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Trampantojo



El trampantojo (de «trampa ante el ojo»,[8]​ del francés trompe-l'œil, «engaña el ojo») es una técnica pictórica que intenta engañar a la vista jugando con el entorno arquitectónico (real o simulado), la perspectiva, el sombreado y otros efectos ópticos de fingimiento, consiguiendo una «realidad intensificada» o «sustitución de la realidad».[9]​ También se utiliza para su referencia el término «ilusionismo»[10]​ (no debiendo ser confundido con el arte escénica de ese nombre, que también juega con la ilusión).

Los trampantojos suelen ser pinturas murales de acentuado realismo diseñadas con una perspectiva tal, que contempladas desde un determinado punto de vista, hacen creer al espectador que el fondo se proyecta más allá del muro o del techo (quadratura, di sotto in sù[11]​) o que las figuras sobresalen de él. Pueden ser interiores (representando muebles, ventanas, puertas u otras escenas más complejas) o exteriores (aprovechando la gran superficie de una pared medianera o los espacios de muro entre vanos reales). También son abundantes los trampantojos de menor tamaño, algunos pintados o taraceados en muebles o simulándolos (trampantojos llamados «de gabinete» —cabinet—, «de alacena» —cupboard— o «de armero») especialmente en los tableros de mesa de los que penden aparentemente todo tipo de objetos (naipes dispuestos para una partida, fingidas estampas de esquinas dobladas sujetas a un tablero con puntas o alfileres — las cuales se pueden incluir en el género del «cuadro dentro del cuadro»—[12]​ etc...)[13]

Las naturalezas muertas o bodegones (en neerlandés betriegerje, "pequeño engaño")[14]​ fueron en los siglos XVII y XVIII un género en el que los pintores recurrieron particularmente a la utilización del trampantojo. Obras esenciales del Renacimiento aplican este efecto, como la Cámara de los esposos[15]​ de Andrea Mantegna, las grisallas flamencas,[16]​ los cenacoli florentinos o la pala di San Zaccaria de Giovanni Bellini. Lo mismo ocurre con muchas obras del Barroco: Las Meninas de Velázquez se exhibió durante muchos años en el Museo del Prado de forma que se hacía al espectador «entrar» en el cuadro con ayuda de un espejo y de la iluminación real de la sala a través de un ventanal dispuesto de manera idéntica a los del Alcázar representados en el lado derecho del cuadro.[17]​ En la pintura contemporánea, los surrealistas (especialmente Dalí y Magritte)[18]​ y los hiperrealistas han utilizado el trampantojo con frecuencia.

Las fuentes literarias de Plinio el Viejo y Vitruvio que recogen datos sobre la pintura griega antigua, hablan de trampantojos en ella: por ejemplo, Parrasio se consideró superior a Zeuxis por haber conseguido engañar a su rival con una cortina pintada que este intentó descorrer al tomarla por real, mientras que las uvas pintadas por Zeuxis solo habían conseguido engañar a los pájaros que intentaban comerlas.[19]Agatarco,[20]​ también pintó (hacia 468-458 a.C.) una cortina realista sobre un decorado para una tragedia de Esquilo, la cual suscitó un debate intelectual.[21]​ El recurso de la cortina (o del quicio, o del propio marco) o de la superposición de pequeños elementos que pudieran tomarse por ajenos al cuadro (como puede ser una mosca) son formas características de provocar un efecto ilusionista en los trampantojos.[13]

A pesar de que los trampantojos son más propios de la pintura, también existen famosos «engaños» en arquitectura, como el Teatro Olímpico de Andrea Palladio, la Scala Regia de Gianlorenzo Bernini (en la Ciudad del Vaticano), la Galería Spada de Francesco Borromini (en el Palazzo Spada) o la escalera Potemkin en Odessa. En estos casos se trata de contrarrestar ciertas impresiones o modificar la percepción del espacio mediante efectos arquitectónicos, como por ejemplo, variar la altura de las columnas o la longitud de los escalones para conseguir (en el caso de las escaleras) que parezcan mucho más largas.

Tras su utilización en la decoración mural de las viviendas acomodadas romanas, el ilusionismo arquitectónico pompeyano dejó de ser una técnica usada por los pintores.

Frescos de la Casa de Augusto en la Colina Palatina de Roma.

Frescos de la Casa de Marco Lucrezio Frontone en Pompeya.

Ritual órfico-dionisíaco representado como un trampantojo sobre un entorno de arquitectura simulada en una estancia de la Villa de los Misterios en Pompeya.

Frescos del cubiculum de P. Fannius Synistor en Boscoreale.

La pintura medieval, hasta el siglo XV, ignoró la perspectiva cónica y la representación de la tercera dimensión de las figuras. Su entorno se realizaba de forma ingenua o primitivista,[22]​ aunque la pintura gótica fue experimentando la búsqueda del realismo (hecho notablemente detastacado en Giotto).[23]​ El descubrimiento de las leyes de la perspectiva (regula albertiana)[24]​ en la Florencia del humanismo quattrocentista, impulsó el uso de los trampantojos. Los primitivos flamencos, sin tal vertiente intelectual, desarrollaron simultáneamente la representación de la tercera dimensión sobre la base de técnicas artesanales (espejos y quizá cámara oscura) también presentes en Italia.[25]

Trinidad, de Masaccio, ca. 1425

Monumento funerario a Sir John Hawkwood, de Paolo Ucello, 1436

Detalle de la Anunciación, grisalla de Jan Van Eyck, 1439

Un orfebre en su taller, de Petrus Christus, 1449

Detalle de Salvator Mundi de Antonello da Messina, 1465

Techo de la Cámara de los esposos, de Mantegna, 1465-1474

Pala di Brera, de Piero della Francesca, 1472

Studiolo de Federico de Montefeltro en Urbino, atribuido a distintos artistas, 1473-1476.[26]

Studiolo de Guidobaldo de Montefeltro en Gubbio, atribuido a distintos artistas, 1479-1482.[27]

Techo de la Sagrestia di San Marco,[28]​ de Melozzo da Forli, 1484-1493

Anunciación de Ascoli,[29]​ de Carlo Crivelli, 1486

Ezequiel, tabla del retablo de Santa Eulalia de Paredes de Nava, de Pedro Berruguete, ca. 1490

San Agustín en su gabinete de Botticelli, 1490-1495

Bodegón con perdiz, guanteletes y cuadrillo de ballesta, de Jacopo de'Barbari, 1504

Pala di San Zaccaria, de Bellini, 1505

Jonás en la bóveda de la Capilla Sixtina, de Miguel Ángel, 1508-1512

Sala delle prospettive de Villa Farnesina, de Baldassare Peruzzi, 1510-1519

Virgen de la Mosca de la colegiata de Toro, ca. 1520

Reconstrucción de la Zum Tanz[30]​ de Basilea, de Hans Holbein el Joven, 1520-1525

Desde las décadas centrales del siglo XVI, el Manierismo se interesó particularmente en la concepción equívoca de los espacios y las perspectivas. El Barroco llevó esas especulaciones formales a extremos notables.

Cúpula de la catedral de Parma, de Correggio, 1530

Techo y pared sur de la Sala dei Giganti[31]​ del Palazzo Tè, de Giulio Romano, 1532-1535

Presentación de la Virgen de Daniele da Volterra en la capilla de Lucrecia Della Rovere en la iglesia de la Trinità dei Monti (Roma), 1548-1560

Frescos de la Villa Barbaro del Veronés, ca. 1560

Frescos de la Villa Barbaro del Veronés, ca. 1560

Escena del Teatro Olímpico, de Palladio, 1580.

Bodegón con membrillo, repollo, melón y pepino, de Juan Sánchez Cotán, ca. 1602

Altar fingido de los santos Pedro y Pablo en la Cartuja de Granada, de Sánchez Cotán.

Encuentro de Abraham y Melquisedec, de Rubens, 1625

Bodegón, de Juan van der Hamen, 1627

Alegoría de la Divina Providencia y del poder de los Barberini,[32]​ de Pietro da Cortona, 1636-1639

Trampantojo de la Galería Spada, de Borromini, 1653

Interior de la Oude Kerk, de Gerard Houckgeest,[33]​ 1654

Las Meninas, de Velázquez, 1656

Muchacha leyendo una carta, de Vermeer, 1657

Boceto para un techo del Palacio del Buen Retiro, de Agostino Mitelli y Angelo Michele Colonna[34]

La Santa Faz, de Zurbarán, 1658-1661. Un "trampantojo a lo divino".[35]

Scala Regia de Bernini desde la entrada del Palacio Apostólico Vaticano, 1663-1666

Autorretrato de Murillo, ca. 1670

Vanidad y trompe-l'œil, de Jean-François de Le Motte, Museo de Bellas Artes de Dijon, 1670

Capilla del Milagro en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, murales atribuidos a Francisco Rizi y Dionisio Mantuano, 1678

Decoración del Salón de Venus[36]​ del Palacio de Versalles, de Jacques Rousseau,[37]​ ca. 1680

Frescos de la Villa Rotonda, de varios pintores; en primer plano, los de Louis Dorigny,[38]​ finales del siglo XVII.

Grabado fingido con un retrato de Carlos I de Inglaterra, de Edwaert Collier,[39]​ 1698

Proyecto de arquitectura efímera para la entrada de Felipe V en Madrid (18 de febrero de 1701), de Teodoro Ardemans.

Techo de la Sala de Mármol de la abadía de Melk, de Paul Troger, 1732

Alegoría del gusto, de Bernardo Lorente Germán, primera mitad del siglo XVIII.

La visita de Enrique III a la villa Contarini, de Tiépolo, ca. 1750

Decoración del palacio episcopal de Albarracín, mediados del siglo XVIII.

Decoración de la catedral de Calahorra.

Trompe-l'oeil, de Johann Heinrich Füssli.

El grupo de la escalera, de Charles Willson Peale, 1793

Venus surgiendo del mar, de Raphaelle Peale (hijo del anterior), ca. 1822.[40]

Cúpula de San Antonio de la Florida, de Goya, 1798

Escalera Potiomkin, de Francesco Boffo,[41]​ 1837-1841

Pere Borrell del Caso, "Escapando de la crítica", 1874, col. Banco de España.

Vidriera modernista al trampantojo de Richard Morris Hunt y Eugène Stanislas Oudinot, 1883-1884

Still life Violin and Music, de William Michael Harnett, 1888

La puerta del pescador, de John F. Peto, 1905

Algunos dibujantes de excepcional imaginación, como Piranesi en el siglo XVIII (época de la arquitectura visionaria) y Escher en el XX (época del surrealismo), han utilizado las perspectivas de tal modo que falsean el propio concepto de realidad visible. Las escaleras,[42]​ muy utilizadas por ambos (en Escher, invirtiendo su sentido de forma extrañamente verosímil, pero imposible), son un recurso habitual en los trampantojos, debido a su complejidad (líneas y planos proyectándose y rotando en el espacio). Su dinamismo también se ha utilizado en el cine: las escaleras de Odessa en El acorazado Potemkin de Serguéi Eisenstein, las que usaba recurrentemente Alfred Hitchcock o las móviles del Colegio Hogwarts en la serie de películas de Harry Potter.

Grabado de la serie Le Carceri d'Invenzione, de Piranesi.

Cubo imposible,[43]​ una de las ideas en las que se basan los dibujos de Escher (las obras de Escher están sujetas a derechos y no pueden reproducirse aquí).

Interior real de un edificio en Shanghai.

La decoración urbana, que comenzó a utilizar el trampantojo en el Renacimiento (especialmente en la arquitectura efímera del Barroco) sigue usándolo, tanto en su vertiente regular-institucional (Richard Haas)[44]​ como en su vertiente irregular. Este concepto es utilizado por artistas callejeros más o menos espontáneos, como Julian Beever, Banksy o Zilda.[45]

Trampantojo callejero ante el puente de Brooklyn.

Trampantojo callejero en Solingen.

Trampantojo de los jardines de Schlossgarten en Schwetzingen.

Trampantojo anamórfico en una calle de Wellington.

Sweep It Under The Carpet, uno de los grafitis de Banksy.

Mientras que las artes escénicas han utilizado desde la Antigüedad recursos auxiliares de trampantojo en su escenografía (como la capa de arlequín "manteau d'arlequin"),[54]​ la fotografía y el cine son en sí mismos recursos para producir un engaño visual o fingimiento de la realidad; es decir, un trampantojo. Lo mismo ocurría con los que fueron sus antepasados técnicos, como la cámara oscura o la linterna mágica. Bien es cierto que, entendidos como artes en sí mismos, utilizan el trampantojo para obtener ciertas imágenes que producen particulares efectos ilusionísticos más allá del genérico en que se basan. De hecho, la perspectiva forzada es una técnica fotográfica muy utilizada.[55]

Fotografía turística tópica con la torre de Pisa

Los trampantojos también han sido utilizados con profusión en el cine hasta la aparición de los efectos especiales digitales. Desde simular una vista exterior a través de una ventana en escenas rodadas en decorados interiores, hasta la simulación de todo un «grandioso» decorado exterior [cita requerida] .

Un método habitual (matte en inglés) era pintar el «gran» exterior (ciudades, cielo, etc...) en una tabla de madera de pocos metros que se situaba relativamente cerca de la cámara (pero ocupando solo una parte del encuadre), mientras que la escena real tenía lugar más lejos y ocupando el resto del encuadre de la cámara; así, haciendo coincidir el borde del trampantojo pintado con la escena real, el efecto era que todo se desarrollaba en un gran escenario cuyo coste de construcción hubiera sido prohibitivo. Incluso se podía llegar a tener todo el decorado como trampantojo, ocupando todo el encuadre y solo a través de un hueco en él tendría lugar la escena real. Se podría decir que en el cine, para conseguir este efecto de ilusión óptica, se juega con elementos como la escala de los distintos elementos que conforman la perspectiva, así como la distancia de la cámara al objeto filmado y la profundidad de campo[cita requerida] .

Una variación es el método Schüfftan (por su inventor Eugen Schüfftan),[56]​ en el que delante de la cámara lo que se colocaba era un espejo parcialmente transparente, sin parte de la película reflectante del mismo. En la parte espejada se reflejaba el trampantojo y a través de la parte transparente tenía lugar la escena real.

El empleo del óleo, que permite la recreación verista de las distintas materias, favorece la ambigüedad y el ilusionismo al reforzar el aspecto vivo de las figuras y el escultórico de las grisallas, como sucede en las obras de Alincbrot, Campin, van der Stock y Provost.

Con el apelativo de Zeuxis español se designaba a Juan Pantoja de la Cruz. Carl Bratli, Felipe II, rey de España: estudio sobre su vida y su caracter, B. del Amo, 1927, p. 113.

Representación del palacio de Teodorico en Rávena, en los mosaicos de San Apolinar el Nuevo (siglo VI).

La simulación de un entorno arquitectónico sirve para individualizar las escenas en un relieve románico (Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta, basílica de San Vicente, Ávila).

Perceval en el castillo del Rey Percador, en un manuscrito del siglo XIV (gótico). La ausencia de profundidad, remarcada por la decoración abstracta de los fondos, se intensifica con la rudimentaria representación de volúmenes en la torre y la mesa.

Las primeras búsquedas para la representación de los escorzos ya aparecen en el Album de Villard de Honnecourt. El folio 12 muestra una torre de reloj dibujada en una perspectiva ingenua que puede ser fruto de haberse copiado del natural (Jorge Sáinz, El dibujo de arquitectura, Reverte, 2005,Reverte, 2005, ISBN 84-291-2106-4, pg. 128).

Presentación de Cristo

El milagro de Sessa.

Vuelta de Cristo a Jerusalén.

Presentación de María en el templo, de Taddeo Gaddi (ca. 1330).

Salterio anglo-catalán - M. Moleiro. Anglo-Catalan Psalter catalogue; fuente citada en ca:Saltiri anglocatalà-, de Ferrer Bassa (ca. 1340).

Grabado de Durero.

Trampantojo del vestidor de Jacqueline Kennedy en la Casa Blanca.

Decoración del restaurante Aubergine.



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