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Ciro Alegría Bazán



Ciro Alegría Bazán, más conocido como Ciro Alegría (Sartimbamba, La Libertad, 4 de noviembre de 1909[nota 2]​ - Chaclacayo, Lima, 17 de febrero de 1967) fue un escritor, político y periodista peruano. Es uno de los máximos representantes de la narrativa indigenista, marcada por la creciente conciencia sobre el problema de la opresión de los indígenas y por el afán de dar a conocer esta situación, cuyas obras representativas son las llamadas “novelas de la tierra”. En ese sentido es autor de las siguientes: La serpiente de oro (1935), Los perros hambrientos (1939) y El mundo es ancho y ajeno (1941), su obra cumbre y una de las novelas más notables de la literatura hispanoamericana, con numerosas ediciones y traducida a muchos idiomas.

Al margen de sus méritos literarios, se recuerda a Alegría por su calidad humana y su bonhomía, salpicada de un humor muy peculiar. Hijo de hacendados, desde pequeño interactuó con el personal a cargo de las actividades agrícolas. De recuerdos de su infancia y de los relatos que oyó nacieron sus grandes novelas indigenistas. De sus padres recibió una educación liberal, que contrastaba con aquel ambiente en que creció. Ciro Alegría es uno de los representantes más destacados del Grupo Norte que surgiera en la primera mitad del siglo XX en la ciudad de Trujillo.

Ciro Alegría nació en la hacienda Quilca, cerca de Huamachuco, en 1908, aunque fue inscrito por error como nacido en 1909, año que el escritor usó como la fecha oficial de su nacimiento. Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Nacional San Juan de Trujillo, donde tuvo como profesor durante un año escolar al entonces joven poeta César Vallejo. En 1927 fundó la Tribuna Sanjuanista, periódico escolar que dirigió; integró el Grupo Norte, ya en su fase final; y en 1930 tuvo activa participación en la formación de la célula aprista de Trujillo, junto con Antenor Orrego y otros.

Por su actividad proselitista fue perseguido y torturado y, luego de la debelada revolución aprista de 1932, fue encarcelado, pero liberado al año siguiente por una ley de amnistía. En esta época empezó a publicar articulos periodísticos, pero en 1934 fue deportado a Chile, adonde lo siguió su joven novia Rosalía Amézquita. En 1935 su novela La serpiente de oro ganó el concurso de la Editorial Nascimento de Chile, y en 1939 obtuvo, con su novela Los perros hambrientos, el segundo premio de novela de la editorial Zig - Zag, también Chilena. Dos años después, en 1941, con su gran novela indigenista El mundo es ancho y ajeno ganó el primer premio del concurso convocado a nivel continental por la editorial estadounidense Farrar & Rinehart.

Después de recibir este premio Alegría se estableció en EE.UU, primero, y luego en Cuba y Puerto Rico. Se dedicó al periodismo, la traducción y la enseñanza universitaria, así como a la literatura, aunque no publicó por estos años. En 1960 retornó al Perú, donde a sus actividades usuales sumó la carrera política: se afilió al partido Acción Popular en 1963 y llegó a ser elegido diputado por Lima,[1]​ ante el Congreso de la República. En 1963 publicó su última obra, el libro de cuentos Duelo de caballeros. Falleció en 1967, en la localidad de Chosica dejando varias novelas inconclusas, así como algunos relatos inéditos que fueron publicados por su viuda, Dora Varona, quien se convirtió en una gran estudiosa de su vida y obra literaria, publicando varias de las obras de Alegría en Ediciones Varona, sello editorial que fundó.

Ciro Alegría nació en el caserío de Quilca, uno de los 7 "pungos" (casas de administración y gestión), en que se dividía Marcabal Grande, la extensísima hacienda de su familia (más de 75.000 hectáreas), en la sierra del departamento de La Libertad, cerca de la ciudad de Huamachuco.

Su padre, José Eliseo Alegría Lynch, natural de Huamachuco, fue un joven intelectual de raíces peruanas e irlandesas, lector del conocido político peruano Manuel González Prada, quien desafió la autoridad de don Teodoro Alegría, padre de José Eliseo y abuelo del novelista, casándose con la hija del capataz de la hacienda, doña María Herminia Bazán Lynch, quien era su prima. José Eliseo intentó una pequeña reforma agraria favoreciendo a los campesinos de Marcabal Grande pero don Teodoro, que había dejado a José Eliseo al frente de la hacienda y vivía en Lima como diputado, regresó a sus tierras y deportó a su hijo a Quilca, un modesto caserío parte de la hacienda ubicado en las estribaciones orientales de la Cordillera de los Andes. Ahí nació y vivió su primera infancia Ciro Alegría, rodeado de nativos hispanohablantes hasta la edad de cinco años, cuando se trasladó con sus padres a Marcabal Grande.

Algún tiempo después, el abuelo recordó que su nieto tenía que escolarizarse y lo separó de sus padres para enviarlo a Trujillo (capital del departamento de La Libertad, en la costa), donde fue matriculado en el primer año de primaria del afamado Colegio San Juan, siendo temporalmente su maestro el muy reconocido poeta peruano César Vallejo[nota 3]​ Durante esos años escolares vivió en casa de su abuela paterna Elena Lynch Calderón de la Barca de Alegría.[nota 4]

En 1920 Alegría enfermó de malaria y volvió a los Andes, prosiguiendo su educación primaria en el Instituto Moderno de Cajabamba. Vivió entonces en casa de su tío Gerardo Falcón. En 1923, a los quince años, vivió en la hacienda Marcabal Grande, donde fue encargado de supervisar el cumplimiento de las tareas agrícolas de los peones. Aprendió entonces mucho de las costumbres y maneras de vivir de los nativos.

En 1924 su padre lo envió de nuevo a Trujillo, para cursar la secundaria en el Colegio San Juan. Por entonces definió su vocación y escribió, alentado por su familia, sus primeros relatos y poemas. En especial su madre fue la que tuvo influencia en su vocación literaria, pues a ella solía leerle Alegría sus primeros escritos, tomando muy en cuenta sus cariñosos y atinados comentarios.

Las vacaciones de 1925 Alegría las pasó en la hacienda Galindo, en las cercanías de Trujillo, en casa de su tío Constante Bazán Lynch. Tuvo entonces la oportunidad de ver como era la vida en una hacienda de caña de azúcar.

En 1926, cuando Alegría tenía 18 años, falleció su madre. A mediados de ese año el futuro novelista se escapó a Lima con un compañero de colegio apellidado Rojas, quien había inventado un acumulador de electricidad y planeaba aprovecharlo comercialmente. El amigo no logró su propósito y volvió a Trujillo pero Ciro decidió permanecer en Lima, intentando publicar un artículo y varios cuentos. Pero fracasó, igual que su amigo; sin dinero, tuvo que dormir a la intemperie, en las bancas del zoológico. Un tío suyo lo encontró por azar y lo convenció de retornar a Trujillo. Ciro volvió entonces y reingresó al colegio para continuar cursando el tercer año de secundaria, logrando aprobar los exámenes finales, pese al tiempo perdido.

En 1927, cursando el cuarto año de secundaria, fue nombrado director de un pequeño periódico del Colegio, llamado Tribuna Sanjuanista. La publicación llamó la atención de Antenor Orrego, entonces director del diario El Norte de Trujillo, quien convocó a Ciro para que trabajara con él como periodista. Durante el período vacacional escolar de enero a marzo de 1928, Ciro trabajó como reportero policial, anotándose algunos éxitos y publicando por primera vez algunos poemas de tendencia vanguardista.

En 1928 siguió sus estudios del último año de secundaria, aunque después de clases continuó trabajando en El Norte, en tareas especiales que no le demandaban demasiado tiempo.

En 1929 estuvo trabajando en una compañía de construcción, que hizo una carretera y un puente sobre el río Virú. Luego volvió a la redacción de El Norte y ese mismo año enfermó nuevamente de malaria.

En 1930, tras discutir con Orrego, abandonó El Norte e ingresó a la redacción de La Industria, importante diario trujillano. También ese mismo año ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo. A fines del año participó, junto con otros estudiantes, en un intento de reforma universitaria, movimiento que fracasó. Junto con otros dirigentes Ciro fue expulsado de la Universidad.

A comienzos de 1931 Alegría se afilió al Partido Aprista, formando parte del Comité Ejecutivo del Primer Sector del Norte, con sede en Trujillo. Durante todo ese año estuvo dedicado a labores de propaganda política que luego pasaron a ser de oposición al naciente gobierno militar del golpista Luis Sánchez Cerro.

En diciembre de 1931 fue apresado y retenido en la cárcel de Trujillo hasta el 7 de julio de 1932, fecha en que participantes en la llamada revolución lo liberaron, junto con todos los demás presos de esa cárcel. Alegría inmediatamente tomó parte en la revuelta, bárbaramente reprimida por las fuerzas del orden. Huyó hacia la Sierra con ánimo de seguir rumbo al norte pero, tras varios meses de escapatoria, fue capturado en la provincia de Celendín.

Alegría fue trasladado a Trujillo, donde el tribunal encargado de juzgar a los rebeldes ya lo había sentenciado a diez años de prisión, en ausencia. Fue torturado y luego enviado a Lima donde fue recluido en la Penitenciaría. Allí recibió la visita de la joven Rosalía Amézquita Alegría, un año menor que Ciro aunque su tía en segundo grado. Entre ellos se inició un romance que perduró durante toda la carcelería del futuro novelista y continuó fuera de la cárcel cuando el general Óscar R. Benavides asumió el gobierno luego del asesinato de Luis Sánchez Cerro por un partidario aprista. Benavides dio una ley de amnistía para los presos sin proceso y los que todavía seguían enjuiciados. Como ya había sido sentenciado, aparentemente no le beneficiaba la amnistía, pero un jurista descubrió un decreto que consideraba ilegales las condenas en ausencia. En tal caso Ciro quedaba como enjuiciado y le correspondía entonces la amnistía. Salió en libertad en octubre de 1933.

Ingresó entonces a la redacción del diario aprista La Tribuna de Lima, donde hizo varias crónicas, reportajes y ocasionalmente la sección "Barricada”. Tras intervenir en el llamado “complot de El Agustino” (intentona revolucionaria aprista en Lima), en diciembre de 1934 fue desterrado a Chile.

Alegría arribó a Santiago el 13 de diciembre de 1934, día en el que era asesinado su compatriota, el poeta José Santos Chocano. Su novia Rosalía lo siguió a Santiago después de un matrimonio religioso en Lima realizado por poderes que Ciro remitió desde Chile.

Rosalía viajó a Chile, donde la pareja vivió hasta 1941. Su primer trabajo exitoso fue transformar su cuento “El Marañón” en la que sería su primera novela, La serpiente de oro, con la cual ganó en Chile el concurso literario convocado por la Editorial Nascimento. Al año siguiente fue elegido miembro del directorio de la Sociedad de Escritores de Chile y comenzó a trabajar en la Editorial Ercilla, como corrector de originales. Asimismo, con la colaboración de su esposa Rosalía, tradujo del francés obras de Stefan Zweig e Ilya Ehrenburg, por encargo de la Editorial Zig-Zag.

A fines de 1936, Alegría enfermó de tuberculosis pulmonar. Se internó en el sanatorio de San José de Maipo donde estuvo dos años, acompañado por su esposa. Poco antes de darle de alta le aplicaron un neumotórax y una burbuja de aire le produjo una embolia cerebral, lo que le causó una parálisis temporal, anulándole la capacidad de escribir. Durante su recuperación y a manera de terapia, compuso su novela Los perros hambrientos, tarea que le demandó un mes de labor. Presentó la obra al concurso convocado por la Editorial Zig-Zag. De las 62 obras presentadas, la suya obtuvo el segundo puesto, siendo el fallo del jurado muy discutido. La novela se publicó en agosto de 1939. En septiembre de 1938 había nacido Ciro Guillermo, su primer hijo.

Con el apoyo económico de un grupo anónimo de intelectuales chilenos, Ciro pudo dedicarse a componer su novela más extensa, El mundo es ancho y ajeno, terminada en octubre de 1940, año en el que había nacido Alonso, su segundo hijo. Con esta novela ganó en 1941 el Concurso Latinoamericano de Novela convocado desde Estados Unidos por la prestigiosa Editorial Farrar & Rinehart y auspiciado por la Unión Panamericana de Washington. Fue invitado a Nueva York adonde viajó para recibir el premio, quedando en Lima Rosalía Amézquita y los dos pequeños hijos de ambos. El premio le fue entregado en un banquete ofrecido en el Hotel Waldorf Astoria en el Día de las Américas, 14 de abril de 1941. Esta novela es un clásico de la literatura peruana e hispanoamericana.

El 19 de abril de 1941, en compañía del ensayista venezolano Mariano Picón Salas, Alegría viajó a Puerto Rico y participó en la Conferencia Interamericana de Escritores. Concurrió posteriormente al Congreso de Escritores Americanos de Washington, donde conoció al escritor norteamericano Waldo Frank, con quien mantuvo desde entonces una gran amistad. En octubre de 1941 apareció la traducción al inglés de El mundo es ancho y ajeno (Broad and Allien is the World) y su libro fue ubicado por la prensa en el cuarto lugar de ventas.

Después del ataque a Pearl Harbor y al no poder volver a Chile por motivo de la guerra, ni al Perú por ser exiliado político, trabajó unos meses en la revista Selecciones del Reader's Digest (1942). Ocupó también un puesto en la sección de prensa de la oficina encargada de la propaganda de guerra de los Estados Unidos en América Latina, con sede en Washington. En 1943 fue trasladado a la sede de la oficina en Nueva York, trabajando en la sección de radio y, eventualmente, en la de prensa.

Durante 1945 se dedicó a trabajar como traductor en la compañía cinematográfica Metro-Goldwyn-Mayer. Ese año se divorció por mutuo acuerdo de Rosalía Amézquita, quien había permanecido con sus hijos en el Perú. Asimismo fue llamado por don Federico de Onís para dictar un curso sobre la novela hispanoamericana en la Universidad de Columbia. Su amiga Gabriela Mistral lo invitó desde San Francisco (1946) y esta visita dio motivo a su libro póstumo Gabriela Mistral íntima. Pertenece a esta época su breve matrimonio con la puertorriqueña Ligia Marchand.

En 1948 le recrudeció una vieja dolencia contraída en la Penitenciaría de Lima. Fue operado con éxito de la vesícula. Ese mismo año se separó pública e irrevocablemente del partido aprista, explicando su actitud en declaraciones y artículos publicados en El Diario de Nueva York. Aparte de este diario, colaboró también en La Prensa de la misma ciudad y en revistas en inglés como Red Book, Encore, Free World, The Nation y otras.

En 1949 fue contratado por la universidad de Puerto Rico, donde dictó durante cuatro años cursos de literatura hispanoamericana y técnica de la novela en el Departamento de Estudios Hispánicos. En esos años colaboró también en el diario El Mundo de San Juan de Puerto Rico y la revista Asonante.

En 1950 presentó al Congreso de Literatura Ibero-americana celebrado en Albuquerque, Nuevo México, un trabajo titulado “El Personaje de la Novela Hispanoamericana”, que apareció en las Memorias de dicho Congreso.

En 1953 fue invitado al Congreso de Escritores Martianos en La Habana, al que asistió más de un centenar de escritores de Europa y América. Fue nombrado vicepresidente de la Comisión II de dicho Congreso, comisión dedicada a examinar temas literarios y artísticos. Alegría renunció a su cátedra en la Universidad de Puerto Rico y se estableció en Cuba, dedicándose intensamente a su trabajo como escritor y periodista. Trabajaba entonces en cuatro proyectos de novela y colaboró con la revista Letras Peruanas.

En 1956 fue invitado por la Universidad de Oriente (Santiago de Cuba) a dictar un curso sobre la novela y su técnica. Además, aceptó escribir la historia de la Casa Bacardi, productores del ron del mismo nombre. La tituló Cien años de vida productiva.

También en 1956 conoció a la poetisa cubana Dora Varona, con quien contrajo matrimonio en 1957.

Con el Perú nuevamente en democracia, el año 1957 fue invitado al Festival del Libro Peruano, organizado por los editores Juan Mejía Baca, P. L. Villanueva y Manuel Scorza. Tras una larga ausencia de 23 años arribó al Perú el 4 de diciembre de 1957, día en que conoció a sus dos hijos, a quienes había dejado en Lima en 1941. Este retorno se había truncado en múltiples ocasiones a causa de la concatenación de dictaduras y gobiernos políticamente enemigos que le impidieron volver a su patria. Fue objeto de un recibimiento multitudinario y su obra alcanzó gran difusión con el Festival del Libro Peruano, al que asistieron escritores amigos como el ecuatoriano Jorge Icaza y el peruano Enrique López Albújar.

Alegría viajó por el Perú dando conferencias en universidades y centros culturales. Fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Trujillo. Volvió a Cuba con la idea de regresar pronto al Perú. Desde febrero de 1958 colaboró asiduamente en el diario El Comercio de Lima. En diciembre de 1958 nació su hija Cecilia Alegría Varona y Alegría decidió retornar al Perú con su familia.

El 12 de enero de 1960 arribó una vez más a Lima. En abril de ese año enfermó gravemente de una úlcera duodenal y al mes siguiente fue operado, aprovechando su convalecencia para escribir varios cuentos y leyendas.

El 23 de abril de 1960 la Academia Peruana de la Lengua —dirigida por Víctor Andrés Belaunde— lo eligió por unanimidad como miembro de número. En octubre asistió al Tercer Festival del Libro de América, en Buenos Aires. Viajó a Montevideo y colaboró con el afamado diario argentino La Nación. En 1961 dejó de colaborar enEl Comercio y empezó a escribir para el diario Expreso, y para la revista Caretas de Lima.

Se afilió al partido Acción Popular, a instancias de su líder, el arquitecto Fernando Belaúnde Terry. Después de fracasar en las elecciones de 1962 como candidato a una senaduría por La Libertad, en las elecciones convocadas por una Junta Militar de Gobierno en 1963 ganó una diputación por Lima. En setiembre del mismo año la editorial Populibros publicó su libro de relatos Duelo de caballeros, obra que tuvo gran acogida.

Fue invitado al Segundo Encuentro Internacional de Escritores, celebrado en Berlín en 1964 al que asistieron –entre otros– Jorge Luis Borges y Julio Ramón Ribeyro. Por invitación del Parlamento francés, viajó a Francia y luego a Italia. Estando allí recibió una invitación especial de la Universidad de Yale, donde dictó charlas y conferencias.

Ya de vuelta en el Perú se mudó a Chaclacayo, en busca de mejor clima, y asistió al Primer Encuentro de Narradores Peruanos, convocado por la Casa de la Cultura de Arequipa que dirigía el crítico Antonio Cornejo Polar. El 28 de mayo de 1966 fue elegido presidente de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA), venciendo a Luis Alberto Sánchez, connotado líder aprista por entonces rector de la Universidad de San Marcos.

Fumador empedernido, Alegría —quien se consideraba miembro de la “generación del 30”— frecuentó a artistas de diversas generaciones. Fue asiduo concurrente a las tertulias que organizaba el librero Juan Mejía Baca, alternando con Martín Adán, Arturo Hernández y Francisco Izquierdo Ríos.

Ciro Alegría falleció el 17 de febrero de 1967, a la 1:30 a.m., a causa de un infarto cardíaco, tras una agonía dolorosa. Su muerte fue sorpresiva, recién cumplidos los 58 años y cuando gozaba de buena salud. El Presidente Belaunde decretó que le fueran tributados honores de Ministro de Estado. Fue también condecorado póstumamente con las Palmas Magisteriales en el más alto grado de Amauta.

Actualmente llevan su nombre diversas entidades culturales y educativas peruanas, una calle en Miraflores (Lima) y un pueblo del norte de la Amazonía peruana.

Durante su exilio en Santiago de Chile, Ciro Alegría se desposó con su contemporánea tía segunda, Rosalía Amézquita Alegría, con la que tuvo dos hijos, Ciro y Alonso. Se divorció de Rosalía por mutuo acuerdo, en 1945 desde Nueva York. El segundo hijo de este matrimonio, Alonso Alegría, es un considerado dramaturgo peruano con piezas teatrales montadas en más de cincuenta países.

Ciro se casó con Ligia Marchand, psicóloga puertorriqueña, con quien sostuvo un breve matrimonio sin descendencia. Por último, se desposó en terceras nupcias con la poetisa cubana Dora Varona con quien tuvo cuatro hijos: Cecilia Alegría, Ciro, Gonzalo y Diego; este último nació póstumamente, cinco meses después de la muerte de padre, y falleció a la edad de 15 años, por accidente ocurrido durante una excursión escolar.

Ciro Alegría es, junto a José María Arguedas, uno de los dos escritores más importante de la corriente indigenista. Hace falta señalar que Ciro pertenece al indigenismo primigenio, el de los años 30s, mientras que Arguedas representa el llamado neo-indigenismo. Coincidentemente, en el año 1941, cuando Alegría publicaba su última gran novela, Arguedas daba a la luz su primera novela, Yawar Fiesta. Ambos autores sintieron siempre una estimación recíproca y se defendieron de inútiles competencias que algunos quisieron establecer entre ellos. Alegría narra la vida de los hispanohablantes indígenas del norte del Perú, diferentes a los quechuahablantes indios del Sur, a quienes reflejan las novelas de Arguedas. El indio del norte es más aculturado, más mestizado y desconoce el quechua, obviamente sin por ello dejar de ser representativo del pueblo indígena del Perú.

El trabajo literario de Ciro Alegría trascendió muy tempranamente las fronteras, puesto que escribió febrilmente desde el exilio en varios países. En Chile escribió y publicó sus dos primeras novelas, La serpiente de oro y Los perros hambrientos, así como su obra cumbre, que ganó el Concurso Latinoamericano de Novela convocado por la Editorial Farrar and Rinehart de Nueva York: El mundo es ancho y ajeno, novela de la cual Mario Vargas Llosa ha afirmado que constituye "el punto de partida de la literatura narrativa moderna peruana y su autor nuestro primer novelista clásico".[2]​ Dicha novela fue traducida a 14 idiomas.

El mundo es ancho y ajeno refleja las bases de un Perú moderno, mestizo, y rico en regiones, culturas y costumbres diversas. Sus personajes abandonan su comunidad andina (llamada Rumi) obligados por el injusto expolio que de sus tierras realiza un cruel hacendado (don Álvaro Amenábar) y se desplazan por todo el Perú, intentando ganarse la vida. La historia cuenta con dos personajes centrales: Rosendo Maqui, que representa al indio sabio, mayor y tradicional, y Benito Castro, el cholo joven que vuelve a su comunidad cuando muere Rosendo para defender el derecho de sus gentes a vivir en sus tierras.

En general, todas las novelas de Alegría defienden la integración de todos los peruanos en la sociedad, y denuncian las miserias y la injusticia social sufrida por los más humildes, especialmente por los indios. Sus obras tienen un tono épico, destacando la naturaleza y las tradiciones culturales peruanas, conjuntamente con la lucha de sus gentes por su subsistencia. En ellas la narración se desarrolla hilvanando hábilmente las historias de varios personajes de la misma comunidad en torno a un núcleo central.

Luego de sus tres novelas indigenistas, en sus restantes 27 años de vida Alegría solo publicó un libro de cuentos, Duelo de caballeros, que la crítica ha considerado inferior en comparación con su obra precedente. A inicios de los años 60s escribió su novela corta Siempre hay caminos, e inició la escritura de las novelas Lázaro, El dilema de Krause y El hombre que era amigo de la noche. De ellas solo concluyó Siempre hay caminos, publicada póstumamente, novela breve considerada por la crítica como una joya literaria. Los tres restantes proyectos quedaron inconclusos y han sido publicados póstumamente. De todas ellas, cabe destacar Lázaro, un ambicioso proyecto que el autor abandonó en 1954, pero que bien pudo convertirse en una gran novela de temática proletaria, teniendo como protagonistas a los trabajadores de las grandes haciendas azucareras de la costa norte del Perú. Habría sido una especie de continuación de El mundo es ancho y ajeno. Se ha dicho que la razón del abandono de sus proyectos novelísticos fue la falta de un estímulo editorial, sumada a su recargada labor periodística y docente, así como su precaria salud, todo lo cual influyó negativamente en su voluntad creadora.

Aparte de las novelas y cuentos que Ciro Alegría publicó en vida, cabe señalar que, producto a la intensa actividad política y periodística que ocupó gran parte de su vida, el grueso de su producción escrita se encuentra en distintos periódicos de la época, y aún no hay un estudio sistematizado que la recoja. Por otra parte, una parte también significativa de la obra de Ciro Alegría (una novela breve, fragmentos de novelas, cuentos, memorias, etc.) ha sido publicada después de su muerte por su viuda Dora Varona.

En vida, Alegría publicó las siguientes obras:

Después de su muerte y a base de escritos insertos en la prensa periódica o manuscritos inéditos, su viuda Dora Varona editó las siguientes obras:

Posteriormente Varona publicó una serie de selecciones de leyendas y cuentos (muchos de ellos procedentes de El mundo es ancho y ajeno) para el público infantil y juvenil, serie que consiste de:



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