Menandro ( Μένανδρος: (Atenas, ca. 342 a. C. - ibíd., ca. 292 a. C.) fue un comediógrafo griego: el máximo exponente de la llamada comedia nueva.
Hijo de Diopites y Hegesístrata, hermana esta del comediógrafo Alexis, Menandro gozó de bastantes bienes como para llevar una vida acomodada. Fue amigo de juventud de Epicuro y de Zenón de Citio, y discípulo de su pariente el poeta Alexis de Turios y del filósofo Teofrasto, sucesor de Aristóteles en el Liceo y autor del tratado Los caracteres (Ἠθικοὶ χαρακτῆρες), que probablemente influyó en su obra dramática. Fue el máximo representante de la comedia nueva ateniense junto con Filemón de Siracusa (o de Solos (Cilicia), Dífilo, Apolonio de Caristo y Posidonio de Casandra, y escribió ciento cinco piezas, de las cuales una ha llegado a nuestros tiempos completa, Arisco (Dyskolos), y seis casi enteras, Arbitraje, Detestado, Escudo, Rapada, Samia y Sicionio (títulos originales, Epitrépontes, Misoúmenos, Aspís, Perikeiroméne, Samia, Sicyonios), así como escenas sueltas de dieciocho. Del resto solo quedan fragmentos escogidos más o menos por su valor gnómico. Favorecido por Demetrio de Falero (317-307 a. C.), cae en desgracia con Demetrio Poliorcetes y Lácares. Vive apartado con la hetera Glícera (Γλυκέρα) en El Pireo. Las comedias de Menandro fueron premiadas ocho veces (tres en las Leneas, cinco en las Dionisias), pero fue pospuesto, quizá por motivos políticos, al más antiguo Filemón, treinta años mayor, en el favor público. Declinó la invitación de Ptolomeo I Sóter de instalarse en Alejandría.
El teatro de Menandro se caracteriza, como el de toda la comedia nueva, por la ambientación urbana, el tratamiento de temas cotidianos, el abandono de los temas heroicos y la desaparición del coro en escena, a la vez que la vivacidad de los diálogos. Sus comedias, en cinco actos y separadas por intermedios, están escritas en lengua antigua, y el verso que normalmente utiliza es el yámbico. Era muy hábil en la caracterización de los personajes, que son en su mayoría tipos populares, y muchos de ellos pasaron a ser arquetipos de vicios (el parásito, el avaro, el misántropo); dominó la trama y su verosimilitud, que cuidó especialmente a causa de su formación aristotélica (respeta las unidades de lugar y tiempo). El peripatético Linceo de Samos, contemporáneo del poeta, dedicó un ensayo a su teatro. Como herencia de la tragedia de Eurípides, utilizó la peripeteia o peripecia (es decir, la inversión de una situación) y la anagnórisis (reconocimiento). Los argumentos ya no proceden del mito sino de la vida real: amoríos, conflictos generacionales entre padres e hijos, niños expuestos, muchachas violadas y un final feliz con una o varias bodas. En la complicación y resolución de la intriga desempeña el azar un papel fundamental.
Escéptico en lo religioso, Menandro posee una concepción optimista de la naturaleza humana («¡Qué cosa tan agradable el hombre, cuando es hombre!»), por su fe en la solidaridad con el semejante ("soy hombre y nada de lo humano me es ajeno" esta cita es de Terencio, no de Menandro) y su creencia de que la virtud, por encima de las diferencias de raza o de estamento social, es patrimonio común del género humano. Puede tenerse por el más cabal formulador de los ideales del Humanismo
Sus comedias fueron muy imitadas no solo por sus contemporáneos, sino por los autores latinos Publio Terencio y Tito Maccio Plauto y, por ellos, su estilo pasó luego al teatro del Renacimiento europeo.
Se atribuyen a Menandro varias sentencias contenidas en la obra Comparación de Menandro y Filistión.
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