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Bipartidismo



Un sistema bipartidista (o bipartidismo) es un sistema de partidos políticos que favorece la aparición de dos coaliciones políticas (por lo general antagónicas en el espectro político) para generar una exclusión o una discriminación positiva de minorías políticas, sucediendo en todas las elecciones que uno de ellos alcanza el gobierno de la nación y el otro ocupa el segundo lugar en las preferencias de voto, pasando a ser la oposición oficial al gobierno. Sus defensores argumentan que genera una estabilidad política al excluir sectores extremistas que podrían alcanzar una representación parlamentaria o presidencial. Por el contrario, sus detractores argumentan que el hecho de que excluye a estas minorías es antidemocrático.[1][2][3][4][5]

Esta situación suele conllevar que esos dos partidos acaparen (además de la representación) casi en exclusiva la atención de los medios y de la opinión pública, pasando el resto de partidos algo desapercibidos de cara al grueso de la población. Sobre el sistema bipartidista existen grados. Siendo algunos sistemas políticos más bipartidistas que otros. En general la mayor parte de los sistemas lo favorecen en cierta medida aunque algunos están diseñados de forma bipartidista ya de raíz.

Aunque existen algunos antecedentes que pueden asociarse como formas prototípicas, como la lucha entre las facciones de populares y optimates en el Senado Romano (tomando la precaución de guardar las diferencias entre esa época y la nuestra), el bipartidismo tradicional como lo entendemos hoy en día nace tras la revolución francesa. Con mayor o menor éxito se fueron implantando de forma intermitente parlamentos bipartidistas en toda Europa en los que se presentan siempre dos bandos encontrados, conservadores y liberales. Los primeros tratando siempre de conservar los privilegios de la nobleza y los segundos tratando de equiparar en derechos a la burguesía. En España existen varios momentos en los que se establecen parlamentos de ese tipo, durante el trienio liberal o durante la restauración borbónica por ejemplo. En todos esos sistemas el pueblo llano, aún analfabeto en gran medida, permanece incapaz de influir en el poder. Con la llegada del socialismo el bipartidismo se rompe en la mayor parte de las democracias ya que una tercera fuerza social, la masa obrera, exige representación. El voto femenino también contribuye a disgregar más el mapa político europeo. La tendencia en casi todos los países es la de modernizar sus sistemas para tener en cuenta la nueva realidad social y, sobre todo, para evitar que haya más revoluciones obreras. En muchas naciones como Gran Bretaña, Francia y España, los partidos liberales eventualmente son sustituidos por partidos socialistas (usualmente socialdemócratas) como el Partido Laborista, el Partido Socialista y el PSOE como el principal representante de las clases menos favorecidas y como el otro "pilar" del bipartidismo al lado de los partidos conservadores.

Existen varios factores que favorecen el bipartidismo:[cita requerida]

El bipartidismo en muchos países aparece ligado a la evolución del sistema democrático en el que los partidos mayoritarios establecidos, dejan de tener un perfil ideológicamente muy marcado y se enfrentan por el mismo electorado. Tradicionalmente los partidos de masas habían dependido de las cuotas de militantes, y defendían intereses de clase, pero la aparición de los medios de comunicación, y el ensanchamiento de las clases medias llevó a que los partidos se enfrentaran por un mismo electorado, convirtiéndose en partidos atrapalotodo, en lugar de limitarse a movilizar a sus bases. Esta lucha partidista llevó a una dilución ideológica, y a buscar fuentes de financiación en forma de subvenciones públicas y prerrogativas de diferente tipo en lugar de las tradicionales cuotas de los afiliados. A partir de estas observaciones Richard Katz y Peter Mair desarrollaron un modelo en el que unos pocos partidos mayoritarios formados por políticos profesionales, con carga ideológica muy disminuida, pactan condiciones restrictivas a la entrada de nuevos partidos, cosa que asegura su financiación y beneficios personales para las élites partidarias. Desde un punto de vista económico estos partidos se comportan como "cárteles" sectoriales cuya estrategia de mercado es la limitación de la competencia. La evolución histórica de las bases de financiación y el uso de medios de comunicación a partir de la segunda mitad del siglo XX ha favorecido en un número importante de países la aparición de clases políticas organizadas en partidos de tipo "cártel" hecho que ha favorecido inexorablemente el bipartidismo.

Desde su independencia, Belice ha tenido dos partidos dominantes el centroizquierdista Partido Popular Unido y el centroderechista Partido Democrático Unido, son los únicos dos partidos representados en el Congreso de Belice.

El bipartidismo en Chile e Indonesia se manifiesta en una variante de este denominado binominalismo el cual consiste en que por cada división electoral elige a dos representantes. Para que una lista política se adjudique la exclusividad de tal división debe doblar a la lista que lo sigue, en caso contrario de no doblar a la lista que le sigue, la segunda lista queda con un escaño de la mayoría de tal lista.

En Chile existe un sistema multipartidista con siete partidos políticos legalmente inscritos y con representación parlamentaria, pero que convergen en dos grandes coaliciones: Nueva Mayoría (PDC, PPD, PRSD, PS, PC; más IC y MAS que no están legalmente inscritos) y Chile Vamos (RN, UDI; Evópoli y PRI). El sistema electoral binominal (proporcional de efectos mayoritarios) ha favorecido la existencia de estos dos grandes conglomerados. Otros partidos políticos no legalmente inscritos o que carecen de representación parlamentaria: PL, PRO, PRI, PH, ECOV, Igualdad, RD, IA.

El sistema binominal en Chile fue reemplazado en 2017 por un sistema D'Hondt, aplicado desde la siguiente elección parlamentaria.

En España se han producido dos grandes periodos de bipartidismo.

El primero, conocido como turnismo, tuvo lugar entre 1875 y 1923 y fue uno de los elementos fundamentales del sistema de la Restauración borbónica. Consistió en la alternancia en el gobierno de los dos partidos dinásticos (Conservador y Liberal) por sucesivas decisiones del rey en función de una crisis política o de desgaste en el poder del partido gobernante.

El segundo comienza con el triunfo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en las elecciones generales de 1982 y consiste en la alternancia en el gobierno entre el PSOE y el Partido Popular, ya que en cada elección desde entonces uno ha sido el partido gobernante y el otro el primer partido de la oposición. En 2011 se empezó a denominar este bipartidismo como PPSOE por la combinación de las siglas de los dos partidos. El ascenso de otros dos partidos para las elecciones generales de 2015, Podemos y Ciudadanos, a los que se sumó Vox para las elecciones generales de 2019, supuso el fin del bipartidismo en España.[6]

Si bien han tenido distintos nombres, la mayor parte de la historia electoral de la Quinta República Francesa mostró un bipartidismo entre los conservadores gaullistas de centroderecha agrupados bajo distintos nombres (Unión de Demócratas por la República, Unión por un Movimiento Popular, Los Republicanos) y los socialistas de centroizquierda representados por el Partido Socialista (Francia) y sus aliados. Este bipartidismo se rompió definitivamente en la elección legislativa de 2017 cuando las dos opciones más votadas no fueron ni socialistas ni republicanos, sino el centrista ¡En Marcha! y el ultraderechista Frente Nacional.

Desde el fin de la Dictadura de los Coroneles y el establecimiento de la Tercera República Helénica en 1974, Grecia ha experimentado un periodo bipartidista en que se alternaron en el poder el socialdemócrata Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) y el conservador Nueva Democracia. En mayo de 2012, en el marco de la crisis de la deuda soberana, la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) superó los resultados del PASOK y se convirtió en la segunda fuerza más votada (por detrás de Nueva Democracia), poniendo fin al periodo bipartidista. En enero de 2015 Syriza pasó a ser la fuerza más votada y pactó con el derechista Griegos Independientes un gobierno de coalición. Sin embargo Nueva Democracia retornaría al poder tras las elecciones parlamentarias de Grecia de 2019 si bien Syriza se mantuvo como segundo lugar muy por encima de PASOK.

Todos los Taoiseach de la República de Irlanda han pertenecido a los partidos Fine Gael o Fianna Fáil desde su independencia de Reino Unido.

Desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta los años noventa se vivió en Italia un bipartidismo entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista Italiano. El PCI nunca obtuvo el Poder Ejecutivo pero se mantuvo como primera fuerza de oposición y gobernó varias regiones, por lo que su influencia en la sociedad italiana fue importante. Este es un caso inusual de bipartidismo en donde uno de los dos partidos principales es comunista, ya que en la mayoría de los casos el principal partido de izquierda en un sistema bipartidista suele ser socialdemócrata o socioliberal.

Desde su independencia del Imperio británico Pakistán vivió un sistema bipartidista en el cual los primeros ministros provenían siempre del centroizquierdista Partido del Pueblo Pakistaní o de la centroderechista Liga Musulmana de Pakistán (en sus distintas variantes), en una dinámica similar a la de socialdemócratas y democristianos de Occidente. Esto se rompió tras la elección del centrista Movimiento por la Justicia de Pakistán en las elecciones generales de Pakistán de 2018.

Si el británico es un sistema de bipartidismo clásico monárquico ya que respeta y se somete en las formas a la institución de la Corona, el sistema estadounidense es un típico ejemplo de bipartidismo presidencialista con esencia republicana. Este sistema permanece aún más intacto respecto a como lo dejaron sus padres fundadores. De hecho la evolución del sistema ha sido la de acentuar dicho bipartidismo ya que cada vez se necesitan mayores sumas de dinero para poder hacer política. En la actualidad sólo existen dos grandes partidos, conocidos como Partido Demócrata y Partido Republicano que ostentan entre ambos un respaldo superior al 90%. La situación se hizo patente en las elecciones del 2000 cuando el candidato Ralph Nader perjudicó a Al Gore frente a su oponente George W. Bush.[cita requerida]

Claramente bipartidista en sus inicios, con conservadores (Tories) y liberales (Whigs) disputándose el poder, pronto surgieron los laboristas como tercera fuerza política. Poco a poco ganaron en relevancia hasta el punto de que en las últimas décadas se han alternado en el poder con los conservadores. Por otra parte, en la actualidad el sistema británico, si bien ha cambiado bastante desde entonces, mantiene sus instituciones casi intactas en su esencia. La Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes, por ejemplo, siguen siendo iguales en organización y estética que siglos atrás. En realidad los cambios hechos nunca han sido en los fundamentos del sistema sino retoques o parches para irse adaptando a los tiempos.

Similarmente a Reino Unido, en la mayoría de países de la Mancomunidad de Naciones que suelen seguir el sistema de gobierno Westmister, se da un bipartidismo entre oficialismo y oposición, así por ejemplo todos los primeros ministro de Canadá han pertenecido al Partido Liberal o Conservador y todos los de Jamaica al Nacional o Laborista. En Australia y Nueva Zelanda aunque hubo diversos partidos políticos que ostentaron gobierno en sus inicios, desde mediados del siglo XX todos los primeros ministros han sido laboristas (australianos o neozelandeses) o conservadores (liberales y nacionales respectivamente).

En la mayoría de los países latinoamericanos se establecieron sistemas bipartidistas, aun cuando muchos de ellos han tenido cambios radicales en dichos sistemas. La mayoría de los países latinoamericanos tienen sistemas presidenciales muy similares a los de EE. UU.[7]​ Debido a la acumulación común de poder en la oficina presidencial, tanto el partido oficial como la oposición principal se convirtieron en importantes protagonistas políticos que causaron históricamente sistemas bipartidistas. Algunas de las primeras manifestaciones de esta particularidad fueron con los liberales y conservadores que a menudo lucharon por el poder en toda América Latina, causando los primeros sistemas bipartidistas en la mayoría de los países latinoamericanos que a menudo conducen a guerras civiles en lugares como Colombia, Ecuador, México, Venezuela, la República Centroamericana y Costa Rica, con luchas centradas especialmente en oponerse o defender los privilegios de la Iglesia Católica y la aristocracia criolla. Otros ejemplos de sistemas primitivos bipartidistas incluyeron pelucones vs pipiolos en Chile, federalistas vs unitarios en Argentina, colorados vs liberales en Paraguay y colorados vs blancos en Uruguay.[8]

En Bolivia, Ecuador, y México se ha establecido un sistema pluripartidista donde muchos partidos tienen injerencia en la política nacional.

En Ecuador el pluripartidismo que se ha acentuado desde la restauración democrática de ese país en 1979, ha provocado que siempre haya segundas rondas, aun cuando los partidos tradicionales ecuatorianos se encuentran muy desgastados. Este fenómeno ha sido llamado peyorativamente como la partitocracia.

En el caso de México imperó hasta el 2000 un sistema unipartidista hegemónico, pero actualmente existen una gran variedad de partidos, siendo los tres principales el PAN, MORENA y el PRI.

Por otra parte, en Cuba existe un sistema unipartidista, donde el Partido Comunista es el único legal, si bien este no se presenta como tal a las elecciones y los candidatos son todos independientes, afiliados o no al Partido.

Respecto a la idoneidad o no del bipartidismo en la democracia, existen opiniones contrapuestas. Hay quienes piensan[¿quién?] que es positivo porque ayuda a la estabilidad política y general de una nación, mientras que otros[¿quién?] creen que supone una disminución poco saludable de opiniones representadas en los organismos del poder, y que no existe una verdadera oposición lo que fomenta la corrupción.

Estabilidad frente a representatividad han sido siempre los factores encontrados. La máxima estabilidad la representarían los regímenes unipartidistas, las dictaduras y monarquías absolutas y otras variedades de regímenes no democráticos. Por otro lado sistemas como el italiano donde se prima la representación de los partidos pequeños vendrían a ser los más inestables, ya que es casi imposible que ningún grupo parlamentario alcance la mayoría absoluta o una mayoría suficientemente clara, lo que obliga a realizar complicados pactos. Pero a juicio de muchos la incapacidad de realizar pactos estables de legislatura se debe más a la inmadurez democrática de quienes gobiernan que no por el pueblo, que simplemente vota a los partidos para que luego negocien con el peso que les ha dado la población a cada uno. Siguiendo esta teoría, en Italia dicha inestabilidad se debería más al gobierno de unidad nacional contra los comunistas, muy fuertes entonces, y por la gran corrupción que propiciaban unas instituciones mafiosas muy enquistadas en la vida política del país.

El bipartidismo suele realimentarse ya que muchos votantes, pensando que votar a otros partidos políticos es malgastar el voto (por ser muy improbable que consigan representación parlamentaria), acaban eligiendo entre una de las dos opciones mayoritarias. Es lo que se denomina voto útil y que los partidos grandes suelen usar como baza para atraer a los votantes de partidos minoritarios coartando así aún más el bipolarizado sistema.



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