es un psicólogo penetrante en obras que anuncian ya la comedia de carácter o comedia de figurón, como es el caso de Aulularia sobre el tipo universal del avaro o Miles gloriosus sobre otro tipo eterno, el fanfarrón; la mezcla de dos acciones en una sola obra hizo de él el primer creador de la técnica del imbroglio o enredo, que tanto juego ofrecerá en la comedia. Algunos personajes como el esclavo liante, desvergonzado y diabólicamente astuto, presagian ya el personaje del gracioso en la comedia del Siglo de Oro español, y otros, como el parásito, derivarán en el del pícaro. Muchas de estas comedias terminan con una feliz anagnórisis o agnición o con la burla a un viejo.
Las obras de Plauto son menos refinadas pero más cómicas que las griegas. Sus personajes son los mismos que en las comedias griegas: jóvenes alocados y calaveras, cortesanas, alcahuetes, flautistas, traficantes de esclavos o lenones, esclavos diabólicamente astutos que sacan siempre las castañas del fuego a sus señores, comerciantes, viejos verdes y gruñones, parásitos, soldados fanfarrones, etc.; el argumento estaba lleno de situaciones de enredo, engaños y confusiones. Pero Plauto añade variedad y originalidad a los temas y a los personajes siempre con la intención de hacer reír al público romano. La obra de Plauto influyó en la comedias medievales de la monja Hrostsvita y en las comedias humanísticas que se componían en latín en las universidades como trabajo de fin de curso y en el Renacimiento. Hay mucho de Plauto, por ejemplo, en El avaro de Molière, en Giovanni Boccaccio y en las comedias de Shakespeare.
Las comedias auténticas de Plauto son Anphitruo o Anfitrión, Asinaria, Aulularia o La comedia de la ollita, Bacchides, Captivi o Los cautivos, Casina, Cistellaria o La cestita, Curculio o El gorgojo, Epídico, Estico, Menecmos, Mercator, Miles gloriosus o El soldado fanfarrón, Mostellaria o El fantasmita, Poenulus, Pseudolus o El trapalón, Persa, Rudens, Trinummus, Truculentus y Vidularia.
Véase Personajes comunes en la comedia romana
Según Aulo Gelio, Plauto escribió 130 comedias. En los manuscritos que se nos han conservado, los títulos de las obras aparecen por orden alfabético, y no de manera cronológica, lo que implica grandes debates y controversias entre los estudiosos y los editores, a la hora de tratar de discernir cuáles se escribieron antes y cuáles, después. Normalmente, en las ediciones y traducciones contemporáneas las obras siguen ordenándose por orden alfabético y este será el criterio que sigamos a continuación.
Las obras que se conservan en la actualidad son las siguientes:
Por otra parte, conocemos los títulos de una treintena más de obras y, en algunos casos, se conservan también fragmentos de las mismas:
De las siete traducciones de Plauto realizadas en el siglo XVI, la primera fue el Anfitrión por parte del médico Francisco López de Villalobos. Fue escrita en 1515 y editada dos años después; usa la edición de Hermolao Barbaro. En 1525 esta misma comedia fue adaptada un poco más libremente por el humanista y profesor de la Universidad de Salamanca Fernán Pérez de Oliva; esta versión fue criticada en sus aspectos dramáticos por Leandro Fernández de Moratín, aunque es de buen lenguaje y estilo. En 1554 y en Toledo se refundieron estas traducciones en otra. Al año siguiente aparecieron anónimas en Amberes El mílite glorioso y Los Menechmos. De nuevo Anfitrión y Los Menechmos fueron editados por Juan de Timoneda en 1559. En el siglo XX destacan las siguientes traducciones de sus obras completas: Pedro Antonio Martín Robles, Comedias completas trasladadas de la lengua latina al español, Buenos Aires, El Ateneo, 1947. Vicente Blanco García, Comedias, Madrid: Aguilar, 1950. Juan Bautista Xurriguera, Comedias. Barcelona: Iberia, 1955. Marcial Olivar, Teatro completo: Barcelona: Planeta, 1974. Mercedes González-Haba, Comedias I, Madrid: Gredos, 1992. José Román Bravo, Comedias I y II. Madrid: Cátedra, 1989 y 1995. Germán Viveros, Comedias I y II, México: Bibl. Scriptores Graeci & Romani, 1978 y 1980. El comediógrafo José Luis Alonso de Santos hizo asimismo varias adaptaciones dramáticas de Plauto.
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