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Vaso Campaniforme



¿Dónde nació Vaso Campaniforme?

Vaso Campaniforme nació en Portugal.


Vaso campaniforme es la denominación de una cultura arqueológica prehistórica asociada al Calcolítico y al período inicial de la Edad del Bronce en Europa Occidental. Su cronología e interpretación son controvertidas, habiendo generado al respecto abundante literatura. Gracias a la revisión sistemática de los datos proporcionados por el radiocarbono en vasos campaniformes de toda Europa, se ha podido establecer que los más antiguos serían los encontrados en el área del bajo Tajo (Portugal), con una cronología que iría del 2900 al 2500 a. C.[2]​ Según otros autores, su aparición se situaría, en cambio, sobre el 2400 a. C., desapareciendo hacia el 1800 a. C.[3]

Su nombre es la consecuencia de las especiales características de estas vasijas (en arqueología denominadas vasos) con forma de campana invertida y profusamente decoradas que se han encontrado, generalmente en contextos funerarios, en buena parte de Europa: por casi toda la península ibérica, en islas del Mediterráneo occidental, en la Francia mediterránea y atlántica, Gran Bretaña e Irlanda, los Países Bajos y parte de Europa Central.

Su presencia está relacionada con la difusión de la metalurgia del cobre por Europa occidental, hasta el punto de haberse convertido en fósil director de esta expansión.[4]

La base arqueológica del horizonte campaniforme queda definida por la aparición de dichos vasos cerámicos acampanados, bien manufacturados, de color rojo o marrón-rojizo, decorados profusamente con bandas horizontales incisas (grabadas) o impresas, con temas geométricos, rayados, ajedrezados, etc. Los vasos más tempranos han sido descritos como de estilo internacional, que incluiría los grupos Marítimo y AOO (all over ornamented: completamente ornamentado y encordado), denominado así porque han sido hallados en todas las regiones mencionadas más arriba, mientras que los estilos posteriores se enmarcan en distintos desarrollos regionales.[5]​ Aunque aparecen usualmente en contextos funerarios, también se los encuentra en ámbitos domésticos. Otras piezas de cerámica asociadas (que formarían parte de auténticos “servicios”) se constatan sólo en determinados grupos locales.

Asociados al vaso suelen encontrarse en las tumbas otros objetos, de manera tan frecuente que han sido adscritos como característicos del fenómeno campaniforme: puñales de lengüeta, puntas de flecha tipo Palmela, joyas de oro (diademas), brazaletes de arquero y botones de hueso con perforación en “v”. Todo ello siempre en contextos funerarios masculinos.[6]

No solamente existían diferencias en el ajuar funerario sino también en la colocación de los cadáveres: mientras que los hombres se colocaban sobre su lado izquierdo con la cabeza orientada hacia el norte, las mujeres yacían sobre el derecho con la cabeza dirigida al sur.[7]

Gracias a la revisión sistemática de los datos proporcionados por el radiocarbono en vasos campaniformes de toda Europa, se ha podido establecer que los más antiguos serían los encontrados en el área del Bajo Tajo, en Portugal, en yacimientos como Zambujal y Vila Nova de São Pedro, con una cronología que va del 2900 al 2500 a. C., algo más antigua que los de Andalucía, que estarían entre el 2500 y el 2200 a. C.[2]

En cuanto al final, conviene situarlo sobre el 1700 a. C., pues existen interferencias entre campaniformes y grupos del Bronce antiguo, como El Argar, Bronce Manchego, Wessex, etc. No se reconocen perpetuaciones más tardías como alguna vez se pretendió para el grupo de Ciempozuelos.

Con respecto a la decoración, el complejo campaniforme puede clasificarse en varios grupos:

El marco geográfico comprende casi media Europa: desde la península ibérica e Irlanda hasta el río Vístula, y desde Dinamarca y el sur de Escandinavia hasta Sicilia y el norte de África, aunque estos límites parece que están siendo ampliados últimamente.

Hace unos años esta vasta área se valoró como un horizonte cultural homogéneo. Ahora se tiende a acentuar el comportamiento particular de los distintos grupos y sus desarrollos regionales. Las cerámicas no eran iguales en todos estas zonas, sino que, al contrario, conformaron una serie de estilos muy diversos con una característica común morfológica. También hoy se duda de que las tumbas individuales (aunque prevalezcan) sean un rasgo distintivo del área cultural campaniforme. Cabría distinguir entonces, con Harrison, tres grandes provincias que se comportan con cierta homogeneidad:

En la península ibérica el fenómeno campaniforme define la fase final del Calcolítico local y los siglos iniciales de la Edad del Bronce.[8]​ Menos algunas excepciones notables, la mayor parte de los enterramientos campaniformes se encuentran en las regiones costeras o cerca de estas. En cuanto a los asentamientos y monumentos en el contexto ibérico, esta cerámica se encuentra generalmente en asociación con materiales calcolíticos locales y aparece muchas veces de forma "intrusiva", ya que son del III milenio y suelen encontrarse en monumentos funerarios cuyos orígenes se pueden remontar al IV o V milenios a. C. El campaniforme ha sido tan determinante para establecer las cronologías del sur y suroeste peninsulares que su ausencia o presencia son el fundamento de la división en dos fases de los grupos de Los Millares y Vila Nova.

En la península ibérica son más frecuentes los campaniformes marítimos que los cordados y los mixtos. Aquellos han sido considerados “antiguos” y aparecen a partir del 2900 a. C. en el estuario del río Tajo. Entre los campaniformes posteriores o “avanzados” se podrían distinguir cuatro grupos:

Todos ellos fueron bien definidos por Alberto del Castillo en 1928 y cuentan con una serie de rasgos comunes:

El grupo de Palmela se extiende por el estuario del Tajo y la Estremadura portuguesa y corresponde a la regionalización de los campaniformes marítimos. Los vasos decorados responden a cuencos hemisféricos y anchas copas, que se documentan en Carmona, además de vasos, todos ellos decorados con líneas puntilladas al principio e incisas después, bien sean horizontales, verticales u oblicuas, obtenidas mediante peine.

Predominan los hallazgos funerarios (enterramientos intrusivos en cuevas artificiales, como la de Palmela), pero también se documentan en poblados como los de Vila Nova de São Pedro y Zambujal. La excavación reciente de un hábitat en Malhadas ha demostrado la importancia de la metalurgia del cobre en esta cultura del comienzo del II milenio a. C.

El grupo Ciempozuelos se extendió por los valles del Duero y del Tajo. La mayor parte de los hallazgos proceden de los enterramientos, que eran por inhumación en fosas individuales, a veces utilizaban viejos dólmenes, como el salmantino de Aldeavieja de Tormes.

El ajuar cerámico está formado por un equipo normalizado en el que aparece el vaso inciso y con incrustaciones de pasta blanca y pseudopintura, juntamente con una cazuela y un cuenco de iguales características. Este equipo corriente se acompaña de otros elementos como son: el puñal de lengüeta, la punta de flecha palmela, etc. Como ejemplos están la necrópolis de Ciempozuelos, las tumbas de yacimiento arqueológico de «La Peña» (Villabuena del Puente, Zamora) y Fuente-Olmedo (Valladolid). La tumba de Fuente-Olmedo contaba con un puñal de lengüeta, once puntas palmela, una diadema de oro, un brazal de arquero, una punta de sílex y el equipo cerámico. Es uno de los enterramientos más ricos de la cultura del vaso campaniforme europea. Parece que la aristocracia renuncia a enterrarse junto al resto de la población y, como los nobles de la Edad Media, hacían gala de su poder con unos signos tan inequívocos como el oro y las armas. El difunto era un varón de unos 18 años, por lo que parece que tenía una autoridad heredada. Para la tumba de Fuente-Olmedo se tiene una fecha de carbono 14 que se cifra en el 1650 a. C., que se considera algo corta considerando el estado actual de la cuestión. Hoy se piensa que el grupo de Ciempozuelos se desarrolló entre el 2150 y el 1650, es decir, a lo largo de cinco siglos.

El grupo de Carmona presenta decoraciones parecidas a las de Palmela. Se extiende por el Bajo Guadalquivir y casi todos los hallazgos corresponden a confusos enterramientos en fosa o cueva. En Andalucía oriental y especialmente en el Cerro de la Virgen de Orce (Granada) se documentan cabañas circulares de adobe vinculadas a la cultura del vaso campaniforme. Se han encontrado allí vasos incisos y decorados con peine, emparentados con el grupo Ciempozuelos. También hay copas anchas.

En La Algaba (Sevilla), que muestra un ambiente cultural esencialmente campaniforme, el tipo de plato de borde almendrado y de pestaña vertical, aparece junto a cerámicas decoradas según técnica y estilo campaniforme. Las cerámicas de este yacimiento han aparecido ocasionalmente, con motivo de la remoción de tierras para la obtención de gravas bajo el yacimiento.[9]

El grupo de Salamó se caracteriza por cerámicas decoradas abigarradamente con incisiones, seudoescisiones u hoyos impresos.

Deriva de los estilos que los investigadores franceses denominan pirenaicos. Los yacimientos-tipo más frecuentes son los hábitats en cueva, aunque se conozcan igualmente determinados enterramientos en el interior de cavidades.

En su estudio a gran escala sobre las dataciones radiocarbónicas campaniformes, J. Müller y S. Willingen establecieron que en Europa Central tales vasos aparecieron a partir del 2500 a. C.[2]

Los yacimientos campaniformes son poco conocidos todavía y resultan difícilmente identificables para los arqueólogos. La alfarería doméstica campaniforme no tiene precedentes en Bohemia y el sur de Alemania, mostrando que no hay relación con la cerámica cordada local de la Edad del Cobre final, ni tampoco con otros complejos del área, siendo considerada como algo completamente nuevo. Algunos asentamientos enlazaban el sur germano con el grupo campaniforme del este europeo, donde hay muchos vestigios de asentamientos, especialmente en Moravia y Hungría. Las relaciones con los grupos campaniformes occidentales y con las culturas contemporáneas de los Cárpatos fue mucho menor.[10]

Recientemente, materiales relacionados con el fenómeno campaniforme han sido descubiertos en un área geográfica de la que, hasta ahora, estaban ausentes, área que iría desde el mar Báltico hasta el Adriático y el Jónico, incluyendo países como Bielorrusia, Polonia, Rumanía, Serbia, Montenegro, Croacia, Albania e, incluso, Grecia.[11]

Los yacimientos del sur de Alemania y este de Europa muestran evidencias de una economía mixta agrícola y ganadera. Indicadores tales como piedras de molino y husos de telar hallados en ellos prueban el carácter sedentario de estos pueblos, así como la durabilidad de sus poblados.[10]​ Máxime cuando algunos enterramientos infantiles muy bien dotados parecen indicar que existían posiciones sociales heredadas, mostrándonos una sociedad compleja. Aunque el análisis de los ajuares funerarios, del tamaño y la profundidad de las fosas de enterramiento, o de su posición dentro del cementerio, no ha conducido a ninguna conclusión clara sobre las divisiones sociales.

Durante este período, la parte norte de la Alemania meridional estaba focalizada hacia la región del Rin, que perteneció al grupo campaniforme occidental, mientras que su parte sur ocupó el sistema fluvial del Danubio, que perteneció al homogéneo grupo oriental que se solapaba con el de la cerámica cordada y otros grupos del Neolítico final y la temprana Edad del Bronce. No obstante, la Alemania meridional muestra por sí misma algunos desarrollos independientes.[12]​ Aunque hay una evolución paralela con el resto del campaniforme, en el sur alemán se desarrollaron decoraciones de metopa, de sellos y técnicas de grabación de surcos que no aparecen en Austria ni en Hungría; tampoco hay vasos con asas.

Tal y como lo confirman las series antropológicas campaniformes de Moravia y Alemania, estos grupos influyeron en la formación de la cultura de Gáta-Wieselburg, en la franja oeste de la cuenca carpática.[13]​ Por otro lado y de acuerdo con la evidencia antropológica, la conclusión resultante es que los vasos campaniformes se impusieron en la parte sur de Alemania con unas tipologías más establecidas ya que en la zona este de Europa.[12]

El complejo campaniforme llegó a Gran Bretaña alrededor del 2500 a. C., declinando su uso a partir del 2200-2100 a. C. con la emergencia de los denominados food vessels (vasijas para comer) y las urnas cinerarias, desapareciendo hacia el 1700 a. C. El campaniforme británico inicial era similar al del Rin, pero los estilos finales eran más parecidos a los de Irlanda. Debido a que la mayoría de los hallazgos de este período corresponden a contextos funerarios, siendo muy raros los entornos domésticos, resulta muy difícil extraer conclusiones acerca de la mayoría de los aspectos sociales.

Se supone que el único elemento de exportación de este momento fue el estaño, que, probablemente, se extraía de los arroyos de Cornualles y Devon, en forma de guijarros de casiterita, y comerciado en bruto, sin refinar. Se usó para convertir el cobre en bronce desde el 2200 a. C.

El yacimiento más conocido de esta época es Stonehenge, cuya arquitectura neolítica fue llevada al clímax. En ese momento, multitud de túmulos lo rodeaban y un número inusual de "ricos" enterramientos pueden ser encontrados en las cercanías, como el del arquero de Amesbury. Otro yacimiento de especial interés es Ferriby, en el estuario del Humber, donde han sido recuperados los botes de madera más antiguos de Europa occidental.

La interpretación de la cultura arqueológica campaniforme ha variado sensiblemente a lo largo del siglo XX. Muchas de las teorías formuladas acerca de sus orígenes y su difusión han sido discutidas posteriormente. La "cultura del vaso campaniforme" ha sido sugerida como candidata para una temprana cultura indo-europea, más concretamente, para unas ancestrales culturas proto-céltica,[14]proto-itálica o italo-céltica.

En 1958 Gordon Childe la definió como el resultado de la expansión por toda Europa de una casta guerrera y comerciante de procedencia poco clara, visión que se mantuvo durante un cuarto de siglo. Este misterioso origen fue atribuido por distintos investigadores a lugares tan diversos como el estuario del Tajo, el valle del Guadalquivir, la cuenca central del Rin, Bohemia, etc. En 1961 Sangmeister formuló su teoría del flujo-reflujo, según la cual los primeros vasos campaniformes procederían de la península ibérica, pero luego serían transformados en ciertas regiones, desde donde se retornarían vasos estilísticamente renovados al foco original.[15]

Posteriormente, en 1974, se celebró el simposio de Oberried, en el que se destacaron dos conclusiones principales; la primera, tras haber sido aceptada durante décadas, ha sido refutada, mientras que la segunda conserva su vigencia:

Siguiendo esta tendencia, en 1980 Harrison propuso un origen múltiple de los distintos estilos campaniformes, situando el marítimo en la península, y adjudicando su uso en exclusiva a los líderes comunitarios de los territorios donde se han encontrado.[15]

Un reciente repaso de todas las fuentes disponibles acerca del sur de Alemania concluyó que el vaso campaniforme fue contemporáneo de la cerámica cordada en esta área, pero que apareció de manera completamente independiente de esta última, en contra de lo que Lanting y Van der Waals sostenían.[17]​ Tal conclusión se apoya además en la revisión de las fechas del radiocarbono mencionada más arriba, que demostró que el vaso campaniforme era contemporáneo del encordelado pero que había aparecido en otra región de Europa, en Iberia.[2]

La relativa unidad del vaso campaniforme en Europa en el tránsito del III al II milenio a. C. podría explicarse en el seno del clima de interacción comercial creado por unas élites ávidas de bienes de prestigio, entre los que se encontraba el vaso campaniforme. Se interpretaría como representativo de una moda, una vajilla de lujo usada por las élites europeas en ceremonias sociales en las que se asociaba a la bebida, empleada también en pactos políticos, transmisión de conocimientos, alianzas matrimoniales, etc. Se sabe que sirvió para beber cerveza o hidromiel, según el análisis de los posos de la pieza escocesa de Ashgrove. Pero también fue usado en algunos casos como un recipiente de reducción para fundir minerales de cobre; otros conservan restos orgánicos asociados con comidas e, incluso, algunos fueron empleados como urnas funerarias.[18]



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